Cuando te conocí

todo parecía perfecto

confiaba en ti,

pero eso se acabó.

Cuando me golpeabas

ya no te conocía,

cuando me insultabas

ya no te comprendía.

Tus ojos se oscurecieron,

mi alma se ensombreció,

cuando tu mirada me recorrieron

mi cuerpo se desvaneció,

se transportó,

se estremeció mientras se ponía de punta.

Sentía miedo,

y no te detuviste.

Quería salir corriendo

pero no me lo permitiste.

El día llego,

tu juicio concurrió,

esa huella que dejaste en mi nunca se borrara,

no olvidaré tu ojos llenos de lujuria,

tus manos que me tocaban sin delicadeza,

sino con fuerza y posesión.

Pero con ello tu castigo llegó,

y eso me alegro.