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Capítulo 6 Nueva escuela


 Quité las flores marchitas de la lápida de Mark reemplazándolas por nuevas, tenían consigo un hechizo capaz de alejar cualquier presencia maligna de su alrededor, garantía de una elfa protectora de la corte de antiguo linaje, no quería correr el riesgo de que se llevaran su cuerpo y lo lanzaran por ahí como cualquier basura.

    O sea, como hicieron conmigo.

   No eran mis flores favoritas sí no más bien las de Ruth. Y yo realmente no tenía nada favorito.

   Pero aquello era como un gesto de gratitud.

   Mire la lápida en una última mirada leyendo de nuevo la inscripción grabada en ella:

En honor a Mark Smith,

quien mantuvo en su corazón

el amor que una hija podría darle

y que un padre podía ofrecer.

Descansa junto a tu hija por siempre y

para siempre.

1977-2017

   Justo a su lado se encontraba mi fosa completamente vacía de la cual nadie había notado la diferencia.

   —Lo siento Mark—dije con voz apagada—debiste ser tu quien estuviera parado aquí ahora.

   Le di la espalda encaminándome a la salida, esta sería la última vez que vendría a verle, mañana marcharía a una nueva ciudad para continuar mis estudios superiores como guardián.

   Una escuela donde debía haberme inscrito de dieciséis años para terminar de aprender lo que desde niña se les enseña los guardianes de ese mundo por así decirlo, lo que me dejaba a mí como la más anciana en comparación a todos los que allí estarían.

   La idea me hizo avergonzar un poco, aunque no convenía darle importancia a eso.

   Avancé por el camino en dirección a la salida, no podía estar mucho tiempo en este lugar sin levantar sospechas, luego de la última vez, tenía que ser más precavida, caminé apresurada pensando en todo el equipaje que debía hacer.

   Se me había olvidado por completo por andar con la cabeza en otra parte, resoplé, no quería hacer una tarea tan tediosa a última hora ¿debería pedir ayuda?

   Sin prestar mucha atención por donde iba un joven me choco el hombro con su cuerpo.

  —Disculpa no fue mi intención—me excuse girándome para mirarle a la cara.

   Y de inmediato me arrepentí de hacerlo.

   Una sensación conocida y desconocida sacudió cada uno de mis huesos al mismo tiempo, observé completamente pasmada a aquel joven esperando a que desapareciera y se esfumara en el aire, pero eso no pasó. Este me sonrió y conocí esa sonrisa—apreté la mandíbula frenando el impulso de contestarle de la misma manera.

   Era algo tan magnético que casi olvide lo que había venido hacer aquí. Ahora, solo quería quedarme allí a mirarlo un rato más.

   ¿Qué hacía él aquí?

   Bueno este es su mundo, tiene derecho de andar por donde le plazca, pero exactamente aquí y hoy.

  Dio un paso en mi dirección.

   Las piernas se me endurecieron.

  Vete Noa.

  La distancia se acortó.

   Muévete Noa.

 Ahora solo unos centímetros nos separaban.

 ¡Has algo Noa corre, ignóralo, pero aléjate!

   Mis pies continuaron clavados al suelo como sí de repente se hubieran pegado a él.

  — ¡Noa! —dijo con sorpresa y mis mejillas se ruborizaron.

  Me recordaba, recordaba mi nombre, Mayuri había dado seguridad de haber borrado todos los recuerdos de las personas que me conocían.

   —No sabes cuánto me alegra verte, hay tantas cosas que...—se calló.

  Y mirándome me envolvió en un apretón cariñoso que logro hacerme reaccionar de forma susceptible, había olvidado lo bien que se sentía que él me abrazara.

   Este era él, el verdadero, no una mentira de esos sueños patéticos que solía tener.

  —Sora—fue lo único que alcance a decirle cuando mi voz se sofocó en su pecho queriendo llorar.


  Minutos más tardes sentada en las afueras de un café escuchaba atentamente a mi amigo. Pensaba y analizaba sobre porque era capaz de recordarme, ¿trabajaría su mente diferente a otras personas?

   Ir a preguntarle eso directamente a Mayuri seria firmar mi sentencia de muerte, sí se enteraba de que a menudo venia al mundo humano seguro cortaría mi permiso de asistir a Natsuki hoy mismo, que ella perteneciera al consejo de profesores hacía imposible quebrantar las reglas.

   —Hace un año desapareciste—comenzó—nadie ni si quiera te recordaba, luego del temblor que sacudió la ciudad no supe nada más de ti... quería decirte que... que lamento haberte abandonado—esperaba que solo recordara eso—me escondí, lo sé fui un cobarde, pensé únicamente en mí, en lo que yo sentía y te abandone.

   No había olvidado nada, como era eso posible.

   Mayuri mencionó algo sobre qué cambio sus memorias al borrarlas, asegurándose de que todos creyeran que un temblor ocasiono la destrucción del museo, aunque Sora parecía estar consciente de todas esas y las pasadas.

   ¿Cómo lo había hecho?

   —Fue lo mejor—contesté a secas.

    Sus ojos pardos resplandecieron. Y como los había extrañado tan acaramelados y llenos de amabilidad.

   —Estaba seguro de que lo dirías—sonrió.

   —Vamos Sora escupe lo que tienes que decir—lo apresuré al ver que no se decidía.

   —Nada se te escapa cierto—aceptó.

   Me encogí de hombros.

   —Bueno ya que estas tan impaciente—bebió un sorbo de café de su taza—sé que algo extraño pasó esa noche Noa, por más que le doy vueltas al asunto nada encaja, nada aparece solo tú y tu mensaje de la grabadora...

   Él no sabía sobre la revelación de Ruth.

   Agradecí que se hubiera alejado esa vez de mí, de otra forma jamás se hubiese presentado esta ocasión para hablarnos.

   Me estremecí de pies a cabeza al imaginar que pudo haber muerto esa noche.

   —Sora no hay nada que saber—tenía que cortar esto—ese día entendí que debías alejarte y continuara siendo así.

  Mentira.

   —No—se opuso—no puede ser así sé que está mal, nada encaja y sé que tú lo sabes—colocó su mano sobre la mía—por favor Noa dímelo, es difícil intentar recordar algo que no estás seguro si existe o existió, es intentar armar un rompecabezas incompleto—su tono era de molestia— ¿Qué sucedió esa noche Noa?

   Quiero que él me recuerde.

   Quiero que este conmigo...

   Su voz suplicante choco contra mi barrera infranqueable, Sora era tan distinto de Kiba en todos los aspectos.

   Recordar tan solo el nombre de príncipe me hizo volver los pies a la tierra, luego de haberlo herido en aquella lucha en el bosque helado su genio conmigo no mejoro.

   Kiba hijo de Tanya y heredero al trono.

   Esa vez, todo, había sido un mal entendido—uno bastante grave por cierto—uno, que él se tomó muy en serio. Mis entrenamientos quedaron en su completa custodia después de reponerse, lo que le dio camino libre a descargar su venganza, se volvió el maestro más indeseable y maligno que haya tenido, ¡lo odiaba!, era un idiota autoritario que no se molestaba en ser nada amable, no había día en que no discutiéramos y que nuestros entrenamientos se tornaran agresivos y altamente sangrientos.

   Aparté mi mano sutilmente de la suya.

   —Qué quieres que te diga, que preferiste dejarme, abandonarme como siempre lo has hecho—las palabras salieron disparadas de mi boca.

   Estaba pensando en voz alta.

   Se hecho hacía atrás reclinando la silla sobre las patas traseras.

   —Sé que me merezco la culpa—aceptó—golpéame sí es lo que quieres.

   ¡Por supuesto que quiero!

   —Te recomiendo pensar mejor las cosas antes de decirlas—sonreí con malicia.

   —Lo dices como si en verdad fueras capaz de hacer algo terrible—no quito sus ojos de mí.

   —No querrás saber qué es lo que te mereces—pequeñas chispas comenzaron a salir de mis dedos—así que escoge mejor tus palabras o puedo tomarlas muy en serio.

   Sora se dio cuenta de mis brazas ardientes así que enrosque los dedos.

   —Tengo que irme—no podía seguir un segundo más con él.

   Sino mis fuerzas me abandonarían y mi voluntad se quebraría.

   Me levante de un golpe dejando atrás la taza de té apenas empezada, Sora se apresuró a pagar antes de que me desapareciera de su vista, corrió hasta alcanzarme.

   — ¡Espera! —gritó.

   Me tomó del brazo haciéndome girar.

   —No puedes dejarme así nada más, no otra vez—esta vez parecía demasiado serio y desesperado.

   — ¿Que no te deje? —me carcajee sarcástica—acaso no fuiste tú el que lo hizo primero.

   Que descarado era.

   —Tienes razón—el color pardo de sus ojos eran como la tierra fértil de los campos, no podía negarme—y no sabes cómo me arrepiento de haber sido tan cobarde.

   —Hasta que dices algo que es cierto—le lance en su cara.

   Aún estaba dolida por haberme dejado por lo que tenía derecho a desquitarme.

   Sonrió.

   Maldita sea, adoro esa sonrisa.

   —Escúchame, lo siento sí, lo siento—dijo sincero—estoy pagando por cada cosa que te hice y no lo soporto, tengo recuerdos cortos sobre ti, como sí alguien los hubiera arrancado intencionalmente, Noa no quiero que esto continúe así—de nuevo tomo mis manos, las alzo acercándoselas al cuerpo—recuerdo esto claramente—me separo los dedos colocando los suyos entre ellos—pasaba cada vez que te enojabas—me solté alarmada y con la mejillas ardiéndome—me di cuenta sabes, muchas veces, no estoy ciego ni mucho menos loco, pero me abstuve a preguntarte—¡no podía ser!—que importaba lo que fueras—respira me convencí, él no sabe nada.

   »Noatak aquel día, el día en que decidí tomar ese transporte—sonrió—cosa que nunca había hecho—fue sincero—quise comenzar de cero, olvidar a alguien en particular así que tome ese día para hacerlo—hizo una pequeña pausa—y de repente tu subiste a ese transporte—recordaba ese día claramente, como olvidarlo—lo que cambió radicalmente mi decisión, no esperaba a que me sucediera algo así pero decidí quedarme contigo a pesar de que fueras alguien tan—me observo—...tan distinta, extraña o agresiva—quedarme a escucharlo había sido un error—te acepte Noa, acepte el paquete completo con el que venias.

   Las ganas de decirle la verdad se asomaron por las ventanillas de mis ojos, apreté los labios intentando frenar las palabras que casi escapaban.

   —Sé que escondes más de lo que creo, sé que tienes que ver con Ruth más de lo que yo deseo, con todo sobre ella para ser exactos—sus fosas nasales resoplaron abriéndose más—y también tiene que ver con la forma en que vienes vestida hoy, no es un disfraz cierto—se burló.

   Repasé mi ropa velozmente, abrigo, bufanda, botas, guantes y un cuchillo bien afilado escondido de la vista de curiosos.

   —E visto a muchos como tu últimamente, los he seguido—ahora comenzaba a atar cabos sueltos—solo que desparecen siempre en el cementerio en mitad de la nada, no se sí es que me estoy volviendo loco o...es que tú eres...o podría ser que tu fueras ella... que fueras...

   ¡Yo no soy ella!

   ¡No lo soy!

   Cerró los ojos de golpe impotente de no entender lo que pasaba. Yo ya había escuchado suficiente, debía marcharme antes que Kiba se diera cuenta y no dudara en venir por mí a castigarme.

   Quería mantener mi cabeza sobre los hombros todavía.

   Me pesaba abandonarlo otra vez, aunque lo había estado odiando durante un tiempo antes de enterarme del porqué era tan importante para Ruth.

   Aunque para mí él era el principal culpable de su trágica muerte.

   Se merecía quedarse solo junto a sus lagunas mentales y su desdichada vida.

   —Adiós Sora.

   Dije alejándome de él. Abandonando toda esperanza de volver abrazarlo y sentir su calor.

   Sus ojos se lanzaron como un gato montés sobre mí, estaba claro que no estaba dispuesto a verme marchar de nuevo. Trató de sostenerme entre sus brazos en un intento fallido pues, me libre fácilmente y corrí perdiéndome entre las personas que caminaban en la calle, Sora se precipito en mi búsqueda mirando a todos lados desesperado, subió y bajo calles en vano, pero ya era muy tarde.

   No me encontraría jamás.

   No podía hacer nada, no podía arrástralo conmigo a un infierno seguro y lleno de amenazas, él debía quedarse aquí con los suyos, tenía que comprender que ya no pertenecía a ninguna parte de mí vida.

   Eso es lo que tú quieres ¿cierto Ruth? su bienestar, pues ahora lo tiene y yo no interferiré en tu decisión.


Natsuki: Instituto de guardianes de estudios superiores donde entran a partir de diecisiete años, aquí toman la iniciativa de lo que se graduaran al finalizar.



  Hola, me agradaría mucho que dejaran sus comentarios y no sean lectores fantasmas, sus opiniones de verdad me importan y sería muy agradable leerlas.

  Bueno, ¿cuántos de ustedes tienen a una persona tan desagradable que se mete a su cuarto sin permiso? es decir quiero decir que Sora es desagradable.

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