Capítulo único
Shinra estaba aburrido.
Muy aburrido.
Sabía que ser Capitán no era un trabajo fácil, que este demandaba tiempo casi completo y que todos aquellos que lo fueran debían estar disponibles en cada momento.
Sabía también que el trabajo no solo se hacía fuera, en las calles, apagando incendios y colocando a los infernales a descansar, que muchas veces debían hacer largos informes respecto a los casos, que luego serían archivados. Y sabía que ahora incluso el trabajo aumentaba, gracias a las investigaciones respecto al origen de los infernales que han estado encabezando desde hace un tiempo.
Lo sabía y entendía, incluso admiraba la dedicación y el esfuerzo que realizaba Obi todos los días para ser un Capitán excepcional y que su compañía fuera reconocida como una de las mejores, sin corrupciones de por medio.
Pero aun así en esos momentos, con su cabeza sobre el fuerte pecho de Obi, sintiendo el tranquilo palpitar de su corazón y el lento movimiento al respirar, Shinra se sentía aburrido.
Es decir, ¿era necesario que Obi llevara el trabajo a la cama? Había estado todo el día leyendo y redactando informes, y en el momento que Shinra fue hasta su oficina para decirle (o pedirle en realidad) que ya dejara eso y fuera a descansar, se llevó unos cuantos papeles a su cuarto. Papeles que en ese momento seguía leyendo aun luego de recostarse en su gran cama, acompañado de Shinra, quien no demoró en acurrucarse en su gran pecho.
—Obi, es pasada la media noche—si bien Shinra siempre se había mostrado respetuoso al nombrarlo (usando el sufijo "Capitán") frente a todos, desde que comenzaron a tener una especie de relación, el más grande le pidió que lo tuteara. Pero al no querer aprovecharse de la situación ni crear malos entendidos, este solo aceptó llamarlo así cuando estuvieran solos o compartieran momentos íntimos. Obi asintió entendiendo sus motivos.
—Ya no me falta mucho. Duerme si quieres, puedo prender la lámpara de mi lado—a pesar de notarse preocupado, en ningún momento despegó su mirada del informe en sus manos.
Shinra compuso una mirada aburrida en su rostro. Estuvo tentado de ir a su habitación y simplemente dormir en su litera, aunque recibiera las burlas de Arthur.
—No es eso—le cortó—Pero ya es tarde, debes descansar.
—Tranquilo, termino esto y lo dejaré—flexionó su brazo, el que se encontraba bajo la cabeza de Shinra y llevó su mano hacia la azabache cabellera de este, comenzando a regalarle suaves caricias.
Por su parte, Shinra comenzó a pasear su dedo índice por sobre la camiseta que usaba Obi en esos momentos, haciendo movimientos lentos y sin una trayectoria definida.
Se quedó pensativo unos momentos, tratando de encontrar una forma para que el otro por fin pudiera relajarse y descansar. Pero ¿qué...?
Oh. El foco interno de su cabeza se encendió y sus labios quisieron curvarse en una tímida sonrisa.
Era algo atrevido, pero podría funcionar.
A su dedo índice se unieron los demás, prolongando las caricias en su pecho y haciéndolas más notorias. Levantó un poco su vista, queriendo ver la expresión de Obi, pero este parecía aun concentrado en su lectura.
Su mano comenzó a bajar, hasta el borde de la camiseta, donde lentamente la subió un poco, dejando al descubierto una porción de piel de sus abdominales.
—¿Shinra?
—¿Si?
—¿Qué haces?
—Nada—contestó como si nada, metiendo su mano bajo la camiseta y tocando directamente su calida piel—Tu sigue con lo tuyo.
Obi calló cualquier otra palabra, guardando silencio y Shinra sonrió, siguiendo con las caricias.
Sus ojos no se despegaban del rostro del más grande, viendo cada una de sus facciones; su piel morena, su mandíbula recta, su boca relajada y sus cejas fruncidas. Desde el primer momento en que lo vio (y pasó a llevar descaradamente su espacio personal una vez dentro del edificio de la Octava) no pudo pasar por alto aquellas características que le resultaron tan atrayentes, hasta aun ahora.
Sin pensarlo demasiado, llevó sus labios hacia el cuello de Obi, dejando un corto beso pero lo suficientemente notorio como para sentir que el cuerpo del otro se tensaba un momento.
—Shinra...
Este ignoró su llamado, dejando otro beso cercano al anterior y sin detener el movimiento de su mano.
Sabía que los besos en el cuello eran su debilidad y que no podría hacerse el desinteresado con ellos, por eso le encantaba jugar con ese dato cada que pudiese.
Un tercero y cuarto beso le siguieron, todos cortos y suaves, provocando solo un pequeño sonido al chocar sus labios contra su piel.
Sus dedos llegaron hasta el pezón de Obi, burlándolo con la yema de ellos, paseándolos suaves y lentamente, disfrutando del tacto.
—Mierda, Shinra.
—¿Qué pasa?—otro beso, y otro, y otro, y otro.
Obi soltó un largo suspiro, mientras su agarre sobre los cabellos negros de Shinra se acentuaba.
—Sigue.
Shinra no necesitó escuchar nada más. Con destreza llevó la camiseta de Obi hacia arriba, justo a la altura de los pectorales.
Su boca comenzó a descender, sin despegar la mirada de las sutiles expresiones que Obi hacía.
—¿Qué dice?—preguntó al mayor a la vez que daba una corta lamida en la piel de su pecho.
—¿Qué?
—El informe, qué dice—señala, acomodándose un poco mejor para tener acceso a su piel.
—Es sobre los multiples infernales que aparecieron hace dos días en el parque—dijo, quitando su mano de la cabeza de Shinra y llevándola hasta la espalda baja de este, donde la camiseta de este se había levantado un poco. Sus callosas yemas no dudaron en explotar la suave piel de su espalda.
—¿Me lo puedes leer en voz alta?
—¿Eh?
En ese momento Obi entendió las intenciones del menor.
—¿Es algún tipo de juego que se te acaba de ocurrir?—su voz salió con leves tintes burlescos, pero sin alguna pizca de malicia.
Shinra se sonrojó al escucharlo y enterró levemente la punta de sus dientes cerca del pezón izquierdo de Obi.
Eso provocó que una suave risa se le escapara al mayor.
—Leeme.
Ambos sintieron un leve tirón en el vientre bajo, una creciente excitación.
—El segundo infernal apareció cerca de diez minutos después del primero a una distancia de... Ah—un largo suspiro interrumpió su lectura cuando los labios de Shinra tomaron su pezón y succionó fuerte.
Sus dientes se unieron, apretándolo un poco sin llegar a dañarlo, para luego jugar con su lengua, haciendo movimientos circulares con ella.
Y repitió el ejercicio desde el comienzo más de una vez.
Los minutos pasaron tranquilos, sin subir la intensidad de las caricias, hasta que la traviesa mano de Shinra bajó hasta la creciente erección de Obi.
—Cuando los tres infernales ya fueron puestos a descansar, un cuarto y quinto salieron entre los callejones aledañas al epicentro—su voz ya sonaba bastante afectada, con ligeros temblores y espasmos.
Inconscientemente movió su cadera en un corto sube y baja, en busca de mayor contacto. Sintió a Shinra moverse de su lado y posarse más abajo.
Sus ojos se despegaron de la lectura y buscaron el cuerpo del menor, encontrándose con el chico acomodado entre sus piernas y tomando el borde de su pantalón de dormir.
Shinra le miró de vuelta y le hizo una seña para que siguiera leyendo.
—Cuidado con los dientes—advirtió antes de quitar su mirada y hacer lo que el otro le indicó.
—Lo dices como si fuera la primera vez que te lo vaya a hacer.
Obi al escucharlo soltó una pequeña y corta risa, bajando su mano hacia la cabellera de Shinra nuevamente.
Siguió con la lectura, tratando de enfocarse lo mejor posible mientras sentía los para nada decentes toques de Shinra sobre su pene.
Por su parte, Shinra tomó con una de sus manos la semidura polla de Obi, comenzando con los toques de arriba a abajo, lentos y delicados. Para luego unir su lengua, trazando líneas imaginarias por toda la extensión, comenzando desde los testículos hacia la punta.
Y viceversa.
A sus oídos llegaron las inestables palabras que salían de la boca de Obi, junto a pequeños y cortos gemidos que interrumpían su propia lectura.
Shinra se estaba excitando del solo de tener a Obi en su boca tomando un mayor tamaño acorde los segundos pasaban, junto a los sonidos indecentes que salían de su boca.
Sus labios tomaron la punta del pene con delicadeza y succionó fuerte. Luego, con su lengua comenzó a estimular la cabeza y volviendo a succionar, intercalando ambos movimientos, mientra su mano que se encontraba en la base no dejaba de moverse.
Para ese entonces Obi ya estaba más que duro.
—Finalmente y al colocar al quinto infernal... Mierda. Ah—pequeñas gotas de sudor cubrían su rostro y parte de su pecho—A descansar, se procedió a apagar el incendio pr-provocado. ¡Shinra!—se interrumpió a sí mismo cuando sintió como la boca del menor engullía casi toda la extensión de su miembro.
No pudo evitar tensar su cuerpo ante la ola de excitación que le atravesó.
Shinra comenzó a mover su cabeza de arriba a abajo, procurando no dañar a Obi con sus dientes, dando succiones y moviendo su lengua sin descanso, junto a su mano, que masturbaba el resto que no podía alcanzar a tomar con su boca.
—Shinra... Shinra—la calidez de su boca y los sonidos húmedos lo estaban llevando al límite, ya ni siquiera podía concentrarse en el informe que descansaba en su mano derecha.
La cabeza del menor subía y bajaba sin descanso, su propia erección ya comenzaba a doler al igual que su mandíbula, pero eso no le quitaba para nada la satisfacción que le provocaba tener al capitán de la Octava llenando su boca y soltando roncos gemidos bajo su cuerpo.
—Shinra, ya... Me vengo—le advirtió, a la vez que tiraba fuertemente sus cabellos. El placer era demasiado y nublaba sus sentidos.
Su pecho subía y bajaba feroz, su cabeza daba vueltas y los gruñidos escapaban de su boca sin poder evitarlo.
Shinra tuvo que dar unas cuántas succiones más para sentir cómo su boca se llenaba del caliente semen de Obi.
Un fuerte y prolongado un suspiro llegó hasta sus oídos cuando Obi llegó al orgasmo.
Trató de tomar todo lo que pudo y se alejó, satisfecho.
Cuando Obi se vio recuperado un poco, fijó su mirada en el menor que limpiaba su boca con su propia camiseta, para luego quitársela y lanzarla hacia los pies de la cama.
Shinra se acercó tranquilo hasta el rostro del mayor, colocándose sobre su cuerpo, compartiendo calor.
Obi le miró, ya completamente repuesto y acortó la distancia, tomando los labios del otro entre los suyos, comenzando un lento y necesitado beso.
—Obi...—le llamó necesitado Shinra en cuanto se separaron. Este dejó los papeles en el velador junto a la cama, para luego tomar el cuerpo de Shinra entre sus brazos y girarse, dejando al menor ahora bajo el suyo y recostado sobre la mullida cama, comenzando una nueva ronda de besos.
Sus manos traviesas no se quedaron en nada y tomaron posición bajo los pantalones de Shinra, tocando sin miedo los muslos del otro, disfrutando del tacto, a la vez que los besos se volvían más agitados y sonoros.
—Obi, ¿tu informe?—preguntó con dificultad, sintiendo como ahora los labios del mayor llegaban hasta su cuello y sus manos hacia sus glúteos, levantando sus caderas y provocando que su miembro roce con el firme abdomen de Obi.
—Eso puede esperar—contestó simplemente, llevando su boca hasta uno de los rosados pezones de Shinra y comenzando a jugar con él.
Los gemidos y suspiros de Shinra no se hicieron esperar.
—Amor, alcánzame la botella que está en el cajón—una de las cosas que Shinra amaba de Obi era que este era extremadamente cariñoso con él, sobre todo durante el coito. Obi era alguien que buscaba constantemente su calor; sin importar dónde estuvieran él le abrazaba o regalaba alguna caricia en su cabeza.
Shinra hizo lo que le pidió y volvió a acomodar su espalda sobre el colchón. Obi le regaló un corto beso en la frente y volvió a acariciarle.
Dejó la botella junto a ellos sobre la cama, mientras que con sus manos se encargaba de quitar el pantalón de pijama del menor, quedando a su completa merced.
Shinra abrió sus piernas con cuidado, dejando a Obi entre ellas. Su pene se erguía pidiendo atención y su respiración se hacía cada vez más pesada producto de la expectación. Quería sentirlo dentro, quería sentirlo ya.
—Obi...—soltó su nombre en un suspiro necesitado, haciendo un corto movimiento con su cadera, enviando una indirecta.
Obi sonrió y asintió, sabiendo a lo que se refería.
Tomó la botella de lubricante, esparciendo un poco entre sus manos y dedos, sintiendo aquel líquido viscoso entre ellas. Luego, con la mano restante esparció un poco en la entrada del menor, viendo como este daba un pequeño salto por la temperatura del lubricante.
—Ah—Shinra no pudo contener un leve gemido cuando el dedo pulgar de Obi comenzó a masajear superficialmente su entrada, esparciendo de mejor forma el líquido en ella.
Sin demora y con delicadeza ingresó el primer dedo, sintiendo como el ano de Shinra comenzaba a absorberlo.
Un segundo dedo entró a la vez que Obi tomaba su miembro con su mano restante, el cual comenzaba a despertar nuevamente.
Finalmente un tercer dedo se agregó a los demás, terminando con la preparación.
—¿Me doy la vuelta?—preguntó Shinra un tanto agitado cuando ya se sintió listo.
—Como tu quieras, cariño.
Este asintió y se acomodó mejor, dándose la media vuelta, agarrando una de las almohadas de la cama, abrazándola y usándola como soporte. Giró un poco su sonrojado y sudoroso rostro hacia Obi y le miró.
—¿Listo?—le preguntó el otro, quien había tomado otro resto de lubricante y esparció en su miembro ya erecto.
Shinra asintió con la cabeza y se relajó.
Sin esperar mucho, Obi comenzó a ingresar en su estirado agujero, sacando suspiros indecorosos de la boca del menor. A pesar del lubricante, podía sentir un leve escozor, pero que a la vez le resultaba muy agradable.
Obi gruñó bajo, disfrutando del calor que recibía alrededor de su pene, una sensación de la cual nunca se cansaría.
En cuanto ingresó completamente, los movimientos comenzaron lentos, sin apuro, provocando que sus pieles choquen y sonidos húmedos resultaran del ejercicio. Gemidos escapaban de ambas bocas, demostrando el placer que sentían.
Obi agachó su cuerpo, pegando su pecho contra la espalda de Shinra y comenzando a dejar besos a lo largo del cuello y hombros de este, a la vez que una de sus manos iba hasta los erectos pezones del menor, jugueteando con ellos entre sus dedos.
—Obi ¡Ah!
Sus caderas se movieron con mayor intensidad y sus manos se aferraron mejor a la sábana bajo su cuerpo. Los espasmos iban tomando fuerza y escalofríos le recorrían por completo.
—Shinra—bien, sentir la agitada y ronca voz de Obi junto a su oído mientras embestía contra él y húmedos sonidos llenaban el lugar, también era una de las cosas favoritas de Shinra.
Era algo de lo que nunca se cansaría.
La mano que jugueteaba en su pecho subió hasta su boca, abriéndola e ingresando sus dedos en ella y Shinra, sin demora, comenzó a morder y chuparlos, disfrutando del sabor a piña que el lubricante había dejado en los dedos de Obi.
Los movimientos, besos y sonidos lo estaban llevando al borde de la excitación, estaba seguro que no duraría demasiado.
—Obi... yo ¡Ngh!
—Lo sé—siguió embistiendo con fuerza, dándole en el punto dulce que a Shinra le volvía loco—yo también.
Quitó su mano de la boca de Shinra, llevándola hasta el erecto y rojizo miembro del menor, comenzando masturbarlo con rapidez.
La vista nublada de Shinra buscó la castaña de Obi, sin dejar de soltar gemidos y suspiros de su boca.
El rostro de Obi llegó hasta el del otro y compartieron un agitado beso, donde sus lenguas fueron las protagonistas, moviéndose en una deliciosa fricción. Un rastro de saliva corría por la comisura del labio de Shinra, pero eso solo le daba un toque más erótico al asunto.
—¡Obi!—exclamó Shinra, dejando salir toda su semilla por fin, manchando la mano del mayor.
Los movimientos de Obi no se detuvieron, buscando su propio orgasmo en el ahora más ajustado agujero de Shinra, el cual apretaba deliciosamente su sensible pene.
Shinra aumentó unos tonos el nivel de sus gemidos gracias a la hipersensibilidad que le dejó el reciente orgasmo.
Obi se mantuvo así unos cuantos segundos más y llegó por fin, soltando toda su caliente semilla en el interior de Shinra, quien le acompañó en su liberador gemido al sentirse completamente lleno.
Sus pechos subían y bajaban con violencia, tratandode recuperar el aliento por la reciente actividad.
Cuando ya se sintieron más reparados, Obi salió de su interior, no sin antes darle un tierno beso en su ahora húmeda cabellera, gracias al sudor.
Buscó un poco de papel higiénico y limpió los fluidos de ambos.
—Te ayudo—dijo Shinra, acomodándose y quitándole un poco de papel, para limpiar por su parte el desastre que habían dejado, regalándose unos cuántos besos en el transcurso.
Una vez limpio todo, Obi corrió las frazadas de la cama e hizo que Shinra se acostara en ella.
—Iré por un cambio para ti. En la mañana te duchas—le comunicó, colocándose sus pantalones y una camiseta antes de salir.
Shinra le esperó recostado en la cama, aspirando el aroma que Obi tenía impregnado en los cojines de ella, hasta que a los minutos después apareció este por la puerta nuevamente.
Recibió el cambio, se vistió rápido y acomodó nuevamente, mientras Obi apagaba las luces e iba a su lado.
En cuanto se recostaron y Shinra se colocó entre los fuertes brazos de Obi, este habló.
—Me gustó tu método para hacer que deje de trabajar, deberías practicarlo más seguido—le molestó el mayor, logrando que Shinra se sonroje por ello y haga un tierno puchero, que por la escasa luz Obi no pudo notar del todo.
—No deberías sobre exigirte, también tienes derecho a descansar—refutó este, logrando que Obi suelte una suave risa.
—Soy el Capitán, debo hacerlo.
—Y yo un héroe y este héroe te vino a salvar de tu exigente trabajo.
La risa de Obi aumentó un tono.
—Sí, tienes razón—le regaló un tierno beso en la coronilla, acercándolo más a su cuerpo. Este niño lo volvía loco—Eres nuestro aclamado Héroe de la Octava compañía.
*-*-*-*-*-*
Bieeeeen. Esta pareja me ha traído loco desde que comencé a ver la serie (la sigo desde el principio) y a pesar que su público es más para el masculino/heterosexual, unas amigas y yo tenemos dos shipps yaois en ella, las cuales son el ObiShin y el KonBeni (imposible no shippearlos, son como una pareja de casados).
En fin. Necesitaba escribir algo de ellos, así que aquí me tienen.
Siento que estoy entrando en un territorio peligroso, pero una aventura es más divertida si huele a peligro(?) Jaja.
Espero volver a escribir de ellos en algún momento (o de Konro y Benimaru), pero por el momento, me conformo con esto.
Saludos a todos.
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