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Capítulo 31

La decisión de limpiar su nombre persistía en el grupo, tan o más grande que vengar la muerte de sus compañeros. La misteriosa señora Harrison entregó no solo los datos del hermano de Noah, también reveló el nombre de la persona que podía ayudarles.

El jefe de toda la organización, aquel personaje cuya identidad se ha mantenido en secreto por tantos años. Noah y los demás estaban convencidos que si alguien podía ubicar al culpable era ese hombre.

El grupo acompañaría a Angelo a Atenas, lugar en que dejaria a su hijo y yo me había convertido en una carga para él al no tener un lugar en donde dejarme,

—Puedo quedarme aquí —sugiero a Noah y lo veo negar.

Los chicos imitan su gesto y ruedo los ojos, no son hermanos de sangre; aun así, conservan gestos y comportamientos como si lo fueran.

—¿Edimburgo?

—No.

—Mansión Duncan?

—No.

Resoplo sentándome en el sillón derrotada y Stan sonríe calzándose la americana. Me han pedido hacer un equipaje liviano y dejar el resto en el apartamento. Los cuatro han sido enfáticos en decir que no me dejaran sola en américa, en un tono posesivo que empiezo a odiar.

—Estoy embarazada no paralitica —protesto cuando Akim me retira todo carga de mis manos.

—Eres muy agresiva. —se mofa.

—Son las hormonas —responde Nikolái como si tuviera experiencia y todos los vemos intrigados —estuve mirando en la web —sonríe y mira a Noah —¿Sabías que a partir del segundo trimestre el apetito sexual aumenta en las gestantes?

—¿En serio? —pregunta Akim.

De la nada Nikolái se convierte en el mas experto y yo paso a ser un problema, para convertirme en lo más parecido a una atracción circense. Noah sonríe divertido escuchando la platica entre esos tres y yo me cruzo de brazos.

—El aumento de hormonas y un mayor flujo sanguíneo hacia los genitales pueden estimular el deseo sexual —los tres me miran entre divertidos y sorprendidos. —si te crees que te desgastas solo…

—Recuerda que somos hermanos.

—Y nuestro interés en proteger a ese niño es mutuo.

Si algo he aprendido con esos tres, es que no suelen sentir celos entre ellos. Noah es posesivo, receloso de todos los que se me acercan, bromean o me sonríen. Con esos tres es diferente, suele divertirle las tonterías y los coqueteos de todos.

—Saldremos a comer —comenta Stan —¿Deseas algo? —niego —¿Segura?

—Muy segura —viendo el móvil de Noah iluminarse en la mesita de centro.

Llamando Jedrek, logro leer antes que él lo recoja. Se incorpora con el móvil en manos alejándose a la terraza del lugar, de espaldas a mí.

—Si te arrepientes nos escribes —comenta Akim. —traeremos lo que desees.

—Ayer te fuiste a dormir sin comer y son las diez de la mañana —insiste Nikolái.

—No se preocupen —les calmo al ver sus rostros inquietos.  —comí por tres antes de tocar a su puerta, aun estoy llena.

—Como gustes.

Salen de la sala en una fila despidiéndose a su paso, no parece importarle que su compañero esté al teléfono tanto como a mí. Apoya su mano en las barandas metálicas al tiempo que vuelve la mirada en mi dirección.

He aprendido a distinguir sus emociones en base a su rostro, es audaz en eso de ocultarlas. Tanto tiempo conviviendo con él y sus exabruptos me han hecho buscar trucos para saber cómo esta su humor. Pese a mi experiencia, en este momento me es imposible saber lo que siente.

—¿A dónde fueron? —pregunta colgando la llamada y caminando hacia mí.

—A comer —afirma sentándose a mi lado y tomando mis manos.

—Encontré un lugar —comenta acariciando con el dedo pulgar mi mano —no lo conozco lo que desearía, pero su casa está protegida y ninguno sabrá que estas allí.

—¿Aquí? —pregunto deseando que lo sea, pero algo me dice que no lo es.

—Odesa. —pasa su mano por mis hombros atrayéndome hacia él al tiempo que lanza un suspiro largo —no tengo como demostrar lo que estoy por decir, pero estoy seguro de que Vladimir fue quien llamó a tu exjefe.

Si es por ser hijo de ese hombre o la herencia, todo debería calmarse si en adelante deja de buscar. Por lo menos, es lo cree. Sin embargo, me dice que Vladimir suele ser impredecible y tener comportamientos sádicos.  

—Y ese hombre ¿Es de fiar?  —pregunto apoyando mi rostro en su hombro.

—El quizás no, pero Jedrek, si —responde viéndome a los ojos —Los enemigos de mis enemigos, son mis amigos —sigue besando mi frente —Es el ultimo lugar en que te van a buscar, está dispuesto a ayudarnos.

—Si eres un Levenev y él lo sabe…

—No tenemos otra opción mas que confiar en que Jedrek tenga razón —acaricia mis hombros —ayudó a Jedrek y es un Levenev real… yo sigo conservando la esperanza de no serlo.

—No conozco a los Levenev y confío en que nunca lo haré. Sin importar si lo eres o no, no eres como ellos.

Subo mis piernas acunándome en sus brazos aprovechando aquel instante de paz. Nos iremos esta noche, él debe estar en Atenas en dos días, eso nos da solo unas horas juntos. No hay manera cuando será la próxima vez que lo vea y el temor en no volverlo a ver me persigue.

—Necesito hacerlo, por nuestros compañeros fallecidos, pero también por que el culpable esta libre y puede atacar otra vez.  —habla al notar el temblor en mi cuerpo —necesito hacer esto. No volveremos a estar juntos después de esto.

—¿Cómo se llama?

—Terek Tarasov —afirmo suspirando.

—Está bien —acepto, pero sigo estando en duda que sea una buena idea.

*****

La casa detrás de aquellas rejas parecía sacada de una excavación. Jardines desolados, ventanales polvorientos y moho en las paredes. La única muestra de vida era los hombres en trajes negros y bien armados, pero hasta ellos lucían grises y su aspecto fúnebre.

El contraste entre ella y las casas de las demás es notorio, la mansión parece haberse quedado en otra época y sin avanzar. Su ubicación privilegiada pierde importancia ante el abandono que se ve en ella. En sus años de gloria debió ser blanca, enormes ventanales polvorientos y balcones desolados.

—¿Seguro hay vida allí? —Noah afirma bridándome una media sonrisa.

—Enterró a su familia y él lo hizo aquí en vida —señala el lugar — él se ve aún peor que este lugar.

—¿Estás seguro de que es buena idea? —insisto pasando saliva y me atrae hacia él —no sé Noah, pienso que tu fe ciega en el tal Jedrek es peligrosa. —digo sin poder evitar que un escalofrío recorra mi cuerpo.

—Confía en mí.

Lo intento, pero la tristeza que se asoma en cada rincón de ese lugar me hace dudar.

Las rejas se abren sin habernos anunciado, mi corazón se detiene y acelera al ver la desolación que proyecta la vieja mansión. Una mujer sale del lugar, traje negro y comportamiento rígido. Desconozco que ocurrió en ese lugar o a su dueño, solo que fue tan malo que logró dejarlo en las paredes de su hogar.

—Bienvenidos —comenta con voz solemne la mujer—el señor no se encuentra, pero nos ha pedido ubicarlos en su habitación.

No llevo dos minutos en ese lugar y ya deseo irme, la sensación de tristeza y ahogo aumenta con cada paso que doy al interior del lugar. Ni la mano o calma de Noah logran disminuir a mi alocado corazón, menos mitigar las ganas de llorar.  

Por dentro el aura es peor, todas las ventanas están cerradas junto con las cortinas. El olor a encierro se mezcla con la humedad y el frio que empieza a sentirse por el invierno. Suelto la mano de Noah y froto mis brazos sintiendo un intenso escalofrío. Los ojos agudos de la rígida mujer que nos marca el camino captan mi temblor y sonríe.

—Encenderé la chimenea —habla en tono amable —¿Cuántos meses? —señala mi vientre.

—¿Cómo…?

—¿Lo sé? —sigue por mí y afirmo —el señor lo dejó precisado anoche, junto con las indicaciones de ventilar su habitación. Iría a una junta en la mañana y eso le impediría recibirla, pero fue claro en advertirnos en los cuidados especiales que debíamos tener con usted.

Noah junta sus cejas y aprieta mandíbula, en un acto imagino mecánico cubre mi cuerpo con el suyo lo que hace a la dama verlo y sonreír.

—Había olvidado lo que se siente… —sin saber a qué se refiere miro de reojo a mi compañero que sigue viendo a la anciana de forma asesina —el señor Tarasov lleva años sin recibir visitas en su hogar. Son los primeros en hacerlo luego de más de dos décadas. Entenderá lo emocionado que se encuentra y con una mujer embarazada —me señala, pero noah sigue sin bajar la guardia —la Niña Irina fue la única bebé en transitar por esta casa… —niega con algo de pesar.

—¿Qué le sucedió?

Mi curiosidad le ha ganado al sentido común al hablar. Me arrepiento de haber formulado la pregunta al notar que el comportamiento de la anciana cambia.

—Por aquí —nos señala un largo y lúgubre pasillo —murió calcinada ella y su madre. Fue en otro lugar, algunas cosas aun se conservan tal cual ellas lo dejaron…

—¿Cree que pueda decirle a su jefe que hemos llegado? —interrumpe Noah a quien parece no agradarle lo que escucha.

—Ya lo sabe —responde la mujer a quien le divertirle el comportamiento tosco de Noah. —viene en camino.

Se hace a un lado al llegar a una enorme puerta de madera en color marrón. Por instinto tomo las manos de Noah quien las sostiene sin dejar de ver a su alrededor. En la sala se nota el esfuerzo por no sucumbir al tiempo, sus paredes y pisos tienen un mejor aspecto que todo lo demás. Es posible que se deba a la única ventana que he visto abierta hasta el momento.

Justo frente a nosotros y arriba de la hermosa escalera imperial, cuya majestuosidad no ha sido atrapada por la desolación del lugar. La mujer avanza a la chimenea y nos invita a sentarnos. Noah libera mis manos y camina hacia una enorme pintura dispuesta al costado derecho de la chimenea.

Una adolescente que sonríe apoyada en la chimenea sosteniendo en sus manos una media verde. El árbol de navidad que se nota detrás de ella señala la época, su sonrisa la inocencia de la niñez y a su alrededor los años dorados de este lugar.

—La señorita Irina —comenta la mujer que ha visto el interés en nosotros por la pintura —es la ultima foto que se tomó una semana antes de irse.

—¿Qué edad tenía? —la voz de Noah es casi un murmullo.

—Acaba de cumplir catorce años —responde una voz profunda detrás de nosotros.

Solo yo me animo a ver el dueño de ella, Noah sigue concentrado en el rostro de la chiquilla. Cabello rubio ondulado, ojos marrones, manos pequeñas y dueña de un aura que irradia paz.

El hombre de cabellos grisáceos, arrugas en toda su frente y ojos grises camina hacia mí con una sonrisa en los labios. Por un instante fugaz es como ver a Noah con muchos años y no entiendo el porqué de la comparación. No hay nada en él que logre asociar con mi amor.

—Bienvenida —dice tomando una de mis manos entre las suyas —¿Qué tal el viaje?

—Durmió en todo el viaje, babeo toda mi camisa —se mofa Noah y el hombre sonríe sin dejar de verme, mientras yo solo deseo asesinarlo.

Noah

En la pista clandestina de siempre los cuatro estaban preparándose para partir. No conocían el lugar al que iban, ese dato solo lo manejaba el griego.

Y lo daría solo al capitán ya dentro del avión.

Algo andaba mal, lo podía oler. Angelo se negó a dar el nombre del jefe, el sitio al que irían o cualquier otro detalle que les diera una pista sobre su paradero. Sin mencionar que siempre insistió en querer hallar al culpable de todo solo.

—¿Y Jaz? —pregunta Stan sacándome de sus pensamientos.

—Oculta —respondo sacando el móvil y viendo la hora.

“¿Dónde estás?” le doy enviar al mensaje y espero por una respuesta que conozco muy bien.

—¿Seguro? —insiste Nikolái.

—Seguro —respondo sintiendo el móvil vibrar y suelto una maldición al leer lo que me ha respondido.

“—Este trabajo lo hago solo, considérense hombres libres”

—¿Qué sucede? — le entregó el móvil a Nikolái y los demás se acercan al notar la tensión.

—Plan B. ¿Ideas? —pregunto a todos cuando han leído y niegan.

No hay forma de saber dónde estará o como llegar a él, marco al móvil y encontrarlo apagado no es una sorpresa.

—No volveremos a Moscú —me advierte Stan y todos afirman.

—Tampoco solemos dejar un hombre solo.

—Lo sé —les digo alejándome un poco de ellos y marcando a Moscú.

Al ultimo hombre que esperaba recurrir por ayuda era al viejo William, el hombre se ganó mi enemistad desde que nos señaló como culpables del asalto a Persépolis.

—Vivenko —saluda —¿Debo sentirme halagado porque me recuerdes pese a nuestro pasado? —habla en tono burlón.

—¿Tienes idea del lugar en que tu sobrino y nosotros iríamos?

El silencio del otro lado es clara señal que le hombre está procesando la información o en su defecto buscando soluciones.

—Estambul —responde tras una larga pausa. —¿Hace cuanto fue?

—Dos minutos.

—Les lleva cuatro horas con cuarenta minutos más o menos —comenta —yo llego primero…

—Lo dudo —le digo sonriente viendo el avión —yo tengo el vuelo chárter.

—¿Ustedes de donde carajos salieron? —la voz de Akim es de sorpresa y al buscar lo que ha llamado su atención me encuentro a lo que quedo de los cincuenta en pleno.

—Recibimos un mensaje para Mijaíl Petrovich.  —comenta Carlos avanzando en mi dirección — Vladimir me dijo que eras tu.

—Centro este de Famagusta, bodega 53, propietario, Xen Ogawa —leo en voz alta.

Finaliza el mensaje con un “no me des las gracias, estamos a mano.” Miro al resto de compañeros y permanecen en silencio sin hacer comentarios, en espera de una orden. Mantengo la vista fija en el numero que reconozco como el mismo que recibí cuando Jaz perdió a nuestro primer hijo.

¿Quién es y por qué lo hace? No recuerdo a nadie que le deba tanto para hacer todo esto y en todo caso, debe ser importante o estar mezclados en este mundo para saber un paso de esta magnitud con antelación.

—Después revisas cual de tus amantes es Vivenko —se queja Carlo —la demora nos afecta.

—Si lo conozco bien, este mensaje lo envío desde Estambul —nos lleva mucha ventaja.

En mi cabeza todo empieza a tener un poco de coherencia, aunque sigo sin saber las razones por la que Xen querría morir. Traicionar a uno de los suyos era la muerte, Hermes y los cincuenta sin duda lo era. ¿Qué era tan importante que lo llevó a un acto tan desesperado? ¿Dinero?

—Iremos directo aquí —comento alzando el móvil, esperando no equivocarme.

****

No necesitamos de GPS para ubicarnos, las llamas podían verse a kilómetros, eso y los disparos nos dieron el lugar exacto. La sorpresa de ver a los hombres de Xen enfrentarse entre sí nos duró poco, lo único que sabíamos era que los de Young intentaban que no los del japones no hicieran volar la bodega.

Young era para el nipón, lo que William era para Sergey y varios jefes más. Con las manos más limpias que el viejo Ivannov y su propia fortuna. Era hijo de uno de los jefes de Italia, eso le hacia temido y respetado. Aunque, también conocer lo que sería de su familia de saber su traición.

El viejo William recibió un mensaje parecido al de Carlo, con horas de diferencia. Arribó al lugar justo para ayudarnos con el trasporte de su sobrino a Innominado. Angelo había sufrido varias quemaduras, no tan graves, pero que necesitaban revisión.

En este instante estaba hablando con su sobrino e imagino quería saber que era este sitio exactamente. Innominado era una isla con 350 habitantes, todos ellos con algún secreto que de salir a la luz haría temblar a todo el poder a nivel mundial. Con los servicios más básicos, pero sin señal de celular o TV, ambas cosas no les importaban a sus habitantes.

La primera no sabrían a quien llamar sin que sus vidas peligraran y la segunda no era más que una cadena de mentiras.

—Necesita hablar contigo —comenta al salir de la habitación  —irá a Edimburgo ¿Lo acompañaras? —me pregunta.

—Si es necesario —respondo rodeándolo.

No me gustaría, he estado dilatando mi matrimonio por tanto tiempo que no deseo que Jaz piense me he retractado. Lo encuentro sentado en la cama con la vista fija en el Jesucristo roquero y una sonrisa casi diabólica en sus labios.

—Tu padre es Habib Levenev —responde sin verme y retirando sus vendas —conoció a la que fuera tu madre en un centro comercial, la siguió y asaltó.

—¿Tienes el nombre? —pregunto y solo entonces me ve directo a los ojos.

— Zaria Vovk —responde —lo lamento, parece que Misha si era tu hermano...

Afirmo sin decirle nada y me siento en la silla frente a él. He perdido el interés en saber a quién asesiné o los motivos por hacerse pasar por quien no era y buscarme. Mi deseo es seguir adelante y no mirar atrás.

—Necesito a cinco para ir a Moscú —comenta —tú puedes volver…

—Esto los iniciamos los dos y asi mismo acabará —le interrumpo —y me sirve para buscar los documentos de Jaz para la boda.

Afirma en silencio y se retrae, encuentro en ese gesto desolación, rabia y tristeza. No debe ser fácil enterarse que a quien le diste el poder de destruirte y esperaste no lo hiciera, al final si lo hizo.

—Eres un hombre afortunado…no tienes idea de lo que vale una mujer como Jaz.

Me gustaría decirle que Aydey también lo fue, que tuvo sus fallos, pero también sus virtudes. En lo único que fue buena en ser madre y soportar todo por Anker ¿Era suficiente para que la amara hasta su propia destrucción?

Tal parece que para él lo fue….

Narrador

Terek siempre esperó que la vida le diera la oportunidad de vengarse de quienes destruyeron su vida. Se alimentó del rencor y fue su deseo por más de cuatro décadas.

La muerte del mayor hace años no mitigó su sed de justicia, todo lo contrario, esta incrementó cuando su hijo recibió el trono. No se avergüenza confesar que ha invertido gran parte de su fortuna en seguir cada paso de los Levenev.

Ha sido su sombra por muchos años.

Gracias a ello llegó a Jedrek, el hijo adoptivo y rebelde de su peor enemigo. Aquel que era amado más que sus verdaderos hijos. Jedrek culpaba a Sergey por la muerte de sus padres, prometida e hijo y por desgracia para él, lo era.

Sergey pudo de una u otra forma desviar la condena y no lo hizo en su afán de ser el líder implacable que siempre quiso su padre que fuera.

¿Qué mejor aliado que alguien que vivió en carne propia tu dolor?

Existía algo peor que la muerte y él lo sabía, lo ha vivido por 43 años. Vivir con los recuerdos encerrado en su mansión y verla derrumbarse junto con sus ganas de vivir año tras año. Deseaba lo mismo para Sergey, no descansaría hasta verlo de esa manera. En medio de dinero, sin poder comprar la felicidad y no poder.

De momento, desconoce quién es el bastardo cuya esposa embarazada tiene alojado en su casa desde hace un mes. Le entregó la habitación de su hija en una forma de decirle a su pequeña que el momento había llegado.

La destrucción de Sergey estaba más próxima de lo que creía.

—Señor —alza el rostro para ver a su jefe de seguridad delante de él —acaba de llegar.

—Hazlo pasar —ordena viendo el móvil iluminarse y escucha al hombre dar la orden por radio.

—La chica a pedido salir —sigue diciendo el hombre en pie —¿Qué le digo señor?

—Que no puede —le responde moviendo su mano instándole a dejarlo solo —le quitas el móvil en cuanto te de la oportunidad.

—Josephine….

—No me hagas repetírtelo —la imponente voz se alza y su empleado baja el rostro.

La paleontóloga y su hijo bastardo entraron a su casa, pero no saldrán. Jedrek tendrá que vivir con la certeza que llevó a madre e hijo a la tumba. La destrucción de un hijo es la muerte para un padre…

Lo lamenta por Vivenko, pero las grandes victorias fueron cimentadas por la sangre de inocentes. Cierra los ojos inspirando el aire de triunfo y al abrirlos observa al hombre frente a él. En sus manos sostiene una fotografía que le muestra y en la que puede verse al segundo de los Levenev fallecido.

—No hubo posibilidad de un juicio, el Boss se lo negó —sonríe y el hombre frente a él le imita —y las buenas noticias no cesan —sigue —tienes en tu casa al único heredero de la fortuna de Dimitri.

—¿Qué dices? —pregunta dando un paso a él y el brasilero amplia su sonrisa —Noah Vivenko en realidad, es Levenev, hijo de una mujer que Habíb vio en un centro comercial. Sus hombres le siguieron, entraron a su casa, asesinaron a su esposo y a ella se la llevaron.

Escucha los detalles entre sorprendido e intrigado, al parecer la vida le ha devuelto la buena fortuna. La dicha de lo que está escuchando le dura poco cuando le narran los supuestos madre del bastardo.

—Habib y Zaria Vovk, casada con…

— Faddei —le interrumpe.

—Tenían un hijo Misha Vovk, que dedicó su vida a buscar a su hermano —sigue diciendo el hombre frente a él y Terek afirma —murió a manos de su hermano …

—No —vuelve a interrumpir y el hombre ante él guarda silencio. —Misha murió a los treinta y cinco años producto de un cáncer avanzado y luego de encontrar a su hermano. —le narra a su compañero que se sienta de golpe ante aquella confesión —Su madre fue encontrada en una zanga y el niño había logrado sobrevivir, pero se lo tragó el sistema. —recuerda y apoya ambas manos en el escritorio mientras intenta recordar —le ayudé a buscar a quienes dañaron a su padres e hice justicia, después ubiqué al niño —sonríe al recordarlo —Carlo, era su nombre…

—¿No fue Habib? —niega sorprendido.

—¿De dónde sacaste esa historia?

—Se la narró el mismo Sergey a Tomasevic, cuando le pidió explicaciones de quien era Noah Vivenko…

¿Por qué mentir sobre su procedencia y a la vez decir que su padre era ese? 

—¿Te sientes bien? —el brasileño da un paso hacia él y Terek se queda viéndolo.

—¿Qué sabes sobre Vivenko? —exige saber y su acompañante guarda silencio —sé que eres amigo del griego y este a su vez, de ese chico…

—Estuvo en prisión por asesinar al sacerdote, salió en libertad gracias a la ayuda del viejo Noah y Yokra. Entró al fuerte y fue acogido Alexis, pero siguió visitando a sus padres adoptivos —empieza a decir y Terek  a sentir una punzada de dolor en su pecho que lo obliga a sentarse. —una año después la pareja murió por un ajuste de cuentas del que nunca se dieron detalles.

Flashback

—Necesito hablar contigo ¿Cuándo estarás en la ciudad? — la voz de su amigo por teléfono era de felicidad.

—No por ahora, lo que sea desees puedo hacértelo llegar —le responde aburrido y zafando el nudo de su corbata al tiempo que el barman le entrega el vaso de vodka que pidió.

—Estos aparatos no son seguros Tarasov —sonríe ante la paranoia de su amigo —creo que lo tengo chuzado y temo por ti.

—¿Qué pueden quitarme Vivenko? —cuestiona en tono amargo —la vida y me harían un favor, la cobardía me ha impedido hacerlo yo…

—Tienes mucho por vivir, ahora más que nunca…búscame al regresar

Fin del flashback

Al hacerlo se topó con la noticia que su amigo había sido asesinado. Le restó importancia a la supuesta información, todo para él carecía de interés desde el instante en que su familia había sido asesinada.

—Terek —le llama Rodrigo al verle con los ojos cerrados y al abrirlos sabe lo que debe hacer.

—Rodrigo Sousa —le llama por su nombre y no por el alias que tiene dentro de la organización a su antiguo amigo de delitos que, le ve preocupado —¿Quieres ser el nuevo Boss?

Sousa sonríe negando mientras le dice que no tiene ese poder y su respuesta es sonreír. Abre uno de los cajones de su escritorio y saca una tarjeta que deja sobre la mesa.  

—Repite eso —le insta y su compañero sonríe.

—Es la dorada ¿Y qué? necesitas tres más para tener el 50…

—Conozco a quienes tienen las otras—le interrumpe. —nunca han estado interesados en votar, tampoco yo —confiesa.

Ahora es diferente.

Uno de ellos esta oculto y se le fue entregada en una forma de protegerlo. Nadie osaba tocarlo desde que le fue cedida la tarjeta que le otorgaba el poder de decidir quién sería el próximo Boss. La otra le fue dada a Hermes tras la muerte de su esposa y amigos, hasta donde le han contado la posee Noah Vivenko. La tercera votación sería un poco más difícil de conseguir, pero no imposible.

—Eso no me garantiza que voten por mí —insiste el hombre…

—Yo te lo garantizo —promete …

Su compañero afirma con algo de duda, pero esta se disipa al verle tomar el PC, escribir algo en él. Diez minutos después recibe la noticia que el nombre de Rodrigo Sousa fue aceptado y seguido un mensaje de un correo desconocido.

“Solo dígame día, lugar y allí estaré” un tercer mensaje casi que con el mismo contenido le hace sonreír aun más “¿Payman? ¿Por qué no lo pensé antes?”

­—¿Qué deseas? En caso de yo ganar —le pregunta. —y motivos…

¿Motivos? Tiene 15.699 motivos para quererlo, son los días que lleva sin su esposa y bebé. Irina era tan solo una niña cuando se le arrebataron.

El principal de ellos acaba de llegar a él en un momento de lucidez que nunca ha tenido. Hace 43 años el dolor le impedía ver las cosas claras y comprender, hoy día duda de todo lo que se le dijo. Sobre todo, al recordar que un día antes de morir su Anna le comentó que el hijo de Dimitri había acosado a su hija en un centro comercial.

¿Cómo pudo ser tan imbécil y creerse todo esto? Un ADN le diría solo que sus sospechas eran ciertas, pero la verdad estaba lejos de saberla.

Estaba dispuesto a encontrarla…

—A Sergey Levenev —responde sin dudar. —los motivos se los daré el día de la votación. Ahora si me disculpas debo sacar a pasear a mi visita.

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