Capítulo 17
Milán, Italia
Departamento de los Tassone
Fiorella y Luka aún estaban abrazados y mirándose a los ojos.
—¿Cómo fue que cambiaste de opinión con respecto a mí? —preguntó ella.
—Me dejaste ver lo que otras no pudieron, observarme a mí mismo, mirar mi propio reflejo, mirar cuán engreído y arrogante era con las personas. Me tenías desde el día en que me dejaste al descubierto de todo el plantel.
—¿Hablas del día en que te pedí el autógrafo? —levantó ambas cejas con asombro.
—Así es, de aquel día precisamente.
—Vaya, ¿así que al italiano lo tengo comiendo de mi mano desde ese día eh? —cuestionó con desafío e ironía.
—Se podría decir que sí, argentinita —respondió con una enorme sonrisa y le dio un beso en la frente.
—Ese autógrafo no era para mí...
—¿No? —la miró sorprendido.
—Era para Lorenza. Me había pedido que intentara acercarme a ti para pedírtelo, ya que era la primera vez que aceptaba acompañar a mi padre, ella me pidió tu autógrafo.
—¿Y tú por qué no querías uno? —sintió curiosidad.
—No era fanática de ti, nunca lo fui. Por la televisión me parecías el carilindo arrogante y engreído, ese que sabe bien que todas las chicas se derriten por él... cuando te conocí lo confirmé —sonrió de lado.
—El engreído con testosterona... Testosterona andante —habló recordando él también aquel día—. Tenía más que merecido el cuarto lugar en la carrera —admitió sin dejar de sujetarle la mano izquierda a ella, y estando frente a la joven—. Hasta que me topé contigo y todo lo que yo era se fue a la basura.
Fiorella frunció el ceño sin comprenderlo del todo.
—¿Todo lo que tú eras?
—Sí, arrogante y engreído, eso era antes de conocerte y cuando me enfrentaste, supe cuán decidida y arrebatada eras.
—Y supongo que eso te disgustó —rió con ironía.
—Ni tanto, me dio más curiosidad por saber quién eras.
—Ah, sí. Habías dicho que a ti nadie te había dicho quien era yo o qué hacía allí, ¿verdad? —recordó aquel día mientras se reía tapándose la boca con la mano—. Claro... pues al engreído debían decirle todo, hasta cuando volaba una mosca, porque era el piloto exclusivo de la escudería.
—Era un idiota.
—Me alegro que lo hayas reconocido, y... para saber que has cambiado, me harás un favor.
—El que quieras.
—¿Tienes tiempo libra ahora mismo? Porque me gustaría que le dieras un autógrafo a Lorenza.
—No solo le daré un autógrafo, sino que me sacaré una foto con ella, ¿te gusta la idea? —preguntó.
—Mucho.
—Pues entonces vayamos.
—¿Los dos? —abrió más los ojos cuando se lo cuestionó—. Será raro que nos vea a los dos juntos... Es que... no pensé en decirle a nadie que tú y yo...
—Nadie tiene porqué saberlo, pero tampoco pensé que querías ocultarlo —comentó sorprendido.
—Por el momento sería lo mejor. Lo que pasó con mi padre, lo de tu primo, me parece que no sería apropiado anunciar que estamos saliendo.
—De acuerdo pero deberías saber que no me importa si nos ven juntos.
—Lo sé pero para evitar todo tipo de habladurías, prefiero que por el momento no aclaremos nada.
—Si no lo aclaramos, comenzarán a investigar.
—Lo harían si comienzo a frecuentar los circuitos y viajar con mi padre.
—Podrías viajar con tu padre también y no presentarte en los circuitos si esa es tu decisión. —La miró con atención—. No me dejes afuera ahora que te dije que sentía algo por ti. Me gustaría de verdad que pasáramos más tiempo juntos, por eso te sugerí viajar con él mientras que en nuestros tiempos libres nos veamos.
—Está bien. —Asintió con la cabeza.
—Si no tienes que llevar nada contigo, entonces vamos a visitar a Lorenza.
—Solo tomaré la cartera.
Pronto salieron del edificio y bajaron con el elevador hacia la playa de estacionamiento. En pocos minutos estaban por el centro de la ciudad y yendo a la casa de la amiga de Fiorella por instrucciones de ella. La joven le había enviado un mensaje dando por confirmado que se encontraba allí.
—¡Tanto tiempo Fiore! —gritó contenta al volver a ver a su amiga y la abrazó por el cuello.
Una sombra se puso frente a los ojos de la muchacha y alzó la vista en aquella dirección. Parpadeó un par de veces porque creía que estaba viendo mal.
—Buona sera, Lorenza —emitió el italiano con una sonrisa.
—¿Eres el verdadero o tienes un doble?
—El verdadero. No hay dos como yo. —Rió.
—Tenía un tiempo libre y le pedí que me hiciera un favor.
—Hoy está dulce.
Fiorella se rió con el comentario.
—¿Qué favor? —preguntó uniendo las cejas e invitándolos al interior de su casa.
—El autógrafo que no pude conseguirte —dijo su amiga.
—Y una foto —comentó él.
La ceja levantada de Lorenza fue señal de sospechas. Luka Cassiragghi nunca hacía algo sin un beneficio propio, y saber que estaba en su casa ofreciéndose a darle un autógrafo y sacarse una foto, y que estuviera con su mejor amiga, era sinónimo de algo más.
—Hay café, agua, té, varias gaseosas... aperitivos amargos, ¿qué quisieras? —le ofreció a Luka.
—Un aperitivo amargo iría bien.
—¿Y tú? —miró a su amiga con atención.
—Lo mismo —habló rápido.
Cuando Fiorella se dio vuelta para abrir la puerta de la alacena de arriba, y sacar tres vasos, Lorenza se dio la vuelta para mirar al piloto y este la observó también. Y con un par de gestos con las manos, le dijo en silencio que su mejor amiga y él estaban saliendo desde hoy. La chica se sorprendió y luego sonrió. Se acercó a la argentina y la abrazó por los hombros, el italiano se agarró la cabeza sabiendo que se lo iba a decir.
—Te felicito —admitió con una sonrisa abrazándola de nueva.
—¿Por qué? —la observó muy nerviosa.
—Por la nueva noticia que me acaba de dar Luka, están saliendo.
Los ojos de Fiorella enseguida se clavaron en el piloto.
—Se supone que no debías decírselo a nadie, no debemos decírselo a los demás —expresó molesta.
—Yo mantendré mi boca cerrada, no te preocupes, debías decírmelo así los shippeo fuerte —contestó con alegría—. De todas maneras era más que sabido que tarde o temprano iban a terminar juntos.
—¿Por qué lo creías? —quiso saber Fiorella.
—El día que Luka se ofreció a ser modelo vivo, me di cuenta. No me cabían dudas que pronto los dos se iban a decir las cosas en la cara, o mejor dicho que él te dijera que lo cambiaste, porque sí, es muy diferente al Luka Cassiragghi que corría en las pistas y no daba autógrafos o se sacaba fotos. ¿O no? —cuestionó Lorenza mirando al hombre.
—Es verdad. Lo he hecho porque primero: era una forma de devolverle lo que hizo y segundo, y más importante: que me gustaba y no sabía cómo acercarme sin que terminara ladrándome —respondió entre risas.
—Te merecías los ladridos —acotó indignada y con risas.
—¿Y tú por qué lo salvaste? —fue el turno de Fiorella responder ante la pregunta de su amiga.
—Era necesario, la cosa pudo haber sido peor —replicó y quedó callada, como si quisiera decir algo más.
—Y hay algo más —dijo Lorenza.
—Me gustaba también —admitió con vergüenza y ruborizándose.
—Ah... al fin lo declaraste —contestó la chica entre risas—, me alegro mucho por ti, por ambos.
—Gracias —respondieron los dos al mismo tiempo.
Los tres se sentaron alrededor de la mesa para comer y beber algo, y mientras Lorenza iba a buscar lo que quería que le firmara, Fiorella le preguntó sobre el primo.
—¿Qué pasó con Matteo?
—Le levanté la denuncia, y no podrá molestarnos más, está advertido ya.
—Matteo no se quedará quieto.
—Te aseguro que ahora sí lo hará.
—¿Qué le hiciste para que nos deje tranquilos?
—Nada.
—Quiso que le dieras algo, ¿verdad? —lo miró con atención—, ¿no es así? —formuló de nuevo sin dejar de mirarlo.
—La mitad de mi fortuna.
A Florcita casi se le salen los ojos de las cuencas y dio un grito ahogado.
—No creo que hayas sido tan impulsivo en aceptar ese estúpido trato.
—Lo he hecho. Antes de ir a tu departamento, fui a visitarlo, y llegamos a ese acuerdo.
—No lo debiste hacer —negó con la cabeza al tiempo que se lo decía.
—Prefiero tener menos dinero antes que te siga persiguiendo. Ya supimos de lo que era capaz de hacerte, no iba a permitir que siguiera así. La bronca era conmigo, y desde que se metió contigo, la cosa cambió, era una obligación hacer algo al respecto.
—Pero no era necesario llegar a ese extremo, Luka.
Lorenza apareció con varias cosas y el italiano giró la cabeza para mirar las manos de la chica.
—Vaya... no era que querías solo un autógrafo —Luka la picó con burla.
—Ya que estás aquí aprovecharé para que firmes varias cosas, no soy la única que es fanática de ti, toda mi familia lo es.
—Si tienes rotulador, con gusto los firmo.
—Lo traje conmigo —sonrió entregándoselo.
Mientras que el piloto firmaba las cosas que Lorenza le había traído, las amigas continuaban hablando de sus cosas. La italiana había conseguido trabajo en un estudio gráfico donde realizaban bocetos de manera manual y ella había aplicado para ese puesto. Tenía buen horario, y sobre todo, buen sueldo.
—Hay que festejar por eso —emitió con entusiasmo Florcita.
—Nos debemos una reunión de chicas o por lo menos con las personas que hablábamos en la carrera —sugirió Lorenza.
—Brindo por eso —levantó el vaso la argentina y lo chocó contra el de su amiga.
—Podemos organizar para vernos este fin de semana, ¿qué te parece? —habló la italiana.
—De acuerdo, espero que para el sábado mi brazo esté mejor.
—Al final, ¿quién estaba detrás de todo? —interrogó con intriga.
—Mi primo —levantó la cabeza Luka para responderle—. Pero ya todo está resuelto.
—Me alegro entonces que todo haya vuelto a la normalidad y que mi amiga esté de nuevo en Italia —sonrió con felicidad volviendo a brindar con ella.
—Debemos organizar también las vacaciones —sugirió él mirando a la argentina a los ojos.
—No he arreglado nada contigo por el momento, no sé si me iré de vacaciones.
—Si tienes pensado llevártela de vacaciones —observó a Luka—, yo podría serles su cómplice... Uy cómo me gusta esto —puso una mano en la boca y levantó los ojos de manera perversa.
—Esa idea me gusta mucho, ¿qué tendrías en mente? —preguntó curioso.
—Arreglan todo entre ustedes, y luego me dicen qué día se irían, yo entraría en escena para ir a buscar a Fiore a su departamento, para que su padre me vea, y decirle que me voy con su hija, en un lugar acordado, te la entrego a ti —le guiñó un ojo.
—Me encanta la idea, ¿tú qué opinas? —miró a su novia.
—No sé por ahora, tengo la cabeza en otra cosa, en el trabajo que tengo que terminar, de cualquier forma hay tiempo para pensar bien, pero no te aseguro que iré contigo.
—Pero podríamos planear bien lo que quisiéramos visitar.
—Esto parece el planeamiento de una luna de miel... mmm —dijo levantando una ceja y con tonito pícaro.
Su mejor amiga la fulminó con la mirada.
—Eso parece, lo siento —encogió los hombros—. Pero de verdad deberían planearla para que yo ya lo sepa y organizar todo bien.
—Falta un mes, hay tiempo y como dije antes, no sé si saldré de vacaciones —comentó la argentina.
—Excusas, ya te veo en una playa paradisíaca o yendo a algún lindo museo —acotó su amiga entusiasmada por ella.
—O ir al museo de Florencia, para ver La Venus de Botticelli —expresó Luka.
—Es verdad, tú no pudiste ir porque estabas en Argentina, deberías ir, Fiorella, aprovecha.
—Bueno... me lo pensaré. Pero no quiero exponerme tanto, porque sé cuán conocido es el que tenemos frente a nosotras —rió ante el comentario y miró a Luka con dulzura.
—Vas a tener que acostumbrarte con el tiempo, ragazza.
—No me quedará otra pero por ahora vamos despacio.
—¿Y si les creo un blog? Contando algunas hazañas o cómo se conocieron —pensó con el dedo índice sobre sus labios.
—Deten el carro Lorenza —dijo su amiga entre risas—. No harás nada. De verdad, pido un poco de discreción, nadie lo sabe por el momento, y prefiero que durante largo tiempo se quede así.
—Pero si la gente se entera no sucederá nada malo, creo que sería muy bueno que todos lo sepan. ¿Crees que los fanáticos ya no se dieron cuenta el cambio de Luka? ¿Cuándo ibas a ver al piloto sentado y firmando autógrafos? Nunca —manifestó la italiana teniendo razón.
—Supongo que tienes razón —comentó pensativa.
—Piénsalo, incluso podrías tener más trabajo.
—No quiero obtener más trabajo a costilla ajena —frunció las cejas con seriedad.
—De acuerdo —revoleó los ojos—, pero con todo lo demás sí estaría bueno que sepan que están conociéndose.
—Hay tiempo para eso.
—Listo —acotó Luka para que lo escucharan—. Ahora falta la fotografía —dijo poniéndose de pie.
—Creo que este día lo recordaré siempre —confesó emocionada y dando pequeños aplausos—. Qué macizo eres —expresó cuando lo abrazó por la cintura—, al fin sé que eres real —rió ante su comentario.
Fiorella y Luka rieron también al escucharla. La argentina les sacó dos fotos y le entregó el teléfono móvil a su amiga. La pareja se quedó un rato más con ella y alrededor de las ocho de la noche se fueron de allí. Cuando entraron al coche del italiano, él se dirigió a la joven para preguntarle sobre lo que había dicho Lorenza.
—¿No crees que en parte tiene razón tu amiga?
—Sí pero no podemos exponer nada, si lo haríamos todos empezarán a decir que te salve para salir contigo, o que en algún momento descuidarás las carreras. De esa clase de gente hay a montones.
—Nadie podría pensar eso, y menos de ti, gracias a tu acto heroico no salí perjudicado y creo que el público y los fanáticos de la escudería te lo agradecen, incluso lo siguen haciendo aún. Pero bueno... si no quieres que nadie lo sepa por ahora, está bien para mí también.
Al llegar al estacionamiento del condominio, ambos se bajaron y se encontraron con el padre de la muchacha en la puerta del elevador para subir al departamento también.
—He ido a visitar a Lorenza, y Luka me acompañó porque no puedo conducir. De paso, le dio unos autógrafos y se sacó fotos —respondió de inmediato sin que su padre le pidiera explicaciones, ante todo aquello el piloto solo se reía por dentro.
—No te pedí que me contaras qué has hecho con Luka —replicó entrando al ascensor.
Los dos hicieron lo mismo. La puerta se cerró para subirlos al piso donde vivían y el ambiente quedó en silencio. La pareja estaba detrás de Ernesto.
—¿Están saliendo? —fue la interrogación más inesperada.
—No —contestó de inmediato Fiorella.
El italiano rió y ella lo mató con la mirada.
—Lo siento, me he reído con algo que vi en la pantalla del móvil.
—¿Por qué lo preguntas? —quiso saber con curiosidad.
—Por nada en particular, pero se están llevando muy bien y este sujeto —miró a Luka—, cambió mucho desde la última vez que lo vi.
—Parece que nadie cree que puede cambiar por sí solo —comentó la joven.
—Pues si eso pasó o si fue alguien más —recalcó las últimas cuatro palabras mientras observaba a su hija y ella tragó saliva con nervios—, me alegro mucho por él.
El piloto miró a la chica y sonrió de lado arqueando una ceja con socarronería. Escribió algo en su teléfono y se lo mostró para que lo leyera.
"Sino se lo dices tú, lo haré yo."
Clavó la vista en él y se quedó de piedra ante la decisión que Luka tenía. Negó con la cabeza y este se rió en silencio. Volvió a escribir.
"Por ahora lo dejaré pasar, pero tarde o temprano hay que decírselo."
Ella asintió con la cabeza al tiempo que lo miraba y aceptando su decisión.
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