Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 38

Narrador

Sergey, observa por la ventana de su habitación cuando las rejas del bloque Este se abren. Con las manos en su espalda vigila los pasos de los nuevos visitantes. Los eventos de las últimas veinticuatro horas lo han hecho reflexionar. Ha dedicado toda su vida a una causa ingrata.

Hoy, mira hacia atrás buscando algo que dejarles a sus hijos. Una cuantiosa fortuna que puede dilapidarse en un abrir y cerrar de ojos, un legado de venganza, odios y errores estúpidos por intentar ser quien no es.

No hay nada valioso en verdad que dejarles a sus hijos.

—Pedí estar solo. —le habla a la presencia detrás de él.

—¿Qué haces aquí? Tu hija fue raptada por esos miserables. Si hubiera sido un socio, todo Moscú estaría incendiado.

Las quejas de su esposa no lo hacen moverse, todo lo contrario. Sigue pendiente a la mujer con los tres hombres que se bajan del vehículo. No creía a los Tarasov tan viles para usar a su hija como método de venganza. La llegada de su mujer embarazada disipa cualquier tipo de duda que pudiera tener.

—Las cámaras la muestran retirando las armas del cuarto de seguridad minutos antes de partir. Lo hizo sola por sus propios medios y sin que nadie la obligara. —su mujer suelta una maldición, seguida del ruido de lo que imagina es la lámpara. —antes de eso hablaba por teléfono, un móvil que creí haberle quitado.

—Le llenó la cabeza de tonterías. Le dijo algo que la convenció y la obligó a hacerlo. —le insiste, pero sigue teniendo sus dudas.

—No es la primera vez que se escapa —entrelaza sus dedos en la espalda viendo a la mujer ser ayudada a descender.

—¿Y las armas? ¿Para qué las querría?

—Venderlas ...

—Solo tiene diecisiete años, Sergey y ese bastardo toda una vida en este mundo. La convenció para robarnos y le hará daño.

—No hay manera de señalar a Tarasov o a su nieto...

—¡Quieren vengarse! —se adelanta a sus comentarios —Eres el único vivo de los que dañaron a esa niña... ¡Su niña! —recalca.

—Sufrí el rechazo de mi padre, por no hacer lo que me pidió —le recuerda —fue la primera vez que me enfrenté a él y lo pagué con su desprecio.

Su mujer sonríe con sorna, mientras le recuerda que ambos lo desconocen y tampoco lo creerían si alguna vez decide decirlo. Algo que no tiene planeado hacer. No se arrepiente de lo que hizo, ni en aquel tiempo o ahora, es capaz de vivir con sus errores sin que le afecten.

—Algo anda mal. —habla más para sí.

—Tú andas mal. —le corrige, pero él sigue sumido en sus inquietudes. —tu hija desapareció y es posible que esté en manos de esos dos animales.

Tarasov no dejaría a su nieto solo y Vivenko no permitiría que su mujer cruce el búnker. Su orgullo se lo impediría. Ella parece estar llorando, se limpia las mejillas y no alza el rostro que apunta al suelo hasta que se pierde de su vista.

Hace una hora y media, Jocelyn, la menor de sus hijos, desapareció del fuerte, llevándose consigo varias armas. Descubrieron su ausencia media hora después de su partida. Acostumbrado a sus escapadas y tonterías, Sergey quiso verificar las cámaras antes de hacer un operativo de búsqueda.

Su hija ingresó la clave de seguridad que daba a acceso a todo su armamento. Una clave que solo han tenido tres personas dentro del fuerte.

Jedrek, Vladímir y él.

Desde que vio esos registros ha traído a su mente momentos del pasado, que ha unido con los del presente. Lo que está debelando la maraña de contradicciones no le gusta.

—¿Me estás escuchando? —le grita —dije que tu hija está...

—¿Hay algo que deba saber? —le interrumpe de pronto girando su cuerpo enfrentándola. —de ser así, este es el mejor momento.

Su mujer, la que ha pasado con él momentos buenos, malos, humillaciones, un idioma distinto solo para demostrarle su amor, le mira como si fuera su peor enemigo. Toda su vida de casado, la ha dedicado a hacerla feliz, no hay nada que no le haya pedido que no le hubiera dado. Salvo proteger una última vez al primer hijo nacido dentro del matrimonio.

—¿A qué te refieres?

Examina su mirada y comportamiento, intentando buscar algo que le diga está errado. Una tarea que de antemano sabe es imposible. Si hay alguien que puede camuflar sus sentimientos es su esposa. Cuando no lloró por la muerte de su hijo, le mostró su entereza y capacidad de autocontrol.

Eso creía...

—Todo esto es por tú culpa —le señala—No te gustaba que tuviera amigos, porque sospechabas, era tan estúpida para dar información a tus enemigos —Sergey sonríe, estaba lejos de ser sospechas. — ¿Cómo puedes culparme por darle a nuestra hija la única diversión que tiene en esta casa?

—No me refiero al móvil mujer —habla en voz lenta.

Avanza a la puerta de la habitación a la que pasa seguro. Apoya su mano en ella buscando las palabras correctas. Cuando Vladímir cometió la estupidez de atacar a la nieta del mayor. Su esposa le obligó a decir que lo hizo por órdenes suyas.

Por amor a ella y a su matrimonio aceptó el peso de los señalamientos. Los problemas cardiacos que lo tenían en un hospital en aquel momento le hicieron salir airoso de toda culpa. William había logrado mediar entre su familia y la suya.

Cada tapada de errores, limpieza de estupideces hicieron de Vladímir lo que fue. Cuando se descubrió fue el autor intelectual, de secuestrar y torturar a la hija de Tomasevic, no quiso hacer nada. Esa decisión hace parte de las que no se lamenta.

Dañar a la hija del turco, fue un acto estúpido y lo hacía indigno de su ayuda.

—Sacaré a esa mujer de aquí...

—No tienes autoridad para hacerlo. Ella estará del lado Ivannov... Te recuerdo es quien manda —sus palabras la detienen a pasos de la puerta y decide seguir —el chico no ha llegado con ellos y eso me recuerda que jamás ha dejado sola a esa chica, no empezará ahora que tiene un hijo.

—La dejó en manos de sus amigos...

—Tú no entiendes nada de este mundo —protesta — han estado juntos por mucho tiempo y se consideran entre sí, hermanos. Pero nunca, —le dice uniendo el dedo índice y pulgar —Nunca, —recalca —dejaríamos en manos de nadie a nuestro bien más preciado.

Hay algo más en esta historia que aún no logra entender. Una mirada a su esposa le dice que sabe más de lo que está dispuesta admitir. Pasa por su lado sin decirle una palabra, si es lo que imagina no hay forma que lo delate.

En los pasillos tropieza con Sousa, quien se encuentra al teléfono y al parecer, recibe malas noticias. No ha querido abandonar el bloque e irse a casa desde que supo la desaparición de Jocelyn. Cuelga al verle acercarse y niega con rostro preocupado.

—Terek fue secuestrado en las puertas del hotel en el que se hospeda, delante de su nieto. Hace tres horas —empieza a decir —Su nieto puede creer que fuiste tú y por eso se llevó a tu hija...

Niega en silencio, ocasionando en su esposa reproches detrás de él. Si hay algo que debe decir de ese miserable es que no lanzaría una acusación de ese tamaño sin tener sospechas. Menos, se desquitaría con una chiquilla. Vuelve la vista hacia la habitación y tropieza con la mirada de su mujer.

—¿Sergey? —le llama su compañero —¿Qué deseas hacer?

—Cuando disipe una duda —explica —¿Quién le dio la combinación para ingresar a una zona privada?

—¿Por qué me preguntas a mí? —la indignación en su voz es dramática —nunca me ha interesado ese lado de la casa.

El silencio del brasilero es apenas lógico, pero la palidez de su mujer aumenta su enojo. Unos pasos subir por las escaleras les dicen que el griego ha decidido entrar a sus dominios.

Y no es una visita amistosa...

Observa su humanidad en silencio subir por las escaleras. Siempre ha envidiado a ese infeliz, el poder que despide y aire maligno que proyecta con su mirada, misma que sigue estando en él, pese a estar en la legalidad.

—Mi hija está desaparecida, no es el maldito momento de soportar tu presencia. Ya no tenemos que hacerlo. —protesta su esposa cuando pasa por su lado y a quien ignora.

—¿Quiénes dieron de baja a Vladímir? —pregunta deteniéndose frente a Sousa— ¿Dónde están y qué pruebas te dieron aparte de la foto que me mostraste?

—¿A qué viene todo esto? —quiere saber Sousa.

—Solo responde. —insiste y el brasileño suelta el aire fastidiado.

—Esto es increíble... Llegas a mi casa, violentas a mis hijos y ahora...

—Con usted hablaré después —apunta su dedo acusador sin siquiera verla y viéndolos a ambos —¿Y bien?

Sostiene la mirada sin hacer comentarios, escuchando a Sousa decir que sus hombres pidieron un traslado de grupo. Lo hicieron bajo el temor de retaliaciones de Moscú. Algo que consideró sin sentido, pues su identidad se mantuvo oculta y fue un acto legal dentro de las filas.

—¿Qué hay de las pruebas de su muerte?

—No suele quedar nada —sonríe abriendo los brazos—una foto antes de ser lanzado a los cocodrilos y listo. —Vryzas enarca una ceja, por lo que su compañero se ve en la obligación de seguir —eran mis mejores hombres y de mi entera confianza —señala al grupo de cinco que lo espera al pie de las escaleras antes de verlo de nuevo —ya sabes como es.

—¿A dónde se fueron? —pregunta luego de escuchar —¿Estás en contacto con ellos?

—Israel y jamás llegaron a su destino. Uno a uno fueron asaltados y asesinados durante el viaje. —gira el cuello antes de seguir —y de sus muertes si doy fe.

No consideró alerta esas muertes, en Londres estaban protegidos por él. Al salir de sus dominios esa acababa. El mismo se lo hizo saber cuando les llegó la aceptación de parte de Young.

—Acumularon enemigos —se encoge de hombros —estamos acostumbrados.

—Axelia Vryzas solía definirme con muchos adjetivos, todos despectivos. Aun así, existe una frase en que, le doy la razón —guarda silencio antes de seguir —una manzana podrida tiene el poder de dañar a las demás.

No hace más comentarios, Sergey considera no necesitarlos. Tiene cuatro hijos por los que velar y a los que aún puede heredarles algo bueno. Su vida se apaga y cada día vivido es casi un milagro. Hoy más que nunca desea ser recordado y respetado. Se detiene frente a su mujer marcando distancia y le sonríe.

—Usó el correo privado de su esposo para obtener mi perdón —empieza y su mujer se lleva las manos al cuello —supongo que no fue la primera vez, ni la última.

Mira en dirección a Sergey que recuerda aquel instante. Se atrevió a usar su correo privado para pedir un precio a Vryzas por su silencio. Lo hizo a sabiendas del carácter recto y orgullo del griego. Sin embargo, no todos son como él y bien pudo hacer lo mismo en otra época.

Obteniendo resultados distintos.

—Se llevó a mi hija y corre peligro y tú ¿Te atreves a defenderlo? ¿Están dispuestos a proteger y ayudar a un delincuente?

—No necesita de ninguno de nosotros para buscarlo, señora —responde lanzando un suspiro liberador —Tiene motivos para estar preocupada por su hija, pero Noah no tendrá nada que ver con su muerte.

—¿Qué ...?

—Ella cavó su propia tumba al sacar armas para llevarle a su hermano —Sergey cierra los ojos y escucha el lamento de su esposa, junto con la protesta de todo lo demás —Vladímir no ha dejado testigos. Lamento mucho que tenga que llorar a su hijo dos veces, pero en esta ocasión si tendrá una tumba en donde hacerlo.

Lo observa dar la espalda y avanzar hacia las escaleras en donde lo esperan varios de sus excompañeros. La gran mayoría se quedaron custodiando a William y su familia. Al verle llegar sus ex hombres bajan el rostro en señal de respeto.

Le viene a la mente el viejo Alexis, era al único que le hacían esa reverencia de forma espontánea.

Anhela que esté en equivocado y esté muerto, que no sea el culpable de la desaparición de su pequeña. Por sobre toda las cosas, que no su deseo de ser el jefe no llegue tan lejos y no quiera dañar a su hermana.

"—¿Sabes que deseo? Ver el día en que tus hijos perfectos mueran, uno a uno... Jedrek sería el primero."

Abre los ojos al recordar su amenaza, lo hizo días antes de ser apresado por los hombres de Kurn. Antes de eso, solía soltar todo su veneno contra Jedrek, esa última vez fue en contra de todos sus hermanos.

—¿Alguien ha visto a Ilya y Pavel? —pregunta avanzando a las escaleras que baja a toda prisa bajo la mirada sorprendida de todos— Ilya y Pavel ¿Alguien los ha visto?

Toma el teléfono y marca al primero, pero se va a buzón. Los presentes son testigos de como marca en varias ocasiones sin éxito alguno. Ilya y Pavel, no apagan sus móviles y caso de alguna falla les alertan.

Con la fe intacta le marca a los hombres que los custodian obteniendo el mismo resultado. Detrás de él su esposa le pregunta lo que sucede, pero él no puede dar una respuesta.

¿Es posible tanta maldad?

—¿Sergey? —insiste, pero él tiene la vista fija en el mensaje que le llegó hace media hora y que no había visto.

"¿Quieres ver como vuelan en pedazos? Tus hijos por Terek. Le volaré los sesos a uno por uno cada hora" el mensaje eriza su piel y niega sin poder creer que esto haya llegado tan lejos.

—¡Sergey! —el grito de su mujer al verle caer de rodillas viene acompañado del auxilio del hombre que está más cerca.

Vryzas no solo le ayuda a levantarse, también toma el teléfono y mira el mensaje. Le daban a entender que Vivenko estaba detrás de todo esto, todo indicaba que era así.

Estaba convencido de que no.

Lo ha humillado e intentando destruir todos estos años, logrando con eso fortalecer su carácter. Lejos de dañarlo, le ayudó a construir una armadura que nadie puede traspasar. Se queda viendo a la mujer que está en la línea imaginaria que divide un bloque de otro. Sus mejillas están humedecidas, rostro descompuesto y es abrazada por el hijo del griego.

—Acaba de encenderse el teléfono de Noah.... —la voz del griego lo hace sacar de su letargo —¡Porta!

Se escuchan diversos gritos desde diferentes lugares del búnker y en segundos los tiene a todos rodeándolo. Lo único que tienen en común aquellos rostros con tanta diversidad, es la solemnidad y respeto con el que miran al jefe...

Escucha darle los detalles de lo que sucede, mientras uno de ellos está en un costado con un PC. Minutos es todo lo que dura su explicación y todos aguardan órdenes.

—No puedo garantizarte el rescate de todos... —escucha a William decirle al enterarse de lo que sucede. —lamento tener que estrenarme con esto.

—Yo también —responde con un nudo en su garganta afrontando la realidad —¿Qué hay de él? —le dice mirando a la chica y el griego le sonríe.

—Solía hacer esto solo. Lo traerá de vuelta —le dice el griego con algo de orgullo. —tu hijo no es tan imbécil para tener a todos en un solo lugar. Ni Noah tan inocente para no darse cuenta de eso.

—Nadie es tan diestro...


—No lo conoces —le interrumpe y ambos ven como Stan, Nikolái y ese asiático problemático avanzan a la salida. —Conocen mejor que nadie cada rincón de la ciudad. Mi trabajo es proteger a su familia hasta que regrese.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro