Capítulo 9
¿Cuál fue la época más feliz de tu vida? Una persona del común le sería difícil señalar una época en particular. Aun así, la gran mayoría describen, juventud y niñez como la época de más dichosa.
En mi caso y sin temor a equivocarme serian estas vacaciones. Lo sucedido estos meses hacen parte de cosas que no vuelven a repetirse.
Mi lema desde que tengo consciencia es no atarme a nada, ni a nadie. Siempre está presente en el diario vivir que nada me pertenece, ni siguiera la muerte. Con Jaz es difícil poner en práctica esta filosofía. Antes de ella mis vacaciones se resumían en noches de bares, mujeres, mucho exceso, dormir en las mañanas y repetir.
La novedad de tener una compañía en estas y la calidad de ella, la hacia especial. Hacerla reír, olvidar su pasado se convirtió en una necesidad para mí y lo estaba logrando.
Se adaptó a su trabajo, aseguró era perfecto y la ciudad maravillosa. Trabaja en el museo, en donde había hecho amigos, allí era Malla Makri. En la isla era Jazmín, fue bien recibida por los chicos, con quien estaba tenso el ambiente era con Aydey.
—Tío ... ¡Ahora! —me llama Anker, el hijo de Angelo y Aydey.
Se sumerge dentro de las aguas de la piscina y lo observo buscar en el fondo. Por el momento no ha notado la disputa de sus padres, soy el encargado que asi sea. Lo hago mientras espero a Jaz.
—Deseo tener la dicha de poder ir por toda la casa desnuda, sin tener que tropezar con tus hombres. Odio tener que vivir entre ladrones, asesinos y violadores o que mi hijo este expuesto a ellos. —los gritos de ella son claros, la voz de Ángelo, aunque en calma suena peligrosa.
Anker sale del fondo de la piscina sacando una pelota que lanza hacia mí y sonríe. Detengo el cronometro al hacerlo, mientras el espera que diga cuanto fue.
—Cuarenta y seis segundos —comento mostrando el cronometro —puedes hacerlo mejor... ¿Listo? —asiente —¡Ahora!
Con la misma energía, como si no hubiera hecho eso más de siete veces vuelve a sumergirse. El juego me permite mantenerlo alejado de lo que ocurre en el balcón.
—Ahora traes a putas. Prometiste no mezclar tu trabajo con nosotros —le escucho decir mientras estoy pendiente al chico—Mi hijo le dice tío a Noah y ayer me preguntó si ella era su tía ¿De qué cojones te ríes?
Puedo imaginar la risa asesina que le brinda en este instante y que ella la asociará a sarcasmo. Detesto el calificativo hacia Jaz o que hagan estos circos a la vista de todos. Deben saber que son escuchados.
No suelen discutir, por lo general son bastante amorosos. La novedad la hace Jaz, Aydey no le gusta que su esposo se halla encariñado tanto con Christian Mackay y se trajera a casa a su tía.
—Dudará el tiempo que se me dé la gana. Ellos estaban aquí antes que tu llegaras Aydey. Estos hombres están dispuestos a dar la vida por ti.
—¿Qué sucede si no los quiero aquí? ¿Me lanzaras a la calle? Todo por una desconocida y veinte matones.
—Jamás te he retenido en este lugar, sabes que eres libre de irte. —le responde en calma y yo sigo pendiente a que el niño no capte nada —Nuestro hijo o tu no corren peligro con Fósil o ninguno aquí. Si vieras un poco más allá de tus celos, podrías ver que es Noah quien llama su atención.
Sonrió recogiendo la pelota que Anker ha lanzado y presiono el cronometro. Lo que sigue es un silencio de unos segundos en donde ninguno de los dos se le escucha nada.
—Treinta y cinco —el chico alza sus brazos y sonríe — se detiene al escuchar objetos romperse.
—¿Vamos al puerto? —sugiero y afirma nadando hacia mí.
Tomo la toalla de camino a él y la ropa que ha dejado en una tumbona. De vez en cuando sus ojos inquietos miran hacia el balcón. El ruido y discusión ha cesado de forma abrupta. Angelo sólo tiene una manera de hacer callar a su mujer, reemplazando gritos por gemidos.
—¿Mamá y papá están bien? —Afirmo en silencio y guarda silencio viendo el balcón. —¿Jaz y tú se irán verdad?
—No se...
—Se que sí. No le gustan las visitas, a mi sí.
Siempre está solo con su madre y los chicos de seguridad. Cualquier persona que llegue de visita se gana su cariño en segundos. Estudia en casa obtiene buenas notas, hace deporte con profesores particulares para casi todo. Su madre es la encargada de buscar a los mejores, Angelo de verificar que sus vidas estén limpias.
—¿Qué harán hoy? —pregunta de repente.
—Le enseñaré a Jaz a usar un arma y a cuidarse
—Mis papás y yo iremos a casa de los tíos. Es el cumpleaños del tío Demitrius. ¿Jaz y tu podrían venir?
Bajo el rostro y soy observado por el suyo fruncido producto del sol le golpea. Ruedo mi cuerpo de tal forma que le de sombra y sonríe a mi gesto. Sigue viéndome ansioso por mi respuesta y suspiro.
Me gustaría ver el rostro de tu madre al vernos entrar al yate, pero no es mi deseo tentar a los dioses. Niego la invitación y su rostro se torna triste.
—No me gusta ir allí.
—¿Por qué? —se encoje de hombros y no responde solo cruza sus brazos —Si te molestan o te sientes incómodo, debes decirlo.
—No me hablan mucho y cuando lo hacen es para gruñir. —suelta el aire y alza el rostro hacia mi —¿Podrías ir? Por favor...
No es ni remotamente una posibilidad. Con excepción de Demitrius y Angelo, que parecen haber heredado los genes correctos, los demás son complicados y de comportamiento de semi dios. Sin mencionar que de las entrañas que nacieron de las entrañas de la mujer que fue capaz de destruir a muchos solo por quedarse con la fortuna de los Vryzas.
Siendo Anker y Eros las victimas fatales, padre e hijo cayeron en sus garras. Angelo fue un daño menor al quedar vivo pero muerto por dentro.
—Podemos hacer algo al regresar—sugiero y eso le anima—preparé junto con Jaz una acampada en la playa. Habrá fogata y...
—Cuentos de terror —sigue Angelo por mí y su hijo salta al verle.
—¿En serio?
Se lanza en brazos y lo alza besando su rostro. Ha tenido que escuchar la conversación de su hijo, su rostro preocupado al verlo lo dice. Es listo empieza a distinguir sentimientos. El primero seria el desprecio de sus tíos por ser hijo de quien es o porque sobresale en casi todo, estudios o deportes. Da igual.
—Noah y Jazmín irán con nosotros, —Niego enérgico.
—Tenemos planes, en otra ocasión.
No es bueno mezclar su vida privada de la laboral. Su familia desconoce lo que hace con exactitud y no soy su persona favorita. El único contacto que hay entre Hermes y Angelo, es William solo porque está a cargo de las finanzas de Sergey y fue un Vryzas alguna vez.
De otra forma seria imposible.
—Mañana saldremos los cinco ¿Te parece? —Anker asiente saltando de los brazos de su padre y corre puerto arriba.
—¿Qué tanto escuchaste?
Lo suficiente para entender qué ha llegado la hora de abandonar su casa. Los celos de Aydey contra Jaz, pueden causarme problemas. No soy lo que se dice un tipo paciente y suelo ser radical.
—Sus padres están enfermos, siente celos de Jaz. Le conté lo de Christian...
—No pienso discutir tus líos pasionales. —suelto la colilla y la piso con el talón mientras soy observado—Ella se excedió...
—¿Crees que no lo sé? —pregunta exaltado. —no le dije que la traería ...
—Aydey es la persona menos indicada para señalar errores de otros —le interrumpo y puedo ver su cuerpo tensarse. —No a mí ... se de donde viene y todo lo que hizo.
—¿Explícame lo de Aydey? —da un paso hacia mí y debería retroceder, pero no lo haré. —¿Por qué te enojas? No es la maldita primera vez que se te dice algo asi, te han dicho cosas peores...—su voz empieza a bajar y los su cuerpo a tensarse, pero no me importa
Aydey hace presencia detrás de Ángelo y no se ve apenada por lo que escucha. Alza el mentón y cruza sus brazos en actitud desafiante. Su esposo sigue esperando una respuesta, que conoce tan bien como yo.
—¿Olvidaste a Murat o a Marcela? —ambos se tensan y niego divertido —Conocí a Jaz protegiendo a su sobrino. Detuvo su vida y al final de ella no cobró un solo dólar.
Soy consciente que esto que estoy haciendo es delicado. Ángelo ama a su esposa, con todo y sus errores. Yo no estoy dispuesto a que alguien vuelva a pisotear a Jaz.
Nunca más.
—Noah, después solucionamos esto Tú y yo.
—No hay nada que solucionar, me queda claro que debo desocupar este lugar—comento deteniendo mis pasos frente a ella. —Jaz no es capaz de dañar a nadie... Ni siquiera si con eso logra salvarse. —palidece y mira a su esposo en lo que imagino es un gesto pidiéndole intervenir.
—Estas sobrepasando los limites ...
—¿Desde cuando los tenemos? —pregunto girando mi cuerpo hacia él —¿Ella llama a Jaz tu puta y debo guardar silencio?
—Lo mejor es que no sigamos... —sigue diciendo en calma y cada que el tono baja es un peligro más —Aydey es mi esposa.
—¿Ser tu mujer la hace santa? —niego soltando las armas y dejándolas a mis pies —tú y yo sabemos lo que fue, la mierda que le limpiaste... recuerda eso la próxima vez que manche el nombre de Jaz al llamarla puta.
Arriesgó su bienestar para salvar a su sobrino, su excuñado y la esposa actual de éste. Ella pudo alejarse de todos y no pensar en nada más, pero no lo hizo. Fue destruida en el proceso de hacer daño, aun asi cuando se enteró que Sousa iba a llevarse al niño no dudo en correr a alertar a su padre.
—Jamás huyó dejando en peligro a los demás...
El rostro de su esposa se torna pálido al verle subir los escalones, da un paso atrás y los hombres que han presenciado la escena están alertas.
Es su casa y él manda, pero es Jazmín y la protegeré con mi vida si es posible.
—Lo mejor es disolvernos —se agacha toma las correas con las armas y las sostiene en manos —después hablamos de quien se queda con quien.
—Tu necesitaste de cincuenta hombres para hacer un trabajo que yo hacía solo —le recuerdo —quédate con los 49, este cincuenta no se arrodilla ni lamerá tu culo o el de tu esposa a capricho... Jazmín se irá conmigo.
Sin decir una sola palabra más sigo mi camino y voy en su búsqueda. Ella no es del tipo de mujeres que dura mucho tiempo vistiéndose. Pocas veces lleva maquillaje, su cabello suelto es hermoso, pero le gusta recogerlo. Su atuendo es básico, sencillo y práctico, como ella.
— Cruzaré hasta la casa principal, esto no ensuciar o contaminar nada. — respondo sin detenerme.
No me quedo a esperar su reacción o a la de su esposo. La primera está cargada de odio y la segunda de reproche. Lo curioso es ver, como aquellos que fingieron no escuchar mis gritos de auxilio y causaron heridas difíciles de olvidar. Hoy, me critican por el monstruo en que me convirtieron.
Cruzo toda la casa hasta llegar a la principal, donde dedo subir unas escalones. La habitación de Jaz está ubicada frente a las escaleras, no es necesario llegar muy lejos. Sin embargo, me molesta tener que subir.
—¿Jaz? —le llamo en mitad de ellas deseoso que me escuche y baje a mi encuentro —debemos irnos...
No hay repuesta.
Retomo mi ascenso esta ves preocupado por su silencio. No he hablado con ella el día de hoy, ayer quedamos en reunirnos en la piscina a las nueve de la mañana. No le dije a dónde la llevaría, solo le pedí ropa suelta. Elimino distancia una vez he subido los escalones y toco dos veces, pero no recibo indicación de seguir.
—Jazmín, voy a entrar —le advierto con las manos en el picaporte —si estas desnuda... No soy responsable de lo que pueda suceder.
Con aquello la Jaz que conozco hubiera salido apresurada. Detallo esa zona de la casa recordando la última vez que la visité. Fue justo un día después de la llegada de Aydey. Todo este lugar fui yo el que le di el visto bueno en seguridad. Incluso, la habitación del pánico la recibí yo.
Pisos en mármol, paredes pintadas de azul cielo (el color preferido de Aydey) hay varias macetas en sitios estratégicos con flores de diversos tonos. Tulipanes y Margaritas la gran mayoría de ella, al final del pasillo está el balcón con vistas al puerto.
De pronto, no es tan buena idea sacarla de aquí, llevarla a un sitio más sencillo y sin todo este lujo. Inhalo y exhalo varias veces antes de obtener el valor de entrar.
La encuentro de pie viendo por la ventana, trae puesto esos pantalones que asegura son para trabajo de campo, pero que tiene más la apariencia de una militar.
—Jamás pensé que algo asi me sucedería. —habla al sentirme detrás. —que alguien te ofenda y no tener argumentos para defenderte.
Ella al igual que yo escuchó la conversación, no está llorando, pero le falta poco para hacerlo. Apoyo mi cabeza en su hombro y deslizo una mano en su cintura atrayéndola hacia mí.
—No eres nada de lo que se te acusa o lo que crees—empiezo —si de algo eres culpable Jaz es de no ver el mal en los demás. Acabo de tener una disputa con Angelo, creo que ya no me quiere aquí —da media vuelta hacia mi y me observa preocupada.
Si ayer le hubiera dado mis planes, hoy no sería tan difícil. Puedo entender la molestia de Aydey por estar sola, pero no que ofenda a quien no se ha tomado la molestia en conocer.
—¿Te acuerdas lo que dije ayer? —pregunto.
—Me tenías una sorpresa y propuesta.
—Entendí que no estaría cómodo si te dejo aquí y en nada tiene que ver con Aydey —y ella me mira ansiosa —¿Quién va a llevarte a Atenas o va a recogerte? Si deseas salir a algún lugar estarás limitada...
—¿Qué te hace pensar que voy a aceptar vivir contigo Vivenko? —pregunta y puedo ver en sus boca una sonrisa asomarse.
—No soy dueño de nada, ni siquiera de mí porque te pertenezco. — sus ojos brillan al escucharme y me alientan a seguir —desde el mismo instante en que dormí a tu lado lo soy. —acaricio su mejilla antes de seguir viendo como cierra los ojos—solo contigo pude amanecer, fuiste la única que me dio esa seguridad.
En este ambiente suele ser imposible hacer ese acto. La gran mayoría de compañeros abatidos lejos de batalla, lo hacen así. Tienen sexo con chicas que lo acaban vendiendo su ubicación por tres rubros. Dan la orden de entrar o entregan la llave al verlos dormido.
Una mujer con la que puedes dormir sin temor a ser dañado, merece tu respeto y le bajas las estrellas si las quiere.
—¿Pretendes que te crea que nunca habías amanecido con nadie? —frunce las cejas y aleja mi mano de su rostro —eres un pésimo mentiroso.
—Noah nunca miente —era la frase de Christian y ella lo recuerda porque sonríe feliz —si no quieres irte conmigo lo entiendo. De todas maneras, enseñaré a cuidarte, te diré lo riesgos que puedes correr —detallo y está atenta a mis palabras. —Jamás podría pagar por algo así. —señaló el lugar en donde estamos —puedo entender tu temor.
—No me importan esas cosas Noah... —me interrumpe —estas casas enormes y lujosas raras vez tienen calor de hogar. Crecí en una así —dice con nostalgia.
—Si hay alguien que merece una mansión igual o mejor eres tú. —insisto —debes buscar un lugar cómodo...
—¿En qué plan viviré a tu lado?
—En el que desees. —hablo con sinceridad, — por el momento somos amigos y quiero ayudarte.
—Pagaré mi parte, tengo mis ahorros —protesta y afirmo —también quiero tener opinión en el sitio. Tu estarás por fuera, yo viviré allí...
—Vamos —comento levantándola en brazos
—¿A dónde? —pregunta pasando una mano por mi cuello.
—A tu primera clase en el polígono, después vamos a buscar apartamento y en la noche acamparemos...
—Me gusta ese plan...
Sonríe exigiendo que la deje en el suelo y obedezco sin chistar. No quiero asustarla y decirle lo que en realidad me hace sentir. Se que existe mucho dolor en ella, que estoy dispuesto a ayudarle a eliminar.
****
Avivo el fuego a mi paso y se alejó en búsqueda de las demás cosas. Estamos en la parte norte de la isla, el lugar de vivienda de los veinte hombres que vigilan la casa. Una hilera de pequeños apartamentos pequeños con capacidad para tres personas cada uno y lo necesario para vivir.
Era el sitio de paso para todos antes de que Angelo se casara. Aydey vivió un tiempo en Atenas, mientras su casa estaba lista. Cuando ella se mudó a este lugar, me pidieron ambos (Angelo y Aydey), viviera con ellos por considerarme parte de la familia.
En adelante, he estado al pendiente de todos los cambios referentes a su seguridad, que se ha incrementado conforme el pasar de los años.
La habitación en donde dormía estaba en intermedio, entre la familiar y la zona pública. Nada pequeña, bastante cómoda. Tomo el maletín con las tiendas y al erguirme con ellas en manos siento la presencia detrás.
—Fósil me dijo que consiguieron apartamento cerca al museo — le escucho decir —el tío William que has pedido un cambio.
—Necesito un cambio —respondo dando varios pasos y se cruza en mi camino obligándome a detenerme.
—No es solo por Jazmín ¿Me equivoco?
—¿Importa? —respondo en actitud beligerante, muy a pesar de que la suya es amistosa.
—No di la orden de Iroshka. Se qué crees lo hago por lo que hicieron en Turquía, pero no es asi. Sergey pagó para esto, —se explica y suelto los morrales —recuerda que Alessia es la prometida de su hijo y esto se maneja asi...
—No soy el primero que abandona el grupo —recuerdo —muchos de tus hombres lo hemos hecho y lo tomas a bien...
Maldice tomando los dos morrales y lanzándolo cerca a la fogata. Eso pone en alerta a Jaz que esta cerca del fuego y se avanza un poco hacia nosotros.
—No eres uno de mis hombres Noah... —explota —todo cuanto soy en este mundo es gracias a ti. Me enseñaste a sostener un arma a disparar adecuadamente... —golpea mi pecho con fuerza y me sacude —no necesitas de un cargo que te diga quien eres dentro del grupo. —suspira al darse cuenta mi actitud no disminuye —Jazmín necesita protección ¿Quién cuidará de ella cuando estemos por fuera?
No planeo encerrarla en una celda con mar a su alrededor, seria cruel de mi parte. Ella esta acostumbrada a su libertad, que no pretendo quitarle. Si desea salir a dar pasera, de compras, aquí estaría limitada, en la ciudad es diferente.
—Le enseñaré lo que necesite, si es posible blindaré la casa. —respondo viéndolo a los ojos—no es sano que este sola en la noche en un lugar que no es bien recibida. Ama el aire libre y la vista, pero el precio a pagar es muy caro.
—Aydey se excedió y lo sabe —suspira —tú también.
—Lo mejor es que estén separadas —le digo rodeándolo. —y que yo me aleje, ella dejó claro lo que siente al vernos.
—¿A dónde iras Noah?
—Tengo dos meses para pensarlo...
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