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Era una fría mañana, del 20 de diciembre del 2019.

Yoongi estaba parado frente al espejo de cuerpo entero.

Estaba a punto de abrochar su camisa, pero se detuvo viendo su cicatriz. Aquello lo hacía muy a menudo, por más de que se había propuesto no hacerlo tan seguido.

Delineó suavemente aquella cicatriz queloide que estaba casi a la mitad de su pecho, de un tono rosáceo que contrastaba en su blanquecina piel.

Ladeo un poco su cabeza, tratando de observar hasta el más mínimo detalle, aunque ya la conocía a la perfección.

¿Para que un tatuaje?

Aquella cicatriz era su marca de por vida, lo que le recordaría para siempre lo que ocurrió.

Su omega protestó en cuanto sintió como Yoongi se ponía triste. Así que, sacudió su cabeza y apartó aquellos malos recuerdos. Pasado era pasado.

A punto de cerrar su camisa, fue interrumpido.

Jimin - su alfa - estaba parado en el marco de la puerta. ¿Cuánto tiempo llevaba allí?

Antes de que Yoongi pudiera decir algo, el alfa se acercó con una sonrisa ladina, y se posicionó detrás del omega.

Masajeo sus hombros, lo cual relajó a Yoongi haciendo que cerrara los ojos. Jimin apegó su nariz en los húmedos cabellos de su omega, aspirando el fresco olor. Una de sus manos se deslizó hasta el pecho de Yoongi, y acarició delicadamente aquella cicatriz.

Yoongi abrió los ojos, mirando a Jimin a través del espejo.

- Hoy estas más hermoso que ayer. - susurró Jimin cerca de su oreja.

Yoongi sonrió - Me encanta que me digas eso.

- Es que es la verdad.

En realidad Jimin le decía eso todos los días. Y todos los dias se sonrojaba.

Jimin se movió hasta quedar frente a Yoongi, dejó un casto beso en su frente, para después inclinarse hacia su pecho, y comenzar a dejar tiernos besitos a lo largo de la cicatriz.

A Yoongi le causaba cosquillas,  mucha conmoción interna, y si, un poco de excitación. Mordió su labio inferior, masajeando los cabellos de su alfa, animandolo a que siguiera.

Con excepción de los médicos en su tiempo, y Jimin, a nadie dejaba ver ni tocar su cicatriz.

Aquella cesión de caricias, mimos y besos, exclusivos en aquella parte, era escencial para comenzar o terminar el día. Jimin jamás se cansaría de hacerlo.

- Jiminie - jadeo Yoongi, alejándolo dulcemente - tengo que terminar de alistarme, no quiero llegar tarde.

- Lo sé - Jimin acuno sus mejillas, y lo beso delicada y profundamente. -  deseo tanto que ya lleguen las vacaciones de diciembre, y solo tenerte para mi. - sus narices se acariciaban.

- Falta poco - soltó una risita Yoongi. - por ahora tienes que dejarme ir.

Con unas ultimas caricias en sus orejas y nuca, de parte del omega, Jimin lo dejó seguir con lo suyo. Eso si, sin dejar de verlo.

- Si me sigues mirando así, no será necesario colocarme rubor - rió Yoongi mientras se terminaba de vestir.

- Con o sin el, eres precioso.

La puerta de la habitación sonó, y Jimin fue a abrir.

- Disculpe, señor, el desayuno esta listo.

- En un momento vamos, gracias.

La sirvienta asintió y se retiró.

- Me muero por probar el menú del día, la señora Lee cocina riquísimo - Yoongi colocó su gabardina y caminó hacia Jimin.

- Estoy de acuerdo, contratarla fue una buena decisión.

- Y eso que tu dudabas, ¿lo ves? Yo rara vez me equivoco.

Jimin lo atrajo de la cintura y besó su frente - Esta bien, lo acepto, mi omega es el más inteligente y talentoso del mundo.

Riendo y aún encerrados en su mundo, salieron de la habitación, camino hacia el comedor.

La casa estaba inundada de sus dulces feromonas, una empalagosa mezcla de café con chocolate, azúcar quemada y duraznos. Su escencia estaba en cada rincón de aquella casa. Todos podían percibir que aquel era su hogar. Su dulce hogar.

Independientemente de lo que pensaran o dijeran sus allegados, amigos de ambos, o cualquier otra persona, ellos eran felices en su nido de amor.

Entre conversaciones y dulces sonrisas de parte de ambos, terminaron de comer. Yoongi siempre se tomaba el tiempo de agradecer y felicitar a la señora Lee por su deliciosa comida. Jimin lo miraba sonriente, y cada día queriendo adoptar las buenas costumbres de su omega.

Tomados de la mano, salieron de la casa.

Con un largo beso, se despidieron, y cada quien fue hacia su auto para iniciar sus rutinas.

Jimin hacia la compañía, y Yoongi hacia el conservatorio. Debido a que se acercaban las vacaciones por navidad y fin de año cada uno tenía labores pendientes.

Pero iban camino a sus trabajos con una gran y envidiable sonrisa.

En la empresa Park, los nuevos socios y amigos de Jimin, le brindaban todo su apoyo, tanto en sentido laboral como familiar. Estaban muy felices de que por fin pudiera vivir junto a su omega.

Por su parte, Yoongi, en el conservatorio, seguía siendo un gran talento en la música y la composición. Sus maestros y compañeros, le daban todo su ánimo y lo trataban como lo que era, un claro ejemplo de que a pesar de los obstáculos que pasen, nunca es tarde para retomar tus sueños. Y más aún, todos sabían el porqué el semblante y sonrisa de Yoongi eran más entusiastas. Por su apuesto alfa Park Jimin.

El omega había sido elegido para deleitar a la audiencia en la ópera que se realizaba por estas fechas. La cual ayudaba a recaudar fondos para la fundación de música pública. Yoongi estaba encantado de participar. Había perdido dos años y algo de su vida, así que siempre estaba dispuesto a sacarle todo el jugo a su juventud en lo que le gustaba.

Ensayando a full, y detallando los últimos preparativos casi sin descanso, concluyó su laborioso día.

Cansado pero feliz. Y más aún al recibir un mensaje de su Jiminie, diciéndole que ya estaba camino a casa y que por favor llegara rápido porque lo extrañaba.

Apretando sus labios, y conteniendo una sonrisa de enamorado, Yoongi se apresuró en llegar a su auto, para poder estar con su alfa como él también ansiaba.

Ambos eran así, un par de enamorados insaciables. Pero no los culpen, las cosas de la vida y todo lo que pasaron los había hecho de esa manera. No querer desperdiciar ni un valioso minuto en el que pudieran estar juntos.

Al llegar a casa, Jimin, saludó rápidamente a las personas de servicio y fue hacia su habitación a ducharse y cambiarse, listo para cuando llegara Yoongi.

No supo cuánto tiempo le tomó, pero al salir la habitación, sonrió en grande al escuchar el piano ser entonado.

Llegó hasta la sala y se quedó parado en la esquina del pasillo viendo a su dulce omega entonar el piano con una concentración y pasión propia de él.

"Nocturne" de Chopin.

Aquella era una de sus piezas favoritas. Yoongi siempre la entonaba por esa razón.

Yoongi miró por encima de su hombro y sonrió, mientras seguía con la melodía. Jimin se acercó y se sentó en el sofá cercano al piano. Lo veía y escuchaba con admiración y anhelo.

La blanquecina piel de Yoongi contrastaba con el encerado color negro del piano. Todo encajaba de una manera hermosa.

Yoongi terminó de entonar y se giró hacia él, dándole una tierna sonrisa de gomita.

- Buenas noches Jiminie - se levantó y fue hacia él, tirándose encima de su regazo.

- Auch - rió Jimin, mientras lo tomaba de la cintura y acercaba más sus cuerpos - Buenas noches mi amor - dejó un camino de besitos en su mejilla. - ¿cómo le fue al mejor músico del mundo?

Yoongi rió tímido - Muy bien, y ¿a ti?

- Cansado, pero sin ninguna novedad.

Se quedaron viendo unos segundos, para después unir sus labios en un tierno beso.

- Te amo - susurraba Jimin entre besos - eres mi todo...

Yoongi suspiró - Yo también te amo Jiminie

Con sus frentes juntas, Yoongi pudo sentir lágrimas escurrir por las mejillas del alfa.

- ¿Jiminie? ¿Por qué lloras? - se separó un poco, tomándolo de las mejillas y limpiando sus lágrimas.

- Es que soy tan feliz, que siento que no lo merezco - soltó un leve sollozo.

Yoongi negó. Sus ojos también poniéndose llorozos - No amor, merecemos esto y más, somos compañeros de vida, estar juntos y ser felices es lo correcto.

- Pensar que, prácticamente arruiné nuestro comienzo y tu vida... - inevitables sollozos tuvieron cabida.

- No, no, detente - Yoongi acarició su cabello - eso ya quedó atrás, no hablemos más de lo que pasó, por favor, ya no te culpes.

- La vida me dio un regalo que es demasiado - los ojitos brillosos de amor y tristeza, conmovian a Yoongi.

- Somos el uno para el otro, no es demasiado - Yoongi sonrío entre lágrimas, y lo abrazó, ocultando la cabeza de su alfa en el hueco de su cuello.

Jimin aspiró su aroma en todo su esplendor, logrando calmarse un poco. Las caricias y palabras de Yoongi eran su terapia.

- Lo siento, lo siento tanto Yoonie, jamás me cansaré de pedirte perdón, hasta el día en que muera lo haré. - Jimin se abrazó más al cuerpo del omega.

- Y yo nunca me cansaré de decirte que te disculpe hace mucho, y que aquello ya no tiene relevancia en nuestro presente.

- Mi amor....

Jimin apegó aún más su nariz en el cuello de Yoongi, dejándose calmar con sus feromonas.




















Abrió sus llorosos ojos. Las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas apenas lo hizo.

Abrazó aún más aquella bufanda con el aroma del omega. El dulce aroma a chocolate y duraznos.

En el silencio y la oscuridad de su habitación, lloró.

Sus manos temblaban, su corazón latía errático, y su alfa estaba decaído.

Otra vez había soñado.

Su subconsciente tratando de consolarlo de aquella manera.

Imaginando una vida llena de amor junto a Yoongi, una vida que quizá nunca llegue a ser realidad.





















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