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Capítulo 33

Capítulo sin editar...

 —Fue padre a los veinte, quería tener nietos joven poder disfrutar de ellos. 

Jazmín tiene en sus manos un viejo álbum de fotos de los Tarasov. La noticia que puedo ser familia del anciano, la tiene ansiosa y feliz, yo sigo guardando mis reservas.

—Alternó ser padre, con los estudios y la fábrica —sigue. —Termino la ingeniería a los veintidós, creo que tu lado inteligente es por él.

Su cabello ha crecido en todo este tiempo, ya no usa la coleta rígida de siempre. Sigue usando pantalones, pero más holgados, reemplazó sus remeras por las mías. Sonríe acariciando una fotografía que señala.

Lo que sigue es ella narrando todo lo que sabe de la familia, se ha hecho amiga de la ama de llaves y casi todo el personal de seguridad está a sus pies. El anciano la ha presentado como mi esposa y portadora de sus bisnieto, exigiendo respeto hacia ella, solo que Jaz ya se los había echado al bolsillo.

—¡No me estas prestando atención! —exclama molesta y sonrío —¡Noah!

—Te estoy escuchando—me defiendo, pero rueda los ojos —se casó a los veinte cuando supo que sería padre, se graduó a los veinte dos de Ingeniería química, hizo un posgrado y hasta un doctorado —detallo y entorna los ojos, lo que me hace suspirar pues debo ser más convincente. —fue en esa última que su vida cambió.

Poseía comodidades y, en resumen, podía tener todo lo que pudiera comprarse, pero sentía que su vida era aburrida. No ser respetado dentro de la empresa familiar por su corta edad y ser señalado como cobarde o inmaduro, lo hizo cambiar el rumbo de su vida.

Y escogió una vida que destruiría a su familia.

—Su apellido le abrió las puertas de la delincuencia, descubrió que sus estudios le darían estatus —Jazmín baja el rostro y sigue viendo las fotografías que me he negado a ver.

Ascendió rápido dentro, cada paso que daba le daba poder que nunca tuvo siendo hijo de Havryil e Irina Tarasov, empresarios dueños de una prospera fabrica de fertilizante. Lo ocurrido con su esposa e hija pudo evitarse, si se hubiera concentrado en mejorar dentro de su círculo y no buscarla en otro lado.

—¿Estás diciendo que tiene la culpa? —me reta y sostengo su mirada.

—No es inocente del todo —señaló todo el lugar antes de seguir —encerrarse fue su forma de autocastigarse.

—¿Eso aplica también para Angelo?

—Si. —lo pienso un poco más y suspiro —quizás no de la misma manera. —intento ser más especifico y ella cierra el álbum, cosa que agradezco —Anna desconocía el mundo de su esposo, Aydey estaba al tanto de todo. Aydey y Angelo pagaron un alto precio por traicionar y confiar en quienes no debían; las Tarasov, por la ambición de su padre y esposo.

Mi respuesta no le sorprende, sabe que no soy de los que cubren la realidad. Angelo pagó un alto precio por una mujer que desde un comienzo supo que era leal solo a ella y sus intereses. De ser yo quien estuviera en su lugar, desde el primer conflicto le hubiera dado la libertad.

—Lo hizo por Anker —me recuerda —asegura que valió la pena todo.

—Porque tiene a la doctora como reemplazo —bufa fastidiada y me alzo de hombros —si esta vivo y con ganas de enfrentar al futuro es por ella. 

Me levanto de la cama al verla abrir de nuevo el album y me dirijo a la terraza de la habitación. Hay bastante movimiento, el viejo ha mandado a ventilar la casa, habitaciones y a restaurar el jardín.

Lo hizo desde que Jazmín le confesó lo oscuro del lugar le deprimía.

Verla pegada al anciano, hacer las caminatas nocturnas o escucharle atenta me conmovía, no por él. Jazmín nunca tuvo la figura paterna o un lazo familiar sólido, ahora se aferraba a esta casa y su dueño

¿Qué pasa si resulto no ser su nieto? No tiene sentido (por lo menos para mí) que me dejaran vivir siendo un Tarasov. Una prueba de ADN pondría punto final a mis dudas, pero que de ser cierto abriría un sin numero de ellas. 

—Iré con tu abuelo de compras ¿Vienes? —niego mirando por la ventana el ir y venir de los hombres del jardín.

—Aun no se tiene claro Jaz…

—Para ti —me interrumpe —me bastó ver la foto de tu bisabuelo para saber que habías llegado a casa.

Se planta frente a mí, sonríe deja un beso en mis labios, hace un guiño y mueve el dedo índice en mi dirección. Me advierte en no hacer tonterías y de esperar por ella, lo que me resulta extraño.

—¿A dónde crees que iré?

—A Moscú, por respuestas —responde rápido y niego.

—Seria el último lugar en hallarlas.

Aun no se si es cierto o solo me he contagiado por la histeria del anciano. Acompaño a Jaz hasta la puerta de la casa y me quedo allí hasta que llega al encuentro con Terek, que a lo lejos me ve en la misma notica.

Desde nuestro incidente ninguno a buscado al otro, acudimos a ese examen cada uno por su lado y me he negado a compartir espacio con él. Me repito una y otra vez que nada cambiaria de ser mi familia, en lo único que ayudaría es a mi hijo y a Jaz. Estoy demasiado cubierto de mierda como para que logre limpiarme sin que salga sucio.

—Acompáñame. —me dice la ama de llaves al pasar por mi lado. —sé que tienes dudas —sigue diciendo detrás de mi al notar no he avanzado.

—¿Y tu las vas a disipar? —me mofo y la siento resoplar.

—¡Solo escúchate! Eres idéntico a él a esa edad —comenta molesta —te enseñaré algo, dejaré que saques tus propias conclusiones.

—Le dijiste al anciano que era imposible que fuera su nieto…

—No lo entenderías… por favor —ruega y suspiro fastidiado.

Doy media vuelta y la encuentro en pie a dos metros frente a mí, tiene el cabello cubierto de canas, arrugas en su rostro y la misma tristeza del anciano.

—Mi esposo murió ese día —habla como si pudiera leer mis pensamiento —el jefe de seguridad de tu abuelo… tu abuelo —recalca al ver que empuño las manos —es mi hijo mayor y aquellos dos que están en la entrada, son también mis hijos.

—¿Qué va a mostrarme?  

Empuña las manos y tensa su mandíbula antes de decir algo. Observa la funda de mis armas a lado y lado de mis brazos y la de mi pretina un tanto tensa. No le gusta que vaya armado dentro de la casa, he visto que toda la seguridad de esta por fuera, misma que es nula y nadie parece importarle ese pequeño detalle.

—No necesitas traer tres para intimidar —sonrío y ella rueda los ojos —tu aspecto de maleante lo dice todo.

—Perdón …

—¡Bah! Eres tan majadero como tu abuelo y madre, se que no lo lamentas —la mención de ella hace morir mi sonrisa en mis labios.

—Aun no…

—No pierdas el tiempo cariño —me interrumpe y da media vuelta empezando a indicarme el camino —si le dije a Terek que era imposible, es porque asi lo quería creer. —me mira por encima del hombro antes de seguir —y no es por lo que crees jovencito.

—¡Ilumíneme!

Lo cierto era que me estaba divirtiendo con ella, su carácter explosivo y manera altanera de responder me resultaba divertida.

—Ese bastardo fue asesinado seis meses antes de tu nacer —se detiene ingresando una llave en una habitación que hasta el día de hoy he visto cerrada—mi niña fue reportada como asesinada dos meses después de ese suceso.

Paso saliva al ver que se detiene cuando la puerta cede ante el giro de la llave y vuelve la vista en mi dirección. De ser su hijo ella duró un tiempo en manos de otros criminales.

—¿Sabes que pidió para navidad?

—No se si quiera saberlo…

—Coleccionaba barbies —me interrumpe —siempre pedía lo mismo para ellas. En el hatico hay veinte cajas con cientos de esas muñecas, casas, ropas, autos, etc. —niega —no creí que pudiera existir alguien con tanta maldad.

Empuja con cuidado quedándose en la entrada. Hace un movimiento de cabeza instándome a entrar y lo hago sin prisa. Un enorme escritorio, tres sillas frente a él, al costado derecho una mesa larga con una decena de sillas.

—Aquí solían visitarlos y eran tratados como reyes —menciona avanzando detrás de mi —olvidé lo cruel que podía llegar a ser esos hombres.

Rodea el escritorio y abre uno de los cajones de dónde saca varias fotografías que va lanzando encima. Adquiere ese gesto de dolor cada que toma una de ellas y al soltarlas es como si le quemara.

—Vladimir Levenev —el dedo índice de la mano derecha tiembla al señalar una foto y solo entonces decido acercarme —tenía dos hermanos, un hombre y una mujer —guardo silencio ya frente a la foto.

Un hombre en traje negro y gabardina, fue tomada en una calle de Moscú, detrás de él es posible distinguir a sus guardaespaldas.

—Su hermana se casó con Dimitri, un primo —señala a otro hombre y me encuentro de frente con el hombre de tantas historias que he escuchado a lo largo de mi vida en este mundo. —tuvieron tres hijos, el menor era Habib —señala a otra foto.

No puedo negar que me tensé al ver la foto del hombre en musculosa y con su cuerpo cubierto de tatuajes. Muchos de ellos en lugares absurdos como nudillos, cuellos, manos, etc. Rubio de ojos azules y aspecto peligroso, no sonríe a la cámara. Resalta en él su mirada llena de odio.

—¿Qué tengo que ver yo aquí? —hablo al ver el resto de las fotos y niega.

—Amelia, era hija de Vladimir, —apunta a una chica de cabello negro— Sergey el mayor, a este ya lo conoces —afirmo en silencio sin que pase desapercibido el dolor en su voz— solo la niña estaba con ellos, el chico estaba en una escuela militar. Vladimir y su esposa lo querían lejos de su tío —sigue y saca una última foto—los Levenev solían reunirse los sábados en casa de este hombre —muestra la foto que acaba de sacar y es muy parecido al tal Vladimir, lo describe como hermano —eran modestos empleados sin conflictos, salvo él —comenta viendo al individuo. —se metió en problemas, robó ciertas cosas y ante la negativa de pagar lo visitaron un sábado.

Murieron todos los presentes en esa fiesta, salvo Vladimir y su hija que estaban en una feria, Dimitri y Habib que minutos antes habían salido por más cervezas y Sergey por estar en una escuela militar. Tras ese suceso dio en adopción a su hija a un amigo y dejó a su hijo en la escuela. Se dedicó él y su cuñado-primo a buscar, dar caza y vengar la muerte de su familia.

—Aquello le dio poder dentro del grupo y lo ubicó en el puesto que ya sabes. —inspira fuerte soltando el aire antes de seguir —pero dieron con la chica y no tuvo más remedio que llevarla al fuerte, también sacar a su hijo a quien puso como escolta de su hermana.

—¿Fue en la época en que no se permitía familia? —afirma recogiendo las fotos y deja solo encima del escritorio la foto del tal Habib y su padre.

—¿Cuál es la peor de las traiciones en tu mundo?

Lo pienso un poco viendo como recoge cada una de las fotos en silencio. Hay muchas para señalar a una sola, lo que para este grupo es malo, en otro no lo es.

—Solo una resulta asquerosa —confieso. —hacer tratos con cualquier fuerza publica para dañar a compañeros

 La mujer sonríe lanzando las fotos al cajón retirando una que deja en mis manos. Es un hombre y una mujer de cabello rojo, al que llama David y Amelia Rogers. Fue entrenado por años para ingresar al mundo criminal y dar caza a varias personas.

—El mayor ayudó —comenta —y luego le dio a su hija como esposa.

En mi cabeza hay extractos de narraciones de ese suceso. No voy a negar que me resultaban aburridos las historias del viejo Alexis, pero Angelo si solía escucharlas todas. David Roger ingresó con otro nombre era el abogado de Alexis, ganándose la confianza de ambos al sacarlo de prisión. 

Cuando se le descubrió, el mayor no lo entregó como se debía, sino que le pidió trabajar para él. Alternó su misión de entregar a los hombres acusados de delitos considerados para el mayor “Graves” con una lista de traidores. Sergey, Arcángel, Holt, y varios hombres más acompañaron al abogado en esa lucha.

—¿Qué tiene eso que ver …?

—Nada —responde indiferente sosteniendo mi mirada —deseo que conozcas las dos caras de la moneda, porque algo me dice que tu siguiente movimiento es aspirar a ser el Boss. Por que consideras que solo asi podrás ser intocable… —comenta divertida y niega —deseo que sepas que las traiciones también existen en ese mundo que has dejado atrás.

—De momento solo deseo la verdad —confieso —Sergey me la debe…

—No es mi personaje favorito, ese Sergey —comenta con rastros de enojo —pero, en la época en que mi niña fue dada como muerta y el tal Habib murió, era un simple soldado.

Miro la foto de los dos hombres por largos minutos, la mujer me observa en silencio mientras guarda las fotografías. No puedo por más que lo intente buscar algo de similitud entre esos dos y yo, salvo en lo delincuente y bastardo.

Pero, eso no nació conmigo, la vida me moldeó.

—No puedes rechazar a la genética —le escucho decir y empuño las manos con violencia —lo Tarasov desborda por cada uno de tus poros —al alzar el rostro hacia ella la veo sonreír—estoy seguro de que fuiste un grano en el trasero para ese infeliz… con ese jodido aire de ustedes de seres superiores.

El sonido de dos disparos la hacen a ella dar un paso atrás y a mi dar media vuelta. Ignoro sus pedidos de quedarme dentro de la casa y cruzo toda la mansión a pasos rápidos. Al llegar al jardín maldigo lo poco entrenado de los hombres del anciano al descubrir a Sergey en mitad de este sosteniéndose con un bastón.

No hay rastros de sus perros, sé que están allí, entrar solo fue su manera brindar seguridad. No dudo que trajera los suficientes hombres para volar todo esta mansión en pedazos.

—Terek ha sido siempre pésimo cuando se trata de buscar aliados —arrastra las palabras y se agita por instantes, pero se las arregla para estar erguido. —¿Qué pasa Levenev? Creí que eras fiel a la causa… la que tuvieras dentro de esos 50 perros.

Detrás de las rejas el auto del anciano se detiene, se baja solo él con el arma en sus manos. Avanza hacia nosotros a pasos lentos y con la decisión en su rostro.

—Bastaron 22 de nosotros para dar caza al tuyo y dos para esconder a uno que, al día de hoy, no tienes ni puta idea dónde está. —de pronto ya no luce tan firme y me divierte su reacción de dolor —Admítelo, sabias que Vladimir era un inútil, por lo menos sirvió de alimento a las bestias de Sousa.

— ¿Dónde está tu jefe? —pregunta desenfundando el arma y yo sigo con la mia en mi funda

—No estás en el fuerte —le recuerdo cruzándome de brazos y no le gusta —es un sitio neutral.

—Te hice una pregunta, tu jefe…

—Según recuerdo, mi nieto no tiene jefe —la voz del anciano lo hace dar media vuelta bastante sorprendido.

Esta a cinco metros sostiene el arma en sus manos que golpea en sus muslos de manera rítmica. ¿Alguna vez han visto algo de ti en otro ser? En ese instante y con el arma en manos, el anciano era esa persona.

—¿Tu nieto? —niega lento guardando el arma —debiste asesorarte antes de hacer esto Terek… Se ha quedado sin trabajo, hará y dirá cualquier cosa.

 —¿Quieres averiguar si conservo mi buena puntería Sergey? —le reta.

El recuerdo del viejo Alexis diciendo que le recordaba a alguien llega a mí nítido. Lo hizo en medio de esos momentos en que me sentía peor que la mierda y luego de decirle a Angelo que conoció a Misha y dudaba de que su historia como violador.

—No puedes confiar en él… es hijo de Habib, tu y yo sabemos lo que …

—Una prueba de ADN, me dijo que era Tarasov —le interrumpe sacando el documento. —no me importa cual fue el bastardo que violó a mi hija —le sonríe. — me basta con saber que lleva mi sangre y que al igual que yo quiere justicia…

—Asesinó a quien creyó era su padre ¿Qué crees que hará contigo? Se racional y entrégalo. Te prometo tendrá un juicio justo…

—Misha Vovk, buscaba a su hermano y lo obtuvo. Murió antes de que le llegara el retiro de Roma, a su hermano se lo tragó el sistema luego de eso —le hace un guiño ante su rostro pálido y niega —a Carlo era su nombre… lo busqué por. mucho tiempo. 

Lo siguiente no lo escucho, me quedo en ese nombre y en el rostro. Carlo, mi compañero de litera el que me dio la idea de ingresar a la oficina del director y buscar quién era. 

—Acompañen al señor a la salida —la voz del anciano me trae de vuelta y Sergey me mira un instante antes de negar.

—Acabas de ponerte del lado más débil de la balanza —me advierte y sonrío.

—Mi peso es suficiente para superar toda la carga —respondo empezando a bajar por los escalones al ver a Jaz avanzar hacia mi —asi lo creo, de otro modo, no hay forma de entender que estes aquí deseando hacer un trato con tu peor enemigo…

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