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Capítulo 41


Este día me recuerda cuando con las tripas vacías me iba a buscar comida. Hallar calor humano se convertía en una tarea imposible, las personas con dinero suelen mirar a otros lados cuando ven la pobreza. Si llegas a llamar su atención es para verte con desprecio y odio.

La panadería atestada de productos que podía verse tras el cristal, restaurantes atestados de personas comiendo y dejando sobras con las que yo añoraba saciarme, etc. Mi paso por esos lugares se convertía en un martirio, llevaba casi siempre hambre de días y querer saciarla con lo que veía.

Desde esa época entendí que había cosas que la vida me colocaba en el camino, que no eran para mí o las tendría por poco tiempo. Supe que era diferente a los demás y no por ser especial, era por estar en el sótano de la pirámide social o en las alcantarillas en caso de existir en ella ese sitio.

Los Vivenko, mi primer hijo fallecido, hallar familia solo para que me la supiera como murieron o verlos morir eran una prueba fehaciente que no miento.

Me martirizo ante la idea que Jazmín pudo morir por mi error.

Dejarla expuesta fue una locura, tan grande como llevarla al fuerte. Maldigo que Sousa esté muerto, me gustaría jugar con su humanidad de miles de maneras. ¿En qué pensaba cuando la dejé sola?

El recuerdo de la promesa hecha cuando disparé por última vez llega a mí y sacudo la cabeza. No volvería a usar un arma en contra de nadie, salvo para cuidar de los míos.

Misha y João son el comienzo y final de una historia de lucha y dolor. Estoy dispuesto a dejar todo atrás solo si Sergey hace lo mismo, de ninguna manera quiere decir que será mi amigo, ese calificativo nunca será posible.

—¿Qué te han dicho? —me pregunta Stan que llega acompañado de los demás y Jedrek se aleja.

Angelo está sentando en la silla del frente con Anker y Alexandra, cada uno a un lado. Resulta bueno para mí verlo con una familia en la legalidad, me hace creer que yo tengo esperanzas con la mía.

—La bala solo rozó el brazo, el bebé y ella están fuera de peligro, pero la han sedado. Estaba bastante nerviosa.

Desde que supo yo estaba allí con Terek, las enfermeras me hicieron entrar y lograr calmarla. Mi camisa manchada de sangre le indicaba que algo malo le sucedió a Terek y eso los obligó a sedarla.

—¿Y el viejo?

En minutos tengo a todos rodeándome y llenándome de valor. Está en cirugía y es delicado su estado. Guardan silencio al escuchar el parte médico, nada alentador y mi mirada recae en Carlos o Danko.

—Él y su jefe fueron quienes pagaron el último caso que nos liberó —explica Akim —fue el que intentó darle empleo a Jazmín.

—Su jefe le está buscando por mentirle.

—Y no se ve nada feliz —interrumpe Nikolái a Stan.

Estuvo conmigo hasta que Angelo llegó con Alexandra y Anker. Me dio un resumen de lo que fue su vida, resultaba alentador que uno de los más de cincuenta que vivimos la época oscura con Misha tuviera otra suerte.

Flashback

Carlos y yo nos pusimos al día mientras esperábamos por noticias de Terek. Lo primero en explicarme fue su insistencia en darle un empleo a Jazmín. En aquel instante no estaba claro cómo era mi vida dentro de la mafia, pero creía que podía retirarme cuando quisiera.

—¿Pensaste que correría tras ella? —pregunto divertido y niega.

—Debí decirle que había trabajo para su novio también. —sonríe.

—No había algo definido y, de todas maneras, no podía irme.

—¿Recuerdas cuando te dije que la dirección estaban los archivos? —me pregunta luego de una pausa.

—Es difícil de olvidar —sacó el móvil y marco a Jazmín, pero no obtengo respuestas. —aunque nunca supe como la sabías.

—Me mostró mi ficha de ingreso —comenta. —me la obsequió el día que no opuse resistencia.

No necesita dar detalles para saber a qué se refiere, está cruzado de piernas y una de sus manos está apoyada en sus rodillas. La presión que ejerce causa que los nudillos adquieran una tonalidad blanca. "—Solo hay dos maneras de obtenerlas" fueron más o menos sus palabras cuando me contó de la existencia de esos archivos.

—Es una pena que este muerto, con gusto lo vuelvo a asesinar. Con veinte años de experiencias, se me ocurre un par de cosas que anexar antes de degollarle.

Mi comentario lo hace reír y la mano que presiona su pierna sede al punto de relajarse. Con la libre saca algo de su saco y me entrega un papel amarillento cuidadosamente doblado.

—No supe lo que importaba la fecha de cumpleaños o mi pasado hasta que lo tuve en mis manos —pasa saliva y mantengo la mirada en la hoja sin ganas de tomarla —me entregó tu registro y le hizo unos cambios al tuyo.

—¿Quieres decir...?

—Viveka no era mi madre, con ese nombre fue que ingresaron a Irina —revela y un nudo se instala en mis entrañas al tiempo que la bilis sube hasta mi garganta—se llamaba Zaria Vovk, tenía cuarenta y dos años cuando la casa en que compartía con su esposo fue asaltada. A su esposo lo asesinaron y a ella se la llevaron cautiva como pago a una deuda que su cónyuge no había podido pagar.

El resto de la historia es idéntica, el hijo mayor era sacerdote, un matrimonio modesto que vivían en un barrio de bien en Moscú. Quince meses duró el tormento de Misha intentando buscar a su madre y la halló.

—Agonizante en una zanja de alcantarilla con un bebé en brazos tan o más desnutrido que ella. —empuña las manos antes de seguir —no podía pelear por la custodia por su condición de sacerdote, pero le prometieron tendría un hogar digno.

El sitio parece que se le hace cada vez más pequeño, su transpiración es fuerte y el sudor que emana de sus poros dan la sensación de despedir fuego. Lo que sigue lo reconozco como lo que leí en aquel archivo entregado por la señora Harris.

Carlos no tiene idea de quien fue su padre, pero está convencido que era poderoso o con contactos. De otra forma no se entiende como logró mentir en los registros.

—Si fue una falla policial, ellos mismos pudieron hacerlo para cubrir su negligencia —me animo a especular —me he encontrado con cosas así y hasta peores.

—Me basta con saber que tuve un hermano que me buscó hasta el cansancio y quiso retirarse para darme un hogar—niega confundido—cuando leí mi ingreso, o lo que me hicieron creer, lo era, recordé un dato de mi niñez. Seis años, siete atrás de conocerte.

La encargada del orfanato en donde estaba le sacó de las clases y le llevó a dirección. Consideró que había cometido un acto malo y consciente de los crueles castigos, se asustó tanto que se hizo en los pantalones.

Estuvo a punto de ser golpeado cuando la dama se dio cuenta y cerró los ojos esperando el golpe. Uno que tardó en llegar y al abrir los ojos, aun asustado, se topó con un hombre rubio de ojos grises, mirada amable y que le sonreía.

—Hasta ese día solo recibía odio y desprecio —confiesa y afirmo porque sé lo que siente —me llamó hijo y dado que ese nombre solo se daba de parte de un padre...

Supuso que era su padre y el adulto no le corrigió, le acompañó a asearse, vestirse, firmó unos documentos y lo sacó del lugar. Los recuerdos no están en orden en su mente, no sabe qué ocurrió primero, pero sí que lo sacaron de allí.

—Terek Tarasov, dijo ser su nombre. Me llevó a otra casa y me dijo que allí me cuidarían, él debía hacer un trámite para que no volviera. Todo lo demás no lo tengo claro, meses después volví a otro orfanato en donde años después llegaste tú.

Cuando caí en prisión el sitio fue clausurado y ellos enviados a diversas zonas. Mi rostro y el de todos estuvieron por días en primera plana, llegando el suyo a manos de los Moskal, una pareja hindú que no podía tener hijos y se había encariñado del único que sonreía en todas las fotos.

—Siempre mostrabas dientes —le recuerdo —para ti no había época mala.

—En ese entonces, era la felicidad por saber que no volverían a dañarnos —comenta.

Los Moskal, creyeron pertinente que supiera todo su pasado antes de salir de Moscú, país al que le aseguraron no quería que él volviera. En ese entonces, no consideró necesario hacerlo, aunque confiesa que seguía pensando en mí y en que estaba en prisión. En su mente había la duda si fue por su culpa, él me había dado el dato y donde buscar.

—Quien supuse era mi madre hasta, se llamaba Irina Tarasov, hija de Terek y Anna Tarasov. Fue tomada cautiva luego que quien me engendró la conociera en un centro comercial y supiera que era hija del enemigo de su tío —detalla y paso saliva.

Soy consciente que lo que estoy por escuchar son los detalles que Terek tanto desea. Pero no sé si apetezca saber todo lo que imagino sufrió la mujer que me trajo al mundo.

—Fue llevaba cautiva hasta Moscú, en el distrito Présnienski, en . —me mira antes de seguir y baja el rostro a sus manos. — la llevaron los hombres de Habib, estaba convencido lograría un acuerdo con su padre y el Mayor. La entregaría y de esa manera podría vengarse de Terek y el boicot por sacarle la silla. Nunca llegó a negociar, no le dieron esa oportunidad.

Luego de ser ajusticiado, la cacería empezó. Los hombres de Habib estaban siendo perseguidos, en lo último que pensarían era en la esclava sexual que su jefe muerto había ordenado llevar a Rusia.

—¿Debo suponer fue abusada antes de enviarla a Rusia? —afirma en silencio sin verme—¿Qué sucedió?

Conozco los detalles del estado en que fue encontrada, gracias a la investigación del viejo y aquella fotografía que sigue perturbando mi alma. Asociar a la imagen de una niña agonizante a mi madre, no es algo que ningún ser humano esté capacitado para entender.

Ni siquiera alguien tan turbio como yo.

—Fue encontrada atada a la cama por una cadena gruesa sostenida por un grillete a sus tobillos. —detalla y empuño las manos ante la impotencia de lo que escucho—la cadena llegaba hasta el baño en donde podía hacer sus necesidades. Le dejaron suficiente comida y eso de alguna manera logró ayudarla a sobrevivir —inspira antes de seguir —la habitación no contaba con ventana, ventilación o algún sitio en el que ella pudiera pedir auxilio.

Se mantuvo por seis meses, con lo que le dejaron sus carceleros. Varias cajas de frituras, enlatados, vencidos, insectos y el agua que veía del retrete. El mayor pidió un detalle de los bienes dejados por Vladímir y su hijo, aquella orden dio como resultado develar aquel horror.

El tormento de Irina estaba lejos de acabar, pues el mayor vio en ese acto una manera de Tarasov de sacarlo del camino.

—Dio la orden de llevarla a un orfanato, bajo el nombre de Viveka. Estaba convencido moriría antes de dar a luz, así que envío a uno de sus hombres para que se asegurara que así fuera. —sonríe mirando al frente y un par de ancianos se acercan —son mis padres.

Me quedo en silencio observando a la pareja que saluda de lejos y se sienta en una banca cercana. Lo exótico de su vestimenta no pasa desapercibido, pero parece no molestarles.

— Ese hombre usó el nombre de un ex sacerdote fallecido que por error seguía vivo en registro.

De esa manera me enteró quien era en verdad Misha Vovk, el alivio de saber que de alguna u otra manera fue parte de la tragedia de los Tarasov, es enorme.

—Las mujeres que cuidaban de ella, Dará y Zaira, se las arreglaron para mentir al decir que habías muerto al nacer. Aquello hizo al sacerdote irse y te dieron una identidad falsa.

—Misha Petrovich —recuerdo y afirma.

Supo qué falsa identidad ayudaba a liberar sus deseos más perversos al estar cerca de niño. La condición de huérfanos ayudaba a que su delito quedara impune, por lo que siguió fingiendo ser sacerdote. Hasta que llegó la noticia al mayor que el niño había sobrevivido y se le ordenó buscarlo.

—El deseo de tener una víctima para él solo era más fuerte que cumplir —sigo por él y afirma. —Tishkovo era el paraíso y nosotros un manjar perfecto.

En vista que poseía un hogar, nueva vida y no se comparaba con la que tendría al lado de un mafioso, decidió olvidar su pasado. La salud de los padres contribuyó que con el tiempo esa decisión se reafirmara.

—Papá se postuló a un buen empleo en Siwa, gracias a una conversación sobre el origen de su hijo —sonríe como si recordara negando —en la entrevista mostró mi foto, su majestad vio mis rasgos y quiso saber la verdad. No es un hombre al que puedas o debas mentirle.

Mostró datos de su adopción y descubrió que era familia de un hombre al que le debía la vida de un hermano. Adoptó a la familia y les dio empleo a los tres, por más de dos décadas han estado a su servicio y aunque, confiesa, es un hombre difícil. La verdad es que les ha ayudado.

—Le gustaba saber todo de mí, como llegué a los Moskal, mi vida en el orfanato y mi posterior libertad. Así llegó a saber del huérfano que asesinó a quien abusó de muchos chicos. —suspira —envío por ti cuando supo que había salido de prisión, aseguraba que necesitaba hombres con esa valentía a su lado.

—¿De qué estás hablando?

—¿No había un chico esperando por ti al salir de prisión? —ante mi afirmación sonríe divertido —te dejó en un lugar, que ingresaras y preguntaras por Danko... —se señala —todo hubiera sido diferente si hubieras dejado el miedo. Decidiste el lado que creíste merecer y lo acepté, pero insistí en ayudarte.

El motivo de hacer todo oculto, fue al enterarse de que alguien de la mafia había pedido sacarme. Le prometió a sus padres mantenerse alejado de sus verdaderos parientes. Hasta hace unos meses en que supo la verdad y resolvió junto con su padre contárselo a su jefe. En adelante está en espera de una respuesta, que puede ser negativa. Sin importar que lo supiera o no, usaron el nombre de alguien para recibir privilegios.

—¿Cuál es el peor de los escenarios?

Mira a sus padres quienes parecen orar y niega en silencio. No hay respuesta a mi pregunta, me baso en su rostro cargado de angustia para saber que no son buenos.

La llamada entrante del número de Jazmín me hace levantar y alejarme de él. No tengo idea de cómo le diré que el viejo está casi al borde de la muerte, mis dudas se convierten en temor cuando en lugar de escuchar la voz de ella, la que oigo es la Angelo.

Fin del flashback

—¿Familiares del señor Terek Tarasov? —la voz de un hombre me hace levantar y me indica acercarme. —¿Parentesco con el paciente? —guardo silencio viendo a Angelo con su nueva familia llegar hasta nosotros y no sé qué responder —¿Tiene o no algún parentesco...?

—Soy su nieto —le interrumpo fastidiado —¿Cómo está?

—¿Qué tan delicado es su situación doctor? —pregunta Angelo.

—Seré sincero con ustedes —no escucho lo demás, no es necesario.

Terek hace parte de la larga lista de cosas y personas que la vida me muestra de lejos. Es como tener ocho años, con las tripas vacías y deambular por los aparadores de los locales llenos de comida.

Están allí, puedo sentir su aroma, colores e imaginar los sabores, pero nunca serán para mí. Su condición es delicada, han hecho todo lo que está a su alcance, pero no son optimistas.

Angelo sonríe cuando escucha decir que si deseo llamar a un sacerdote o guía espiritual. Al médico y enfermera no parecen agradarle la risa, pero a él poco y nada le importa.

—No soy creyente y él tampoco. —respondo seco.

—En ese caso, puede si desea estar con él.

No soy diestro en los detalles que escucho sobre su salud y agradezco a Alexandra cuando decide explicarme. Terek le queda poco tiempo de vida y es poco probable, si no imposible, que llegue al amanecer.

—Tengo a mi mujer en este hospital —le digo al hombre —embarazada y no estoy esperando por verla...

El hombre me mira indiferente, en espera de una respuesta, aguardo un instante sin saber qué hacer. Dejé a Jazmín sola y eso la llevó a este estado, no quiero cometer el mismo error.

—Si deseas me quedo con ella —se ofrece Alexandra —cuando despierte hago un cambio contigo...

—No es necesario...

—Insisto —me interrumpe sonriente —si desconfías de mí, puedo ser yo quien esté con él y tú con ella.

El doctor nos mira a uno y otro impaciente, dudo un instante antes de decidirme. Inspiro fuerte antes de dejarme guiar por un largo pasillo con Angelo y Anker siguiendo mis pasos.

—Gracias por estar aquí —le digo cuando nos detenemos frente a una puerta.

—Lamento lo de Jaz. Fue una mala idea...

—Fue mi culpa —confieso. —debí pedir ayuda y no hacer de héroe.

—Estaremos aquí afuera —me dice señalando a un costado —no estás del todo solo.

—¿Sabes si Odesa lo sabe?

—Lo sabe —responde sin dar mayor explicación —ve tranquilo.

Inspiro fuerte al ingresar al lugar y una enfermera me entrega todo lo que necesito para cubrirme. Ingreso al lugar y la sorpresa es verle despierto con la mirada puesta en las luces que las desvía al verme entrar.

—¿Ahora entiendes por qué no quería adaptarme a ti, llamarte abuelo o querer acostumbrarme a tu compañía?

Mi pregunta es más un lamento que él responde moviendo los dedos de su mano de manera débil.

—En el fondo sabía que esto pasaría —me siento en la silla y me cuido de no tomar las manos que insiste en que tome —no eres lo primero bueno que me ocurre que se me retira, roba o asesina.

—Soportarás esta...—habla con vos débil —eres como esa oruga, la que sufrió cada ascenso en búsqueda de respuesta.

—Nunca debí buscarlas —confieso con un nudo en mi garganta —es posible que hoy estuvieras bien...

—Ahora lo estoy —me interrumpe y veo un brillo en sus ojos diferente —¿No lo entiendes verdad?

—¿El qué? ¿Qué encontré a mi única familia solo para verlo morir? —le cuesta sonreír, pero lo hace. —no veo el chiste.

—Eres igual de testarudo que tu madre —me mira un instante antes de seguir como si lo hiciera por primera vez —te pareces mucho a ella.

—¿Por eso me confundiste con un hijo se Sergey el primer día? —niego confundido —no tienes que mentir para hacerme sentir bien... Y deberías guardar energías.

Observo su pecho como se mueve con rapidez y su respiración es cada vez más difícil. El ruido de la máquina a la que está conectado es insistente y dejo de verlo, para mirar las líneas en zigzag o los números aumentar.

—Tienes su temperamento —insiste con voz cada vez más débil. —¿Cómo crees que logró sobrevivir sola y sin comida? —me pregunta y ante mi duda sigue.

—¿Lo sabes?

Afirma, sin decir cómo o por qué.

—Si llegaste hasta aquí solo y sin ayuda, es gracias al gen Irina Tarasov, los Levenev poco y nada tuvieron que ver.

Guardo silencio ante el peligro que le resulta cada palabra y decido tomar sus manos. Se queda viendo ese gesto por largos minutos hasta que veo como sus ojos se sierran. No entiendo la ausencia de Josephine o sus hijos, estoy convencido de que ella le ayudaría mejor que yo y se alegraría más.

****

En algún momento debí quedarme dormido, pues despierto cuando una mano se apoya en mi cabeza. Terek está despierto y señala sonriente detrás de mí. Me quedo en silencio viendo su cuerpo reposar en el sillón, su cabello extendido cae a lado y lado de sus hombros.

El carga sueros está a un lado y ha tenido cuidado de mantener su mano en su vientre, la otra la tiene inmovilizada y vendada. Me dijeron que no era de cuidado, pero si delicada.

Jazmín ha debido formar un gran alboroto para que la dejaran entrar y se ha cuidado de no despertarme. Sonrío a su imagen haciendo un mohín y mi mirada cae de nuevo en su brazo. Preocupado me levanto soltando la mano de Terek.

—Iré a buscar al doctor, necesito saber si no es riesgoso para ella ese lugar. — Afirma en silencio sin verme, sigue viéndola a ella dormir y sonríe al hacerlo. —Me alegra que aun sigas aquí —su vista se aleja de ella y cae en mí.

—Y yo que seas mi nieto...

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