8
Cuando recobró el conocimiento, Bradley se encontraba en una cama de hospital y su esposa aguardaba dormida en un sillón junto a él. Sin importarle nada, salió con sigilo, para luego irse corriendo hacia el parque más cercano. Miró la Luna y el cielo estrellado, se llevó las manos a la cabeza y gritó. Gritó hasta que se le secó garganta, hasta que pudo respirar con normalidad. Por más escéptico que fuese, la muerte de su hijo fue el detonante que lo impulsó a hacer lo que tenía en mente. Mientras andaba se encontró un pequeño saco negro con estampados de calabaza. Lo abrió con furia y se topó con algo que no esperaba: joyas, diamantes, toneladas de dinero, cajas de cigarrillo. Quedó viéndole por un largo rato...
Sin embargo, se echó la bolsa al hombro sin darle mucha importancia y se dirigió a su destino.
Amanda Stevenson era una famosa bruja de las calles del Bronx que siempre lograba unas sesiones exitosas con sus clientes y los dejaba a todos satisfechos. Lo recibió con una sonrisa y le invitó a comentarle el motivo por el cual venía. El oficial respondió:
—Annalise Dawson, ¿la conoces?
—Me suena familiar —soltó con picardía—. Quizá con un poco de motivación la recuerde mejor. Todo depende de qué tanta fe quieras ponerle.
—Quédate con todo lo que hay aquí. —Le tendió el saco—. Sólo quiero que me ayudes, necesito una respuesta.
La mujer casi se fue hacia atrás cuando registró la bolsa. La guardó y, con una sonrisa, preparó todo lo que necesitaba. Después de una larga sesión, conjurando un par de frases en latín, agitando un par de ramas de olivo y exhalando anchas bocanadas de humo, Amanda Stevenson pudo entrar en contacto con la fallecida.
—Quiero hablar con ella —espetó el oficial.
—Tranquilo cariño. Con toda la fe que pusiste tus deseos serán ordenes —exclamó la bruja con una sonrisa amplia.
Entonces, cerrando los ojos, la mujer empezó a convulsionar. El oficial Bradley se preocupó, pero luego todo volvió a la normalidad. Amanda abrió sus ojos, los cuales ahora tenían otro color y un brillo opaco. Después de soltar un suspiro, dijo:
—¿Qué es lo que quieres?
El Sheriff, sin saber como, pudo reconocer a Annalise Dawson en el cuerpo de la bruja. Se acercó a ella con furia y, casi tomándola del cuello, le gritó:
—¡¿Qué le hiciste a mi hijo?! —La mujer lo miraba con calma—. ¡¿Por qué él?!
Annalise le miraba sin inmutar palabra, aguardando expectante a que el Sheriff soltara esas palabras que tenía en mente.
—¿Por qué el y no yo? —soltó con resignación.
La mujer se rió de una manera tan cínica que le hizo vibrar sus tímpanos, e incluso sentir un pequeño escalofrío en la médula.
—No es a mí a quien buscas, oficial —respondió con un aura serena—. Todo es culpa de Él.
—¿Él?
—Así es. Y además, si tu hijo cayó fue por sus propias ambiciones. Ahí si ni siquiera Él tiene la culpa.
—¿Quién es Él?
—No puedo decírtelo. Y si pudiera, tampoco lo haría —soltó con su inquebrantable sonrisa. Si no hubiese sido porque hablaba con un fantasma, definitivamente la habría golpeado.
—¡Eres una...!
—¿Una qué? Vamos, dilo —le retó, pero no pudo decirlo—. Eso es. El silencio es la mejor solución frente a todo problema, ¿no lo crees?
El oficial se echó a llorar sobre el cuerpo de Amanda y sobre el espíritu de Annalise, esperando una señal, o algo que le diese respuestas, a diferencia de aquella loca con la que estaba hablando.
—No soy ninguna loca —dijo. Bradley soltó un respingo—. Bueno, lo era... pero ya no más.
—¿Sabes lo que pienso? —inquirió el hombre.
—Por supuesto —le contestó ella con suficiencia—. Es increíble lo que se puede hacer del otro lado.
—¿El otro lado?
—Sí y, por cierto, haces demasiadas preguntas —indicó ella—. Alli está Él, estoy yo y están todos los demás, incluido el pequeño Jonah —soltó con malicia—. Yo puedo mostrarte, si quieres. Quizá así obtengas las respuestas que tanto necesitas.
—¿Harías eso por mí?
—Claro, haría cualquier cosa por alguien que me soporte por tanto tiempo. —Rió—. Sólo..., ten cuidado. —Cambió su semblante—. Recuerda lo que dije sobre tu hijo.
—¿De qué hablas? —preguntó el policía, pero el cuerpo de la joven bruja ya se estaba desvaneciendo y su pregunta quedó en el aire mientras viajaba a "El otro lado".
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