57. El mundo cruel
Marzo.
—Esta noche yo invito, dejaré que te embriagues hasta no saber de ti —dijo Jackson, el buen entrenador, dirigiéndose a Jungkook con una enorme sonrisa, dándole un par de golpes en el brazo.
—¿Y esta rosa? —inquirió el pelinegro burlón, soltando una carcajada feliz y causando que Jackson le lanzara la toalla que antes obtuvo del staff.
—Toma una ducha, relájate, ve a casa y trata de descansar, que la siguiente semana no seré amable.
—Entiendo, Hyung —pronunció y dio una leve reverencia, sintiendo la emoción recorrer su cuerpo entero.
—Eres increíble, Jeon —y tras despeinarle los cabellos, el mayor abandonó el lugar, dejándolo solo en la zona de los vestidores.
No podía creerlo.
Después de tanto cansancio y entrenamiento, con todo ese estrés físico y psicológico, lo había logrado: estaba de nuevo en la jugada.
Qué jodida alegría sentía.
Había sido difícil, sí: sobre todo cuando una parte del público comenzó a abuchearlo; pero todo estaba bien, todo era magníficamente increíble. Por eso, cuando menos acordó, ya tenía su móvil en su oído, escuchando los timbres que daban introducción a la voz más bonita del universo.
—¡Koo! —exclamó Taehyung en cuanto le contestó, deteniéndose a la mitad del pasillo que recorría en ese momento—. ¡Dímelo ya!, ¡Dímelo ya!
—Lo hice —informó y Taehyung soltó un chillido enloquecido, haciendo que Jungkook, quien caminaba de un lado a otro en la habitación vacía, riera contento—. Clasifiqué para las semifinales.
—¡Con una jodida! —gritó el mayor y, después de haber notado su vocabulario y el saltito que dio, trató de contenerse, pero le fue casi imposible y terminó pegándose a la pared, para soltarle un par de golpes emocionados—. ¡Lo sabía!, ¡Sabía que ganarías!, ¡Eres el mejor, nadie en todo este mundo se te compara!
—Bebé —murmuró Jungkook, sintiendo el calor llenarle las mejillas—. No digas eso.
—Es la verdad —indicó el castaño—, no puedes negarlo.
—Caray, es que... agh... No vas a creerme —dijo y la felicidad no le cupo en el pecho—: rebasé la marca definida por el Comité Nacional.
—No juegues —pidió Taehyung, cubriéndose la boca, y agradeciendo que aquel pasillo estuviera vacío.
—Y Jackson dijo que esto puede hacer que el Comité Olímpico me envíe una carta invitación, ¿Tienes idea de lo que eso significa?
—¡No juegues!, ¡No juegues! —terminó Taehyung por exclamar, dando brinquitos emocionados que Jungkook imitó mientras soltaba un chillido a la par—... ¡Ah!, ¡Estoy tan orgulloso, Kookie!, ¡Te adoro!, ¡Te adoro con toda mi alma! —y esa confesión solo hizo que la dopamina, en el cuerpo sudoroso, se disparara locamente.
—Juro que te comeré la boca en cuanto te vea.
Ante aquella declaración, Taehyung no pudo brincar más y el silencio se hizo presente en la llamada.
¿Lo dijo o lo pensó?
—¿Qué harás qué... con mi qué? —preguntó, sintiendo cada palpitar de su corazón acelerado y, a la par, escuchando el de Jungkook también.
Entonces, lo había dicho.
—Ah —balbuceó, observando a todas partes del vestidor, sin saber qué hacer.
¿Por qué siempre terminaba evidenciándose así?, qué pena.
—Vamos, dilo de nuevo.
—Tae...
—Dilo de nuevo —pidió, poniendo sus ojitos tiernos, aun sabiendo que Jungkook no lo estaba mirando—. Si lo repites, no volveré a pedirte nada; no más vueltas a la tiendita de la esquina para traer frituras mientras ponemos a prueba tu velocidad.
Y un suspiro rendido, abandonó los labios de Jungkook. Daba igual la magnitud de su descaro, ese hombre era el amor de su vida—. Voy a comerte la boca, Kim Taehyung.
—¡Oh por Dios! —soltó el mayor en un chillido conmocionado, llevando su mano en un puño a su boca y mordiéndose, levemente, la piel del dedo índice. Vaya hombre tenía como novio—, ¡Sí!, ¡A todo lo que digas: sí!, ¡Siempre!
—¡TaeTae! —recriminó el pelinegro apenado, sosteniendo una sonrisita mientras deseaba esconderse bajo de una gran roca.
—Tómame. Te daré los hijos que quieras —y eso solo lo hizo enrojecer aún más.
—Basta —pronunció, casi rogando—. No sigas diciendo locuras.
—¿Locuras? —cuestionó el castaño, haciéndose el ofendido—. Permítame informarle, Señor, que yo no soy el atleta que celebra sus victorias comiéndole la boca a su novio.
—Tae —alargó el menor. Estaba condenado, Taehyung jamás olvidaría aquello—. Colgaré.
—No, Jungkook —pidió y luego retomó la compostura, pues ya se estaba derritiendo contra la pared—. Estoy muy feliz por ti, amor. Te has esforzado tanto que no esperaba menos de los resultados, ya quiero que me cuentes la experiencia —indicó y Jungkook solo siguió sonriendo—. Te mereces lo mejor de este mundo, Koo... Llegarás muy lejos, triunfarás y serás muy feliz; y yo estaré ahí, apoyándote siempre y dejando que me comas la boca cada tanto.
—¡Taehyung!
—Lo siento —soltó una carcajada, adoraba molestar a Jeon Jungkook con ese tipo de cosas—, pero hablo muy en serio. Cada paso que has dado, ha valido la pena. Eres el mejor en lo que haces y estoy extremadamente orgulloso y contento por ti.
—Gracias, amor. La emoción se triplica contigo en mi vida —admitió—. Esta felicidad es invaluable.
—Lo sé, Kookie —murmuró Taehyung contento, pero luego, su sonrisa desapareció poco a poco, reparando en algo que le había costado, la noche entera, aceptar—. Lamento no haber estado ahí —y Jungkook soltó un suspiro.
—No te preocupes, no pasa nada —era cierto, no había problema; pero sería un imbécil si no aceptaba que le hubiera encantado tener a Taehyung entre las butacas—. Igual, antes de que comenzara la carrera, Jeon Heeyon se encargó de darme una charla sobre '111 razones por las que Taehyung no debe aparecerse por aquí'. Así que, tomamos una sabia decisión; sino te hubiera comido la boca frente al público y para qué queremos.
—Tonto —terminó diciendo Taehyung, al sonreír nuevamente.
—Pero así me quieres.
—Y mucho —confesó, sintiendo la mueca feliz de Jungkook, al otro lado de la línea—... hoy... no te veré, ¿Verdad?
—Jackson me dio la tarde libre, pero, por la noche me reuniré con el staff para celebrar, ¿Te gustaría venir? —invitó, algo esperanzado.
—Lo siento, Kookie, pero preferiría que no —sin embargo, ya conocía la respuesta—. Tú mamá también es miembro del staff y no quiero incomodar. No te molestes, por favor.
—Entiendo, bebé. No hay problema —habló, comprensivo—. De todas maneras, te buscaré después, ¿Está bien?
—Lo está —contestó, Taehyung, animándose—, ya quiero que me comas la boca.
Y Jungkook iba a volver a reclamar la vergüenza que Taehyung le hacía sentir, pero la voz de un joven distinto a su novio, se coló por el móvil.
—¡Quítate del camino, jodido marica!
Tras ello, la respiración de Taehyung resonó entrecortada, haciendo denotar que estaba por hundirse en el abismo; mismo que resultaba tan oscuro, tan estridente y aterrador, que lo preparaba para perder la consciencia.
Por más que lo intentaba, aquello no dejaba de doler. No obstante, nada era más duro que no tener a Jungkook en su vida.
Y fue por eso que reparó en el celular que seguía sosteniendo; no tuvo más que llevarlo nuevamente a su oído, mientras se incorporaba de aquel empujón ejercido por parte de ese colega que echaba humo por los pasillos.
Sin embargo, nada a su alrededor le importó tanto, como el silencio que llenaba la línea; entonces, recayó en que Jungkook había escuchado a la perfección.
Cerró los ojos, tratando de regularizar su respiración atolondrada, pero al final terminó soltando un suspiro cansado.
Jungkook, por su parte, sentía que la sangre le hervía en la cabeza.
¿Cómo era posible que el mundo fuera tan cruel?, ¿Acaso nadie veía la hermosa carita de ángel que tenía su bebé?, ¿Con qué corazón le hacían algo así?, ¿Qué mal había hecho para recibir ese trato?
Quererse: no es un pecado.
No podía evitar enojarse. Es que la maldita sociedad es una mierda: pensó. Su cólera era igual de grande que su preocupación, pero Taehyung no tenía por qué lidiar con ello, y fue por eso que necesitó disipar la primera.
—¿TaeTae?, ¿Amor? —preguntó, segundos más tarde, escuchando a Taehyung tener aquel colapso.
—Estoy bien —le contestó, tomando una bocanada grande de oxígeno.
—Taehyung, no tienes que mentir.
—No es mentira...
—Te conozco, bebito —dijo Jungkook y un pucherito dolido apareció en el fisioterapeuta.
—Lo sé —aceptó y una respiración profunda le hizo volver a la sensatez—. No pasa nada, solo fue un idiota que tropezó conmigo... No te preocupes, ¿Sí?, Estoy aprendiendo a manejar estas cosas.
—Taehyung, estoy disponible ahora, puedo ir a verte, si quieres —claro que quería, pero la realidad era otra.
—Lo siento, amor —terminó diciendo—, pero no es buena idea. Si nos ven juntos aquí, no resultará nada bueno.
Una mueca triste apareció en el rostro de Jungkook, y su mirada fue hasta el piso—. Lamento estar provocando todo esto.
—Hey, no hay problema —intentó detenerle, pues ya conocía bien ese tono melancólico—. Ya estoy grandecito y te prometí que me cuidaría solito, así que no te preocupes —reafirmó volviendo a sonreír, para tratar de cambiar el aura del otro. Ese debía ser un buen día, ¿Por qué la vida se los arruinaba así?—. Tengo que irme ahora, hay cosas que debo hacer. Descansa y diviértete hoy... pero no demasiado, recuerda que tienes un novio en casa de Yoongi que te espera con ansias.
—Seguro, lindo bebé.
—Bien —soltó al sonreír—. No olvides que estoy feliz, que mentalmente me mantengo celebrando contigo y que te quiero un montón —y la sonrisa de conejo apareció de nuevo, su novio era muy dulce.
—Te quiero más, pedacito de cielo —nombró y el mayor soltó una risita—. Cuídate y avísame cuando llegues a casa.
—Lo mismo —pidió—. Adiós, amor.
—Adiós, bebé.
Y con eso en su corazón, ambos colgaron la llamada; Jungkook sintiendo una preocupación insensata, mientras que Taehyung se culpaba por haber arruinado ese bendito día.
Ojalá que la vida les tenga preparados mejores tiempos, de otra forma, tanto dolor no es justificable, en ninguno de los sentidos posibles.
[...]
Jeon Jungkook jamás había hecho cosas tan atolondradas, claro: a excepción de ese primer beso que le robó a Taehyung cuando todo se fue al carajo. No obstante, estar ahí, dimensionaba "a cero" cada una de sus problemáticas anteriores.
Desgraciadamente, la plática con su consciencia, ocurrió después de que su corazón interactuara con la realidad. No obstante, a ese punto ya nada importaba, cualquier cosa valía la pena si se trataba de Taehyung.
Su niño estaba siendo valiente, él debía serlo también.
Por eso, sus ojos recorrían una y otra vez el pasillo de aquella elegante cafetería mientras, en sus manos, sostenía un pastelillo sabor chocolate con menta, que de vez en cuando llevaba a su boca y mordisqueaba levemente.
Se encontraba nervioso, debía aceptarlo.
Pero, ¿Cómo no inquietarse, si estaba a punto de ver a Kim Chulmoo?
Sí, tienen razón, nervioso era poco; mejor dicho, se encontraba aterrado.
Y no solo por el hecho de que se vería con el padre del hombre de su vida, sino, también porque, si el hombre de su vida se enteraba de esa furtiva reunión: lo descuartizaría vivo, dejaría de hablarle y no habría forma de bajarle el enojo.
Salir corriendo ya no le parecía algo que solo hacía por propia pasión; esta vez, sí que tenía muchos motivos, mismos que se diluían en necesidades.
Pero, aunque se estaba arrepintiendo y solo podía desear estar en los brazos de Taehyung o en la buena celebración que había organizado su staff, no podía permitirse ser un cobarde: ya estaba ahí, no se echaría para atrás.
De pronto, recayó en la realidad: la condicionante no era acerca de su huida recién planificada, más bien, el problema radicaba en si Kim Chulmoo llegaba o no al sitio acordado. Con sinceridad, las probabilidades de que el hombre lo dejara plantado eran máximas, sumándole lo mal que debía caerle: había sido una completa locura citarlo ahí. Debió agarrar el toro por los cuernos y plantarse, sin remordimientos, frente a la casa del expolítico; jamás pensó en eso cuando su suegro le tomó la llamada.
Pero bueno, al fin de cuentas le había tomado la llamada, ¿No?, y aún no era muy tarde, podía esperar un poco más, ¿Verdad?
Solo deseaba que Taehyung jamás se enterara del suceso, si lo hacía: se pondría muy triste y estaría muy decepcionado. Juraba que sus intenciones solo eran ayudarlo. Odiaba ver lo difícil que la estaba pasando su castañito y no poder hacer nada al respecto, odiaba tener que quedarse sentado, esperando, viéndolo derrumbarse; odiaba que su amor pendiera de un hilo.
Súbitamente, y cuando menos lo pensó, las puertas del local se abrieron, trayéndole aquel rostro mal encarado que le hizo ver su suerte al mismo tiempo. Sus ojos se abrieron como platos y, la parte que temblaba dentro de él, se paralizó un momento.
Sin embargo, la sorpresa no fue por el miedo que sintió cuando el hombre se le sentó enfrente con ese desdén tan característico, no; más bien, lo impresionante era que, después de todo, Taehyung le importaba lo suficiente, como para hacerlo levantar de su sofá y abandonar su cómoda casona en aquel pie de calle.
—¿Qué es lo que quiere? —fue lo que dijo y Jungkook se irguió sobre la silla, dejando el pastelillo de lado y cruzando sus brazos, incrédulo.
¿Era obvio, o no?
Para él, lo era.
—Quiero que se disculpe con Taehyung —fue directo al grano, y estuvo orgulloso de sí.
—¿Qué yo qué? —la pregunta resonó burlona en el aire.
—Lo que he dicho, y quiero que lo haga ya —indicó dominante. En el fondo, lamentaba tener que hablarle así al hombre, sobre todo por ser el padre de su novio; sin embargo, debía ser duro, como el hombre protector que se merecía tener Taehyung—. Después de eso, tiene que alejarse y dejarlo vivir en paz.
La expresión escéptica, punzante y socarrona que delimitó Chulmoo, fue casi suficiente para que Jungkook deseara desaparecer; pero cuando la sonrisa ladina se dibujó, sintió que la cólera se le subía estrepitosamente—. ¿Quién se cree usted que es para venir a alegar sobre esto?
—Soy la pareja de Kim Taehyung —terminó diciendo y, claramente, algo dentro suyo se liberó. Qué satisfactorio era mencionarlo, aun estando en una situación tan drástica.
—Y yo soy su padre —arguyó el hombre, después de que no pudo seguir sonriendo por el comentario que hizo el pelinegro.
Pero qué jodida tontería, ¿No?
—¡¿Usted?! —profirió Jungkook en un arranque, sin embargo, tomó oxígeno para resistir la amargura del ajeno que, para ese instante, se dejaba ver con gravedad—... Usted no es ningún padre —contestó, cuando su mente y corazón le exigieron sincerarse—. Usted solo es un simple hombre que se ha dejado llevar por la desgracia de un sueño perdido.
Y Chulmoo no pudo creer aquello—. ¡¿Cómo se atreve?! —exclamó, abriendo los ojos al máximo; no obstante, Jungkook ni siquiera se inmutó: no era momento para hacerlo.
—Me atrevo porque es necesario —y porque alguien debía decirle sus verdades; ahora que estaba armado de valor, aprovecharía—. Taehyung ha sufrido durante toda su vida por su causa. Siempre andando tras él, jodiéndolo por lo qué hace y por cómo lo hace, molestándolo, menospreciándolo —recriminó centrado—. Usted no merece que un ángel como Kim Taehyung lo llame padre: siempre le ha hecho la vida imposible —y la lengua de Chulmoo soltó un chasquido.
—¿Qué sabe usted? —preguntó incrédulo, queriendo restarle importancia al meollo. ¿Ángel, Kim Taehyung?, sí, claro.
—Lo suficiente para puntualizarle lo mal que estuvo haber formado una familia cuando sabía que no quería tenerla y, por lo mismo, no le importaría cuidarla —aquello fue como si una cubeta de agua helada se derramara sobre el hombre, pues su expresión denotó la impresión que envuelve a un alma desgastada por las sombras de su pasado.
—Joven Jeon...
—Señor Kim —le detuvo—. Sé que no soy nadie para decirle lo que se supone que ya sabe, pero igual voy a hacerlo: Ser un padre, implica desvivirse por su hijo, no cuenta si trata de condicionarlo o imponerle su destino; tampoco existe el hecho de pensar primero en sí mismo, un hijo es prioridad: ese ser humano también tiene sueños, esperanzas y anhelos, vino al mundo a cumplirlos; entonces, la labor de un padre es apoyar y ayudar a que esas ilusiones se vuelvan realidades, mientras vela por el bienestar y la plenitud de su familia. Un padre no somete, un padre solo cuida, vela, ama y ya. Al menos ese es el tipo de padre que fue mi progenitor, y ese es el tipo de padre que yo quiero ser —concluyó mientras el hombre lo miraba severo, pero no tanto como en un inicio—. En cambio, Kim Taehyung ha sido un excelente hijo, no me puede decir que no. Se ha esforzado mucho por usted, por conseguir su aprobación aun cuando sabe que no la necesita. Jamás lo dirá, pero en el fondo, le quiere: es su padre, su familia, lo único que le queda... Y a mí me llena de enojo que usted lo rompa cada vez que tiene oportunidad. Desgraciadamente, Taehyung jamás podrá superar el hecho de que no es, ni será suficiente para usted: cargará con ello por la eternidad y no estará bien —comentó y un poco de su angustia se dejó ver—. Sé que su hijo no le importa, pero en retrospectiva a todo el daño que le ha causado, una simple disculpa puede hacer que mi novio comience a vivir en paz.
—¿Cómo pretende que lo haga? —preguntó, esta vez sonando indignado—... Ustedes... ¿Por qué me hacen esto?
—Señor, los únicos implicados somos Taehyung y yo, no le hacemos nada a usted. Sé que no me va a entender, no está listo para ello, pero me gustaría decirle que nosotros nos queremos de una manera tan pura y real, que se sorprendería si fuera capaz de mirarnos sin perjuicios.
—Es una tontería.
—Llámelo como quiera, pero ese hombre es lo más importante que tengo en mi vida. Por eso he venido, no hay nada que no haría por él: incluso agradecerle por traerlo al mundo, aún en contra de todo lo que usted deseaba —tomó una bocanada de oxígeno y rebuscó las palabras para reformular su propuesta—. Sé que lo que le pido lo convertirá en alguien hipócrita, pero puede sanar una parte de Taehyung que lleva años herida.
Y no había nada más cierto que eso: Taehyung es como un pequeño cordero, viviendo en un bucle donde es cazado por un lobo feroz.
—Es que —musitó y Jungkook entendió aquella aflicción que, de pronto, se notó en sus ojos cafés: era dolor, era culpa y remordimiento.
—Por una vez en su vida, piense primero en su hijo. Él merece ser feliz, estar tranquilo y tener una vida plena. No requiere que vuelva a saber de él o que forje un nuevo vínculo; lo sacó de su vida y Taehyung obedeció bien, no volverá a ponérsele de frente, no quiere molestarlo más. Sin embargo, él es lo mejor que la vida le ha dado, aunque usted jamás lo vea así; solo discúlpese y dé la media vuelta, por el bienestar de ambos.
—No puedo, Taehyung pudo haber hecho algo mejor con su vida.
—¿Con su vida o con la de usted? —y Chulmoo no pudo objetar nada contra esa cuestión—. Seamos sinceros, usted solo quería ser parte de la casa azul. Taehyung nunca soñó lo mismo y tomó decisiones que los llevaron a separarse; No obstante, estuvo bien, pues, ¿Para qué quiere un papá que no lo acepta como es, que no lo apoya en sus logros y no lo acompaña cuando sufre?
—Es gay.
—¿Y eso qué? —preguntó impetuoso—, sigue siendo su hijo —y ahí estaba la clave de todo—. Primero porque no estudió abogacía, luego porque no se casó con la señorita Lee y ahora porque está saliendo con un hombre: jamás terminará de sumar cosas a la lista de 'Razones para despreciarlo'. Sin embargo, ni siquiera se ocupa de hacer una lista con todas las cualidades y logros que ha tenido Kim Taehyung; no lo conoce: no sabe que odia su cumpleaños, ni que las frituras le gustan un montón, tampoco sabe por lo que pasa, ni todas las tormentas que ha atravesado a su corta edad. Su hijo, así: completito, es tan especial, que ni siquiera se da una idea. Debería estar agradecido porque es un hombre fuerte, sano e inteligente. Si soy sincero, lamento mucho que no lo pueda tener más en su vida —terminó diciendo y al finalizar solo suavizó su mirada—. Como sea, solo quería pedirle eso: por favor, no deje de considerarlo —se puso de pie, siendo seguido por los ojos del padre de su novio—, y no se preocupe: yo lo cuidaré siempre —entonces, sacó un par de billetes que puso sobre la mesa—; ojalá que algún día pueda comprender que su hijo es un ser independiente, con objetivos y miedos propios, capaz de tomar decisiones: como el elegir a su pareja; pues es su vida y es él quien va a vivirla; Amor es amor, y no tiene nada de malo amar a quien te hace feliz —enseguida, acomodó la silla en su sitio e hizo una reverencia respetuosa—. Gracias por venir, pase una bonita noche.
Y sin más, salió del local, dejando al hombre sumido en un abismo siniestro, el mismo que construyó cuando Kim Taehyung nació y ese que proclamaba su inhumanidad.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro