Un malentendido
Susana salió corriendo de su casa como si la estuviera persiguiendo un perro de la calle, su alarma no sonó y no despertó hasta dos horas después de lo normal, sabía de sobra que no lograría llegar a la primera clase. Y como si estuviera manifestando, unos perros la vieron y le comenzaron a perseguir ladrando como locos. Su única salvación fue correr más de rápido a la parada de bus, que, gracias a el cielo, apenas llegaba. Se subió de un brinco para descansar un segundo agarrada de un asiento.
Su aventura no terminaba allí, apenas iba comenzando.
Al llegar a su destino agradeció y bajó para volver a correr, pero a la estación de trenes. El suelo amenazó con besarla varias veces y ella gritó más de una vez logrando sujetarse.
"¡No, no, no!" Exclamó con pánico al ver que nada más llegar el tren se estaba yendo. Quiso tirarse a llorar, pero prefirió sentarse a esperar al siguiente tren.
Mientras esperaba sacó un pequeño libro de su mochila para leer, si no podía llegar a su clase de derecho, estudiaría mientras esperaba el tren.
Fueron los minutos más largo de su vida.
El ruido del tren se hizo presente y ella saltó, guardó su libro y esperó a que abrieran las puertas. Casi fue como nadar contra corriente, solo que la corriente eran personas. Al lograr entrar no encontró ni un asiento libre, serían unos minutos muy largos... En el camino miró alrededor con ansiedad, no quería que le retaran otra vez por tardanza y claro que iba a suceder, pero no iba a faltar a sus clases por eso. Las puertas se abrieron y ella intentó nadar entre las personas para salir tirando de su mochila. Al brincar fuera del tren suspiró antes de ponerse a correr, aún le faltaba camino por recorrer.
"¡Llegué!" Exclamó exhausta al llegar a la universidad. Agarró su mochila firmemente y volvió a emprender rumbo, debía tomar una clase.
Susana estudiaba derecho de familia, su siguiente clase quedaba al otro extremo de la universidad y tenía menos de diez minutos para llegar. Era todo un caos para ella y empeoró cuando las personas comenzaron a salir de sus salones como si fuera ovejas que eran sacadas para pastar. En su camino no pudo evitar sentirse distraído por un olor fuerte, podría decir que era un perfume de hombre, olía delicioso pero no podía quedarse y entretenerse con este aroma.
La carrera había llegado a su fin, por fin se encontraba frente a su salón de clase, pero había un pequeño problema...
"¡¿Clase suspendida hasta nuevo aviso?!" Gritó casi quedándose afónica. "¡Dejé mi café mañanero por ti!" reclamaba en voz alta señalando el papel con cinta pegado en la puerta. "¡Aahg!" Casi y quería arrancarse el cabello.
[...]
"Puta madre, nunca hay nada bueno en la cafetería de cagada." Roier soltó su mochila y se dejó caer a un lado de su amigo resoplando.
Las vibraciones y las sombras hicieron que Alex levantara la cabeza y viera a su amigo. El moreno resoplaba y decía cosas muy rápidas como para leer sus labios, esto le estresó un poco y se lo hizo saber levantando sus manos.
"¿Qué?" Dijo con sus manos.
"Nada." Suspiró el chico negando. "Mira, te traje un gansito." Dijo cambiando el tema para sacar un dulce de su bolsillo y dárselo
Alexis vió el gansito en sus manos y frunció el ceño al notar que estaba abierto y mordido, alzó la mirada a su amigo con el ceño fruncido de confusión.
"Es que me dió hambre." Se defendió para mirar la laptop y los libros del contrario. "¿Qué haces?"
"Tarea." Señaló para mantener sus manos en esa seña pero sin remarcarla luego de haberla utilizado.
"Uy, no se te vayan a acabar las palabras." Le dijo Roier con una mueca de fastidio, luego estalló en risa al verlo cambiar la posición de sus manos a una exposición perfecta de su dedo de el corazón.
Ante el revoloteo la bibliotecaria alzó la cabeza de sus papeles. "¡Shhh!" En su rostro fruncido se veía que no aguantaría más escándalo.
"Perdón." Murmulló el moreno con una sonrisa avergonzada. Ante el gesto Alexis le miró con raro volteando a ver a la bibliotecaria con confusión. "No te preocupes." Le dijo con una sonrisa, al mirarle bajó la vista a el gansito y sonrió aún más. "¿Te comerás eso?" Preguntó.
Sin pensarlo mucho el pelinegro se lo dió tal y como se le fue entregando. "Todo tuyo."
"Ahuevo." Murmuró para continuar comiendo mientras su amigo le miraba negando con una sonrisa. "Voy a tirar esto, regreso ahorita."
Alexis observó como su amigo se alejaba hasta eventualmente desaparecer de su vista. Al no tener interrupciones continuó con su sección de estudio, pronto tendría un examen y debía aprender todo un repaso en orden a salir con la calificación más alta. Era muy disciplinado en cuanto a sus estudios y no poder estudiar era algo que le frustraba mucho, tanto que no podía dormir sin antes aunque sea repasar lo que aprendió en día.
Su sección de estudio iba tranquila, comenzaba a creer que Roier fue a tirar el envoltorio a los rellenos sanitarios del país vecino, pero si era honesto, era mejor así sin compañía. De pronto, las repentinas y fuertes vibraciones en la mesa le hicieron alzar la cabeza de su libro encontrando una torre de libros de derecho frente a él que no eran suyos, esto le hizo fruncir su nariz un segundo con curiosidad.
"Perdón por molestarte, ¿me podrías pasar los apuntes de—" Una hermosa chica con cabello castaño muy brillante, ojos azules casi transparentes y una hermosa piel blanca con las mejillas rosadas le sonreía frente a él. Normalmente no lo hacía, pero aunque pudiera, no le saldrían las palabras. No supo que le decía al no presentar atención, pero se veía preciosa haciéndolo. "—Es que no llegué a las primeras clases. Me harías un enorme favor."
Miraba el movimiento de sus labios con lipgloss rosado más no los leía, estaba totalmente ido por su apariencia, tanto así que olvidó que esta chica le estaba hablando.
"Eh... ¿Hola?" Su rostro mostraba su confusión ante el frío e incómodo silencio.
Alexis no sabía cómo reaccionar. No presentó atención cuando habló y ahora no sabía qué decir, una vez más, se estaba frustrando. Su frustración hizo que su rostro se frunciera y bueno, ella no lo tomó bien.
"¡Ah, que grosero!" Exclamó frunciendo el ceño. "Puedo entender con palabras, no había necesidad de ser tan grosero solamente por pedir los apuntes." Hablaba demasiado rápido, no había forma para que le entendiera. "Pensé que eras buena persona, pero veo que las apariencias engañan."
Sin decir nada más la castaña tomó sus libros y se marchó murmullando cosas molesta, hasta sus mejillas estaban rojas por el coraje que sentía. Alexis se quedó confundido y hasta agobiado, no comprendía qué sucedió y eso no le dejó continuar estudiando. Bajó su mirada a la mesa y allí se quedó un bolígrafo azul cielo, sabía que no era suyo, este tenía diseños de un... ¿conejo cabezón? Rápidamente se levantó con la intención de buscar a la chica y devolverle lo que le pertenecía, pero no la encontró por ningún lado de la biblioteca, tampoco en las bancas de afuera de esta.
Suspiró con sus hombros y se frotó la nuca rendido, ya habrá otra oportunidad para devolverle el bolígrafo...
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