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Dulces Palabras Correspondidas


"¡Deberías volver!" Le gritó Ari nada más escuchar toda la situación de su amiga. "¡Lo dejaste solo y obviamente los dos querían lo mismo!"

"Pero— Mi ropa interior." Insistió Susana con sus mejillas rojas.

"¡Yo tengo un conjunto que me regaló Ama hace mucho y nunca lo usé!" Saltó Rivers para ir corriendo a su habitación en busca de ese tan preciado conjunto de ropa interior.

Susana estaba nerviosa, no era su primera vez, pero el hecho de que fuera Alexis la ponía muy nerviosa e intranquila. Él era un chico dulce y amable, genuinamente una buena persona y la mejor que había, no quería arruinar su bonita amistad con él... Bueno, los amigos no se besan, mucho menos hacen lo que sea que sucedió en su habitación.

"¿Susie?" Ari la sacó de sus pensamientos. "Si no quieres no estás obligada." Le recordó con una sonrisa tranquila.

"No— Yo... Yo sí quiero." Confesó con su corazón latiendo. "Es solo que es... me pone nerviosa."

La chica le sonrió enterneciendo mientras la otra rubia aparecía con una pequeña bolsa de Victoria's Secret. Parecía que corrió un maratón. "¡Aquí está!" Exclamó.

"¡Perfecto!"

Ari le lanzó la bolsa a su amiga pálida y entre las dos la empujaron a el cuarto de baño, no saldría hasta que vistiera ere bonito conjunto, o eso le decían ellas. Susana sacó todo de la bolsa y vió que no era tan extravagante, era un conjunto rosa cómodo pero algo picoso por el encaje, fuera de eso, todo era normal.

"Mierda, Susana..." se dijo a si misma al verse al espejo en ropa interior. "Cálmate y piensa con la cabeza." Se llevó las manos a la cabeza y con un profundo suspiro se asintió a si misma con firmeza, estaba decidida. "Todo o nada."



[...]



Ya había pasado casi dos horas desde que la chica abandonó la casa, unos minutos después los padres de Alexis le enviaron un mensaje dejándole saber que no volverían hasta la mañana y que su primo le cuidaría, era tonto para el pelinegro pues podía cuidarse solo. Roier y Missa continuaban sentados en la sala viendo la tele mientras Alexis volvía a arreglar la maqueta que fue rota, miraba todo concentrado y queriendo no pensar en nada de lo que sucedió estaba pensando solamente en el proyecto. Iba a asegurarse de terminar gran parte antes de dormir.

En el primer piso la puerta fue tocada, la chica al otro lado se insultó por olvidar que nadie le iba a abrir, pero sí le abrieron haciendo que se sobre exaltar.

"Ah, Susana." Roier fue quien la recibió, se le notaba sorprendido.

"Perdón, ¿está Alexis?" Preguntó la fémina con un sonrojo.

El moreno la miró de arriba hacia abajo y lo pensó, algo en su mente hizo click y sabía que no debía quedarse. "Sí, sí, sí, sí, está en su habitación arriba, pasa, pasa." Susana pasó haciendo que Missa se asomara por el pasillo para ver quien era, al igual que su amigo se sorprendió cuando vió a la chica. "¡Missa! Vamos a comprar lo que pidió tu tía." Dijo dándole señales con sus ojos, el mayor lo entendió al instante.

"¡Sí! Vamos, es una lista muuuuy larga." Apoyó el de cabello largo yendo rápidamente a la puerta mientras se colocaba sus chanclas.

Roier empujó a Missa fuera de la casa con una gran sonrisa mientras salía descalzo. "¡Chao!" Y cerró la puerta.

Susana vió todo algo extrañada pero no se quejó, pensó que era mejor la soledad con el chico. Con prisa avanzó a el segundo piso tragando sus nervios, estaba segura en si misma y quería volver a sentir los labios de ese chico tan dulce. Sin pensarlo más, abrió la puerta.

"¿Alexis?" Preguntó para si misma, al instante le vió sentado en el suelo arreglando aquella maqueta que habían roto hace unas pocas horas, de solo pensarlo le daban escalofríos.

En un intento acertado apagó y encendió la luz para que alzara la mirada, justo eso sucedió. El chico se levantó al instante soltando lo que traía en sus manos con una expresión sorprendida, para nada la esperaba.

"Hola.." Señaló Alex con sus mejillas rojas.

"Alexis, perdón por marcharme." Fue lo primero que dijo la chica acercándose luego de cerrar la puerta tras ella. "Yo no—"

"¿Hice algo mal?" le preguntó el chico con preocupación. "Perdón si te incomodé, de verdad que lo lamento." Insistió acercándose un poco.

"Alexis..."

"Me apresuré, creí que ambos estábamos pensando en lo mismo, yo no quise incomodarte, realmente no, por favor, perdóname." Sus manos iban muy rápido, Susana comprendía poco, pero lo que le quedó claro era que él también quería ser uno con ella.

Susana se le acercó y le sujetó las manos para evitar que le dijera algo más. "Yo también quiero lo mismo..." Esas palabras le hicieron sentir a su corazón latir como loco, lo que lo hizo bajar la guardia cuando ella se le abalanzó en un beso profundo y lleno de amor. El pelinegro estaba muy nervioso, demasiado, era la primera vez que se veía en esa situación y no sabía qué hacer. Tenía miedo de tocar a la chica de forma que la enojara otra persona, aunque no era realista pues la situación entera era de todo menos inocente. Las temblorosas manos del pelinegro se acercaron al cuerpo de la castaña, aunque nunca llegó a tocarla, Susana lo notó al separarse del beso, le pareció tierno el respeto que le tenía como para no tocarla, aunque era algo que debía hacer en orden para continuar.

"Está bien..." Susurró la chica llevando las manos del chico colocándolas en su cuerpo con cuidado de espantarlo. "Puedes hacerlo." Y con delicadeza puso la palma ajena sobre uno de sus senos.

Ante el suave tacto Alexis suspiró, se sentía cálido y muy agradable, eran pocas las veces que realmente podía tocarla, hacerlo era realmente algo que le gustaba, y mucho. Susana sonrió con gentileza sintiéndole cerrar su mano con cuidado para tocar con más seguridad, el solo tacto hizo que el pelinegro sintiera un calor por todo su cuerpo que nunca antes había experimentado, pero le gustaba.

En lentos movimientos la chica se acercó para hacerlo recostarse de el espaldar de la cama, fue en ese momento que se terminó de quitar su sujetador mostrando su piel desnuda, cosa que Alexis nunca antes había visto sonrojándolo del todo. Susana se recostó con cuidado de él para llevar su mano a el pantalón ajeno subiendo primero su camisa revelando su abdomen para deshacer el hilo de sus pantalones, ante esto Alex sintió su corazón temblar demasiado, sentía que no podía quedarse atrás, por esto se acercó para depositar besos en el blanco pecho ajeno para bajar hasta sus botones haciéndola suspira. Susana debía admitirlo, le encantaba ver como el inocente chico pelinegro se hundía en su pecho para lamer y succionar su carne con sus ojos cerrados, le gustaba la sumisión evidente de Alexis, lo que la calentaba más.

La mano de Susana bajó por la tela acariciando el pedazo de carne bajo esta, el rostro del chico no podía estar más rojo de lo que estaba, aunque no se quejaba, le gustaba la sensación y los estímulos que le ofrecía. Soltó un gemido sorprendido cuando sintió a la fémina agarrar su miembro para masturbarle con suavidad y firmeza, finalmente sintió que perdía la cabeza cuando la vió separarse un poco para bajar e introducirlo en su boca, casi y terminaba con solo eso. Lo único que podía hacer era sujetarle el cabello y gemir, pareciera patético pero hasta retorcía su pies de solo sentir su lengua moverse alrededor suya, no quería ser precoz, pero era difícil, nunca antes había tenido sexo y mucho menos se había masturbado, era arriesgado en el estado en el que estaba, por esto sentía tantas emociones fuertes al mismo tiempo.

Minutos pasaron y cada segundo contaba, ella sentada en el regazo de él, sus piernas abrazando sus caderas, sus brazos abrazando sus hombros de cerca y él sujetándola con su brazo rodeando sus caderas mientras que su otra mano se apoyaba de la cama para mantenerse firme... Todo parecía tan surrealista, pero esto les estaba haciendo sentir mucho más que excitación. Susana movía sus caderas con lentitud rítmica a la vez que jadeaba profundamente, Alexis la miraba sintiéndose embriagado de ella, sus movimientos, su piel, el cómo se sentía su interior abrazándose alrededor de él, lo estaba amando con locura.

Los jadeos y el constante ruido de el movimiento de la cama eran tan tímidos que era adorable. Alexis jadeaba y cuando accidentalmente gemía era tan delicado pero tan genuino que Susana lo amaba, quiso escucharlo más y más, la forma en la que gemía entrecortado era tan hermosa y nada le haría cambiar de opinión. Estaba igual de embriagada que el contrario, tanto que se abrazó aún más y escondiéndose en su cuello quiso más de él. El chico trajo su otro brazo para abrazarla con ambos, sus ojos se rodaron levemente hacia atrás y se dejó llevar tanto como su cuerpo lo quiso.



[...]



Susana se encontraba acostada en la cama, entre sus piernas Alexis abrazado a ella se movía constantemente, pero no eran movimientos de embestidas, eran movimientos que casi y pareciera que se frotaban ambos entre si. La cabeza de él estaban contra el pecho de ella, de esta forma podía sentir las vibraciones de sus suaves gemidos. Susana le atrajo en un profundo beso provocando que se detuviera de lo encantado que cayó ante sus labios. En ese momento no pensó en los dos mundos totalmente distintos en los que se encontraban, solo pensaba en ser uno con ella, sin señas y sin palabras, solo sensaciones.

Constantemente se preguntaba.. ¿cómo se escucharía la voz de Susana? ¿Será suave y dulce? ¿Tal vez un poco ronca? Su mente pensaba en ella, su cuerpo pedía más de ella y él también quería lo mismo que estos dos anteriores, pero ese pensamiento se veía interrumpido cuando deseaba escuchar esos gemidos... Más que eso, quería escuchar su voz.

La castaña abrió sus ojos confundida al escuchar suaves sollozos, rápidamente cayó en cuenta y con sus manos tomó el rostro de el chico para verle. El rostro levemente fruncido de Alexis la hizo sentirse triste, sus ojos estaban cristalinos y su ceño fruncido, no lo comprendía y eso le daba miedo. Con suavidad se reincorporó sentándose y en un tirón de parte de él terminaron en la posición inicial, ella sentada en el regazo de él y él abrazándose a ella con firmeza.

Susana alzó sus manos con delicadeza y frente a él le hizo una seña con lentitud. "¿Qué sucede?" Preguntó.

Alexis la miró y en sus ojos se vió el dolor de su corazón. "No puedo escucharte." Le respondió con sus manos en movimientos pausados, quería comunicarle sus sentimientos. "No puedo escuchar tu voz."

"Oh, Alexis..." suspiró ella con lástima comenzando a secarle las lágrimas. "No hace falta que me escuches.."

"Pero yo quiero escucharte." Insistió él para terminar sujetando la misma mano que ella utilizaba para limpiar sus lágrimas.

Susana le miró en silencio correspondiendo el agarre de su mano con suavidad. Ella no lo comprendía, pero quería intentarlo. Con lentitud le soltó y con sus manos le atrajo una vez más haciendo que descansara su cabeza en su desnudo pecho, Alexis cerró los ojos y la abrazó como nunca antes había abrazado a alguien, poco después comenzó a sentir vibraciones.

"Te quiero, Alexis." Dijo Susana mientras acariciaba el largo cabello ajeno con una de sus manos. "Te quiero..." repetía.

Él no la escuchaba, tampoco la veía, pero pudo entender todo lo que le decía y eso le hizo dejar de llorar... Y por primera vez en años, quiso aferrarse a las vibraciones más que al ruido.

"Susana.." la castaña abrió los ojos al escucharle llamar su nombre. "Yo también... tam— bién... te quiero." Esa pequeña pero gran confesión hizo que la chica sonriera y volviera a cerrar sus ojos para abrazarle, no podía estar más feliz.

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