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Noche de lágrimas

Sentía la luz de la luna en medio de aquella oscura y fría noche, sentía la fuerte lluvia que azotaba el lugar en donde se encontraba, sentía cada gota de lluvia bajar rápidamente por su rostro, sentía como cada lágrima que soltaba se disfrazaba por las gotas de lluvia que caían rápidamente, su mirada únicamente veía a una dirección a la cual iba rápidamente, un árbol, un árbol alejado de su ejército para poder despejar su mente después de la derrota que vivió mientras los recuerdos inundaban su mente

— ¡Cortés, debemos irnos! — gritó António García, uno de los generales de Cortés

Cortés veía cómo la gente de Tenochtitlan acababa con la vida de cada uno de sus soldados y de sus aliados mientras él sentía una gran impotencia por lo que pasaba por sus propios ojos

— ¡Retirense! — la voz de Cortés resonó en los oídos de cada uno de sus soldados

Cortés montado en su caballo empezó a huir con sus compañeros a las afueras de la ciudad mientras la gente de Tenochtitlan los veía, se sentía tan frustrado que solo podía pensar en su derrota

— ¡No dejen que se escape! — gritó uno de los guerreros mexica en su idioma natal, Náuhatl

El viento pasaba por el rostro de Cortés, sintió la rabia de perder a sus hombres mientras cabalgaba su caballo y huía del desastre que dejaba atrás, sin embargo no sabía lo que le esperaba cuando él pasaba junto a sus hombres cerca de un lago

En menos de un segundo múltiples lanzas fueron vistas cayendo en el aire en dirección a los españoles y antes de que pudieran reaccionar para protegerse las lanzas ya habían acabado con muchos de sus hombres

— ¡Tú! — gritó Aketzali, un general de los mexicas que veía con irá a Cortés

Una punzada en su corazón era lo que había sentido Cortés mientras veía cómo sus hombres estaban sufriendo en el suelo sin nada que pudiera hacer, veía como Aketzali se acercaba a él con intenciones asesinas por lo que con todo su dolor salió cabalgando del lugar junto con los pocos hombres y aliados  que le quedaban

— ¡Lo siento! — gritó Benjamin Gómez, uno de los pocos soldados que quedaron de Cortes y que en ese momento escapó con su caballo para llegar hasta la costa lo más rápido que podía

— ¡Muere! — la voz de Aketzali resonaba en los oídos de Cortés mientras huía sin poder hacer nada mientras cada vez más de sus soldados caían por las lanzas de los mexicas

— [ Perdón, perdón ] — pensaba Cortés mientras huía y dejaba a sus soldados caídos

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La lluvia era lo único que podía ver, Cortés subido a su caballo se encontraba junto a sus aliados que habían sobrevivido al conflicto, el se encontraba con cientos de sentimientos en su interior, sentimientos los cuales quería liberar

— Hay muchas bajas — mencionó un general de los indígenas los cuales lo acompañaban

No dijo nada, Cortés guardo cualquiera de sus palabras mientras la lluvia caía por sus cabeza

— Quédense aquí — la voz de Cortés fue obedecía por todos mientras él se bajaba de su caballo y caminaba a una dirección

Sentía la luz de la luna en medio de aquella oscura y fría noche, sentía la fuerte lluvia que azotaba el lugar en donde se encontraba, sentía cada gota de lluvia bajar rápidamente por su rostro, sentía como cada lágrima que soltaba se disfrazaba por las gotas de lluvia que caían rápidamente, su mirada únicamente veía a una dirección a la cual iba rápidamente, un árbol, un árbol alejado de su ejército para poder despejar su mente después de la derrota que vivió mientras los recuerdos inundaban su mente

Al llegar a aquel árbol el se derrumbó en el suelo, sus rodillas tocaron la tierra y sus lágrimas empezaron a surgir mientras levantaba su cabeza al lluvioso cielo, causando que sus lágrimas se camuflan entre la fuerte lluvia

— Está noche mis ojos se encuentran empañados por tantas lágrimas que he derramado —

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— Envíen refuerzos — la voz del rey de España resonó en los oídos de sus soldados — Tú, Benjamin Gómez, guiarás a estos soldados que estarán a tu disposición para ayudar a Cortés — el soldado que había escapado hace tiempo de la batalla asintió con la cabeza

— Si, mi rey — respondió mientras se arrodillaba

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Después de varios días, el soldado dirigía un grupo de acompañantes en dirección a la ubicación donde se encontraba Cortes

— Está vez no perderemos, señor — dijo Benjamin —  Juró que está vez no perderemos,  por mi sangre y lealtad a usted —

FIN

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