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Capítulo 15

Dormitorio de Fiorella


Mientras la joven se dedicaba a realizar el encargo que tenía pedido, su mente divagaba en la conversación por mensajería instantánea con Luka, las dudas la estaban intranquilizando y decidió volver a ver el chat. Bajó hasta ver con atención la foto que le había pasado el italiano, y se la quedó mirando por largo rato. Sabía que de algún otro lado lo había visto, y no sabía dónde. La mirada cínica, el porte de arrogancia y de brazos cruzados contra el pecho era una casi característica de Luka también. Pero en cuestión de miradas, no se comparaba con el piloto, eran distintos y a simple vista se daba cuenta el temor que le daba uno y los nervios que le producía el otro.

Más claro lo tuvo cuando se acordó de un encuentro perturbador hacía un año atrás.

Luka se desperezó al sentir el sonido del móvil y con voz ronca habló;

—Fiorella... ¿qué pasó?

—Discúlpame por despertarte, ya sé dónde vi a tu primo la primera vez.

El italiano abrió más los ojos, ya despabilado del todo.

—Dime...

—En la carrera de Monza, la primera carrera, no en la carrera sino en la clasificación, cuando salí del circuito choqué con él de camino al hotel, él iba para el predio y yo volvía al hotel.

—¿Qué sucedió más? —quiso saberlo.

—Me pidió perdón, yo también, y después insistió en invitarme a tomar algo en señal de disculpas, le dije que no era necesario varias veces y dejó de insistir —dijo en un suspiro—, cuando lo vi, sentí escalofríos, es el tipo de hombre que no tendría ni un segundo cerca mío.

—Y por tu bien será mejor que nunca te encuentre sola.

—Me asustas con lo que me dices.

—Prefiero asustarte y mantenerte alerta antes que camines por las calles despreocupada.

—¿Pero tú sabes dónde está él ahora? —formuló intrigada.

—He perdido el rastro de él desde hace unos meses, pero tal parece que volvió desde que llegaste aquí.

Ante las palabras de Luka, la argentina comprendió que ella era la que estaba perjudicando las cosas. Porque si no estaba cerca de él, todo estaría tranquilo y aquel primo suyo no seguiría con las amenazas o las persecuciones.

—Algo me dice que tu primo siempre nos estuvo vigilando, es posible que cuando yo volví a mi país, me haya perdido el rastro, pero ahora que he vuelto, reanudó su persecución.

—No debes preocuparte por eso —trató de calmarla.

—Lo hago porque no sé qué esperar de ese primo tuyo.

—Es muy diferente a mí, te lo aseguro, Fiorella y no me gustaría que en algún momento te termines quedando sola con él. No sabes de lo que es capaz de hacerte, ya supimos el lío que hubo el año pasado, no quiero que esto termine peor. Hará lo que esté a su alcance para poder acercarse más a ti.

—No soy tan ingenua para dejar que se me acerque.

—Sé muy bien que no lo eres, pero este hombre es mucho más astuto.

—No te preocupes, tratemos de seguir con tranquilidad nuestra vida, debes poner tu mente en la próxima carrera, te lo suplico Luka.

—Yo estoy tranquilo pero me preocupo por ti también.

—No deberías, me puedo cuidar sola, lo he hecho siempre.

—¿Cuántos tienes?

—No te hagas que ya lo sabes —dijo con énfasis—. Bueno, creo que continuaré con el esbozo, hablamos luego.

—Hasta pronto.

Dos horas después de la conversación telefónica y que ella estuviera casi en los últimos detalles del encargo.


BARRIO MOSCOVA-REPPUBLICA


Decidió relajarse un poco y recorrer los alrededores del edificio, por el área y por fuera del barrio. Se encontró con algunos vecinos y con la seguridad que rondaba por los alrededores también. Fue caminando por la misma acera que la llevaba hacia el centro de la ciudad y entró a una tienda de objetos decorativos, para comprar algo bonito para adornar su dormitorio. Mirando los estantes se dio cuenta que alguien más la estaba observando del lado de enfrente, tragó saliva con dificultad, recordando el rostro del sujeto que le había enviado Luka por el chat.

—Parece que nos volvemos a encontrar, qué agradable encuentro —la voz de aquel hombre fue distante y perturbadora.

—Eso parece —respondió sin darle demasiada importancia al hecho de que la estaba mirando detenidamente.

—Qué linda eres —admitió, ella no supo qué decirle—, me debes una invitación, ¿recuerdas?

—Hasta donde recordaba, habíamos quedado en que no era necesaria la invitación. —Continuó mirando los adornos, sin darle más interés.

—Aunque te insista, no cambiarás de opinión, ¿verdad?

—Has acertado —sonrió sin mostrar los dientes.

Eligió el bonito adorno en sus manos y caminó hacia la fila para el pago.Una vez que salió de la tienda, la persiguió de camino al barrio privado. Fiorella era inteligente y supo lo que aquel individuo estaba haciendo. Se giró en sus talones para enfrentarlo de nuevo.

—Sino dejas de perseguirme, llamaré a la policía, lo hago, te lo aseguro. No soy de las que tiemblan —afirmó sin titubeos en su voz.

—Valiente la argentina... —sonrió de lado de manera socarrona.

—Déjate de idioteces, imbécil... —habló con enojo en su voz—. Será mejor que te esfumes, sino quieres que te rompa el adorno en la cara.

—No vas a atreverte.

—¿Quieres que pruebe? —sacudió la bolsa mostrándosela y sonrió con ironía—, no soy una nenita que no sabe cómo usar un adorno contra un idiota que la está molestando.

La joven intentó darle el golpe pero el hombre le sujetó la muñeca y se la retorció.

—¿Duele? —preguntó presionándola con más fuerza—, me contestas, ¿te duele dulcecito?

—No te daré el gusto, hijo de puta —arremetió la muchacha apretándolos dientes.

El hombre volvió a retorcérsela con más ahínco y ella cayó de rodillas ante el dolor y de la manera en cómo presionaba la muñeca,a tal punto que hasta el brazo le estaba doblando.

—Me parece que no vas a poder dibujar por un largo tiempo —respondió con maldad—, dile a mi primo que a los dos estoy vigilando y que quiero volver a verle la carita de niño seductor rompe-corazones que siempre ha tenido.

Un coche se atravesó en el medio de la acera donde ambos se encontraban, y un hombre alto y de complexión fuerte y fornida, se acercó a ellos.

—Me lo vas a decir ahora, cretino —dijo con furia al mirarlo con odio—.Déjala tranquila, esto es entre tú y yo.

—¿Eso crees que es entre tú y yo? Dejó de serlo desde el momento en que te metiste con mi novia —apretó los dientes y tiró de la muñeca de la joven haciendo que gritara.

—Tú y yo sabíamos bien la clase de mujer que era, me dijo que no salía más contigo, que ella haya mentido, es otra cosa, pero hasta donde sabía, no estaba saliendo con tu novia porque ella me lo dijo varias veces.

—Pues... ahora es el turno de tu lindo dulcecito —emitió con énfasis y riéndose.

Fiorella con su mano izquierda buscó dentro de la bolsa que estaba en el piso para dar con el adorno, pero de los nervios no podía tomarlo en la mano.

—¡Te quedas quieta! —gritó y le dio un cachetazo con su pesada mano.

La argentina quedó de piedra y con los ojos bien abiertos cuando se dio cuenta que alguien le había dado la bofetada. Como pudo, se levantó aún cuando el tipo la mantenía en el piso de rodillas. Luka avanzó contra él, pero Matteo sacó una navaja del bolsillo amenazándolo.

—¿Crees que soy tan tonto en no llevar nada encima? —sonrió de costado con perversión—, me extraña que no me conozcas, primo. Si vuelves a moverte, no me costará nada hacerle un tajo en la muñeca, la tengo accesible —apoyó el filo contra la parte interna de la muñeca dela joven.

Era un horario en que nadie caminaba por allí, y si pasaban, no querían mezclarse en aquella discusión.

Fue un solo momento en que Fiorella tuvo la oportunidad en pegarle una patada en la entrepierna, cuando el primo le daba la explicación del tajo en su muñeca.

El golpe fue seco y directo, sin dudas. Y sin pensarlo. Y aún cuando el sujeto cayó de rodillas, el italiano aprovechó para frenar la muñeca de su primo que iba directo a cortarle el brazo. Con un golpe de codo hecho por Luka contra la cara de Matteo, este cayó al suelo.

Con la mano izquierda apoyada sobre la acera trató de tranquilizarse, el piloto se acercó a ella para saber cómo se encontraba.

—¿Quieres que te lleve al hospital? La muñeca está demasiado resentida, Fiorella —habló bajito.

—No —negó con la cabeza también—, por lo menos no me la terminó quebrando pero estaba creída que lo haría.

Ambos se miraron a los ojos.

—Vamos al hospital, tienes la mitad de la cara toda colorada.

—Me pondré compresas, no te preocupes.

—No, Fiorella.

—Prefiero que eso que está ahí tirado, esté por un tiempo preso —señaló con la cabeza al primo de Luka.

—De acuerdo —dijo resignado y con un suspiro cansino.

Durante una hora entera, quedaron dentro de la comisaría haciendo la denuncia de lo sucedido y tanto el italiano como la argentina, dieron detalles de lo que había pasado el año anterior, sabiendo ambos que el responsable de las amenazas había sido aquel hombre que estaba encarcelado en la estación de policía. El oficial que los había atendido se ofreció a ayudarlos y asentaron las dos denuncias. Para cuando salieron de allí, ya era el horario de la merienda.

Él tomó en su mano la bolsa, al tiempo que rozaba sus dedos, solo para que ella no llevara peso.

—Deja que te la lleve —comentó y ella asintió con la cabeza.

—Quiero llegar al departamento y recostarme un rato.

—Vamos, te llevo.


PISO DE LOS TASSONE


No estaban tan lejos del barrio privado y cuando los dos entraron al departamento, él dejó la bolsa sobre la mesa del salón.

—¿Me sacarías el adorno de la bolsa? Por favor.

Él asintió con la cabeza.

—La Venus de Botticelli —expresó asombrado.

—¿Te gusta?

—Es preciosa —admitió el hombre.

—Me parece preciosa a mí también, dicen que el cuadro es bellísimo.

—¿No has ido a la galería de arte? —levantó las cejas sorprendido.

—Donde se encuentra el cuadro es en Florencia y no en Milán, Luka —rió por lo bajo a pesar del dolor que sentía en la mejilla.

—Es verdad, qué bruto. —Se rascó la nuca sin saber qué más decirle.

—De todas maneras, en la carrera que estaba realizando aquí, supe que habían ido a la galería el grupo de compañeros en el momento en que yo ya estaba en Argentina. Lorenza me envió fotos por el móvil. Es imponente.

—Pero no es lo mismo que verlo en persona.

—Supongo que no... Luka, ¿te molesta si me dejas sola? —preguntó incómoda—, quiero tomarme el analgésico y dormir un rato.

—Claro, no hay problema —sonrió intentando que se quedara tranquila—. Cualquier cosa que necesites, me llamas.

—Gracias pero luego llegará mi padre.

—Tienes razón.

Luka caminó hacia la salida pero antes se giró en sus talones para mirarla.

—Siento mucho lo que te ha hecho mi primo, y te pido disculpas por la manera en cómo sucedieron las cosas.

—Tú no tienes la culpa de nada, en todo caso yo quise meterme en el medio desde un principio —declaró con acierto.

—Para que tu padre no cometa una locura.

—Y para que a ti no te sucediera nada.

—Era un engreído y arrogante, si me habría pasado algo, me lo tenía merecido.

—No siempre las cosas suceden como uno las espera. Todo eso quedó en el pasado, no me arrepiento de lo que hice, lo hice por mi padre y lo hice por ti también —confesó sin vueltas.

—¿Por qué? —quedó petrificado ante su confesión sin dejar de mirarla.

—Eres importante para la escudería, eres el piloto exclusivo.

Con esa declaración dicha, se resguardó lo que en verdad tenía que decirle. Que le gustaba, y que a pesar de lo machito que solía ponerse, estaba enamorada de él.

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