Terek, logró escapar a solo una hora de ser secuestrado. Llevaba un arma en su tobillo oculta de la que ninguno se percató. Gracias a ella y a su astucia, que a Sergey le costaba admitir su enemigo poseía, alcanzó a tocas las puertas de la libertad.
Los pedidos de auxilio y gritos de Jocelyn lo hicieron detener y devolverse en su búsqueda. Arriesgó su vida para salvar a la nieta del hombre que destruyó su vida. La hija de su peor y único enemigo declarado. Se arriesgó, muy a pesar de lo que sucedería de ser vuelto a apresar.
Tal como se esperaba, no pudo liberar a Jocelyn, resultó herido en su pecho. Como pago por su hazaña y en este instante se debate entre la vida y la muerte en este instante. Empeorando su maltrecha consciencia, defendió a su hija y les impidió a los hombres de Sousa que abusaran de ella. Su hija recibió golpes de todo tipo, pero ninguno letal, algo que asegura le debe al anciano.
En cuanto a Ilya y Pavel fueron encontrados, liberados y se encuentran a salvo gracias a Stan, Nikolái y el asiático. Conocían todos los lugares a los que podían haberlos llevado y a quienes le pertenecían. Un par de llamadas fueron suficientes para dar con el sitio en que, creyeron, estaba el abuelo de su amigo. Encontrándose con los hijos de Sergey y liberándolos. Al llegar al segundo lugar, lo hallaron en llamas, pero ya su compañero había logrado liberar a su abuelo y a Jocelyn, ayudado por otro hombre
En este instante le debe la vida de todos sus hijos de una u otra manera a Tarasov y su hijo. Él, que no ha hecho otra cosa más que causar dolor.
—Está muerto... —solloza su mujer y sus hijos bajan el rostro.
Sergey, lo ha llorado suficiente, logró superar el duelo y aceptar que su hijo cometió errores. Algo distinto sucedía con su esposa, que lo creyó vivo, pero lejos de ella. Con todo y su dolor, no puede evitar poner el dedo en la llaga y advertirle lo inocente que fue.
No se le puede ofrecer a un criminal dinero para que deje de hacer algo que sabe, es sagrado. Va a recibirlo, te asegurará que hará lo que le pides y te enviará a casa sin que sospeches nada. Ninguno de ellos dejará pasar esa oportunidad y Sousa no era la excepción.
—Debiste preguntarme —comenta levantándose de la silla y yendo hacia la puerta. —nadie despreciará tanto dinero... somos criminales, mujer, vivimos de los engaños —abre los brazos mostrando su cuerpo a todos —has vivido con uno, deberías saberlo.
—¿Con quién hablaron todo este tiempo? —cuestiona Ilya. —me cuesta creer que supieras algo así y no lo dijeras —le reprende a su hermana que baja el rostro. —¿Qué te dijo para que le creyeras?
—Sabía detalles de nosotros que solo uno de nosotros conoce —empieza a decir —la vida del abuelo, lugares exactos de la casa. —sorbe su nariz antes de seguir —en un comienzo no le creí y le pedí verlo para así estar segura.
Le dijo que no podía mostrarse, le habló sobre los peligros de la Web y de Legión. El grupo al que su hermano pertenecía y como podían ingresar a cualquier PC o aplicación desde un lugar remoto.
—Me entregó las claves de toda la casa, desde la habitación de ustedes —señala a su padre —hasta las de nosotros, cajas fuertes, de seguridad, el santuario del abuelo. ¿Cómo no creerle? —solloza.
—Yo lo creía con vida, por lo que no me extrañó cuando me habló —sigue su madre entre sollozos— empecé a recibirlos hace un mes y Jocelyn habló conmigo.
Pagó para salvar su vida, solo si prometía no volver a verlo o buscarle. No le importó, era suficiente con saberlo vivo. Le vendieron la idea de un retiro, ese que solo se ganaban los hombres que fueron fieles a la causa. Vladímir nunca lo fue, ningún Levenev lo ha sido.
—¿Sergey? —insiste ella ante la mirada atenta de sus tres hijos. —¿Cómo supo tanto? ¿Con quién hablamos?
— ¿De qué otra forma crees que fue? —le reclama —por Vladímir, en su afán de ganarse su confianza.
Decía que tenía la mayoría en la votación, lo repitió en diversas ocasiones. No quiso pensar en cómo lo obtuvo o qué tipo de alianzas realizó. Él pudo írsele la lengua hablando con Sousa y el hombre no perdonaba ese tipo de detalles.
—¿Qué sabes de la chica y Tarasov? —pregunta Pavel.
—Alguien debería bajar y hacer presencia —sigue Ilya y él sigue guardando silencio.
Jazmín Kelly o Malla Makri había recibido una bala de Sousa. Jedrek logró derribarlo, pero el hombre ya había disparado. En este momento, la única familia que tiene Noah está herida o debatiéndose entre la vida y muerte. La ironía que sea la primera vez que lo llama por su nombre lo hace sonreír. Evita responder a sus hijos por no tener respuestas. Sale de la habitación del hospital en donde atienden a su hija, a Terek y a Jazmín.
Decide ser él quien busque información sobre ambos, dar la cara y agradecer por todo cuanto hicieron. Un hombre debe saber admitir sus errores y él ha cometido muchos.
Logró alejar a la chica del blanco, al ser quien estaba más cerca. Eso no le quita de sus entrañas el mal sabor que deja lo que hizo Tarasov. Si muere debe pasar lo que le queda vida recordando que su hija vive gracias a él. Pudo hacer lo mismo por la Irina hace mucho tiempo y no lo hizo o cuando se enteró de que dejó un hijo. Fue el mejor momento para limar asperezas y empezar de cero.
La única razón por la que calló fue para no manchar el nombre de Vladímir Levenev. Demostrarle así fuera después de muerto, que si era digno de confianza y podía con su legado.
Toma el ascensor y sube, presiona el piso correspondiente con los detalles de lo sucedido bailando en su cabeza. Lo sabe a través de su hija y de los hombres de Sousa. Terek Tarasov logró sacarle lo que sabían encontrando que eran bastantes. No vieron en ellos una amenaza, al final iban a morir.
Una jugada excelente que mostraba la astucia del hombre.
Todo inició cuando Alfonso, hijo de Rodrigo Sousa o Payman, como todos lo llamaban, fue apresado. Luego de que fuera hallado en fragancia intentando secuestrar a una mujer. Las pruebas entregadas por Jazmín en los que se demostraba que iba a llevarse al niño y asesinarla a ella. Letales para su condena.
Esto dio conllevó a unir a padre e hijo, pero también crearon ganas de quitarle el dolor y desolación que sentía en prisión. Se remonta mucho tiempo atrás, en la época en que murió Tanned, dejando aquella herencia para salvaguardar a sus dos sobrinos y la orden de ayudar a Thomas Mackay.
Sobre todo, se remonta en Jazmín Kelly, la mujer que sería su esposa. La que debía asesinar y se lanzó a los brazos del peor hombre que pudo escoger luego de salvarse. Noah Vivenko, un hombre con el que Alfonso tuvo innumerables problemas. Fue humillado delante de todos por él y acusado de negligencia, lo que creó el mal ambiente y enemistad que aumentó con el tiempo.
Ya en prisión y enfrentado a su realidad, empezó a enviar cartas pidiendo perdón. Los primeros en acercarse fueron sus padres, hermanos y algunos amigos. Las de Jazmín nunca fueron respondidas y las últimas incluso devueltas sin abrir.
Tres meses atrás, el doctor Alfonso Sousa, se suicidó al ingerir unas pastillas de la enfermería, lugar al que le fue asignado gracias a su buen comportamiento. Junto con sus cosas dejó una carta a su padre pidiendo perdón por no ser tan hombre como él esperaba.
Se dice que la prisión les unió, logrando una relación entre padre e hijo normal. Las constantes quejas de su hijo, lamentos por estar en prisión, el odio hacia Noah y Sergey por quitarle su libertad minaron en su padre.
Quiso solucionar los más de treinta años sin ser un padre real. El único inconveniente es que ellos solo tienen una forma de hacer las cosas. Resuelven mal con mal, toman las decisiones importantes basadas en su mundo oscuro.
El único que conocen.
Al entregarles a su padre las pertenencias le fueron dadas no solo la carta de despedida, también las devueltas por su ex. El contenido de ellas no se conoce, solo que fue suficiente para que Payman quisiera venganza.
El plan no se ejecutaría de ser promovido a jefe, de lo contrario sus hombres recibirían un mensaje para operar. El pedido de las armas y dinero a Jocelyn Levenev, era no más una excusa para sacar del fuerte a la chica. Payman sabía lo custodiaba que estaba, Ilya y Pavel eran más relajados, fácil de secuestrar.
No justifica lo que Sousa hizo, aunque puede entenderle. El ruido de la caja metálica lo hacen reaccionar y sale al pasillo. Encontrándose de frente con Jedrek, que le sale al paso y le impide llegar al grupo.
—No es un buen momento —le advierte alzando la palma de su mano. —lo que seas quieras decirle... Ahórratelo.
—Se escapó y fue libre por cinco minutos, regresó cuando escuchó a tu hermana llorar. —Jedrek no reacciona a su explicación e imaginaba ya lo sabía —Está al borde de la muerte gracias a esa misión suicida. ¿Lo sabías?
—No. —admite indicándole caminar en sentido contrario al grupo —pero no me sorprende. Suena a algo que Terek haría.
—Si ese chico se entera...
—No hará nada papá —hace mucho tiempo no lo llama así y algo dentro de él se estremece, pero lo dice con rabia y no le agrada —acabo de escucharle decir que João es el nombre del último bastardo que asesinó. Y, la única forma que rompa la promesa es por los suyos.
—¿Y le crees? —afirma sin decir más y Jedrek suelta el aire —¿En qué momento creyeron todo esto posible?
—Nos aferramos a lo imposible y hacemos miles de absurdos intentando hacerlo realidad. Sousa y mamá son la prueba de ello.
Avanza a su lado dejando espacio entre ambos. Esa distancia de dos metros la siente como si fuera kilómetros. El hombre seguro en que se ha convertido y el aire de misterio que le rodea, es lo que siempre soñó. Sin imaginar que el precio a pagar era perderlo.
—No tengo como pagarle...
—No es tan así —se detiene en mitad del pasillo del hospital y le observa —dile todo lo que sabes limpia tu vida y la de tus generaciones siguientes. Pasa la página y olvídate de tu padre, de ser el correcto para él, céntrate en ser el correcto en el sitio perfecto. A veces, ser la oveja negra no es tan malo.
Las palabras calan profundo y llegan hasta un sitio en que parecía no tener vida hace años. Se detiene en la terraza de ese piso y lo observa sacar el móvil. Guarda silencio consciente que es una llamada a casa y se conforma con ser un espectador silencioso.
—Papi, mamá llegó y tú no, ¿Dónde estás? —apenas se le logra entender sus quejas, pero es suficiente para ocasionarle una sonrisa.
—Estoy cuidando a un amigo—responde Jedrek y una mirada fortuita le dice que es una videollamada.
—El abuelo dijo que venías pronto...
—Cuando mi amigo mejore —corrige y él desea saber quién es el otro abuelo al que su nieta se refiere.
—¿Quién es?
—El padrino de tu mamá... por cierto ¿Dónde está?
—Se fue con la tía Marcela y el tío Enrico, estoy con la abuela Dilcia, Kurn y Malla.
El dolor de saber que su nieta tiene por abuelos a dos desconocidos le afecta al punto de alejarse. No necesita escuchar el relato de cómo fue su día con una mujer que no podrá amarla más que él. Sergey es su verdadero abuelo, no Tomasevic, su mujer o alguien más.
—Mis hijos y Alessia son mi vida papá —le escucha decir detrás de él.
—Cometí un error...
—Ya te has arrepentido en otras ocasiones, creí en ti, solo para descubrir que me hiciste pasar como imbécil. Tú no quieres a este Jedrek, deseas que sea un muñeco sin identidad, alma o corazón. No lo soy y no pretendo serlo, para hacer de hijo perfecto. Soy un conjunto de errores que disfruto y que no quiero, ni deseo arrancarme de la piel.
—No es su abuelo —da media vuelta para enfrentarle y lo observa verlo en silencio —los Tomasevic no son su familia, Tarasov no es su amigo... si se acercó a ti es para vengarse de mí.
—Pero no lo hizo —le sonríe encogiéndose de hombros —nos demostró que está a otro nivel, te ganó y sin disparar una bala. Estás recogiendo, lo has sembrado. Asesinaste a dos de mis hijos y esposas ¡Lo hiciste! —recalca —si hoy tengo a Alessia y dos hijos no es por ti.
No hay manera de que Jedrek le hable de él a sus hijos o le enseñe quien es su verdadero abuelo. Causó dolor en él y es lo que está recogiendo. Se aleja de él y avanza hacia el grupo de hombres, busca a Noah en medio de los rostros, pero no lo ve.
Siente la presencia detrás y a ella le pregunta.
—¿Quiénes son? — le dice a William que ha llegado a su lado.
Señala a tres personas, dos de ellas con ropa hindú. Dos hombres, uno joven y otro mayor, la mujer puede tener la edad del hombre mayor. Los primeros están delante con un collar de cuencas marrón, ojos cerrados y recitando algo. La mujer está detrás, bastante lejos de ambos, pero en igual concentración.
—Un amigo del chico y sus padres —le responde indiferente —del orfanato según escuché.
—¿Qué se sabe de la chica y Tarasov?
—La buena noticia es que lo de su mujer y el niño estarán bien. —responde tras una pausa —la mala es que le han pedido despedirse de su abuelo, no creen que pueda pasar al día de mañana. —le dice pasando por su lado y palmeando sus hombros. — Lo siento por tu consciencia...
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