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Capítulo 36

Terek Tarasov, me entregó documentos legales con los que podría casarme, darle un apellido a mi hijo y mujer. Por alguna extraña razón, en los registros oficiales figuraba como hijo de Vladimir Levenev e Irina Tarasov. Al parecer, alguien quiso burlarse de Terek y de Vladimir uniéndolos a través de la única persona que los enlazaba.

Su nieto y sobrino respectivamente.

De alguna manera e imagino que gracias a sus influencias del anciano logró que mis registros cambiaran. Noah Vivenko y Mijaíl Tarasov, habían quedado en el olvido; en adelante, llevaría los dos apellidos de la mujer que me trajo al mundo.

Irina Tarasov.

—Señor y señora Tarasov —saluda la ginecóloga —veamos que podemos decirle de ese bebé. Cinco meses es mucho tiempo para ingresar a control.

—No sabía que estábamos esperando —se excusa Jaz y la mujer niega un poco sorprendida. —nos mudamos de país reciente y nos estamos acoplando—sigue y la mujer me ve a mí.

—Vivíamos en Atenas —sigo por ella.

Hasta hace unas horas, ser padre era para mí un sueño. El tipo de cosas que la vida me ha dado y luego me arrebata cuando estoy aprendiendo a amarlas. Ese pensamiento puede verse como pesimismo, no obstante, solo yo sé que tan real ha sido.

En este instante, sosteniendo la mano de Jaz, escuchando a la ginecóloga, explicarnos los riesgos de iniciar tardío. Una resolución llega a mi corazón, por primera vez estoy dispuesto a pelear para mantenerlos a Jaz y a mi hijo en mi vida si es necesario.

Las palabras se atoran en mi garganta cuando la mujer nos pregunta si queremos saber el sexo, me limito a afirmar. Me es imposible formular palabra alguna, con la certeza que si llegan a salir serían sonidos lastimeros.

¡Mi hijo!

—Eso que escuchan es su corazón. —no tengo idea cuál de los dos es el más emocionado, solo sé que mis ojos arden y mi pecho se siente como si tuviera algo pesado que me impide respirar.

¡Soy padre! Grita en mi mente cuando empiezo a escucharlo. El sonido del corazón de nuestro hijo lo sentí más fuerte en mi pecho, que se acopla al de mi pequeño y le sigue en cada latido.

—¿Preparados? —nos pregunta y ambos afirmamos. —Veamos —habla en tono divertido viendo la pantalla y luego a ambos.

—¿Hay problemas en que un tercero ingrese? —le pregunta Jaz, pero viéndome a mí.

—No, si ustedes lo autorizan.

Puedo sentir su súplica en la mirada que me brinda y sé lo que me pide. Tarasov se ha quedado en los pasillos indicando en que desea esperar por nosotros. Fue el de la idea de tener dos registros de control, uno a nombre de Malla Tarasov Makri, jueves a las nueve de la mañana en Odesa Regional Medical Center. Un segundo y con documentación falsa sería el mismo día, pero una hora después y en Shpytal.

Agradecí el gesto de cuidar de Jaz y de mi hijo. Consciente que lo hacía por el lazo familiar que existía entre los dos y al que no podía por más que lo intentara retribuirlo. La llegada de Jedrek y el anuncio que irían por Jaz, hizo que se ofreciera a llevarla a la primera cita. Alegó tener una reunión pendiente con su padre que no daba espera.

Le confié a mi familia, tal cual él hizo en su momento con la suya.

—Noah —me llama Jaz, seguido del carraspeo impaciente de la doctora me hace reaccionar a regañadientes.

Será difícil si no imposible verlo como mi abuelo, quizás mis hijos puedan tener ese privilegio. Soy un lobo demasiado viejo para adaptarme a ser el nieto de alguien.

Al abrir la puerta lo encuentro al teléfono con quien sea habla, sonríe. Alza el rostro al notar mi presencia y tras despedirse cuelga.

—No envío a nadie, lo hizo personalmente —afirmo haciéndome a un lado y abriendo la puerta —se llevaría a Jazmín.

—Tenías razón entonces —le indico ingresar con un movimiento de cabeza y mira el espacio vacío con añoranza —nos dirán el sexo... Jazmín cree que puedes estar interesado.

Aleja su cuerpo de la pared y mira el espacio luego a mí, pero no hay muestras que desee acercarse.

—¿Estás seguro?

—No —hablo con sinceridad y paso saliva, apretando con fuerza el pomo de la puerta —estoy apenas asimilando que he dejado de ser un delincuente. Esto no es fácil para mí.

Me brinda una sonrisa paciente y paterna que causa escozor en mi piel. Aún no tengo claro a donde iremos o que haremos, de lo único que soy consciente es que mi futura esposa no querrá dejar atrás a ese hombre. Lo ha adoptado como un padre, la ausencia de una figura paterna en ella, le hace amar a ese anciano y él le encanta el trato afectivo.

—Noah —la voz de Jaz impaciente lo hace sonreír y a mí rodar los ojos.

—No la hagamos esperar —le pido dando un paso atrás.

Al acercarnos, la ginecóloga nos ve por encima del hombro con una sonrisa. Bromea diciéndome que creyó me había desmayado y señala que se basó en mi rostro pálido.

—El primer hijo siempre trae pánico. Soy... —habla el anciano y su voz se quiebra al ver la pantalla.

—Es mi abuelo —hablo por él al notar que le es imposible hablar y me repito que es como uno de esos casos que hice siendo de los cincuenta, puedo hacerlo—mi madre murió hace muchos años...

—Entiendo y lo siento mucho.

Y en realidad lo parece al mover su mano indicándole acercarse. Solo cuando estamos todos juntos retoma su labor. No me molesta en que repita, esta vez dirigiéndose a Tarasov. Al final de su relato y tras sonreír por largo tiempo susurra.

—Felicidades, es un varón.

La primera en felicitar es a una Jaz que se ha quedado estática viendo la pantalla. Siento un par de manos mover mi cuerpo y no puedo moverme.

—¿Esto es real? —mi pregunta es en tono bajo y a mi mismo que no esperaba respuesta.

Estamos tan acostumbrados a que nos suceda siempre cosas malas, que cuando es algo bueno dudamos de su originalidad. La mayor parte del tiempo esos actos buenos vienen de la mano de momentos malos o son solo espejismos.

Mis ojos se quedan en la pantalla hasta que se apaga y el nudo en mi garganta se incrementa.

—Si no lo es, me voy a asegurar que lo sea —alejo la vista del objeto y miro al hombre frente a mí —se los prometo.

—No hacemos promesas que no depende de nosotros —ayudo a Jaz a levantarse y se queda viendo mi rostro con reproche.

—No acostumbro a darlas —fija sus ojos en mí antes de reír con suficiencia —a menos que esté seguro de que voy a cumplir. Aprendo de mis errores hijo.

Afirmo tomando varios pañuelos que me entrega la ginecóloga antes de que esta salga seguida del anciano. Limpio el vientre de Jaz en silencio, soy consciente que está atenta a mis movimientos y que debo decirle algo.

—Fijaremos fecha de boda cuando regrese —le digo —Te irás con la esposa de Jedrek —apoya su mano sobre las mías y eso me obliga a verla a los ojos, hay decepción en ellos. — es el sitio más seguro.

No hay nadie que pueda cuidarla mejor que yo y de existir ese sería Jedrek o Alessia. Estuvo poco tiempo dentro de los cincuenta, pero no se necesita mucho para saber que nos protegemos con la vida si es necesario.

—No pienso esconderme —habla decidida —iré con ustedes.

—Jazmín...

—Iré con ustedes —me interrumpe retirando mis manos de su vientre —si me alejo de ti es para siempre Noah y me aseguraré de que nunca nos encuentres.

Cuando alza la barbilla sosteniendo mi mirada, descubro que no miente y que está decidida a cumplir. No tengo claro que decirle así que guardo silencio, tras ayudarla a bajar de la camilla salgo del consultorio.

Es posible que sea la mejor decisión que pueda tomar, alejarse de mí sería en todo caso un acto de supervivencia. El anciano me ve pasar por su lado y cuando creo me dejará tranquilo con mis cuestionamientos siento una mano en mi hombro que me detiene.

—¿A dónde iras? Ella te necesita...

—La votación es en unas horas —le recuerdo —ella quiere ir conmigo —comento —sabe que es un absurdo.

—Los que se aventuran a cosas absurdas son capaces de lograr imposibles —responde tras una larga pausa —en ningún lugar la tendrás más protegida y tranquila que a tu lado.

—No conoce a Jaz —doy media vuelta y la encuentro en pie observándonos a ambos —no querrá quedarse en el hotel, insistirá en ir a esa reunión.

El anciano sonríe al ver el camino de mi mirada, por un instante no dice nada y cuando creo que todo quedará de esa manera, habla.

—Le he pedido a alguien asistir por mí —entorno los ojos al no entender y se encoge de hombros —hace años prometí en la tumba de tu madre y abuela, en no pisar una de esas reuniones. Yo me quedo con ella en el hotel.

—¿Y luego? —cuestiono —¿Escondernos hasta la eternidad?

—Sé qué sentido de supervivencia te dice que debes desconfiar de todos. En esta ocasión es el miedo quien habla y puedo entenderte. Confía en mí, tengo todo bajo control. —le estira su mano derecha a Jaz y la observo acercarse a él, sin mirar en mi dirección —iremos a esa votación, al salir buscaremos la tumba de tu madre...

Hasta este instante, no me había cuestionado sobre ello. Por más de cuatro décadas, él ha llorado a una tumba que quizás esté vacía u ocupada por una extraña. Necesita darle el final y una tumba que merece.

Toma la mano de Jaz y las entrelaza con las suyas. El gesto de protección al caminar con ella no pasa desapercibido ni para mí, ni para quienes como yo los vemos salir del lugar. Conserva, pese a estar por fuera de la mafia, el respeto que suelen proyectar.

He tenido la oportunidad de averiguar por él y dentro de su ciudad es considerado un hombre importante y respetado. De los pocos que usan su lado oscuro para ayudar a los demás.

Abro la puerta del auto para que ambos ingresen, con la sorpresa que solo el anciano ingresa por ese lado. Jazmín me ha rodeado y lo hace por el lado contrario. Sostengo con fuerza la puerta del vehículo hasta que mis dedos llegan a acalambrarse.

—No es fácil lidiar con ellas en gestación —comenta el anciano antes de ingresar al vehículo y viéndome divertido —son más emocionales. Las rosas suelen ayudar —le miro intrigado y sonríe golpeando los hombros —vivas, no muertas —sigue diciendo, ingresando al vehículo.

¿Qué mierdas es eso de rosas vivas y muertas?

****

Al recibir el lugar de la reunión, pude entender la renuencia de Terek Tarasov en no ir a esa reunión. Hace años había prometido no pisar suelo Levenev, rompiendo esa promesa, hoy debo hacerlo. El vehículo se detiene frente a las rejas del bloque y por primera vez en años debe anunciarse mi presencia.

Salgo del auto con la tarjeta en mis manos y me quedo a pasos de los guardias que, en silencio y alertas por mi presencia, aguardan.

—¿Nombre y tarjeta? —pregunta uno de ellos, bastante joven y esa mirada de rebeldía me recuerda a la mía a esa edad.

—Noah...—guardo silencio y me encuentro en una encrucijada.

Noah Vivenko hizo la promesa de no estar en esa parte, quien en verdad soy nunca lo he hecho. Una idea cruza mi mente, sin importarme que será primera vez que lo haga como lo que seré en adelante.

—¿Y bien? —me pregunta un segundo chico sacando el arma. —La tarjeta de los cincuenta ya ingresó...

—Noah Tarasov Zhuk. —me presento —La mía es en representación de los Terek Tarasov —digo ante la mirada sorprendida de todos.

Cuando las rejas se abren y me devuelven la pieza dorada, me hago una segunda promesa. Aquella que estoy dispuesta a cumplir al precio que sea. La de no volver a pisar suelo ruso nunca más.

A pasos lentos y decididos hago el último recorrido atravesando todos los sitios de lo que fuera mi vida por dos décadas. Se siente como recorrer los pasos, eso que dicen hacen una persona segundos antes de morir. Aquella revelación achina mi piel. Paso por donde conocí a Stan y Nikolái, el polígono, la zona de entrenamiento cuerpo a cuerpo, el sitio en donde tomamos café antes de partir cada uno a su labor.

Ver a los nuevos gastarse bromas o golpearse entre sí, es como retroceder en el tiempo. Este lado oscuro tiene tentáculos tan grandes e inmensos que jamás tendrá fin. Siempre habrá alguien que quiera estar por encima de todos y esté dispuesto a pagar su libertad por lograrlo.

La dicha que me brinda que mi hijo y mi esposa crecerán en el anonimato me da las fuerzas que necesito para dar los últimos pasos hasta llegar a la sala de juntas.

Esa que solo conocí como soldado y que Angelo me da el privilegio hoy de hacerlo como los grandes. Me detengo al pie de la puerta, Sergey está a la cabeza y solo por ser su zona, a su lado se encuentra Payman, que inclina la cabeza al verme llegar y sonríe.

—Años sin verte —saluda al verme —nunca hiciste los honores y visitaste en Londres.

—Agradezco no tener un motivo para hacerlo —respondo eliminando la distancia.

Cada puesto tiene una placa triangular con el sitio que representa, en silencio busco el mío y no me sorprende al descubrir estoy en la cola.

—Creo que eres el más interesado en esta votación—comenta Sergey señalando los sitios vacíos —Payman durmió en casa, esperaba que los demás lo hicieran.

—No los culpo por rechazar tu oferta. —el brasilero sonríe divertido negando en silencio y mis ojos se fijan en la placa que reza...

Boss...

Las risas que se escuchan hacen eco en las cuatro paredes. Reconozco a varias de ellas por hacer parte de esas bromas en alguna época. Aun en pie y con una sonrisa en los labios observo a las figuras ingresar al salón.

—¿Qué significa esto? —Sergey se incorpora y el brasilero aguarda en silencio con rostro indescifrable.

Angelo, Estanislav y Nikolái parecen escoltar a William Ivannov que detrás de ellos sonríe tan o más divertido. Angelo ocupa el de América, que imagino es el Frederick; Stan la que debe ocupar Jedrek, que sería la de los cincuenta, y Nikolái el que dice Odesa. La de William es el cupo que dejó su padre y tiene el nombre del viejo.

Alexis Ivannov I. Al sentarse y sonreír a todos, lo hace con cierto grado de orgullo. Yo también estaría orgulloso de ocupar ese sitio si mi padre hubiera sido ese hombre.

—¿Dónde está Jedrek? —pregunta al ver que cada uno lanzan al centro de la mesa las piezas doradas.

Solo falta el sitio del jefe y hacia ese lugar miramos los presentes en la sala.

—No le concedieron permiso para este día —responde un divertido Stan cruzando sus brazos y estirando sus piernas.

—Nos pidieron un último trabajo y no pudimos negarnos —se mofa Nikolái y Angelo sonríe.

—Una reunión tan trascendental, no puede convertirse en un circo. No hay manera que la decisión del nuevo líder quede en sus manos....

—¿Por qué no?

La voz que nos hace levantar a todos, no solo por el poder que representa, también por el respeto que se ha ganado a lo largo de todos estos años. Mi sorpresa por ver a Tomasevic en la sala solo es superada cuando toma la placa del Boss y avanza hacia la Cabeza.

—Me es imposible ocupar otro sitio que no sea el que me corresponde —murmura a Sergey ubicándose detrás de él con rostro solemne.

—No pretendo llevarte la contraria Kurn, pero estos hombres no son dignos. 

Stan y Nikolái sonríe, han sido insultados tantas veces y diversas maneras que no hay nada que les ofenda.

—Quien mejor que ellos que nos han ayudado a limpiar la mierda del interior de nuestra estructura —habla el turco al fin sentándose y solo entonces lo hacemos todos — conocen cada rincón, oscuro y putrefacto, han sido atacados por su resistencia y poder. —sigue cruzando sus manos encima de la mesa —decidí qué poner en sus manos esta decisión, en una manera de agradecer sus años de lucha.

—Agradecemos el voto de confianza —habla Angelo por primera vez —entiendo que eres un candidato —le dice al brasilero —he retirado el nombre por décima vez de la lista —niega divertido tomando la placa con el nombre de Epson Frederick —estoy agradecido a quien sea me ha ubicado siempre...

—Yo —confiesa el turco y a todos nos sorprende esa revelación —he tenido claro desde que conocí sus primeros trabajos que solo uno de ustedes podía ser mi reemplazo —saca varios sobres de su saco que deja en la mesa —Espero no se molesten por traer a mis escoltas, entenderán que no puedo presentarme desnudo ante ustedes.

Sin entender muy bien miramos a la entrada del salón. Custodiando la salida están dos personas, un hombre y una mujer, la mujer me sonríe regresando el rostro al frente, el hombre, por el contrario, tiene la vista fija en el sitio de Sergey.

—¿Es tu forma de humillarme? Regresar a casa como un vulgar empleado —reprende a su hijo que niega sonriente y regresando su vista al frente.

—Te di un consejo que decidiste no escuchar —aprieta con fuerza la pluma en sus manos, dándonos a todos una idea de lo impotente que le resulta lo que ve.

—Alessia —la llama y ella da un paso al frente —¿Puedes repartir los sobres cariño?

Afirma en silencio y toma el paquete en sus manos dejando frente a la placa uno de ellos. Se detiene un poco frente a Sergey y le sonríe, pero no es correspondida. Soy el primero en tomarlo y buscar el interior una pequeña tarjeta con un nombre.

Puedo decir que todos sin excepción sonreímos al leer el nombre, incluso Payman lo hace. El único que no sonríe es Sergey que tiene la vista fija en el candidato que ha puesto el Boss.

—Es mi mejor empleado —le recuerda a Kurn —¿Has olvidado todo lo que hay en sus manos? —ante esa pregunta el hombre abre las manos indiferentes.

—Nunca desatendí industrias Frederick y muchos de aquí no tenían idea de mi segundo trabajo —todos afirmamos y él vuelve la mirada a Sergey —No hay manera de que esta silla ofrezca o acepte al padre de mis nietas como sucesor.

El silencio que sigue es tenso y cargado de oscuridad, al escucharle decir que Alessia Bondarenko fue registrada como Tomasevic. Una decisión que quiso tomar hace años, pero que le fue imposible.

Alessia y Jedrek han logrado por fin alejar el fantasma del mayor de sus vidas. Los presentes nos convertimos en espectadores silenciosos de aquella disputa. Sergey no está a la altura de su oponente, aun así, debe admitir que logra mantener la compostura y los ataques el turco.

—La única forma que conserves tu puesto y el legado de Vladimir es que acates esta orden —su voz sale lenta y su puño golpea la mesa sin hacer ruidos —un Tomasevic o familiar de este, nunca estará en este lugar. Ese legado termina aquí y ahora. —las últimas palabras las dice golpeando la mesa con fuerza.

—¿Sabías esto? —ante la negativa del hombre mira a brasilero que solo sonríe —imagino que tu sí.

—No, pero lo considero apropiado. Su padre siempre se negó a ocupar ese puesto y se le dio uno honorífico —le mira antes de seguir —en cuanto a nuestros negocios, su hijo los lleva hace años.

—No se hará votación sin que él acepte.

Sergey se aferra a su última esperanza y todos aguardamos en silencio que el hombre hable. Mira el nombre en la tarjeta antes de hablarle a Kurn.

—¿Es por eso por lo que he sido tu asistente todos estos años?

—No pienso excusarme por querer dejar a un buen hombre en mi silla Ivannov —le dice y William suspira —hablé con Verónica y tus hijos antes de escribir el nombre de tu padre allí. Es la mejor forma de retirarte y lo sabes.

En mi vida he tenido pocos sentimientos de felicidad, considero el día de hoy el mejor de todos. Ver la derrota en el rostro de Sergey cuando se nombra la ficha de Alexis Ivannov como el nuevo Boss, mientras soporta la presencia de su hijo como escolta de Kurn Tomasevic. Es una Victoria en medio todo.

—¿No hueles a libertad? —me susurra Stan en mi oído y sonrío a firmando.

—También a gloria y vientos frescos—sigue Nikolái —es como haber presenciado un exorcismo.

Terek me dijo que estaba todo planeado y que confiara en él ¿Se refería a eso? Si es así y Sergey lo sabe debo esperar retaliaciones. Al ver el rostro del mayor confirmo mis sospechas.

—¿Qué se siente tener familia?

—Miedo —le respondo a Stan sosteniendo la mirada de Sergey. 

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