El tiempo transcurre entre recuerdos,
tus caricias me endulzaban,
tu presencia me transportaban, hacia diversos mundos.

Tus ojos como la más dulce miel,
tu figura tan segura,
eran lo que quemaban mi piel, hasta sentirme insegura.

Ahora el repiqueteo de la lluvia, son mi única compañía.

Ahora nuestros recuerdos llenos de risa,
son solo una sonrisa llena de melancolía.

El viento me traspasa,
cuando pienso en ti.
La lluvia me empapa,
cuando lloro por ti.

Estoy sola en la madrugada,
agarrando mi manta con desespero.
Estoy atrapada en una encrucijada,
pensando en mi futuro.

Ansiosa de tenerte a mi lado,
y decirte cuanto te quiero.
Ansiosa de decirte cuanto te amo,
y que me correspondas de puro milagro.

Agarro con fuerza,
mi pecho.
Me derrumbo con fiereza,
llena de despecho.

Por mis mejillas,
corre el rímel.
Por tus miradas,
tiemblo como un clavel.

Una llamada no servirá de nada.
Un “te quiero” no servirá para recomponerme.
Un paso que des, no aliviará mi después.

Y un “te extraño” no servirá para quedarte como en antaño.

Te quedaste,
cuando no te necesitaba.
Te fuiste,
cuando si te extrañaba.

En la soledad de mi alma,
solo veo tu sombra.
En la felicidad de mi sonrisa,
solo veo tu silueta desdibujada.

Dejé que pasaran las estaciones, para volver a oír los latidos,
de mi corazón lleno de cicatrices,
por recuerdos efímeros.

Dejé que la tormenta pasara.

Para darme cuenta, de que no ama quién habla,
sino quién calla y lo demuestra.