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La creación de un Vínculo


En la tarde Rivers y Ari iban a la reunión de Mariana, realmente no era de él, era de Roier pero eso no importaba mucho. Sería algo tranquilo, pizzas, cosas para picar y una piscina en la que podrían meterse cuando quisieran. Ambas chicas querían que Susana fuera pero ella no quería, lo que nos llevaba a la situación actual.

"Ándele, Roier dijo que iba a ser algo así tranquilo." Insistía la rubia sentada desde la cama de su amiga.

"Sí, además, comerás algo y volverás a tu casa antes de que caiga la noche." Dijo Ari con una sonrisa subiéndose a el bean bag junto a la cama.

"Es que me da hueva, no habrá ambiente del chido." respondió Susana desde su silla de escritorio sentada. "¿Cómo por qué iría?"

"Por que es domingo."

"Y por nosotras."

Ante esa lógica la castaña suspiró. Era cierto que la única razón por la que iba a fiestas era para bailar, amaba bailar y bailaba lo que sea, pero esa reunión era eso, una reunión, si fuera fiesta iría por que sabía que la música era garantizada, pero aquí nadie le garantizaba que iba a pasarla bien.

"¿Y si nosotras llevamos una bocina para poner música?" Susana la miró atenta.

"¡Qué buena idea!" Apoyó Ari con una sonrisa aplaudiendo. "Llevemos una bocina así de las grandes para poner música y que se cree el ambiente."

Ante esto la pálida no pudo negar más. "¡De una!" Exclamó sonriendo enormemente.

Fue así de sencillo convencer a Susie para que tan pronto se fueran sus amigas se comenzara a preparar. La castaña se metió a su armario y sacó diferentes prendas hasta armar tres outfits distintos con diferentes zapatos. Se metió a su cuarto de baño y no pasó mucho hasta que se encontró en una toalla rasurando sus piernas, pintando sus uñas y secando su cabello para alaciarlo. Al estar en su habitación una vez más terminó usando otro outfit totalmente distinto a los que planeó, siempre amó los colores claros y esto no era la excepción.

Ya era la hora de ir a la reunión, sus amigas pasaron por ella y fueron en el auto del padre de la rubia cantando y chillando como hienas, realmente disfrutaban momentos así juntas.



[...]



"¡Que bueno que llegaron!" Exclamó Mariana tan pronto las vió bajar. "¿Trajeron algo para botana?"

"¡Mhm!" Asintió Ari para alzara caja que traía en brazos sin abrir. "¡Y una bocina!" Chilló.

"¡Son la verga!" Respondió para tomar la caja ayudándola.

"Fue idea de Susie." Añadió Rivers.

"Grande, Susie." Sonrió el más alto contagiando a la castaña, era la primera vez que intercambiaban palabras.

Todos entraron y al ver que traían una bocina empezaron a abuchear como tontos felices de que hubiera música. Mientras conectaban todo Susana fue a la cocina ayudando a llevar las botanas y demás, dejó todo en la isla de la cocina para buscar con la mirada al anfitrión, pensaba ofrecer su ayuda.

"Eh, Roier, ¿no?" Preguntó con una sonrisa acercándose al moreno que entraba a la cocina.

"Ese mero." Sonrió el chico dejando cosas en la isla.

"Quiero poner todo en platos hondos y prepararlo para llevarlo a la sala, ¿dónde están los platos?" Preguntó una vez más.

"Allí, arriba." Señaló Roier. "Yo me encargo de bajarlos." Dijo rápidamente yendo a donde había dicho para bajar platos hondos y dejarlos en una superficie plana. "Aldo trajo bebida, lo pondré en la nevera rapidísimo, te ayudo con la botana pronto."

Susana asintió para ponerse manos a la obra con una sonrisa. No solía pasarse con los amigos de sus amigas, pero no les caía nada mal, ahora veía lo amables y agradables que eran. Había hecho bien al ir a esta reunión.

"Oh, ¡qué wey estoy!" Exclamó Roier en una pésima actuación llevándose la palma de su mano a su frente. "Olvidé que habían platos plásticos al lado de la parrilla en el patio, me harías un favor enorme si los buscas por mí."

La castaña lo miró sin notar su actuación de mal calibre para asentir. "¡Claro! Voy y vuelvo." Le dijo dejando lo que hacía. "¿Dónde es la puerta al patio?"

"Ahí, pasando el pasillo de allá."

Susana asintió y comenzó a caminar hacia allá sin prisa pero sin ir tan lento. Al abrir la puerta se encontró con el enorme patio, piscina y una glorieta se encontraban en este, era hermoso. Sus ojos se abrieron con sorpresa al ver a una silueta sentada en el banquillo dentro de la glorieta, al presentar más atención reconoció a aquel chico de audífonos y gorro, sólo que esta vez no usaba sus audífonos. La castaña se acercó rápidamente olvidando su misión principal con una sonrisa en su rostro.

El movimiento a su lado y el movimiento de sombras hicieron que el chico levantara la mirada de su celular para mirar a su lado. La sorpresa en su rostro fue evidente cuando vió a Susana a su lado sonriéndole con esos dientes blancos y perfectos. Ella sacudió su mano saludando y él algo dudoso le devolvió el gesto.

"Hola." Murmuró Susana moviendo los labios tratando de marcar sus palabras para que las leyera en sus labios.

Alexis asintió y sonrió un poco sintiendo cómo comenzaba a sudar frío, no sabía qué decir o qué hacer, hasta consideró escaparse corriendo.

"Ah, cierto." Murmuró Susana sacando su celular para mostrárselo. "Tu teléfono." Le dijo señalando su propio celular y luego el ajeno.

El chico tardó un poco en entender, le dió su celular pensando que eso era lo que quería, pero sólo causó la risa de Susie.

"No, no." Negó rápidamente. "Tu número."

Esta vez entendió y desbloqueó su celular, en cuestión de segundos se encontraron intercambiando números de teléfono en total silencio. Una vez todo listo cada uno miró sus celulares con el nuevo contacto en la pantalla, Alexis podía sentir su corazón palpitando como loco.

Susana sintió sus manos vibrar y una notificación en la pantalla le hizo saber que Alexis le había enviado un mensaje.

<<Las galletas estaban deliciosas.>>

Ese simple mensaje le hizo reír para mirarle, él ya le miraba igual de sonriente. Ella alzó su puño cerrado y lo movió sobre su propio pecho en círculos, esto hizo que Alexis se sobre exaltara bajando su celular para mover sus manos haciendo señas con rapidez y una expresión de emoción en su rostro. Susana trató de comprenderle, pero con la rapidez y todo el movimiento no logró comprender mucho.

"Eh... más lento, por favor." Pidió algo agobiada, ante este evidente agobio la expresión de emoción de Alexis cayó. Susie no se podría hacer una idea de lo que pensaba y eso la hizo sentir algo triste, genuinamente quería comunicarse con él.

Puso todo su empeño y corazón en lo poco que había aprendido de aquel libro y lo puso en práctica, por algún lado se comenzaba.

"Yo..." se señaló a si misma. "Estoy aprendiendo señas." Alex la miraba atento, al verla hacer señas se tapó la boca y volteó su rostro al lado contrario a ella. "¿Eh? ¡No, no, no! ¡No quise ofenderte!"

Susie rápidamente le tomó del hombro asustada y muy preocupada, pensaba que le había ofendido, pero al voltearlo le vió rojo sacudiendo los hombros con sus ojos entre cerrados. No estaba ofendido, ni triste, estaba riéndose en silencio.

"¡¿Te estás riendo?!" Exclamó ella siendo contagiada con la risa.

Entre su risa silenciosa el pelinegro intentó explicarse. Sus manos imitaron las acciones de ella, fue igual de lento y torpe, luego lo hizo de la forma correcta y con una rapidez decente. Susana lo comprendió y asintió ante la pequeña clase donde él le mostró la forma correcta de decir que estaba aprendiendo lengua de señas, Alexis asintió y aplaudió un poco haciéndola sonreír orgullosa con sus mejillas algo rojizas por la risa anterior.

De repente Susana paró las orejas al escuchar música proveniente de adentro de la casa. Miró a su compañero y él miraba al mismo lugar, le pareció curioso y algo triste, Alexis no podía disfrutar de la música como ella lo hacía, ella se retorcería llorando su no pudiera disfrutar de la melodía de la música. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando le vió bajar su mirada para escribir algo en su celular, ahí fue cuando le llegó un mensaje de texto.

<<Pusieron música, ¿verdad?>>

Susana le miró y asintió curiosa. ¿Cómo sabía que habían puesto música? Es una muy buena pregunta, justo ahí, otro mensaje llegó a su celular.

<<Puedo sentir las vibraciones de las bocinas, se te nota la duda en la cara.>>

Ella rió un poco para negar, era demasiado expresiva y todos lo sabían. Dejando su celular de lado se levantó para mirarle con una sonrisa evidentemente alegre.

"¿Bailas?" Le preguntó y Alexis rápidamente escribió algo en su celular para mostrárselo. "Las vibraciones del bajo no parecen ser bailables." Leyó ella para reír un poco, era cierto, la canción que sonaba era "La Vuelta Al Mundo" y nunca antes había visto a alguien bailarla. Bueno, siempre había una primera vez para todo.

Susana no se quedó de brazos cruzados y lo agarró de las manos para dejar el celular de lado antes de tirar suavemente de él y que se levantara. Alexis se dejó hacer levantándose para mirarla curioso pero con emoción. Los brazos de ella le atrajeron más estando algo cerca, esto hizo que él sintiera miles de cosas en un segundo.

"Cualquier canción se puede bailar si así lo deseas." Le susurró estando segura de que el chico frente a ella leyera sus labios. "No importa el género." Alexis quiso prestarle atención a sus palabras, pero sus labios rosados estando tan cerca que le hacían no poder darles la importancia que ocupaban.

Los brazos de Susana se abrazaron al rededor de los hombros ajenos, por su lado, Alex no sabía dónde colocar sus manos. Dudó y se lo replanteó muchas veces, pero terminó tomando la pequeña cintura de la chica con delicadeza, no quería incomodarla accidentalmente tocando de más o algo parecido. Nada más sujetarla miró su rostro para ver si estaba incómoda, todo lo contrario, ella le sonreía con dulzura. Susana lentamente recostó su mejilla del pecho de Alexis, mismo quien con un fuerte suspiro sacudiendo suavemente sus hombros se dejó hacer recostando su mentón sobre la cabeza ajena.

Ambos comenzaron a bailar lentamente como si fuera una canción lenta y tranquila. Alexis no sintió nada más que la presencia de Susana y ella dejó de escuchar la música sumergiéndose en la sensación cálida que la envolvía.

Eran ellos dos solos bajo la glorieta bailando con lentitud siendo la noche estrellada su único testigo. Apenas se conocían desde hace pocos días, pero ese pequeño momento creó un vínculo que se iba reforzando cada vez más con cada mirada que inconscientemente se dedicaban.


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