FINAL
Me dieron de alta dos días después del incidente. Al final, solo fue una herida que empezaba a sanar luego de quince días. Lo que si se mantuvo fue el terror de ser herida, la posible perdida de mi segundo hijo y el que Noah le hubiese pasado algo.
Por fortuna, todo había logrado buscar él cause apropiado y hoy, estábamos dando los primeros pasos de nuestra libertad. Jedrek medió para que todo tuviera un manejo interno. Fue la pipa de la paz que quiso dejarle a su padre y que este tuvo la inteligencia de aceptar. No tuvimos problemas en dejar todo atrás.
Noah, su abuelo y yo, sabíamos que no fue algo que Sergey ocasionó. Esa decisión, no quería decir que la enemistad no existía. Solo que, en nuestra vida juntos, no había cabida para el odio y el rencor.
Arrendamos un apartamento cerca del hospital, la cercanía ayudaba a que estuviéramos cerca de Terek (que seguía complicado) y al pendiente de mí. Me quedaba la mayor parte del tiempo con Akim y Nikolái, Stan se regresó América.
Su sorpresiva decisión me tomó por sorpresa, pero supe entonces el motivo. Stan era el encargado de la adecuación del lugar, seguridad y adecuación de una empresa que estaban formando los tres. Noah, Stan, Akim y Nikolái decidieron hacer legal sus labores dentro de los cincuenta.
Fue una idea loca que solo maduró en los tres compañeros de Noah, pero que en él aún no se decidía. Me despertó los movimientos de mi hijo, la hora en el reloj de la mesa de noche y el sitio libre al lado de mi cama me asustan. No es la primera vez que Noah se queda un poco más de lo normal en el hospital. Sin embargo, si la vez que lo hace sin avisar o dar indicaciones previas de su decisión. Son casi las once de la noche y el recuerdo de lo sucedido aún está latente en mi cabeza.
La paranoia se convirtió en mi diario vivir, algo que solo se irá cuando nos alejemos de Moscú y todo lo que ello representa. Cubro mi cuerpo antes de salir de la habitación, consciente que no lo encontraré en ningún lado de la casa, pero necesito estar segura.
La semi penumbra y silencio me arropan cubriendo mi cuerpo de un manto lúgubre. Le marco un par de veces viendo el sitio sin presencia de Akim y Nikolái, hago una pausa al llegar a la terraza mientras pienso en si es buena idea en llamar a Angelo o no.
Dentro de unos días nos hemos ido de este sitio frío y tosco. Todo cuando hemos vivido será solo un mal recuerdo y en Noah, un mundo de experiencias de las que puede aprender.
—Lo darán de alta mañana temprano.
Las palabras rompen el silencio y me sacan de mis pensamientos logrando que salte espantada. Segundos después mi cerebro registra al dueño de esa voz y giro para encontrar a Akim desbordando inocencia y sensualidad en su atuendo oscuro.
—¡No hagas eso! —le reprendo, pero no logro que se arrepienta obteniendo, en cambio, una sonrisa —si el bebé sale nervioso es tu maldita culpa. —sentencio apoyando la mano en mi vientre y viendo como se mueve causando un poco de dolor-
—Las malas palabras son pésimas en tu estado —me reprende —el niño puede quedárseles algunas. Tú lo estás dañando, no yo.
Mueve su dedo índice hacia mí a manera de advertencia. Suele divertirle, llegar por sorpresa y se regodea de su habilidad para no hacer ruidos. Solo que, en mi estado de nervios y mi embarazo, mis emociones están a flor de piel.
No he notado que trae una bolsa de una boutique hasta que la deja en el sillón. Akim viste todo el tiempo en ropa negra, color que asegura le representa y va con cómo se siente. El contraste de su piel pálida con ese color resulta atrayente y le luce. Es un conjunto de muchas virtudes, sin mencionar que es de los pocos. Si no el único que estudió dentro del grupo.
Al inclinarse a dejar la enorme bolsa, su espesa cabellera cae en su frente y cubre sus ojos. Sacude su cabeza fastidiada cuando un mechón cae en sus ojos y se yergue fijando su humanidad frente a mí. Me quedo en silencio viendo sus rasgos y el recuerdo del chiquillo que me quitó dinero para dejarme salir del hotel me hace sonreír y a él enarcar una ceja.
—¿Me estás sermoneando? —logro decir cuando he logrado controlar a mi bebé.
—Te estoy dando los hechos. —corrige apoyando sus manos en sus bolsillos delanteros y se alza de hombros.
—¿Dónde están los demás? Y ¿Por qué Noah no me dijo eso antes?
—¿Tienes hambre?
—No me cambies la conversación...
—Tú siempre tienes hambre... Solo quiero ayudar —esa muestra de inocencia no es creíble y entorno los ojos.
Su espesa cabellera oscura, tatuajes, estatura, cuerpo estilizado, indudable atractivo físico, y elegancia lo hacen ser perseguidos por las chicas. Sus compañeros se burlaban de él señalando que aún no tenía su primera experiencia sexual. Lo dudaba, las veces que he salido en su compañía, las chicas quedarse viéndole de más y él les coquetea. Puede que sea como Stan que no le gusta hablar de su vida pasada y sentimental.
Si es que esa palabra existe en ellos.
—Esto es para ti —señala la bolsa aún con ese rostro lleno de inocencia, pero sigo alerta—el anciano quiere que lo uses mañana.
—¿Por qué? —me cruzo de brazos y suspira diciendo algo entre diente que no logro escuchar.
—No sé... Cumplo órdenes...
—Y haces muchas preguntas antes de obedecer —su sonrisa lo delata y camina hacia mí —no vas a abrazarme para alejar mis preguntas.
Fallo en rechazarlo, lo cierto es que su 1,85 m dan los mejores abrazos. Son pocas las veces en que hace contacto físico conmigo o alguien. No es dado a esas muestras de afecto y siempre se esmera en no rozarse con nadie. Con todo, cuando decide hacerlo siento que en sus brazos me reinicio.
Posee magia y no sé si lo sepa, es posible que no.
—¿Quieres ver una película? Hay una qué deseo ver...—suspiro apoyando el rostro en su hombro y ríe logrando un brillo en sus ojos negros —si lo supiera te lo diría.
—Eres un mentiroso consumado Akim —me quejo en medio de sus risas —pero no quiero pelear.
Y si tengo mucha hambre.
Nos sentamos frente a la TV y no me sorprende al ver que es una película asiática. Su rostro se relaja cuando la cinta empieza a reproducirse y el ruido de las llaves indica que Nikolái ha llegado.
—Espero no la hayas empezado o tendrás problemas conmigo —a su atronadora voz le sigue el ladrido de un perro y ambos miramos hacia la entrada.
Nikolái está en la entrada con un enorme perro de pelaje abundante negro. Potente y de miedo, es la presencia del animal que parece mezclarse con sorprendente destreza su acompañante. Entorno las cejas viendo a uno y a otro con curiosidad. Todos gustan de esos animales, pero se niegan a tener uno por no poseer un sitio estable.
Una simple orden hace que el perro se siente en actitud relajada y que su acompañante sonría con superioridad. Su pelaje negro y brillante, correa en cuero marrón dan muestras de no ser un callejero ¿De dónde lo sacó? Pero, solo Akim hace la pregunta en voz alta.
Y como suele suceder, no es muy amable...
—¿De dónde sacaste a ese sarnoso? —La pregunta despectiva hacia el animal parece haber sido entendida por el perro que alza las orejas y mira el sitio de donde ha venido el ruido.
—Dante, él es Akim —señala a su compañero —debes tener mucha paciencia, no es muy educado.
—La tendré si lo mantienes lejos de mí...
—Le hablaba a Dante —interrumpe avanzando hacia nosotros —ella es Jazmín y tiene un crío que debemos proteger.
Sé que no hay forma de que sea posible lo que mis ojos están viendo, pero juro que ese animal ha mirado a cada uno mientras Nikolái le habla. Nikolái le retira el mando del TV, regresa la película y se sienta al lado contrario con varias bolsas de comida. Dante se echa a mis pies y apoya su cabeza en mis pantuflas.
—No muerde —me advierte al ver que recojo los dedos —o eso me han dicho.
—Aún no me dices de donde lo sacaste —insiste Akim —¿Sabes que no puedes viajar con él?
—Tengo todos los documentos que me acreditan como su dueño y los permisos para sacarlos —responde indiferente —es mío, alguien lo cuidaba en mi ausencia... Ahora puedo cuidar de él.
—¿Quién lo tenía?
—Una amistad...
—¿Creí que éramos tus únicos amigos? Nunca dijiste nada de un sarnoso...
Estar en mitad de esos dos no es buena idea, sobre todo cuando los ojos color avellana del muro humano que es Nikolái parecen querer taladrar a un curioso Akim.
Una vez el film empieza, me relajo al ver que ambos se han olvidado de su disputa, pero solo es cuestión de ver al imponente animal para que el miedo regrese.
—¿Saben algo de Carlo? —me animo a preguntar y en segundos tengo su atención.
—Está en Sicilia... —niego y Akim sigue —¿Moskal? —afirmo y mira a Nikolái.
—Los hombres de su exjefe se lo llevaron, también a sus padres —niega —no se sabe de él desde entonces.
Guardo silencio en lo que queda de la película, con el mal sabor pasando mi paladar. No es justo que sean castigados por fuentes externas, tanto los Moskal como Noah fueron víctimas. Espero que ese hombre pueda entenderlo.
****
No tengo idea de cómo pasé del sillón a la cama, pero desperté en ella cubierta con delicadeza y rodeada de almohadas. La delicadeza de ese acto me hizo sonreír, pero se esfumó al ver que seguía sin rastros de Noah.
Salgo del baño encontrando la ropa que debo usar sobre la cama y suelto el aire. Me ha despertado muy temprano en la mañana, para saber de mi estado, pero se negó a dar detalles de lo que sucedía. Su buen humor y bromas debería ser motivo de calma, pero no es así.
Están escondiéndome algo y siento que es malo.
Contemplo el vestido beige, zapatos y la ropa interior con curiosidad. Noah no es el más diestro en delicadeza, menos si es femenina y todas las prendas en la cama poseen un poco de ambos. Alguien debió ayudarle, dudo mucho que fueran los chicos.
Escucho la disputa de Akim y Nikolái por algo que ambos se niegan a usar y resoplo rodando los ojos. Me ha indicado usar lo que Akim me trajo y llegar hasta el hospital.
El conflicto estaba en el mundo de interrogantes sin respuestas. Me visto en silencio escuchando las risas y golpes en la habitación de al lado. No puedo creer que Akim siga liderando las conductas infantiles en medio de los cuatro. Mi estómago cruje al calzarme las zapatillas y las bromas han cesado.
Mi sexto mes de embarazo llegó con un apetito voraz que ellos suelen festejar y contribuir. Mi rostro redondo y enorme trasero es motivo de bromas por parte de todos. Me he acostumbrado a sus chistes pesado y adecuado a ellas, es la manera de decirme que soy parte de la manada.
Como suele decir Stan.
Media hora después salgo su búsqueda, la plática es sobre Terek y su nieto. Las disputas entre nieto y abuelo son populares en el hospital El uso de la silla de ruedas, muletas, bastón o cualquier artefacto que haga sentir limitado a Terek han sido motivo de largos altercados.
—Saldrá hoy del hospital y no quiere usar silla de ruedas —ríe Akim —"No me interesa tu punto de vista, que tan bueno sea el uso de esa cosa. No usaré silla de ruedas y punto" —entre risas imita la voz de Terek y ambos sonríen.
—Lamentará haber buscado familia —le dice Nikolái que guarda silencio al verme en la entrada.
El anciano es terco en mayúsculas y su nieto no cuenta con mucha paciencia. Pese a todo, esas discusiones son muy importantes para establecer lazos y que se conozcan. Sonrío a las figuras sentadas en el comedor, gastando bromas y riéndose de la poca paciencia de Noah.
—¿Se puede saber por qué tanta elegancia? —visten en traje de cuatro piezas, negro, y la corbata la tienen en sus manos enrolladas.
—Iremos a una reunión de trabajo —Nikolái sonríe levantándose de la silla y caminando hacia mí —no sabemos usar esto ¿Nos ayudas?
—Claro.
—Te irás con nosotros esta noche —ordena Akim dejando la corbata en mis manos.
¿Qué? La mirada interrogante es ignorada por ellos que esperan impacientes por que acabe misión. Me comentan los pormenores de la reunión y preguntan si el atuendo es bueno para ello. Es su primera salida oficial como hombres de bien y el cliente bueno.
—No queremos excedernos o parecer suntuosos.
—¿A qué hora es? —pregunto con un nudo en mi garganta.
¿No ha entendido que lo amo y no deseo estar en otro lugar que no sea a su lado?
—En media hora.
—Entonces es el correcto —les digo a ambos —no hay manera de ir de compras y ayudarles —sigo al ver sus rostros perplejos —¡Listo!
Sacudo las manos que intentan tomar y puedo ver la sorpresa en ambos. No hago preguntas de las que no obtendré respuestas y me limito a seguirles. Por fortuna, iré a un lugar en que me las darán todas.
Si él cree que puede hacerme a un lado como si fuera un mueble, más de su propiedad está muy equivocado. El viaje es en silencio, sin ganas de hacer o decir algo.
Al llegar al hospital me bajo sin esperar ayuda y no los espero. Camino a pasos rápidos cruzando todo el lugar hasta llegar al ascensor, una vez allí y antes de presionar el botón una mano me lo impide.
—No tan rápido —me advierte la voz y al girar me encuentro a Stan. —¿Cómo estás? —sonríe.
—¿Qué te importa...? ¿Qué crees que haces? —me quejo al ver que soy alzada en brazos por Nikolái ante las risas de todos, incluyendo a pacientes y personal médico.
—Una tarea sencilla —se mofa Stan —que podemos hacer con los ojos cerrados. —señala a Akim —te pasará lo mismo con esa niña y su madre.
—¡Bájame ahora mismo! —Stan deja en mis manos un ramo de flores bastante maltratadas y sonríe. —no quiero imaginar de donde la has sacado...
—Me las robé —comenta con orgullo —era eso o ir a una floristería —ríe antes de seguir.
—¿Y te ríes de nosotros? —se queja Nikolái, quien no parece incómodo por la carga.
—Recibí la orden a las cuatro de la mañana —comenta y sigo sin entender nada —¿Qué floristería estaría abierta?
—¿Dónde consigues margaritas en invierno? —pregunto viendo las flores asustadas —¿Stan? —insisto ...
El único sitio que se me ocurre es un cementerio y puede que mi temor sea real cuando al verle sonríe. Es bastante sádico y su humor negro, pero eso a obsequiarme margaritas que ha robado de un cementerio... es demasiado hasta para él.
Soy dejada en el suelo y estoy por soltar las flores cuando la música empieza a sonar. Un par de zapatos relucientes es lo primero que veo y al seguir el camino por piernas, caderas y pectorales me quedo sin palabras. Angelo sonríe al ver que me he quedado viéndolo con la boca abierta.
—No es un ángel, soy yo —me hace un guiño y me muestra su brazo, detrás de él está su novia con un ramo de flores en manos y un velo.
Miro a mi alrededor con mi corazón latiendo a mil y sigo el rumbo de los tres payasos que se ubican frente a Noah. Era la capilla del hospital, un ministro estaba detrás de un altar y en las pocas bancas del sitio, Josephine y sus hijos.
—Malla —el coro de chicas detiene mi corazón y contemplo a las únicas amigas que la vida me ha dado.
—¿Pensabas que íbamos a perdernos tu boda? —pregunta Van y niega.
—Si quieres que otro lo haga —me dice Angelo al ver que me he quedado callada y niego controlando las ganas de llorar.
Su novia retira el ramo de mis manos y deja el que llevaba en medio de risas, le escucho decir algo como "—No lo creí capaz". Yo sigo viendo todo a mi alrededor sin poder creerlo.
—Tú hiciste esto posible cuando nos uniste en Atenas —le digo alzando el rostro hacia él —es tu mejor obra.
—¿Dejé de ser Hermes y me convertí en Eros? —me pregunta cuando vamos rumbo al pequeño altar.
—Fuiste todos los dioses a lo largo de todo este tiempo —me animo a decir viéndolo a los ojos a pocos pasos de llegar —eres un gran hombre, espero que logres encontrar la felicidad que mereces.
Mi mirada lo busca en medio de todos y lo encuentro en pie al lado de su abuelo. Vestido como nunca lo he visto, la misma solemnidad en su rostro y ese aire de rebeldía que llamó mi atención desde la primera vez que lo vi. No hay manera de saber lo que sus ojos dicen en este instante, de lo único que estoy segura es de la felicidad que siento.
—El viejo no quiso salir del hospital sin verlos casados —me dice en voz baja cerca de mi oído —no hubo tiempo de preparar algo mejor y tu familia...
—Están aquí —le interrumpo viendo a todos los presentes —cada uno de ustedes lo son.
Poco importa el sitio, la sencillez o la ausencia de mi familia. Me basta con el amor que nos tenemos y nuestro hijo, apoyo mi mano en mi vientre cuando siento sus patadita.
¡Hasta él está feliz!
—Más te vale hacerla feliz Tarasov o te convierto en eunuco —le dice al dejarme en sus manos y en respuesta sonríe sin despegar los ojos de los míos.
—Vivo por y para ellos —sonríe tomando mis manos y llevándolas a los labios —prometo que es la última vez que duermes sola y rodeada de salvajes —mira a sus hermanos quienes sonríen.
—Lo hicieron bien —los defiendo —hasta las rosas del cementerio —Stan sonríe y los demás festejan su hazaña.
Inclina su rostro a mi oído antes de dar los últimos pasos como solteros y lo que dice me hace reír. Me detengo a dos pasos del lugar y miro al hombre que espera para casarnos.
Amaba cada parte de él, jamás se mostró como lo quien no era. Se esforzó en todo momento en develar su lado malo, pero fracasó en el intento. Cuando la última firma se ha dado y nos declaran marido y mujer, contemplo el que en adelante sería mi esposo.
Nuestro destino seria América, lugar en donde decimos nuestro hijo naciera. Nuestros planes próximos giraban en darnos un tiempo lejos de todo con nuestro hijo y Terek. A quien mi amado aceptó quería conocer y vincular a nuestra vida. El milagro se lo debo al estado de salud en que había quedado su abuelo tras resultar herido.
—No esperaba menos de ti —admito —sobornar a juez para usar sotana...
Aprieta mis manos y sonríe viendo a todos sus ojos reposan en su abuelo que afirma en silencio indicándole seguir.
—El gran jefe nos bendijo hace mucho tiempo, cuando nos unió en ese bar... reafirmó esa decisión enviándonos a Atenas. Nos fortaleció con cada lágrima, tropiezo y dolor. El resto lo haremos juntos, como hasta ahora...
Y jamás estuve más de acuerdo con el cómo ahora.
Cuando la persona es la indicada, cualquier sitio es el correcto y perfecto. Sin importar lo que venga en adelante, estamos seguros de que no es tan malo como todo lo que hemos vivido.
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