Siete continentes. Ciento noventa y cinco países y ocho mil millones de personas en el mundo. Datos un poco desafiantes para aquellos que conocemos la famosa frase cliché, protagonista de cientos de historias:

"Un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancia. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper."

Ahora, ¿qué pasa si la persona destinada a ti no está tan lejos como puede parecer? ¿Y si la vida te la ha puesto delante en infinitas oportunidades y no te has dado cuenta, en situaciones tan simples como la sonrisa de un extraño? ¿Acaso te has fijado en la persona que tienes al lado cuando estás atascado en el tráfico, o en la que te sirve el café de la mañana en esa cafetería que tanto te gusta? ¿O tal vez la encontraste una noche cualquiera, una noche de junio, sentada en la barra de cualquier bar mientras escuchaba jazz y se tomaba un tinto en medio de Las Vegas?

Nosotros elegimos creer en la vida, en el destino y en el amor que siempre termina juntando esas dos mitades a pesar de los obstáculos y las trampas del camino. Porque todo lo que vale la pena se encuentra después del miedo, porque después de la tormenta siempre viene la calma y esa calma nos regala los arcoíris más hermosos, porque los tesoros nunca son enterrados a la vista, porque al contrario de lo que todos dicen, el amor real no es fácil como en las películas, y si es fácil, créeme, que no es real.

Acompáñame a conocer esta historia, a ser cómplice de esa frase a la que una pareja le otorga un significado que solo ellos entienden. Amenicemos la lectura con canciones, melodías de jazz lento y rollos fotográficos que guardan momentos de intimidad entre dos cuerpos. Acompáñame a navegar por mentes confundidas, por mentes reales, por sentimientos intensos, playas paradisíacas, neones de colores, y terminemos mirando la luna desde un lugar cualquiera, solo iluminado por la luz de las estrellas.