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◇When he touched him he turned ruby red


Hoseok miraba la hora cada dos minutos, había un programa sobre carreras de motos que quería ver, pero tampoco podía levantarse e irse. Si quería que el chico entrara en confianza con él, debía mostrarse como el caballero perfecto. HyungWon observó que Hoseok estaba un poco impaciente. Pudo notar que movía las piernas y miraba su reloj bastante seguido.

—Creo que es hora de irme —dijo HyungWon sintiéndose un poco decepcionado. Le gustaba Hoseok y estaba pasando un buen momento. Pero quizás era solo él quien lo estaba disfrutando. Hoseok lo miró y asintió—. Debo madrugar, ya sabes... Exámenes.

Hoseok se levantó y lo ayudó a juntar sus cosas.

—Gracias por los pasteles, HyungWon. Estaban deliciosos —dijo agarrando el celular y rascándose la nuca. El aire inocente siempre funcionaba con sus conquistas—. ¿Crees que podrías darme tu número? Podríamos salir algún día.

HyungWon estuvo de acuerdo y le pasó su celular para que Hoseok agendara su número. Luego salieron del café, Hoseok abriéndole la puerta y HyungWon ruborizándose. Cuando pusieron un pie afuera, HyungWon se frenó de golpe.

—¡Wow! ¡Una Electra Glide! —exclamó corriendo hacia la moto estacionada en la vereda. Hoseok casi se cae de sorpresa. No tenía idea que HyungWon sabía de motos. Parecía el tipo de los que escuchan música clásica y están pegados a algún libro todo el día.

Se acercó cauteloso.

—¿Te... te gustan las motos?

HyungWon movió la cabeza afirmativamente con una sonrisa de oreja a oreja.

—Es una belleza. ¿Sabes que sólo se fabricaron 6.900 de estas? —los ojos de Hoseok se abrieron al límite—. ¿De quién será? —HyungWon movió la cabeza en ambas direcciones buscando al dueño de la moto.

—Eh... es mía —dijo Hoseok en voz baja.

HyungWon alzó las cejas.

—¿En serio? Wow, eres afortunado. Son caras —murmuró pasando los dedos por el cuero del asiento. Luego miró a Hoseok que tenía la mirada perdida en la calle—. La pasé muy bien, Hoseok —dijo con timidez— gracias por hacerme compañía.

Hoseok no dijo nada, solo sonrió y sacó las llaves de su chaqueta.

—Vamos, te alcanzaré hasta tu casa.

—Oh, no. No es necesario. Vivo cerca, puedo ir caminando.

Hoseok no le prestó atención y le pasó su casco.

—¿Rechazarás un paseo en esta muñeca? —preguntó golpeando el metal mientras sonreía de lado.

HyungWon no pudo resistirse. Ni al paseo en moto ni a esa sonrisa.

—Está bien, me convenciste.

Casi saltando de alegría, HyungWon se ajustó el casco, pero Hoseok tuvo que ayudarlo porque la cabeza de HyungWon era un poco más pequeña que la suya y el casco casi le bailaba. Hoseok soltó una risita cuando se acercó y levantó los brazos para ajustarle la correa y HyungWon cruzó los ojos para mirar hacia arriba.

—Tienes unos ojos muy bonitos, HyungWon —Lo alabó. Igual no mentía. Si hubiera sido una chica sería una muy linda. Demasiado alta quizás, pero linda.

Vio con satisfacción cómo las mejillas de HyungWon se colorearon. Curioso. Jamás se había fijado en los hombres de manera sentimental y no creyó que reaccionaran de la misma manera que las mujeres. Él se consideraba una persona poco vanidosa y los halagos no le importaban en absoluto. Sabía que era atractivo porque todas las mujeres se lo decían, pero jamás se detuvo demasiado a pensar en eso, ya que en el mundillo donde se movía y en el ambiente que frecuentaba, las mujeres sólo buscaban sexo y diversión y probablemente le decían las mismas palabras a todos. Ahora, viendo a ese chico delicado, sonrojarse por dos palabras bonitas, le causó gracia y ternura en partes iguales.

—Gracias —dijo en un susurro.

Hoseok le guiñó un ojo y le tocó la la punta de la nariz con un dedo.

—Vamos a dar un paseo, ojitos.

Se subió a la moto y esperó a que el chico se sentara. Cuando sintió las manos contrarias aferrarse a su cintura, sonrió satisfecho y arrancó. HyungWon aspiró el perfume de Hoseok y soltó un suspiro que se perdió en la noche. Se sentía extrañamente feliz y cómodo. Quizás Hoseok era lo que había estado buscando. Sonrió y se apoyó en la espalda ancha.

—¿Todo en orden? —le gritó Hoseok desde adelante.

—¡Esto es genial! —gritó de vuelta HyungWon.

Hoseok lo llevó a pasear por el río Han.

—¿Qué tal estuvo el paseo? —le preguntó acomodándole un mechón de cabello que había caído sobre sus ojos cuando se quitó el casco.

HyungWon desvió la mirada, no quería ruborizarse otra vez.

—Fue sensacional. Hacía mucho que no me subía a una...

Hoseok notó el tono de tristeza en la voz del alto.

—¿Tenías una moto tú también?

HyungWon sacudió la cabeza para luego sonreírle.

—No, no... —vio a pocos metros un puesto de nubes de azúcar y su mirada se iluminó—. ¿Te gustan los dulces?

Hoseok juntó los labios evitando reír.

—Seguro. Pero déjame pagar a mí. Ya me invitaste los pasteles.

Sin darle a tiempo a responder, Hoseok lo agarró de la mano y lo arrastró con suavidad hacia el puesto. Un rato después, ambos estaban sentados en el césped, comiendo las nubecitas de color celeste.

—Creo que hace años que no como una de estas —admitió Hoseok alegremente. Sus ojos se abrían cada ve que metía un trozo de azúcar a su boca.

HyungWon lo miró sorprendido.

—¡Tienes que estar bromeando!

Hoseok soltó una carcajada musical que encantó al alto por su frescura.

—En serio. Nunca tengo tiempo para hacer esto —dijo mirando hacia el río—, de hecho creo que no vengo aquí hace por lo menos cinco años.

Ahora la cara de HyungWon era de un shock extremo.

—¿Cinco años? Wow... es increíble. ¿Siempre viviste aquí?

Hoseok asintió.

—Se puede decir que sí. Aunque tuve la suerte de viajar por todo el país.

—Eso debe ser genial...

Hoseok giró la cara para mirarlo.

—Y tú, ojitos lindos, además de leer e invitar pasteles a extraños, ¿qué más te gusta hacer?

HyungWon se encogió, abrazándose las piernas.

—Tú no eres un extraño.

—Lo era hasta hace unos días —replicó Hoseok terminando de comer la nube de azúcar—. Sabes, me alegra haber chocado contigo. Eres agradable.

HyungWon se llevó las manos a la cara, avergonzado.

—Yo también me alegro de que lo hayas hecho. Y también creo que eres agradable.

Hablaron por un tiempo más hasta que HyungWon, muy a su pesar, informó que debía irse. Se subieron a la moto y cuando llegaron a los apartamentos donde vivía el alto, HyungWon ya estaba deseando que el día no terminara nunca.

—Bueno, creo que eso es todo por hoy —dijo quitándose el casco y apoyándolo en el asiento.

—¿Puedo llamarte alguna vez? —Hoseok movió el pie jugando con las piedritas del suelo.

—Si, me gustaría que lo hicieras, Hoseok.

—Puedes decirme Hoho. Mis amigos me llaman así.

HyungWon agarró las correas de su bolso y rebuscó adentro. Sacó las llaves y un pequeño libro de bolsillo.

—Ten. Creo que te gustará...

Hoseok frunció el ceño por una fracción de segundo y luego sonrió, tomando el libro.

—Lo leeré —Se acercó y levantó la mano para dejar una pequeña caricia sobre su mejilla. —La pasé muy bien, ojitos. Gracias por esta noche —dio un paso adelante y besó por dónde antes había acariciado.

HyungWon no cabía en sí de dicha. Había conocido a un hombre divertido y atractivo que encima le correspondía sin caer en la adulación innecesaria o en las insinuaciones descaradas. Agitó la mano despidiéndose y cuando la figura desapareció en la noche, se llevó una mano al corazón.

Hoseok...

Nobody Else

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