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51. Estoy aquí, para ti

Febrero.

Kookie

"¿Estás seguro, bebé?, puede ser otro día".

Aclaró, Jeon Jungkook, enviando aquel mensaje y observando cómo, de inmediato, el fisioterapeuta comenzaba a escribir dentro de su chat.

TaeTae

"Estoy segurísimo, Koo".

Respiró profundamente y se levantó de su cama, mirándose una última vez en el espejo, esperando lucir atractivo para su cita con Kim Taehyung.

Kookie

"Voy para allá".

Tecleó al final y salió de su habitación, echándose a correr entre los pasillos de su casa y bajando las escaleras como si de un niño, que acaba de escuchar al carrito de helados pasar por la calle, se tratara.

Sin embargo, su arrebatada caminata se vio interrumpida por la señora Jeon Heeyon, misma que estaba reposando en el living principal de su hogar.

—¡Nos vemos, mamá! —fue lo que dijo y, sin prestar mucha atención, tomó una de las perillas de la puerta con entusiasmo.

—¿A dónde crees que vas, muchachito? —le preguntó, deteniéndolo, y Jungkook quiso soltar una carcajada por aquel sobrenombre recién utilizado. Amaba a su madre.

—Me reuniré con Taehyung, querida madre.

—¿Con Kim Taehyung? —cuestionó Heeyon y cerró, algo intranquila, el libro que llevaba entre sus manos—, ¿A estas horas?

—Sip, ¿Por qué la pregunta?, Aún no es tan tarde.

—Lo sé, hijo. No obstante, los que trabajamos, lo único que deseamos es regresar a casa para dormir.

—Oh, madre, pero Taehyung no se cansa tan rápido —argumentó—, guarda mucha de su energía para divertirse conmigo.

—¿Me estás diciendo vieja? —cuestionó la mujer, ofendida, viendo al atleta abrir los ojos como platos.

—¡No! —clamó—. Solo dije que Taehyung es muy hiperactivo.

—Sí, seguro que querías decir eso —expresó la señora entrecerrando sus ojos y Jungkook soltó una risita.

—Exacto. Así que, vuelvo más tarde —declaró y abrió la puerta.

—Jungkook, espera —pero su madre lo detuvo nuevamente.

—¿Sí? —cuestionó, regresando a la mujer.

—Mmh —murmuró—... Taehyung y tú se llevan muy bien, ¿Verdad? —inquirió, como si, con antelación, hubiera planeado aquella pregunta.

—Sí, nuestras personalidades se complementan de maravilla.

—Me imagino —soltó y su mirada viajó al piso, denotando un extraño nerviosismo que antes estaba oculto—... Pensé algo parecido cuando los vi el domingo pasado —indicó y el velocista asintió en una sonrisa—... Por lo mismo, hay algo que está rondando en mi cabeza desde entonces —se animó a decir y sus ojos mieles se clavaron en los de su hijo—... ¿Acaso, Taehyung y tú... están...?

—¿Saliendo? —completó el pelinegro y la señora contuvo la respiración, le había costado la vida entera tratar de tener esa conversación con su hijo—, ¡Sí! —exclamó, sonriendo, el antes mencionado—. Taehyung es mi novio —presumió con satisfacción y Heeyon estuvo a punto de caer infartada, sintiendo que su vida pendía de un hilo.

Al fin, Jungkook, logró iniciar una relación.

—¿Tu novio? —preguntó, llevándose una mano al pecho y abriendo los ojos ante la sorpresiva respuesta.

—Sí, ¿Puedes creerlo? —cuestionó el joven, desbordando felicidad.

—Oh, Jungkook —murmuró su madre y no pudo evitar mostrar una notoria angustia en su rostro—... No, no puedo.

—Yo tampoco —indicó el menor y la señora tuvo que parpadear un par de veces— y es lo que me emociona, pues jamás imaginé que él, siendo tan hermoso, terminaría fijándose en alguien como yo.

—Santo Dios —musitó Heeyon. Le preocupaba el muchacho, le preocupaba su carrera y que, por segunda ocasión, resultara herido como ocurrió cuando era joven. Sin embargo, se replanteó lo que su hijo acababa de decir—... ¡Tonterías!, ¡Tú eres guapísimo!, tonto estaría Taehyung si no hubiera puesto los ojos en ti —halagó y Jungkook le regaló una sonrisa agradecida—... ¿Cómo... Cómo pasó?

—Fue complicado, pero se logró —dijo, muy orgulloso de sí mismo y su madre rio—. Te lo cuento después, porque mi TaeTae ya me está esperando.

—Está bien —soltó con una sonrisa, no obstante, la quitó de inmediato—... Pero, Jungkook, por favor, no dejes que esto llegue a oídos de la agencia —terminó por decir. Quizá, ese, era su más grande miedo—. Yo te entiendo, cariño, pero los patrocinadores no lo harán.

—Tranquila, mamá. Todo estará bien.

—Promételo, tú y tu carrera son lo más importante.

—Lo sé, lo prometo —aceptó el joven y se acercó hasta dejar un beso en el cabello de su madre—. Gracias por todo, mamá.

—Sí, cómo sea —mencionó la señora como si le restara importancia y el atleta rio ligeramente—. Ya vete y cómprale a tu TaeTae unas flores o algo que lo haga sonreír, estaba muy triste la última vez que lo vi.

—Ya sé, han sido días difíciles —declaró y su mamá asintió—. Haré todo lo posible para que esta noche se vaya a dormir sonriendo, de mi cuenta corre —entonces, se acercó a la puerta y volvió a abrirla—. Nos vemos luego, mamá.

—Adiós, Jungkookie —dijo, por último, Heeyon y no le quedó más que abrazarse con fuerza a su pequeño libro.

Si su hijo había dicho que todo estaría bien, seguro que así sería. A pesar de ello, le preocupaba el asunto, más de lo que le gustaría admitir.

[...]

Jungkook condujo por la ciudad de Seúl sin prestar mucha atención a su playlist favorita. Estaba realmente perdido en sus pensamientos, siendo Taehyung el protagonista de ellos. Es que, le preocupaba demasiado.

Lo sucedido con su padre aún estaba reciente y, para él, aquellas palabras de odio seguían latentes en su memoria, casi como si acabara de ocurrir; sin embargo, el castaño estaba en una etapa extraña, pasando los días como si hubiera olvidado el asunto.

Jeon no creía que estaba bien ver las cosas así, es decir, para cada situación angustiante de la vida, se necesita pasar por un duelo, evitarlo o ignorarlo, solo para no sentir el dolor, no es la forma correcta de afrontar la realidad.

Pensaba que era su culpa que Taehyung se comportara así, pues, a lo mejor, el mayor creía que era necesario andar de allá para acá con su novio, ya que, si no lo hacía, sería como desatenderlo. La verdad es que Jungkook no quería hacer cosas que incomodaran a su niño; para él, estaba perfecto si solo se encerraban en su nueva habitación a observar el techo mientras se abrazaban.

Definitivamente, tenía que hablar con él sobre la situación, tenía que decirle lo que pensaba.

Y con ese último pensamiento, divisó a su chico, quien lo esperaba parado sobre la acera.

Sonrió, no pudo evitar hacerlo; es que Kim Taehyung era el centro de su universo.

Enseguida, aparcó la camioneta frente al joven y bajó en cuanto su motor fue apagado.

—¡Bebé! —saludó y Taehyung se abrazó a él, como un pequeño niño, en cuanto lo tuvo de frente.

—Amor —musitó después y sus labios presionaron los de Jeon.

—¿Me estabas esperando? —preguntó Jungkook y la sonrisa traviesa que le regaló el ajeno fue lo más hermoso que había visto en ese día.

—Sí —aceptó —. Te estaba esperando adentro, pero tuve que salir de la casa porque Jimin y Yoongi Hyung comenzaron a discutir en la cocina y no quise enredarme en sus cosas.

—Oh, amor —murmuró y aferró sus manos a la cintura de Taehyung—. Ya te he dicho que puedes quedarte en mi casa, hay muchas habitaciones vacías.

—Y yo ya te he dicho que no lo haré —contestó el castaño con seguridad y Jungkook puso un leve puchero.

—Taehyung, eres un novio malo —señaló y Taehyung hizo una mueca ofendida.

—¿Por qué? —cuestionó a la brevedad.

—Porque no captas que solo quiero que vayas a mi cama y durmamos juntos todos los días —declaró—. Despertar a tu lado es lo más hermoso que me ha pasado en la vida —por lo anterior, Taehyung sonrió enamorado.

—Claro que lo capto y claro que pienso lo mismo —admitió y besó la pequeña sonrisa de Jeon Jungkook—, pero no podemos ir a vivir juntos, así como así. Recién empezamos nuestra relación, no quiero que nos apresuremos a hacer cosas de grandes. Además, vivir con Yoongi Hyung y el pequeño Yeontan, también es cómodo.

—¿Más cómodo que dormir entre mis brazos? —preguntó y Taehyung negó rápidamente.

—No taaan cómodo, no exageres —entonces, ambos rieron.

—Ahí está. Claramente, debes ir a vivir conmigo.

—En unos años, quizá.

—¿Cuántos? —preguntó Jungkook, juguetón.

—Ocho.

—¡¿Ocho?! —exclamó y Taehyung soltó una carcajada—, ¿Acaso quieres matarme?, No aguantaré tanto, tengo mis necesidades.

—¡Kookie! —clamó el mayor, sonrojándose ante el significado que tenían las últimas palabras del atleta—, basta.

—Ya, ya, lo siento. Pero hablando en serio, sabes que mi casa siempre será tu casa, ¿Verdad?

Y de inmediato, Taehyung sonrió enternecido—. Lo sé, amor. Gracias —y dicho lo anterior, se acurrucó en el pecho de su chico, sintiendo como este, de inmediato, fue a acariciar su cabello.

—¿Cómo has estado? —preguntó con seriedad y el mayor no se movió.

—Bien.

—¿De verdad?

—Sí.

—Taehyung —alargó en advertencia y Taehyung se vio obligado a encontrar su rostro con el del menor.

—A veces me siento triste —confesó y Jungkook dejó ver una pequeña mueca de preocupación—, pero luego me acuerdo de ti y se me pasa —complementó, plantando un ansioso beso en los belfos del pelinegro y sacándole una leve carcajada.

—Tonto bebé —murmuró al negar.

—Eres el remedio de mis males —dijo Taehyung con los ojos repletos de ilusión, provocando que Jungkook soltara otra risita—. ¿Tú?, ¿Cómo estás?

—Estoy enfermo —soltó el velocista al instante.

—¿En serio? —inquirió el mayor, preocupándose sobremanera, y llevando una mano hasta tocar la frente de Jungkook, para comprobar si había fiebre de por medio—, ¿Qué tienes?

—Se llama TAExtraño —mencionó y Taehyung lo observó sin comprender, hasta que notó la sonrisita traviesa que había en el rostro de su atractivo novio y captó que había sido presa de una de sus tantas bromas coquetas.

—¡Jungkook! —exclamó y golpeó, levemente, el pecho del chico.

—Es que... yo te extraño mucho siempre; incluso, ahora que te estoy viendo, te estoy extrañando un montón.

—Tonto —pronunció, riendo a la par.

—Como sea, pero mi corazón palpita enloquecido por ti —y esa confesión hizo que el alma de Taehyung se derritiera, decidiendo que Jungkook se merecía un buen beso cautivador.

—¿Sí? —por ello, preguntó seductor, acercándose hasta rozar su nariz con la del hombre de los sueños que no sabía que tenía.

—Sí —musitó el menor, cerrando sus ojos y dejándose llevar ante el toque sagrado de su bebé.

—¿Mucho? —y un suspiro anhelante salió de los labios del ajeno, chocando con la suave piel de su rostro.

—Mucho —aceptó, totalmente fuera del mundo y la sonrisa que Taehyung puso en su rostro, no se pudo comparar con ninguna otra en existencia.

Lo suyo con Jungkook, en definitiva, era mágico.

Y al pensar en eso, clavó sus labios ansiosos en los del bonito atleta, dejando todas sus ilusiones en los movimientos sincronizados que comenzaron a plasmar, mismos que Jungkook rogaba, mentalmente, para que nunca se fueran, para que se quedaran por siempre.

[...]

Jungkook se estacionó en alguna parte del distrito Gangnam-gu, cumpliendo el deseo de Taehyung, de ir a la feria que había en uno de sus tantos barrios.

Ambos bajaron de la camioneta y se tomaron de las manos, entrelazando sus dedos con un poco de ansias en el acto; ninguno de los dos podía creer que, todavía, aquellos diminutos detalles, los seguían emocionando sobremanera, poniéndolos nerviosos y erizando sus pieles por montones, como si fuera la primera vez que lo hacían.

Se regalaron una sonrisa repleta de cariño y fue hasta entonces que avanzaron, metiéndose en el lugar y entre las personas, haciendo una lista mental de todo lo que querían hacer mientras recorrían cada uno de los puestos y atracciones de la feria.

Las luces de colores alumbraban todo por doquier, y el ruido de los juegos mecánicos hacía que su atención aparcara, volátil, en cada uno de ellos.

Jeon Jungkook se perdió en los pasos que su acompañante daba, sintiéndose orgulloso de estar sosteniendo esa mano de piel acaramelada, que dejaba una suave textura en la suya.

—¡Ahí! —apuntó el mayor y Jungkook salió de su mente para poner atención a lo único que lo motivaba en el mundo: la carita de ilusión de Kim Taehyung.

—¿La montaña rusa?

—¡Sí! —exclamó con emoción—, ¿Quieres ir?

—Contigo, siempre —y la sonrisa cuadrada se expandió, dejando notar sus mejillas coloreadas.

Disfrutar de los juegos mecánicos era algo que Jungkook, muchas veces se había permitido hacer; no obstante, el hecho de que Taehyung fuera su acompañante, le dejaba una sensación emocionante en todo el cuerpo.

Subieron a la montaña rusa, al principio, dedicándose una que otra mirada flechada, pero, conforme la atracción avanzó de nivel, sus carcajadas y pequeños grititos de adrenalina fueron lo único que pudieron compartir.

A ambos, les encantaba tener esa sensación en el estómago, pues les recordaba, insistente, a la manera en que se sentía cuando estaban juntos: tan emocionante e intenso, como cada beso que se concedían.

Cuando bajaron, sonrieron en grande y se tomaron de la mano para seguir avanzando. Eso, hasta que llegaron a un carrusel que Jungkook insistió en trepar, recordándole a Taehyung lo feliz que se sintió cuando, en su primera cita, subieron a aquellos juegos del parque infantil.

Así que, sin mucho que argumentar, ambos se subieron al carrusel para dar unas cuantas vueltas, montándose en dos caballitos que iban juntos avanzando.

La sonrisa de Taehyung era grande, no entendía como aquellos simples juegos de niños podían ponerle tan feliz el corazón. La etérea presencia de Jungkook hacía que su vida cobrara sentido y que no solo existiera el azul y el gris tiñendo todo su mundo.

—Vamos ahí —indicó Jungkook, luego de que bajaron del carrusel, arrastrando al castaño hasta el puesto que ofrecía centenares de premios, a cambio de tronar tres globos con tres lanzamientos de dardos seguidos.

—¿Es como tiro al blanco? —le cuestionó Taehyung y el menor asintió, mostrándole los dardos que ya había comprado para su primera ronda.

—Probemos —dijo y lanzó el primero, reventando, con seguridad, uno de los globos de la base y recibiendo aclamaciones por parte de su novio.

Sonrió orgulloso y lanzó el segundo, consiguiendo que el globo se reventara y que Taehyung le dejara un beso rápido en la mejilla, a razón de felicitación.

Sin embargo, antes de lanzar el tercero, se detuvo y se volvió hacia Kim Taehyung, observándolo con una gran sonrisa.

—¿Qué ocurre? —le preguntó el mayor, desconcertado por ver a Jungkook devolverse cuando ya estaba listo.

—Hazlo tú —pidió y Taehyung comenzó a negar.

—No, yo no sé cómo hacerlo; no tengo puntería, arruinaré lo que ya has logrado.

—Lo harás perfecto, bebé. Solo inténtalo —pidió.

—Jungkook...

—Te ayudaré —y la mirada ilusionada del menor consiguió que Taehyung terminará cediendo.

—Bien —soltó sin tener ninguna otra opción—. ¿Cómo lo hago?

Entonces, Jungkook lo acomodó en el sitio indicado y le dio el último dardo que restaba por lanzar. Se posicionó a su espalda y le tomó por la cintura, regalando le una ligera caricia en esta, que, en definitiva, hizo estremecer al castaño. En seguida, ajustó un poco la posición de su chico y le tomó la mano derecha, apuntando hacia el tablero.

—Primero, debes elegir el globo que quieres tronar —le susurró al oído—. Concéntrate en el objetivo y, cuando estés listo, con fuerza regulada por tu intuición, lanza el dardo sin titubear; eso hará que se encaje en la base y explote el globo sin tener otra opción, ¿De acuerdo?

—Si fallo...

—Lo intentamos otra vez —indicó—; de eso trata la vida, amor —y tras dejar un besito en la mejilla de su novio, se alejó un poco, dándole el espacio suficiente para que se preparara con libertad.

Taehyung estaba tenso, más, lo que acababa de decirle Jungkook creó conexiones en su interior. Era cierto. Era tan cierto como que el Sol sale todos los días. Por ende, no le quedó más que sonreír y reunir la concentración necesaria para lanzar ese tiro.

Cuando el globo se reventó, los gritos jubilosos del atleta, hicieron que volviera a la realidad, una en la que el joven pelinegro ya lo estaba abrazando y dejaba pequeños besitos alrededor de sus mejillas.

—Lo lograste —comentó emocionado y presionó sus belfos rozados, provocando que del fisioterapeuta saliera una risita enamorada—. Queremos ese —le dijo a la chica que atendía y esta les sonrió, entregándoles el pequeño peluche en forma de tigre que Taehyung logró obtener—. Para ti, mi precioso Hawkeye. Un tigrecito para otro tigrecito —emitió y las mejillas del mayor se tiñeron de un bonito color rojizo, mismo que acompañó con una sonrisa inmensa, apuñalando el corazón de Jeon Jungkook al instante.

—Gracias, amor —mencionó al reír y, sintiendo su alma derretirse, tomó el peluche entre sus manos, metiéndose, a la par, entre los brazos del atleta, dejándose querer por el chico, quién aprovechó para dejar un besito cariñoso en su cabello ondulado.

Minutos después, ambos seguían recorriendo el lugar con una sensación divina en el pecho. La felicidad no les cabía en el alma.

Estaban tan arrepentidos, ¿Cómo es que no se habían conocido antes?, ¿Por qué la vida no les había permitido gozar de la presencia del otro cuando eran más jóvenes?, si eso hubiera sucedido, era seguro que a estas alturas ya estuvieran casados. Su complicidad era innegable.

Tal pensamiento provocó en Jungkook una risita embelesada, mientras el castaño lo llevaba hasta una cabina fotográfica. Entraron en el pequeño espacio, cerrando la cortina negra tras sí, pero el pequeño banco que había adentro, hizo a la sonrisa de Taehyung desaparecer lentamente.

—Es —musitó y su mirada reparó en el chico que iba tras él—... individual

—Oh, no hay problema —fue lo que soltó el pelinegro y, con una sonrisa, se sentó en el pequeño banco, observando la expresión de desconcierto en su lindo Taehyung—. Ven, bebito —sugirió y dio un par de palmadas en sus piernas, haciendo que el ajeno abriera los ojos en grande.

—¿En serio?

—¿Hay otra manera de que tomemos las fotos?

—No —murmuró—. No realmente.

—Exacto, así que ven y abrázame, que no nos iremos de aquí sin llevar las fotitos para nuestras carteras —refirió y Taehyung se carcajeó un poco antes de aceptar sentarse en las piernas de su novio.

—De acuerdo, solo por las fotitos para nuestras carteras —dijo y Jungkook le plantó un beso en la mejilla.

—No —precisó—. También es porque me quieres.

Y dicho lo anterior, unieron sus labios, dejando un par de sincronizados deslices, que fueron captados a la perfección por las cámaras. Luego, cambiaron de pose en simultaneidad, Jungkook fingiendo que se comía una mejilla del mayor. Las risas no faltaron, mucho menos cuando salió en escena tigrecito, siendo aplastado por un abrazo apapachador que ambos se dieron. Sin duda, esa era la mejor sesión de fotos en la historia de la humanidad.

Disfrutar de lo tranquila que era la noche, hizo que ambos decidieran reposar, sentados en una banca bajo un lindo árbol de cerezos que ya comenzaba a dar sus primeras flores.

—Quiero —manifestó Jungkook en un tono aniñado, abriendo la boca y pidiéndole a Taehyung que depositara algo de algodón de azúcar dentro de sí.

—Consíguete el tuyo —arguyó el mayor, actuando como un niño mimado que no comparte sus juguetes, ocasionando que el atleta formara un puchero lloroso.

—Te acusaré con mi mamá —advirtió y Taehyung dibujó una expresión asustada.

—¡No!, ¡No!, ¡No! —exclamó—. Toma —le dio el algodón azulado—. No le digas a tu mami —y Jungkook soltó una carcajada, acariciando la mejilla de Taehyung.

Tomó un poco de dulce y lo puso en su boca; de inmediato, ofreció a Taehyung la parte que quedó afuera y el mayor se acercó, sonriente, hasta consumir el producto y presionar sus labios sobre los de Jungkook.

—¡Qué dulce! —exclamó, contento, el pelinegro.

—No tanto como Kookie —admitió el castaño y otro beso fue dejado en los labios de su chico—. Antes de irnos, ¿Vamos a la rueda de la fortuna?

—Eso mismo iba a proponer. Hay que darle un paseo a tigrecito y dejarlo admirar las luces de Seúl.

—Pero es pequeño, aún no debe estar haciendo esas cosas; incluso, su hora de dormir ya pasó.

—¿Y la tuya?

—La mía es después de subir a la rueda de la fortuna —declaró y pinchó con su dedo índice su mejilla izquierda, luciendo tierno ante su intento de hacer aegyo.

Entonces, al ajeno no le quedó más que reír enamorado—. Eres lo más hermoso y especial que tengo en mi vida, Taehyung —confesó y tomó, con suavidad, las mejillas del castaño, atrapando los labios del mayor y besándolo lenta y cariñosamente—. Te quiero mucho —le dijo al separarse y el otro no pudo reaccionar.

Jeon Jungkook era un hermoso ángel caído del cielo, que ahora mismo lo estaba protegiendo. Demasiado irreal, demasiado bello.

Enseguida, Jungkook tomó la iniciativa y se levantó, tomando la mano de Taehyung y llevándolo con él, mientras este intentaba dominar el palpitar exagerado que se había instituido en su pecho.

Cuando menos acordó, ya estaban formados en la fila a la rueda de la fortuna, esperando a que fuera su turno de abordar el juego. Entretanto, la mirada de Taehyung reparó en sus manos unidas, sintiendo unas leves caricias que estaba dejando Jungkook con su pulgar; quería chillar de la alegría, quería abrazarse al cuerpo del atleta y no soltarlo jamás.

Pero, justo cuando iba a expresar aquel deseo, una conversación, por parte de una familia que estaba formada detrás, lo hizo tensarse al instante.

—¿Por qué van de la mano, mamá? —preguntó una niña de voz tierna.

—Porque son novios, Jiwon —contestó la mujer, con obviedad.

—¿Ellos dos? —inquirió la pequeña, sorprendida.

—Aún eres muy pequeña para entenderlo, te lo explicaré en unos cuantos años más, ¿De acuerdo?

—De acuerdo —soltó y se quedó en silencio por un momento—... ¡Papá, ellos son novios!

—¡Jiwon! —exclamó un hombre que, al parecer, apenas llegaba a la fila—. ¡¿Quién te dijo eso?!

—Mamá.

—Pues mamá está mal. Los chicos deben tener novias, no novios.

—¡Minho! —exclamó la mujer y el hombre resopló.

—Es la verdad.

—Oh, Dios mío. ¡Nos vamos a casa! —pronunció, molesta, la mujer y salió de la fila, llevando a su hija entre sus brazos y siendo seguida por su esposo, quien, sin duda, tenía ganas de discutirle.

De inmediato, Jungkook dejó la mano rígida de Taehyung y enredó sus brazos en su delgada cintura, temiendo por la expresión asustada que había en su rostro.

—Taehyung —murmuró en el oído de su novio y la mirada del mencionado viajó desde el piso hasta el pelinegro—... Amor...

—Estoy bien —habló, sin permitirle al menor continuar.

—¿De verdad? —y el asentimiento que dio Taehyung, le hizo saber a Jungkook que era una total mentira—. Tae...

—Lo olvidaré —articuló y luego sonrió—. Hay que divertirnos.

Entonces, Jungkook no tuvo más que asentir, yendo con Taehyung hasta abordar el juego, mientras su corazón bombeaba sangre, preocupado.

Apenas caía en la cuenta de que era su primera cita, mostrándose como una pareja ante la sociedad. Siempre fue consciente de que, durante toda su vida, las personas lo señalarían cruelmente por el mero hecho de existir; sin embargo, jamás pensó que algo así le ocurriría, llevando a Taehyung de la mano.

Él no tenía problema con ello, después de todo, se trataba de su verdadero ser.

Esconderse no era una opción, él no permitiría que el mundo le privara de sus derechos humanos; además, traer a Taehyung de la mano, caminando libremente entre las personas, subiendo a juegos mecánicos y disfrutando del aspecto nocturno de Seúl, era cumplir uno de sus más grandes sueños.

¿Por qué hacerlo?, ¿Por qué no presumir, con orgullo, al hombre que le provocaba mariposas en el estómago?, ¿Por qué no mostrar quién era su novio?

Ningún comentario, homofóbico o desleal, importaba más que la opinión de su Taehyung.

No obstante, Kim Taehyung era otro asunto. Sus pensamientos al respecto, estaban perturbados por las circunstancias de la vida. Lo que Jungkook menos quería, era que su chico se viera aún más afectado por lo que terceros pensaran; por ende, supo que estaba siendo egoísta y que dañaba al ajeno irresponsablemente.

Era tan estúpido. Pudo haberlo pensado mejor, pudo haber expresado su preocupación y que su bebé entendiera que andar por la vida así, podía hacer que su corazoncito doliera.

Pero un beso tronado explotó en la punta de su nariz y la sonrisa de Taehyung se hizo presente en su campo de visión.

—Todo está bien, amor —le aseguró el fisioterapeuta, pues notó el dilema mental en el que Jungkook se había sumergido—. Si te pones así, me preocuparé.

—Lo siento. Es que, estás sufriendo y yo...

—Hey —susurró el mayor y tomó su mano, sintiendo como la canasta en la que estaban comenzaba a elevarse—. Estoy bien.

—Claro que no... No me gusta que tengas que actuar como si nada te afectara.

—Yo no...

—Taehyung, ser valiente no significa pretender ignorar el dolor —soltó y el mayor lo observó en silencio—... no se trata de evitarlo y mucho menos de querer olvidarlo. Ser valiente es enfrentar las situaciones y aprender a lidiar con ellas, aun cuando te están rompiendo el corazón... Estás pasando por un momento difícil y me hace mal que te obligues a ser fuerte por mi presencia. No necesitas hacerlo, amor, yo estoy aquí para ti: para compartir tu dolor, para ayudarte a sanar y curar tus heridas, para abrazarte con cariño y no soltarte nunca más, para asegurarte que estaremos bien si enfrentamos la vida juntos. No hagas que esto nos cueste el doble y solo permítete sentir lo que es necesario; yo cuidaré de ti y te acompañaré en todo momento. Si ríes, reiré contigo; si sufres, sufriré contigo: para ello decidí ser tuyo. Así que no te lo guardes y déjame ser parte de tu sentir.

—Koo —murmuró el castaño y solo se dejó ir entre los brazos de Jungkook, adhiriéndose a su cuerpo como si ello dependiera su vida; comenzando a soltar las gotitas que, mientras el menor se expresaba, fue acumulando en sus orbes—. Lo siento.

—También lo siento, amor.

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