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Capítulo 27

Noah

La hilera de humo puede verse a muchas millas de distancia, las llamadas por radio no dan señales de vida y lo peor empieza a crearse en mi cabeza. Mi compañero sostiene el volante del yate con fuerza al tiempo que lanza maldiciones silenciosas.

Su familia está allí, la mía también y no me refiero solo a los veinte hombres que cuidaban a la suya. Hablé con Jazmín al llegar al aeropuerto, me contó lo de su hermana y el pedido de ir a verla. Si bien, Edine era el único lazo con su familia que no se había roto.

Estaba la realidad que era una mujer manipuladora capaz de todo para salirse con la suya. Algo me decía que esta vez mentía, pero no tenía claro el porqué. Solo se iría un par de días, no le darían más que un par de semanas, pero yo no estaba dispuesto a que durara tanto.

Aseguró no poder irse enseguida, debía cumplir la promesa de asistir a la fiesta de despedida de Hermes, pero también solicitar una licencia especial. Tomo el móvil y digito su número de teléfono, ese que no esta agendado por seguridad. Al escuchar su voz al primer tono, se que no esta en la isla y eso mitiga un poco la rabia que crece en mi interior, no del todo.

—Lo siento... estoy yendo al puerto —se excusa —dame una hora, cielo... un imbécil me cerró y la llanta explotó...

—Regresa a casa —le ordeno y guarda silencio de forma abrupta —¿Me escuchaste? Regresa a casa, cambia la clave y no le abras a nadie...

—Noah...

—Maldita sea Jaz —le digo un hilo de voz —solo obedece. Te explicaré después.

—Está bien. —su voz se rompe y cierro los ojos.

Las otras cinco lanchas rápidas se ubican de tal manera que rodean la isla. Nosotros llevamos a una invitada, una que le advertí era mala idea, pero que ignoró. La sobrina de William a quien debía llevar con su prometido, que decidió invitarla al cumpleaños de Aydey.

Salto antes que esta llegue a puerto y a pasos rápidos subo los escalones. El primer cuerpo lo encuentro en mitad de ellos, a cinco metros más arriba el segundo y arriba otros dos. Cada uno de ellos con el radio en manos, los tiros de gracia le impidieron alertar los demás.

—¡Aydey! ... ¡Anker!

La voz de Angelo suena desesperada al pasar por mi lado a pasos rápidos, con el arma en las manos, le sigue Alexandra en igual o peor de condiciones.

—Norte sin sobrevivientes ... —susurra Nikolái por radio.

—Este lo mismo ... —habla Carlo.

—Sur igual ... —comenta Stan.

—Habitaciones. —Akim tiene la voz rota y refleja el sentimiento que todos nos negamos a sacar.

—Cuarto de pánico —es mi turno de hablar, pero Angelo va a la cabeza.

Fue de sorpresa, algunos de ellos tienen heridas en su cuello casi que decapitados. Alguien supo la hora exacta en que podían llegar de sorpresa y eso no se logra en días. Me detengo detrás de ambos frente a la puerta que luce ennegrecida por el fuego y humo.

—¡Anker! —vuelve a gritar esta vez se nota el dolor en su voz, uno que no he visto en todo el tiempo que llevo conociéndolo.

Golpea la puerta una y otra vez, su acompañante llora en silencio, mientras yo me mantengo al margen de la situación. Ambos deben estar allí, ella rara vez suele salir al jardín, sobre todo cuando el niño no tiene clases.

El fuego aún está en alto, la sangre en los hombres es fresca muchos tienen aun la temperatura habitual. Esto ocurrió hace dos o tres horas, pienso viendo la puerta ser golpeada por el griego y a esta ceder un poco. Hay alguien dentro, con el alivio de saberlo apoyo una mano en sus hombros y le señalo la puerta.

Es Anker el que se desploma en sus brazos al tiempo que dice su madre lo encerró. Esa confesión es contradictoria, ella jamás dejaría a su hijo solo y asustado. Anker tampoco la dejaría, los dos eran como un dúo extraño que se fortalecían.

¿Qué los hizo cambiar?

Con ese interrogante me alejo de la pareja que atiende al pequeño inconsciente y me dirijo al grupo disperso por todo el lugar. El primero en llamar mi atención es Akim, esta solo en un costado y arrodillado frente a un cuerpo.

—Me pidió quedarse —susurra con voz rota —que hablara con el jefe porque necesitaba ese descanso... yo pude estar en medio de estos...

—Pero no lo estas —le interrumpo y alza el rostro hacia mi —es todo lo que debes saber, la vida te ha dado otra oportunidad aprende a valorarla.

—¿Qué sucederá?

—Por el momento —guardo silencio viendo los destrozos a mi alrededor —hallar culpables, una parte debe quedarse aquí y otra buscar respuestas...

—¿Dónde? —pregunta desesperado levantándose y señalando todo el lugar.

—En Aydey —respondo en calma —si es que esta con vida.

—Se llamaba Boris —dice viendo el cuerpo del chico —de Finlandia también...

—Boris fue la manera que tuvo el destino de decirte que no era tu tiempo. Suele actuar de manera extraña Akim y algunas veces cruel, pero estamos acostumbrados ¿Verdad? —afirma limpiando sus lagrimas con fuerza —se vale ser débil de vez en cuando, no te sientas mal por ello. TE dice que eres más humano.

Y no estas roto como lo estamos los demás, pienso viéndolos cerrar los ojos de cada uno de sus compañeros. Por instinto, cada uno busca a su compañero dentro de los cuerpos, se arrodillan y apoyan dos dedos en su cuello. Tras constatar que están muertos bajan al cabeza y aprietan las manos.

—¿Te quedas con él? —me dice Stan detrás de mí

—Nosotros tenemos cosas que hacer. —habla Carlo.

—Él no nos necesita tanto como ellos —Nikolái señala los cuerpos antes de seguir —no se si escuchas sus gritos, pero nosotros sí y piden justicia —afirmo a Nikolái.

Me arrodillo en unos de los cuerpos que conserva los ojos abiertos. Debe ser un alma solitaria, de esos que no confiaban en nadie y que se negaban a socializar. La enseñanza que nos da las calles es que todo pueden y, de hecho, lo harán en algún momento, traicionarnos.

—Les estaré informado lo que encuentre —prometo a todos —las cámaras del cuarto de pánico es la única que nos dará una idea.

Cierro sus ojos al corroborar que está muerto. Guardamos silencio al ver al griego correr al puerto con el chico en brazos y la chica siguiendo sus pasos.

Si, el destino tiene una manera extraña de operar...

Diez días después...

El pequeño despertó con una historia clara para él no para su padre, su madre estuvo de compras. Volvió horas después quedándose a su lado, en algún momento ella asegura haber escuchado un ruido se levanta y al regresar le insta a entrar al cuarto.

El conflicto en todo es que Anker asegura no haber escuchado nada, ni disparos, gritos o algo que la hicieran salir. Su madre no estaba alterada o demostraba miedo alguno cuando le pide encerrarse, que el obedezca sin hacer preguntas es raro.

El chico miente, su padre lo sabe, pero de momento es mejor no obligarlo a hablar. El psicólogo ha comentado que es mejor esperar que se controle el miedo. Lo sucedido es demasiado para alguien de su edad y esta el que su madre esta desaparecida.

Angelo se ha ido a llevar a Alexandra a brazos de su prometido y me sigue inquietando su sorpresiva tranquilidad. Estarán de regreso en unas horas, no me dio detalles, pero prometió darlos al volver. "—Confórmate con saber que ya no hay compromiso"

Desde que lo dijo no dejó de pensar en la supuesta enfermedad de su hermana y el que insista ver a Jaz. Las hermanas Kelly, han dejado claro que no me quieren, por ayudar a encerrar al angelito de su padre y sus esposos.

—Estoy lista.

La voz de Jazmín detrás de mi me hace girar y la encuentro en pie con un pequeño morral en sus manos, una maleta bastante grande a sus pies.

—¿Por qué tanto equipaje? —no puedo evitar preguntar —vas solo a corroborar que te miente y regresas...

—Noah —me advierte y niego fastidiado. —ella no es capaz de jugar con eso...

—¿Olvidas lo que le hizo a su hijo? —le interrumpo y baja el rostro —lo siento... —me excuso —solo te pido que te asegures te diga la verdad Jaz.

—No tiene sentido lo que dices...

—Irás verificaras que no está moribunda y te regresas —le advierto y aprieta los labios —si llegas a pasarte un solo día de los que te dieron —suspiro y al ver sus ojos cristalizarse, pero no sedo en mis exigencias —o me llegó a enterar que es un jodido truco para alejarte de mí... rogará tener cáncer y estar muriendo.

—Iré y verificaré que está bien —responde hastiada —te mandaré los exámenes y harás un postre con ellos —. sigue —yo no tengo la culpa que Aydey este desaparecida o que tus hermanos estén muertos.

—Solo por eso te dejó ir Jazmín —le señalo desde la pequeña sala —porque aquí corres peligro... pero no te equivoques —le digo acercándome a ella y tomando su rostro entre mis manos. —si es un truco de ella y Mackenzie lo voy a descubrir...y sabes como soluciono las cosas.

—Eres imposible —retira mi mano y avanza hacia la calle —mi hermana puede estar muriendo y tu solo piensas en Andrés.

Ella no tiene idea que Alexandra es la novia de Mackenzie, sabe que tiene novia y se llama Sasha, más de eso no ha querido saber por considerarlo no necesario. El que este soltero y esa boda no se dé, no me gusta, el tipo ha dejado claro que ella le gusta.

—Me iré en taxi...

—Me harías un maldito favor —le digo arto de todo y que no entienda las cosas —has lo que mejor te parezca y si quieres no regresas.

Tomo la americana del sillón y salgo dando un portazo. Todo a nuestro alrededor se derrumba, lo que he llamado vida ya no lo es y ella quiere largarse lejos.

¿Cómo la juzgo?

—Noah —me llama cuando estoy por abrir la puerta del auto —solo deseo saber que es verdad... me dolería saber que no miente y la deje sola. Si solo pudieras ponerte en mi lugar...

—Olvidas que soy huérfano, casi un animal que desconoce las mínimas emociones —le recuerdo entrando al auto que arranco y avanzo varios metros, pero me detengo.

Apoyo mi rostro en el volante y controlo la ira que corre por todo mi cuerpo. Tengo el maldito presentimiento que lo sucedido en Persépolis tiene un trasfondo más oscuro del evidente. La siento entrar al auto y el clic del cinturón de seguridad accionarse.

—La maleta te espera —me ordena y alzo el rostro para verla seria manos cruzada y vista al frente —no me interesa Andrés y solo voy porque mi alma no tendrá paz hasta que no corrobore que tan podrida tienen los Kelly su alma. Eso me hace débil para ti, pero me satisface saber que no soy como ellos.

—Dos semanas jazmín —recalco y suspira —te lo recordaré todos los días.

—Eso espero —comenta con una media sonrisa que respondo rodando los ojos y saliendo a guardar la maleta.

Una que no pesa lo que creí y al verla a través del vidrio retrovisor se está riendo mirando hacia otro lado.


¡Se burla de mí!

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