Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 47

Con un par de cojines, sábanas y una mesa redonda de café, me apaño para dejar un lugar decente donde comer. A diferencia de aquella noche, las cortinas frente a la mesita no baten con el viento. Fuera está helando y, aunque la vista es tentadora, la sensación tibia del interior del piso es más reconfortante aún.

—Espagueti carbonara. —Hayden se inclina, dejando el bol repleto de pasta que me hace agua la boca.

Doblo las piernas, sentándome sobre la abullonada superficie como un indio, y Hayden asume una postura similar justo frente a mí. El pelo le cae suelto, con gracia sobre la frente y cubriendo los fuertes ángulos de su mandíbula, comenzando a apreciarse la sombra incipiente de una barba. Cada uno de sus movimientos luce sereno y elegante, como un vals preparado para la melodiosa sinfonía que sale del altavoz vintage colocado expresamente para que todo el que entre en la casa, sea lo primero que vea.

—Tu comida es la más deliciosa que he probado nunca, amor. —me llevo un gran rollo envuelto en el tenedor a la boca.

Hayden replica la acción y una risita se deja ver en sus labios mientras mastica, entornando los ojos, como si me analizara.

—¿Qué? —me encojo de hombros y tengo que estirar el cuello para que el enorme bocado baje por la estrecha cavidad de mi garganta—. ¿Es el trato, no?

—Me pregunto qué pensará tu yo del pasado de que me digas esas cosas. —replica burlesco, inclinándose hacia atrás. Sus ojos recorren la fina camiseta de su propiedad que cubre mi cuerpo y entonces me siento desnuda.

—Si no hubieses sido tan grano en el culo... —lo apunto con el tenedor y luego sonrío ampliamente—... ella también te hubiese dicho lo mismo.

Sacude la cabeza, divertido.

—Desplegué los encantos equivocados, entonces. —asiento. Estiro la mano hasta la botella de vino para llenar las copas y me detengo cuando... —Aunque supongo que no salió tan mal si estás conmigo al otro lado del mundo.

Mis ojos se conectan con los de él, algo se mueve dentro de mi pecho y dejo la botella en su lugar para tomar su mano apoyada en la mesa.

—Estamos juntos al otro lado del mundo. —corrijo, acariciando la áspera piel de sus nudillos sin dejar de mirarlo.

—Quiero que te vayas a vivir conmigo. —dice de repente y el cubierto en mi mano cae a la cerámica, haciendo un estruendo—. Cuando regresemos a Las Vegas, organizaré todo para que Steve se encargue de la mudanza.

Mi espalda se tensa hacia atrás recuperando mi posición inicial. No me esperaba eso y no sé cómo reaccionar. Hayden frunce las cejas esperando alguna señal de mi parte. Abro y cierro la boca, no una... sino varias veces, y al ver que no sale nada, él vuelve a hablar.

—Piénsalo. Sé que esto te toma por sorpresa, pero tampoco es que cambie mucho nuestra situación. —no, no lo cambia, pero... —Si no te sientes lista, no pasa nada. Seguiremos como hasta ahora y no echaré tu ropa de la casa, lo prometo.

La expresión en su rostro se suaviza, pero mi cara sigue en completo shock.

—¿Qué dices? —me tiende la mano y mis ojos bajan hasta esa palma abierta esperando por mí.

Un nudo se me atora en la garganta. Veía este momento como algo remoto, lejano y poco probable, pero en cualquiera de los casos siempre nos vi sin secretos, sin mentiras, con todo lo que había por decir dicho y... y quizás algo más.

—Es... no es... ¿rápido? —es lo único que se me ocurre decir.

—¿Rápido? ¿Para quién? —arruga la nariz. La escalera en su cuello se mueve de arriba abajo al tragar—. Ese término es para las personas que no saben lo que quieren. Yo estoy seguro y te quiero a ti.

Un suspiro de derrota le levanta los hombros y sacudo la cabeza, asentando mis ideas antes de que mi lengua pueda meter la pata.

—Dudas. —ladea la cabeza, estudiándome —. ¿Dudas de mis palabras?

Eso no fue una pregunta, más bien una afirmación. Su rostro se tensa y yo... carajo, yo sigo sin poder decir nada.

—¿Por qué? —vuelve a preguntar—. ¿Acaso te he dado motivos para pensar que no hablo con la verdad?

El tono de su voz es bajo, suave y tranquilo. Me lleno de valor para levantar la vista otra vez hacia sus ojos y mi voz sale como un hilo quebrado cuando...

—Es solo que... aún no me has dicho "te amo".

Su cara se distorsiona. El espacio que nos separa se hace más evidente y de repente la habitación se siente fría.

—Olvídalo. —sacudo la cabeza y me carraspeo la garganta, necesitando cambiar el rumbo de la conversación.

Doblo las rodillas con el plato en la mano y me paro del suelo dándole la espalda para llevarlo a la cocina. El enorme apartamento está silencioso; la música que había antes no suena igual dentro de mis oídos y... brinco al contacto de sus dedos cuando se deslizan sin prisa tomando mi cintura.

Dejo las manos apoyadas en la encimera y cierro los ojos, captando la dureza y la calidez del pecho que me resguarda.

—No sé por qué dije eso, fue una tontería. —trato de que mi voz no tiemble, pero no lo consigo. Tampoco consigo no estremecerme cuando su aliento acaricia mi oído.

—¿Por qué necesitas oírlo... —frota el pulgar trazando círculos en mi pecho, levemente a la izquierda del esternón—... cuando ya lo sabes aquí?

Un escalofrío escala por mi columna, ahondando con sus garras dentro del océano embravecido que ahora es mi cabeza.

—Porque aunque seas capaz de ver los colores, alguien tiene que enseñarte a ponerles nombre. —sentencio con la vista aún fija en la losa y mi corazón latiendo a golpes en mi pecho.

—Mírame. —la palabra es una súplica disfrazada de un susurro hipnotizante que pone en duda la voluntad de mi cuerpo para desobedecer. No tengo ninguna y por eso vuelvo a tenerlo frente a frente, con sus manos enmarcando mi enrojecida cara—. Múdate conmigo, hazlo definitivamente. Llena la casa con tus fotos y tus discos, puedes cambiar lo que quieras, hacer lo que quieras. Pero comparte conmigo ese lugar y esa cama que antes se sentían tan grandes y vacías sin ti.

Termina de decir con la frente apoyada en la mía. Los ojos se me empañan y asiento, levantando la cara para alcanzar su boca.

—Sí quiero... claro que quiero.

No termino de decir cuando tengo sus labios otra vez sobre los míos, besándome como si el mundo se acabara al segundo siguiente de echarse atrás. Mete las manos bajo la tela y levanto los brazos para facilitar el movimiento que me arranca la camiseta. Hayden da un paso atrás, devorando mi desnudez con la mirada, con los ojos fijos en los montículos que comienzan a endurecerse frente a él.

—Con esta imagen, no se me ocurre nada más que no sea adorarte.

Se agacha, levantándome por la parte trasera de las rodillas y me lleva tan rápido arriba que tengo que agarrarme de su cuello para no caer. La suave superficie de la cama abraza mi espalda en un recibimiento a brazos abiertos cuando él se inclina, dejándome con delicadeza para quitar todo lo que estorba de los dos. Un camino de besos sube por mis piernas... un escalofrío, luego un leve mordisco en la zona interna del muslo, otro, una caricia y... gimo allí acostada, deshaciéndome en pedazos bajo la escotilla que enseña miles de estrellas adornando la noche de satín.

—Las palabras pueden mentir. —me arqueo cuando pasa por encima de mi sexo humedecido y continúa besando a lo largo de mi abdomen—. Esto no... lo que tenemos tú y yo no.

La piel se me calienta, todo dentro de mí es un volcán de lava a punto de entrar en erupción. Su lengua entra sagas en el surco entre mis senos, la dureza que aún conserva cautiva la tela se presiona contra mi pelvis y gimoteo moviendo las caderas en busca de más fricción.

—Tuyo. —masculla, deslizando la mano por el valle de mi ombligo hacia abajo, bajo el encaje, entre mis piernas, hundiéndose en la humedad—. Yo soy tuyo. Lo soy desde la primera vez que te vi, aunque ninguno de los dos se hubiese dado cuenta.

Una sonrisa maligna se dibuja en sus labios y mis ojos se cierran de pronto con la intromisión de dos dedos en mi interior.

—Entonces hazme el amor. —digo balanceándome sobre su mano buscando mas y mas profundidad. Lo miro directo a los ojos con la voz jadeante y la boca hecha agua. —Duro. Sin contemplaciones, encájate en mí hasta que no quede un solo lugar para llenar.

Como una orden la tela de mis bragas tranquea dejándome expuesta y libre. Su cuerpo me cubre como una bruma espesa que acapara todos mis sentidos, inmoviliza mi cuerpo y apaga el mundo exterior.

—Fuerte. —el gemido masculino es enloquecedor. Se lleva la punta de mis dedos a la boca y luego... entra en mi tan rápido que mis piernas se contraen hacia arriba haciéndole más fácil la llegada. —Mi mujer quiere que me la coja duro y yo no pienso negarme a eso.

Vuelve a salir casi por completo y otra vez todo su peso cae en mi interior con una deliciosa intromisión que obliga a ensancharse a mis paredes. Sus dedos humedecidos sobre el cumulo de nervios entre mis piernas hace que me retuerza entre las sabanas y Hayden simplemente me deja ir sin interrumpir el marcado oleaje de sus caderas chocando con todo su poder contra mí. Balanceos asesinos que me dejan tambaleando en la cima de la cordura.

—Vamos, Rubia. —varios parpadeos logran aclarar mi vista.

Sobre mi ya no está la escotilla, está su cara hermosa y pecaminosa sonriendo mientras gotas de sudor resbalan por su cuello y el dije cuadrado de la cadena ondea con movimientos violentos sobre mi cara.

—Te has dado cuenta de alguna vez de esos ruiditos que haces cuando estas a punto de correrte para mí.

Mi cuerpo explota en millones de pedazos, el clímax arrasa conmigo como una tormenta de arena en medio del desierto sin nada para refugiarse. Contraigo la punta de los pies, un hormigueo muerde mis dedos y encajo las uñas profundamente en la piel de su espalda cuando los embates no cesan regalándome el calor de su derrame un momento después.

Hayden deja caer el rostro en el arco sudoroso de mi cuello, su pecho se ensancha y contrae esclavo de la necesidad desesperada por recuperar aire. Cierro las piernas a la altura de sus caderas y como un coala me abrazo a él buscando el ángulo perfecto para hablar a su oído.

—Pensaba que mi vista favorita era el amanecer. —susurro, mis voz todavía afectada por el orgasmo. —Hasta que miré hacia arriba y te vi sudado, como sonreías. No he querido fotografiar nunca nada, tanto como eso.

Su pecho vibra y cae a un lado llevándome a mí con él. Con ayuda de los pies abro la sábana llevándola hacia arriba, hasta que nos cubre la cintura. El producto de lo que acaba de pasar rueda por mis muslos, pero no tengo fuerzas para ir a limpiar y simplemente elijo quedarme aquí, en paz, en mi hogar.

Emociones que solo las personas indicadas te regalan. Pequeños minutos en los que deja de existir algo más allá, algo fuera. Los que te hacen cuestionar tomar otro camino, los que elevan tu alma y la roban de tu cuerpo para hacerte volar.

Hundo la nariz en su cuello e intensifico el agarre sobre su pecho que me asegura quedarme así un rato más. Sus dedos se pierden entre las hebras castañas de mi pelo y el movimiento sofocado de su pecho se va haciendo más lento.

El silencio es sepulcral. No preveo la lágrima que gotea por mi mejilla y cae sobre el torso desnudo a mi lado. Su mano atrapa la siguiente y acaricia mi rostro con suavidad.

—Cuéntame. —masculla adormilado. — ¿Qué podría hacer a unos ojos tan lindos llorar después de semejante polvo?

—No es nada. —Pero sí lo es. —Una historia triste que recordé.

— ¿Una de esas de tus libros? —tiene un brazo cruzado por encima de la cabeza y los ojos ahora abiertos fijos en el cielo.

—Ujum. —asiento y me hundo más a su lado.

—Cuéntame. —pide otra vez. —Toda mi noche es tuya, Rubia.

Respiro hondo. Ahí está de nuevo la duda y la voz que me pide no lo haga, pero necesito hacerlo. Necesito vomitar todo lo que me atora la garganta de una vez y cumplir con lo que prometí.

—No todos los libros cuentan mundos perfectos e historias bonitas. Algunos narran pesadillas. Todavía hay muchas cosas que no sabes, Hayden. Partes oscuras, que tal vez... te avergüences al mirar.

—Nunca pasaría. —es lo único que dice y eso suena como una sentencia sin retroceso posible.

—Había una vez una niña que tenía una vida perfecta. Pero una enfermedad llamada cáncer llegó para recordarle que el mundo real no eran esas fantasías. Caló tan hondo a su alrededor que terminó llevándose a sus padres. —continuo. —Para todos, el cáncer solo se había llevado a su mamá, pero ella no lo vio así porque él que había sido abrazos y besos deambulaba ahora como una sombra por lo que había sido su hogar. Olvidó a su niñita que no dejaba de llorar, olvidó las vacaciones, las promesas y todo lo que los unía. Ella se sintió sola por años a pesar de tener mucha gente alrededor. Un día, todo pareció volver a cambiar porque el amor puede arreglarlo todo y ella amaba a su padre más que nada en el mundo. Pero la fantasía volvió a durar poco y algo mucho más oscuro se lo arrebató también.

— ¿Qué pasó con ella? —pregunta con la mirada perdida.

—La misma oscuridad que se llevó a su padre volvió una noche por ella. —siento el sabor salado de lágrimas en mi boca y una respiración agitada en mi oído. —La golpearon buscando algo que no tenía. La torturaron, la avergonzaron, la manosearon e intentaron violarla, pero ella se defendió y tratando de escapar, uno de los hombres disparó.

Hayden pasa saliva en silencio mientras yo trato que el llanto no me consuma contándole de otra manera lo que ya le había dicho. La fuerza con que me abraza aumenta con cada una de mis palabras y sus ojos azules siguen perdidos en la nada escuchando lo que nunca pensé haberle contado cuando lo conocí.

—...la bala causó estragos y algunos dicen que fue un milagro que no la matara. Ella volvió a ponerse de pie y se convirtió en alguien completamente diferente. Sabía que el peligro seguía ahí, como un monstruo al acecho, y eso la obligó a cambiarlo todo. Se fue de la ciudad en busca de un ajuste de cuentas con la vida, que por cabrona se ensañó con ella y como pago por los destrozos que había causado, la hizo conocer personas que poco a poco volvieron a restaurar su dañado corazón.

Quito las lágrimas de un palmetazo e imito su posición mirando los hilillos plateados que forman dibujos en el cristal. La cara de Hayden se vuelve hacia mí con las cejas levantadas y una expresión tan fría como el iceberg más salvaje de la Antártida.

— ¿Sabes quiénes fueron? —una furia helada tiñe sus ojos.

Asiento, un leve movimiento y el tiempo a nuestro alrededor parece detenerse acobardado cuando giro colocándome de costado hacia él.

— ¿Dónde están?

—En lo más profundo del infierno. —contesto segura. —Yo misma me encargué de eso y lo único que lamento es el daño que sufrieron personas inocentes en el camino.

— ¿Cuándo?

—Hace unos pocos días. —esquivo su mirada.

—La explosión del hotel... —deja la frase en el aire y un terror profundo paraliza su rostro cuando el silencio confirma su suposición.

—Te contaré todo, lo prometo, y lo siento por no haberlo hecho antes. No podía permitir que tu...

Hayden se incorpora en la cama con las manos en las rodillas, hundo los hombros hacia dentro paralizada por lo que veo delante de mí y decido callar. Un hombre transformado en bestia. La imagen, lo que desprende... cierra mi garganta y me hago un nudo bajo las sábanas bebiéndome en silencio todo el dolor que arde en mi pecho.

— ¿Quién fue? —un rugido profundo parte su garganta.

—No importa.

— ¿Quién fue?

—Ya está muerto. —explotó en un grito. —Ya está muerto, yo... yo.... No puedo

Hundo el rostro en mis manos. El corazón se me hace añicos dentro del pecho, miles de astillas caen desparramadas clavándose en mi interior como un castigo. Haberlo matado no me hace mejor que ellos, la verdad de esa frase me ha estado martillando desde entonces y por más que la he evadido, ahora me golpea con todo como una masa de hierro macizo.

—Primero hablaste en plural. ¿Dónde están los otros, Sophia?

—No lo sé.

Hayden asiente, un movimiento dolorosamente lento y trabajoso. Luego vuelve a mi, toma mi cuerpo tembloroso bajo él cubriéndome como un escudo y con la boca comienza a borrar las lágrimas de mis mejillas.

—No lo sé. —repito ahogándome en el sollozo.

—Shuuu, cálmate. —me pide, su voz ya más suave para mí. —Los voy a encontrar, te lo prometo. Así tenga que prender fuego a esa maldita ciudad para hacer salir a las ratas de su madriguera. Los voy a encontrar y cuando lo haga... desearán no haber nacido.

—No lo hagas... por favor...

—No me pidas eso. —cierra los ojos con fuerza y deja caer la frente sobre la mía. —No me pidas que me quede de brazos cruzados cuando ellos...

—Por favor... —la voz se me quiebra, el terror a lo que pueda llegar a escalar esa sentencia me paraliza.

Hayden me besa suave, lento e hipnotizador. Mi lengua sigue el compás que marca la suya. Lame mis labios con premura, con dedicación y esmero. Vuelvo a sentir sosiego, vuelvo a derretirme entre sus brazos, vuelvo a ser el fuego que solo él puede encender.

—Discúlpame por no haberme dado cuenta, discúlpame por no haber estado ahí para evitar que pasaras por eso sola. —sus ojos brillan con pena. —Discúlpame por no haberte sabido cuidar, por no ver cuánto lo necesitabas.

—No hay nada que disculpar... tú fuiste lo que no sabía que necesitaba para mantenerme a flote. Aun sin saberlo, me salvaste del precipicio más que nadie. No quiero perderte en una guerra que debe quedar enterrada. Solo quiero la vida que merezco, una contigo, sin fantasmas del pasado... por favor, promételo.

Sus ojos me observan en silencio. No dice nada y se baja de encima de mí acomodándome a su lado, dentro de sus brazos.

—Duerme. —deja un beso en mi cabeza y sube la sábana cubriéndome hasta los hombros. —Mañana será el principio de algo mejor.

El sueño me parece tan ajeno en ese momento que no creo poder ni cerrar los ojos. El calor de su cuerpo se envuelve en mi como un abrigo gigante que me atrapa y termino rindiéndome al roce minucioso de su mano, dejándome arrastrar a un rio de somnolencia y caricias suaves que me hunden en la más profunda serenidad. Solo Hayden es capaz de convertir un beso en la cuerda que me saque del pozo.

————————
Hola amores ☺️ ya se está acercando el final y creo que estoy triste por acabar la historia.... Bueno por ahora 🫣 ya estoy trabajando en la segunda parte......

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro