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Capítulo 30


Asumo que han leído Angelo, sino es así,

les recomiendo hacer pausa y leerla.

No repetiré más de lo necesario.


Quince meses después del asalto...

Jazmín

Tras el asesinato de su esposa, Angelo fue acusado y puesto en prisión preventiva. Una pareja de amigos de la pareja, los Russo se llevaron al pequeño a su hogar, en lo que todo se aclaraba. Logró demostrar su inocencia, pero seguía la incógnita de quienes estuvieron detrás de todo

Buscando respuestas y como era de esperarse, Noah y sus compañeros fueron acusados de conspiración, traición, entre otras cosas. Todo empezó por depósitos de dinero a las cuentas de los caídos, dinero producto de la venta de una empresa en Estambul, Turquía.

En medio de aquellas datos, recordé la foto que le tomé el día en que su padre murió, la conversación que tuve en el museo con el hombre y como días antes del asalto lo vi. Le narré los detalles a Noah y le entregué la foto tomada en aquella ocasión.

Lo narrado por mí y señalamientos hicieron que llamara a sus compañeros. Una reunión realizada en la sala de nuestro hogar, narraron detalles de lo hallado por ellos. Aydey visitó a los padres de ese hombre en Japón, aquello le hacia sospechar que sabia los detalles lo que sucedería en la isla.

Saber que Aydey no era tan inocente como lo creía, me chocó. No tanto como descubrir que todo indicaba, lo que pretendían en realidad era sacar del camino a su esposo.

Lo más importante fue que no tuvieran temor por mi presencia y ser tratada como uno de ellos. Al final de la jornada y quisieron hacer un último trabajo antes de su separación, el de limpiar su nombre.

Sería lo último que hicieran como grupo.

El cumpleaños de Anker fue la excusa para acudir a despedirse y no pude estar más feliz por ellos. Su libertad no podía de ninguna manera estar empañada, menos por señalamientos tan delicados.

En lo que durara limpiar su nombre, yo entregaría mi carta de renuncia, llenaría las formas de mi retiro. Lo demás era esperar que fuera aceptada, me había realizado los exámenes y seguí la ruta impuesta para mi salida del lugar.

Por el momento, no habíamos decidido que camino tomar, salvo esperar al regreso de Noah y entre los dos señalar un rumbo. Lo más importante ya estaba dado. Noah era un hombre libre y sin líos legales. El lugar en que viviría no importaba, estaría con él, sin el miedo a perderle.

Le pedí al jefe de personal ocultar mi renuncia todo lo que fuera necesario por cuestiones de seguridad. Prevalecía en la memoria de todos lo sucedido con la esposa de Vryzas y sus escoltas, dado que mi futuro esposo era visto como el jefe de seguridad de Angelo Vryzas mi pedido fue escuchado.

La realidad es que no quería decir adiós a personas tan maravillosas y el lugar que me acogió como si fuera mi hogar. Atenas fue por muchos años lo más parecido a un hogar. Hasta llegar a ella, no me sentía tan a gusto en un sitio que no fuera Escocia.

En New York y tras despedirse, la mayoría viajó a Moscú, Noah, Stan, Nikolái y Akim, decidieron quedarse. Solo cinco eran suficientes para seguir con la investigación, que según sus propias palabras habían dado frutos.

Una mujer les daría información importante no solo para develar el rostro de quienes dieron la orden de asaltar Persépolis, también claves sobre la verdadera familia de Noah. Era evidente lo emocionado que estaba con esa noticia y supe la importancia que era saber su pasado para él.

Veinte días después de la partida de Noah, me indicaron que mi reemplazo estaba en trámites de ingreso. Solo quedaba la entrega de los exámenes, pero estos llegarían directamente a manos del jefe. De mi parte era no más firmar y dejar atrás tantos momentos felices.

No había planeado que ese día seria el ultimo y por un instante me embargó la nostalgia. En mi escritorio estaban ocultas todas las cartas de despedidas y los presentes que dejaria en cada una de ellas. Las elaboré el mismo día de la renuncia, sin imaginar que las entregaría tan pronto.

En mi último día de trabajo dejé las cartas de despedidas a cada una de mis compañeras y los recuerdos. Las vi despedirse a cada una de ellas cuando el reloj marcaba las dos. Se iban a reunir en una disco y estaban animadas planeando los detalles.

Ellas habían superado el sucedo de mi asaltado, yo aun no podía ver un trago sin recordar a mi bebé. Las cosas estaban bastante calmadas, pero no quería tentar a la suerte. Ellas de apoco dejaron de invitarme, luego de varias negativas. Eran las seis de la tarde cuando llegué al primer piso con una caja dejando en el escritorio dos más.

Me embargó un sentimiento de felicidad, las dos veces que me fui de Edimburgo lo hice bajo el miedo de ser una Kelly. Si bien, hoy era un poco igual, estaba el pequeño detalle que formaría un hogar en el lugar a escoger. No estaba sola y me casaría en el sitio a escoger, con el mejor de los hombres.

Viéndolo desde ese punto de vista, era bastante diferente.

—Buenas noches, señorita Makri —saluda un guardia al verme llegar hasta la entrada con mis cosas en la mano —¿Un taxi?

—Traje mi auto, pero necesitaré ayuda para sacar dos más —le pido y su ceja se junta confundido. —si deseas revisarlas y corroborar...

—De ninguna manera —me interrumpe hablando por radio y pidiendo a uno de sus compañeros recoger mis cosas —¿Se va?

—Si. —respondo en un hilo de voz y afirma.

—Lo lamento —comenta con pesar y me alzo de hombros —¿Es por lo sucedido al señor Vryzas? Se dice que todos fueron despedidos.

—Un poco de todo —comento de manera ambigua y suspirando aliviada al ver a otro guardia llegar con el resto de cosas.

Me recibe la caja y avanza conmigo a la zona de parqueo. No recuerdo en qué momento transporte tantas cosas a mi oficina, pero hoy al recogerlas me di cuenta de que eran muchas.

—Gracias —le digo cuando deja la última en mi baúl y sonríe.

—No se irá todavía supongo —niego y afirma —en ese caso, podemos planear algo para despedirla como se debe.

Estoy por negar cuando una voz masculina nos interrumpe.

—Señorita Makri —el guardia se aleja al ver al jefe frente a nosotros con una leve inclinación de cabeza —¿Tienes un par de minutos? —no respondo en seguida y solo lo veo confundida por no tener idea de que desea.

Mi jefe no es un hombre accesible, la fama de estricto le acompaña y aleja de todo sus subalternos. En las pocas veces que hemos estado juntos en la misma habitación, solo he escuchado la voz para saludarnos, después de lo cual se sienta e instala ese escudo de todo poderoso que los intelectuales como él poseen.

No faltará quien lo considere atractivo y quizás lo sea. Siendo su estatura y elegancia en el vestir lo que más llame mi atención, todo lo demás puede verse en cualquier modelo de Versace o Armani.

—Señorita Makri...

—¡Disculpe! —Estaba intentado encontrar que puede querer una deidad como usted con esta simple mortal, pienso al verle interrogante. —¿Usted dirá?

Me aclaro la garganta al ver que me mira en espera de respuesta y le veo confundida. ¿Qué puedes querer tu de mí? le dice mi mirada intrigada que el responde con una leve inclinación de cabeza.

—Sígueme por favor.

El temor que de alguna manera el verdadero trabajo de Noah saliera a la luz me obligó a callar y seguirle en silencio. El que no avance al interior del museo, sino a su auto lejos de aliviarme, aumenta el riesgo.

"No quiere que los empleados lo sepan"

Se detiene al notar que me he quedado relegada, enarca sus oscuras cejas y me ve con reproche. Ya no soy su empleada y obedecer no hace parte de mis obligaciones, asi que decido seguir a mi ritmo.

Partes de su cabello marrón cae en su frente, labios carnosos y cejas delineadas. Es dueño de esa mirada penetrante que te obliga a desviarla cuando la fija en ti por mucho tiempo. Convivir con los cincuenta me ha hecho inmune a cualquier tipo de intimidación masculina.

Solo cuando abre la puerta del copiloto me quedo estática y viéndolo a los ojos. Miro mi auto y luego a él, sigue mi mirada guarda silencio por varios minutos.

—Si es de trabajo, me gustaría hablarlo en el museo si no le importa —hablo al entender que no está dispuesto a ceder—lo lamento señor...

—Tendremos un poco de privacidad dentro del auto señorita Makri, no sé que tan secreto sea lo que estoy por decirle—su voz sale en un tono conciliador, pero ni eso logra calmarme —acabo de recibir los documentos de su renuncia y exámenes.

—No tengo problemas en hablar de ello aquí —me apresuro a decir y alza su cejas aun mas —si pedí ocultarlo...

—Me lo comentaron —me interrumpe —alguien me ha mantenido al tanto de todo...lamento mucho todo lo sucedido —afirmo cortes y me brinda lo que imagino es una sonrisa al tiempo que saca algo de su saco lo que me obliga a dar un paso atrás.

Noah

—Llamar mil veces cada minuto no hará que aparezca —se queja Stan al ver que cuelgo la llamada entre maldiciones.

—No me gusta esto.

Desde el sábado en la mañana no he tenido noticias de Jazmín. La mantengo al tanto de todo, no hay un solo detalle que no le diga, ella no da un paso sin decirme. Su silencio no es normal. Mi desesperación fue tanto que llamé a Van y le pedí ir a la casa. La chica llamó a las demás compañeras y juntas fueron a la casa.

Por más que tocaron nadie salió y los vecinos aseguraron que no la habían visto desde el sábado que se fue al trabajo. Lunes a las nueve de la mañana y seguía sin saber algo de ella.

Levanto la llamada justo en el instante en que el timbre de la casa suena. Escucho la voz de Vanessa viendo a Akim dirigirse a la entrada a abrir la puerta.

—Dígame que tiene buenas noticias —me ruega la voz del otro lado.

—Creí que las tendría de ti —confieso.

Jazmín era muy responsable y nunca dejaría de ir a trabajar sin dejar antes una buena excusa. Le cuelgo a la mujer prometiendo llamarla si se algo.

—¿Nada? —pregunta Nikolái saliendo de la habitación y niego.

Los cuatro hemos arredrado un apartamento, mientras esperábamos noticias de la señora Harrison. La mujer a la que le habíamos recuperado un hijo y en pago a ello, nos daría información.

—Puedes llamar a un Vryzas y pedirle ayuda o ir a Atenas —sugiere ante mi rostro molesto —se que odias eso de lamer culos, pero supongo que tu mujer lo vale...

—Vivenko, hay dos paquetes para ti —habla Akim y los tres lo vemos.

Me incorporo escuchando las bromas de los chicos al verla en pie sonriente y con un sobre en las manos. Akim por su parte trae varios equipajes que los chicos le ayudan a cargar a mi habitación.

—Los dejaremos solos...

—Aun no —les interrumpe alza el sobre que tiene en las manos —se que te debo una explicación de mi presencia —lo mira un instante antes de pasármelo —Lo recibí el sábado junto con el consejo de abandonar Atenas... era aquí o Edimburgo —se encoje de hombros sonriente.

En segundo tengo a los tres detrás de mí, divido mi mirada entre su sonrisa feliz y el documento en mis manos.

—¿Es lo que creo? —lee Akim detrás de mí —¿Vamos a ser tíos? —me rodea y retira de mis manos el examen enfrentando con él a Jazmín.

—Me temo que si —habla ingresando ambas manos en los bolsillos traseros de su vaquero viéndome preocupada. —¿Estas bien?

No. Me siento en lo primero que encuentro cuando todo a mi alrededor parece danzar. Mis compañeros empiezan a reír y a palmear mis hombros, Stan y Nikolái se turnan para alzar en brazos a una Jaz que en medio de risas permanece viéndome preocupada.

—¿Dijiste que eran dos paquetes? —pregunto a Akim que afirma sacando algo de su pantalón.

—La señora Harrison —señala el sobre.

—¿Cuándo llegaste Jazmín? —pregunto abriendo el sobre y leyendo lo que dice.

—Ayer — dice en un hilo de voz —estuve buscándote...

—¿Por qué no me llamaste? —insisto y en ese punto todos se han esfumado al notar mi comportamiento. —¿Cómo me encontraste?

Ella sigue en pie con las manos en los bolsillos, mordiendo sus labios que tiemblan ligeramente. Mi cerebro envía mensajes a mi cuerpo contradictorios, unos felices ante la noticia que seré padre y la otras de confusión ante las exigencias de la mujer que me daría información sobre mis padres.

—El señor Demitrius ...—afirmo al vaciar el sobre y algo cae en mis piernas —creí que querías verme ...

—No tengo idea de cómo hacer eso, pero prometo hacer mi mejor esfuerzo... —confieso tomando la llave que ha salido del sobre y camino hacia ella. —Quería verte, pero también saber que estabas bien...

—Lo siento —se excusa abrazándome —el señor Agnes, me dijo que alguien le ofreció mucho dinero por toda la información que pudiera darle sobre mí. — la abrazo fuerte al ver que tiembla al decirlo. —sabían de mi renuncia, los exámenes que realicé... también de mi embarazo. —solloza y por primera vez estoy ante algo que no sé cómo manejar.

Su exjefe creyó estaba ligado al asalto de Vryzas. Le entregó los exámenes de embarazo y aconsejó buscar un sitio en que estuviera protegida.

—No tienes nada que temer —le calmo. —estas aquí, nada va a pasarles.

Hay que agradecer que el tal Agnes sea un hombre de principios, o es quizás su amistad con los Vryzas lo que hizo la diferencia. Por lo que sea, solo me resta dar las gracias.

Ahora mas que nada deseo saber por qué no quieren que sepa de mi pasado. Miro la llave en mi mano e inspiro fuerte aferrándome con fuerza a ella.

La señora Harrison es clara en decir en la carta enviada que no me dará información, por considerar ese acto desleal e ir en contra de todo lo que fue por años en el FBI. Lo que si puede hacer por mí es dejarlo en la casa olvidado. Era una mujer mayor de edad con problemas de memoria que accidentalmente dejó cosas importantes en casa y olvidó enviar al buró o borrar.

****

Misha Vovk, sacerdote a cargo del centro para huérfanos en Pravda, Tishkovo Óblast, de Moscú. Asesinado por un huérfano de nombre desconocido y sin razón aparente. Ese era el dictamen oficial realizado por la policía de la época.

Leer un poco más trajo más dudas que respuestas. Era hijo de Faddei y Zaria Vovk, contaba con 42 años al morir. Su padre fue asesinado al tener él 23 años cuando un grupo de hombres irrumpió en su casa. Misha estaba en el seminario cuando ocurrió, su madre nunca fue hallada con vida.

Un año más tarde fue encontrada muerta en una zanja, había dado a luz y el niño estaba aún con vida. En adelante, dedicó su vida a buscar a su hermano a quien el sistema se lo había tragado. No se lo quisieron entregar por ser sacerdote y le dijeron que debía regirse por lo legal. Ordenado como sacerdote, trabajó en varios orfanatos se cree que buscando a su hermano de quien solo sabia estaba en uno de ellos....

El reporte decía que quienes asaltaron la casa eran ladrones. Cuando salgo de la casa de la señora Harrison lo hago con mi cabeza en caos. Guardo silencio en el recorrido a casa con la mano de Jaz como apoyo y mis compañeros viéndome de vez en vez.

—Si lo haces por mí ...—empieza y la veo a los ojos —no lo necesito —sonríe —si te trae dolor no lo quiero.

—No me interesaba saber quien era mi padre —le digo y ella afirma —es mi madre quien llamaba mi atención.

—Ya sabes quien fue —habla Stan quien conduce y guardo silencio.

Todo indicaba que Misha era mi hermano y mi padre era uno de los Levenev, siendo Dimitri Levenev el más opcionado según los detalles de Angelo. En este punto, entiendo que quizás nunca conozca quien fue mi madre y no necesito saberlo para hacer feliz a Jaz.

Todo los documentos y lo entregado fue corroborado por una fuente en Moscú. El tiempo hizo que muchos olvidaran el rostro de Misha Vovk, pero yo no. El Misha que recuerdo era un anciano de 55 años y no un adulto de 42 como decía el reporte encontrado por la mujer. El hombre de la foto no era el hijo de puta que conocí. El malnacido era rubio de ojos claros, el original de cabello y ojos oscuros.

En resumen...


La historia del sacerdote en busca de su hermano es posible que fuera cierta, pero los protagonistas eran otros. Yo no asesiné a mi hermano, en caso de que el tal Misha lo fuera, algo que dudo y en últimas ha perdido interés para mí. 

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