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Contabas las gotas.
20, 21, 22, 23...
Las gotas rojas que de tus muñecas caían.
El segundo intento.
Con la tina llena de ese liquido blanco teñido de ese rojo amenazador.
Contabas,
29... 3..30.
Tus ojos dejaron de ser azules.
Para comenzar a cerrarse y dejar tu cuerpo flotar al libre albedrío de la tina ya carmesí.
De nuevo desafiando a la muerte ¿no, Noah?
Pero no lograrás dejar éste jodido mundo.
Aún no ángel roto.
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