Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

34. La inmensa luna

Octubre.

¿Cuánto es posible que ilumine la luna?, ¿Cómo puede, ella sola, alumbrar a la mitad del mundo al mismo tiempo?, ¿Es tan inmensa que logra llegar hasta el último rincón?... ¿Acaso siempre está feliz, siempre le va bien?, ¿No se cansa de brillar?... o, quizá, simplemente se ve obligada a hacerlo, aunque así no lo quiera.

Sí eso último es cierto, entonces no hay mucha diferencia entre Kim Taehyung y la luna.

Pero esa noche, por más que la luna brillaba en su esplendor, el castaño, sentía que avanzaba bajo una tormenta rigurosa; la más fuerte del año.

El sendero se veía oscuro, solitario y doloroso. A pesar de que el joven no había parado de correr, parecía que su camino no tenía un fin cercano. Aunque, la verdad, no estaba buscándolo, solamente deseaba huir hasta derrumbarse, hasta que sus piernas no respondieran más y su mente le pidiera una tregua. Desgraciadamente, su corazón aún no quería desfallecer: él ya tenía sus razones para continuar latiendo sin parar.

No pasó mucho tiempo cuando tuvo que detenerse, no es que no pudiera seguir corriendo, en realidad, su pecho le dolió con una intensidad profusa, tanta, que solo le permitió llegar hasta el árbol más cercano y dejarse caer sobre las raíces de éste.

Un par de segundos transcurrieron para que notara que estaba en un parque. No sabía en cuál, ni en qué lugar de la ciudad, pero en ese momento lo menos que quería era tomar el colectivo para volver a casa.

Entonces, cuando por fin analizó que estaba a salvo en ese sitio, las lágrimas comenzaron a brotar como si de una fuente se tratara. Su corazón palpitó entristecido, cada instante se volvía más nostálgico. Todo le dolía: el cuerpo, la mente y el alma. Soltó un sollozo agudo y no le quedó más que abrazarse las rodillas con la poca fuerza que aún había en sus brazos, pues la angustia se estaba adueñando de su pecho.

Dolía, sí, dolía mucho.

Pero, ¿Qué era lo que dolía?

Él estaba completamente bien, seguía siendo fuerte y saludable, como un joven común y corriente. No le faltaba nada, ni siquiera en su casa, pues su papá ya no le era indispensable. Entonces, ¿Por qué se sentía así?, ¿Por qué ese nudo en su garganta parecía no querer desvanecerse?, ¿Por qué las lágrimas salían por montones?...

¿Por qué Jungkook gustaba de él?

Eso... eso le dolía.

¿Cómo había sido eso posible?

Se sentía un estúpido, principalmente por no haber querido interpretar todas las señales que tuvo de frente, desde que comenzó a convivir con el pelinegro, como si fueran amigos de toda la vida.

Cada una de sus palabras, cada acción que parecía ser de ayuda; todo lo había hecho Jungkook teniendo presente que Taehyung le gustaba, entonces, ¿Esas habían sido sus intenciones?

¿Él deseaba conquistarme... desde el inicio?

En realidad, yo creía que teníamos una simple amistad, una donde los sentimientos eran mutuos, donde nos apoyábamos sin importar qué, donde éramos honestos...

Se cubrió el rostro y simplemente dejó que las lágrimas recorrieran sus mejillas sin remedio alguno. Deseó no estar pasando por todo eso, deseó que Jungkook no fuera homosexual, ni que su persona le hubiera llamado la atención, deseó poder regresar el tiempo. Ahora, ¿Qué es lo que haría?

No debí haberlo aceptado cuando regresó. No debí ser su fisioterapeuta... Él no es bueno.

Pero segundos más tarde se reprendió por haber pensado lo anterior: ¿Por qué Jungkook no sería bueno?, ¿Cuál era la diferencia del Jungkook que conoció antes de que le besara en la pista, al Jungkook de ahora?, Sí es la misma persona: con el mismo rostro, la misma mente, la misma generosidad y el mismo corazón. ¿Solo por qué un hombre le gusta, deja de ser buena persona?, ¿En qué siglo estaba para pensar siquiera eso?

Jungkook siempre será alguien especial, sin importar nada. Su sonrisa de conejo seguirá brillando igual que la luna, se mantendrá talentoso, gracioso, protector y cariñoso. No cambiará en nada, por ningún motivo, jamás.

Enseguida, lo analizó bien.

Tal vez, lo que en verdad le molestaba era que Jungkook se fijó en él y actuó como su amigo, sabiendo que tenía sentimientos demasiado distintos. Pensar en ello, hacía que le ardiera el estómago. Jamás se imaginó que todo esto le llegaría a pasar. Debió haberse alejado a tiempo, antes de que el menor descubriera lo que había en su pecho, antes de haber acumulado tantos memorables momentos en su mente... antes de haber correspondido a la suavidad de sus labios.

Entonces, sus manos se hicieron dos puños.

Todo era su culpa.

En concreto lo era, porque, lo admitiera o no, dentro de su alma ya había algo que le rogaba estar cerca del atleta, algo que lo impulsaba a compartir caricias y aceptar sus besos, algo que le decía que su corazón estaba cómodo teniendo al chico dentro.

Sí, increíblemente, eso era lo que le estaba haciendo añicos la existencia.

No podía sucederle. No podía permitirlo.

Jungkook, lo siento.

Siento haberte dejado llegar hasta este punto. Siento haberte abrazado y besado. Siento haberme relacionado contigo, incluso sonreírte.

Pero yo no soy lo que estás buscando. En definitiva, no soy esa persona.

Siento tener que romperte el corazón.

Una vez consciente de lo anterior, decidió que seguiría llorando hasta que no le quedaran más lágrimas. Esa noche, la luna estaba siendo testigo de lo mucho que le dolía a Kim Taehyung, estar en ese lugar: ser la causa del sufrimiento de alguien más, la razón de un duro suplicio. Por ende, sus lamentos tenían nombre y apellido: Jeon Jungkook, el joven de ojos amielados que gustaba de su persona.

[...]

Park Jimin caminaba inocente con sus manos en los bolsillos de su abrigo, pensando en lo fríos que se habían puesto los días últimamente. Sintió una mirada sobre su persona y tuvo que alzar la vista para luego regalarle una bonita sonrisa a Min Yoongi, quien lo estaba esperando sentado en uno de los peldaños de un extravagante monumento.

—¡He arribado! — exclamó en cuanto estuvo cerca y el azabache soltó una carcajada.

—Si no me dices, no me doy cuenta —dijo sarcástico, poniéndose de pie y bajando los escalones necesarios hasta quedar al nivel del bajito—. Si te soy sincero, esa manera de sonreír solo la tiene una persona y, afortunadamente, se le nota desde lejos.

Entonces Jimin tuvo que llevar su mirada hasta el piso, para que su sonrojo no aumentara sobremanera y el mayor no tuviera motivos para burlarse de él.

—¿Qué hacemos aquí? —preguntó en cuanto su voz estuvo lista y posteriormente tuvo que tragar saliva, pues Yoongi se cruzó de brazos al notar el cambio en el tema.

No obstante, el mayor soltó un resoplido y decidió no decir nada al respecto—. Hice que nos reuniéramos para ir de compras.

—¿De compras?, ¿A estas horas? —inquirió Jimin al instante—, ¿Sabes lo cansado que ha sido este día?... Hoy solo quería ir a dormir. Sin embargo, insististe en salir y creí que iríamos por chocolate o por waffles, ¡Pero no!, Me llevarás a un centro comercial que resultará ser más aburrido que la casa de mi abuelita.

—¡Park Jimin!, ¡No te molestes!, Lo del chocolate con waffles sucederá, pero antes necesito que me ayudes a escoger un regalo para mamá. Eso es todo.

Jimin entrecerró sus ojos y se cruzó de brazos, copiando la pose que sostenía Min Yoongi y haciéndose el pensativo.

—Bien, solo porque involucraste a tu bella madre en tu oración, pero te juro que no te volveré a hablar si no hay chistes malos ni comida de por medio, ¿Escuchaste?

—Perfectamente, muñeco cachetón —dijo Yoongi, para después llevar su mano hasta la suave cabellera rubia del más pequeño y despeinar un poco.

Los minutos pasaron más rápido de lo normal, ya habían visitado muchas de las tiendas del centro comercial y, aunque Jimin encontraba objetos que Yoongi podía regalarle a su madre, el mayor se había negado a la mayoría, pues decía que no eran adecuados para la mujer que le dio la vida.

En realidad, lo anterior, Park Jimin lo entendía perfecto, pues la señora Min solía mantener un gusto bastante "exquisito".

Para ese momento, ambos chicos se encontraban dentro de una joyería, a la que el mayor sugirió entrar. Estaban viendo un montón de anillos que iban perfecto con la personalidad de su madre, pero Park Jimin no pudo evitar pegar de gritos cuando se encontró con un par de aretes de diamante, que tenían detalles muy finos y una especie de figuras colgantes.

—Estos —dijo, poniendo su dedo sobre el cristal del aparador.

—¿Aretes?, ¿No habíamos dicho que escogeríamos un anillo?

—Estos, he dicho —arguyó convencido—. Son perfectos y muy hermosos. Tienes que llevarlos —concluyó y, aunque la mirada de Yoongi denotaba incredulidad, solo le sonrió al bonito niño que lo acompañaba y le pidió a una empleada que le pusiera los aretes en una caja de regalo.

Más tarde, una deliciosa pizza de pepperoni estaba siendo depositada al centro de la mesa, que ambos chicos habían escogido para cenar dentro de aquel establecimiento.

El sabroso aroma inundó las fosas nasales del dúo y Jimin sonrió jubiloso, al preparar sus papilas gustativas para consumir uno de sus platillos favoritos. No esperó a que Yoongi actuara, incluso logró olvidarse de la presencia del otro gracias a la rica esencia que no le permitía pensar con claridad. Después de saborear con detenimiento, tomó una rebanada y la acercó a su boca, contemplando el brillo que emanaba del queso derretido.

—Feliz cumpleaños —pero entonces, Yoongi le sacó de cada uno de sus pensamientos. Subió la vista y lo primero que encontró, fue al mayor que le estaba entregando la cajita de regalo obtenida en la joyería—. Para ti —confirmó y, a la sazón, la duda creció exponencialmente en la imaginación de Jimin.

—Yoongi, ¿Qué...?

—Toma el obsequio —insistió el pelinegro.

—Pero... pero, ¿De qué hablas?, ¿Por qué tomaría algo que es de tu madre?

—Los aretes no son para mi mamá, tonto.

—¿Ah, no? —preguntó, sintiéndose incluso más fuera de contexto que en anteriores ocasiones.

—No... Hice que viniéramos de compras con esa excusa, pero la única verdad es que esperaba ver que algo te gustara, para así comprarte un excelente regalo de cumpleaños; claramente, aprobado por ti mismo... Así que tómalo, mi brazo se está cansando.

—¿Hablas en serio?

—Más que en serio —y fue entonces que Jimin se atrevió a tomar la pequeña cajita entre sus manos. Un destello especial apareció en su mirada y Yoongi se derritió cual mantequilla en ese instante.

La sensación que había en el pecho del rubio resultaba regocijante, le parecía un detalle increíblemente lindo. De pronto, su sonrisa se borró.

—Pero esto es muy caro...

—¿Eso qué tiene que ver? —cuestionó Yoongi antes de que el más pequeño pudiera proseguir—... Te gustaron y yo estoy extremadamente consciente de que sabrás cómo lucirlos. Ha sido un placer comprártelos y solo deseo poder verlos puestos en ti. Te verás precioso, incluso más de lo que ya eres.

Por consiguiente, una sonrisita armoniosa apareció en los labios de Jimin—. Yoongi —murmuró bastante conmovido y fue lo único que pudo decir, pues no encontraba las palabras correctas para expresar lo que sentía—. Gracias.

—A ti —soltó en una sonrisa—... por todo lo que haces por mí, en cada momento.

—Pero si yo no hago nada. Soy casi insoportable.

—Y esa es una de las cualidades que más me gustan de ti.

—Esa no es una cualidad —pronunció, sintiendo sus mejillas regordetas, arder con suavidad.

—Desde donde yo lo veo, todo en ti es una cualidad —Min Yoongi llevó su mirada hasta la bonita ventana que daba vista a la ciudad—; la luna piensa lo mismo —en consecuencia, Park Jimin soltó un par de suspiros enternecidos.

Parecía que ambos estaban muy enamorados, incluso las estrellas lo notaban. Sus corazones estaban llenos de un precioso brillo, a fin de cuentas, más grande que el de la inmensa luna.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro