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Un Corazón Cohibido


"Uhg, que frío. ¿De dónde salió?" Murmuró Susana para frotarse los brazos, usar ropa fresca no fue la mejor idea.

Alexis vió cómo la chica temblaba suavemente y supo que tenía frío. Sin dudarlo se comenzó a quitar su saco de cuero para ofrecérselo, al verlo ella sonrió un poco tímida por las molestias pero aceptándolo, no le vendría nada mal.

"Gracias." Le sonrió con suavidad recibiendo una mirada apenada y una sonrisa tímida de regreso. No pudo evitar notar el fuerte perfume masculino que el saco desprendía, comenzaba a ser muy familiar para ella. "Te congelaras sin tu saco." Le dijo asegurándose que le entendiera con lo poco que había aprendido de señas gracias a él.

Él negó y le hizo señas, mismas que ella no comprendió y lo mostró en su rostro. Alex se llevó una mano a la nuca y trató de pensar una manera de que comprendiera, tener que desbloquear su celular cada segundo le daba pereza. Le acercó sus manos haciendo que le mirara con confusión, pero al final, y por naturaleza al ver las manos abiertas, las tomó entre las suyas.

"¡Oh!" Una risita salió de la garganta de la castaña. "Eres caliente— ¡Quiero decir!" Su rostro se volvió rojo rápidamente, lo que la hizo negar. "¡Tú piel está caliente!" Él no la comprendió, la rapidez no le permitió hacerlo pero no indagó.

La noche pasaba lenta, estabas sentados nuevamente en el banquillo en la glorieta mirándose mientras se comunicaban con mensajes, movimientos de labios, gestos y movimientos. Alexis le había enseñando cosas muy básicas de la lengua de señas como el abecedario y cosas que ella pedía saber, en el proceso se carcajeaban en silencio por diferentes razones. Era como si fueran amigos de toda la vida.

"¡Susie!" Exclamó Rivers al asomarse al patio para sacudir su mano llamando la atención de la mencionada. "¡Llegaron las pizzas!" Al avisarlo se volvió a meter a la casa.

"¡Okay!" Respondió la castaña para levantarse llevándose la mirada del chico, se le notaba confuso. "Oh, pizza." Dijo inclinándose a él para mover sus labios notoriamente.

Alexis asintió y se levantó para ir con ella dentro de la casa. Las vibraciones se hicieron más fuertes al acercarse a la sala pues allí estaba la bocina, temió por un momento que el ruido le doliera, pero no fue así. Susana, por su lado, vió a sus amigas y otros comiendo y hablando entre ellos animadamente, no tuvo que decir nada para que sus amigas la vieran.

"¡Susie! ¿Pepperoni o queso?" Preguntó Ari con una sonrisa.

"¡Pepperoni!" Respondió la mencionada yendo a donde ellas rápidamente.

Alexis vió como se alejó, realmente no tenía ganas de comer, así que dió media vuelta y fue a la cocina buscando una bebida fría. Nada más pisar las lozas negras y blancas fue recibido por su amigo, quien le miraba con esa maldita sonrisa caga palos.

"Eh, galán." Le guiñaba señalándole con sus índices de forma bromista. El pelinegro le respondió con el mismo gesto, pero sin realmente entender la razón de esta, ni pensaba que tuviera una razón, su amigo era raro por naturaleza. "¿Cuantos corazones dejaste atrás?" Preguntó sonriendo.

"¿Qué?" Preguntó Alex al no comprender.

Roier alzó sus manos y le hizo señas, sólo hacia esto cuando no quería que otras personas se enteraran de la conversación.

"¿La chica?" Señaló el de gorro recibiendo un asentido de regreso. "Se llama Susana."

"¿Y?" Insistió el contrario alargando sus palabras mientras movía las cejas rápidamente.

"¿Y... qué?"

"¿Se besaron?" Preguntó Roier con sus manos.

Esta pregunta hizo que Alexis se tornara rojo, tan rojo que parecía jitomate. Rápidamente agitó su cabeza negando, pero su amigo insistió.

"¡Oh, vamos!" Chilló el moreno. "¡Te puse todo en bandeja de plata!"

"Es sólo una amiga." A pesar de su respuesta, el rostro de el de gorro seguía enrojecido.

"Claro, te creo, señor "toma mi saco, tú lo necesitas más que yo". Blah, blah." Bromeó Roier fingiendo ser un hombre cuadrado y fuerte que le daba su saco a una dama, sólo que el saco era una servilleta.

Ante la personificación tonta Alex carcajeó, eran pocas las veces que se lograba escuchar su voz y Roier vivía feliz cada que lograba hacerlo, pues sólo ocurría cuando le hacían reír lo suficiente para que carcajeara.

"Deberías reír más seguido y dejar de pensar en tonterías." Le señaló el moreno con una sonrisa tranquila.

"¿Tonterías?" Preguntó Alex perezosamente con una mano.

Roier respondió tocando su oreja y luego el borde de sus labios con calma, esto hizo que Alexis frunciera el ceño para abrir la nevera ignorando la seña de su amigo.

"Alex." El moreno se apresuró a tomar su hombro pero esto hizo que Alexis volteara agresivamente a él para cerrar la nevera con fuerza haciendo ruido, no sólo de la nevera, sino que también de lo que había dentro.

"Es fácil para ti decirlo." Le dijo haciendo señas rápidamente, era justo lo que hacía cuando se enojaba. "Tú puedes caminar por la acera sin preocupaciones."

"No empecemos con esto, Alex." Respondió Ro frunciendo el ceño y apretando la mandíbula con coraje. "Siempre haces esto de decirme qué puedo hacer que tú no puedes. Deja de pensar en todo lo que no puedes hacer y piensa en lo que sí puedes hacer, cabrón." Le dijo señalándole. Ante todo esto el pelinegro miró a otro lado sin cambiar su cara de poco amigos, esto hizo que el moreno suspirara. "Ah, no, no, no vengas a hacer esa mierda."

Cada que Roier comenzaba a hablar y tenía la razón Alex miraba a otro lado, de esa forma no leería sus labios ni vería sus manos. Era una jugada fuerte debido a que su amigo no podría forzarlo a mirarle, una vez lo hizo y eso provocó que Alexis se rompiera en llanto. ¿La razón? Se sentía inferior al ser manejado de esa forma, como si no estuviera al mismo nivel que una persona no descapacitada.

Entre este acto infantil de ignorar a su amigo girando la cabeza a otros lados se encontró con los ojos cafés de Susana, posiblemente eran sus ojos favoritos.

"¿Alexis?" Llamó ella algo preocupada al ver su rostro enojado, mismo que poco a poco se iba deshaciendo al verla. "¿Todo está bien?"

Roier miró a su amigo aún con el ceño fruncido, vió como este no tuvo las fuerzas para responderle, así que tomó su lugar.

"Hazle saber a este idiota.." Al hablar se aseguró de que su amigo le viera. "..Que tiene derecho a vivir una vida normal como cualquier otro." Dijo soltando estas palabras justo frente a él haciéndose cargo de aclarar cada palabra con sus labios, lo último luego de eso fue en señas.

"¿Quieres ser como los demás? Comienza dejando de ser tan negativo."

Luego de esto, el moreno se marchó pisoteando fuerte dejando a su amigo atrás con una cara de desagrado. Alexis y Susana se quedaron solos en la cocina, la castaña no sabía qué decir o hacer, pensó que dejar los platos plásticos que tenía en sus manos era lo primordial. Pasó por al lado de el pelinegro y dejó los platos en la basura junto a todo lo demás descansando sobre estos.

Susana volteó a él y quiso hablarle, pero no sabía mucho de señas como para comunicarse. Pero recordó que el chico de cejas anchas siempre le hablaba y el chico de gorro le parecía entender.

"¿Qué está sucediendo, Alexis?" Le preguntó con suavidad mirándole con preocupación.

El chico evidentemente no dijo nada.

"¿Algo te preocupa o...?" Suavemente negó al no saber qué decir. "Puedes decirme."

Esa simple palabra hizo un cortocircuito en todo el cuerpo de Alexis, empezando por su cerebro. ¿Puede qué? ¿Decirle? ¿Qué más podría decir para enterrarlo bajo tierra?

"¿Alexis?" Le volvió a llamar con esa misma suavidad que por alguna razón sólo usaba con él.

El chico negó con lentitud y se llevó las manos al rostro con frustración. Quería decir tanto, pero no podía decir nada. ¿Qué se le debería decir a una chica a la cual llevas observando de lejos desde que inició su vida como universitario? Claro, recién la conocía, pero llevaba desde el inicio viendo cada movimiento sin ser notado, ni un poco, cosas que tenía de no hacer ni el más mínimo ruido. El punto era que, Alexis llevaba años enamorado de ella. Él veía cómo su nariz se arrugaba cuando en la cafetería olía a brócoli. Él veía cómo corría de un lado a otro para llegar a sus clases. Él veía cada pequeño detalle y poder ser notado por ella era lo mejor que le había pasado en años.

Tal vez, su amigo tenía razón y debía comenzar a... verse posible de tener tan siquiera una vida amorosa normal.

Pero, ¿qué podría ver ella en él? Susana era preciosa, no sólo por fuera, por dentro también, todos lo sabían y más de una vez tuvo que rechazar a quienes se atrevían a confesarle sus sentimientos. Ella era brillante y tan femenina, ella era... simplemente perfecta.

Con un suspiro quitó sus manos para mirarla con una suave sonrisa. Se limitó a mostrarle el pulgar en señal de que estaba bien.

"¿Seguro?" Insistió ella, Alexis asintió. "Bien, pero si quieres hablar de algo, sabes que aquí estoy." Ahí estaba otra vez, la hermosa sonrisa gentil que le calmaba.

Alexis mostró su mano, su pulgar y su índice se tocaban y los demás dedos estaban rectos haciéndole saber una respuesta positiva. Susie asintió y le hizo una seña para que fuera con ella y los demás a la sala.

Se conformaba con ser su amigo, después de todo, tardó mucho en poder interactuar con ella, no lo echaría a perder por algo tan tonto como lo eran sus sentimientos.


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