Capítulo 26
Narrador
—Lo lograron. —Vladimir irrumpe en la oficina agitado y con semblante alterado. — Esos infelices lo hicieron otra vez.
Saca el arma de su pretina y apunta con ella la alfombra en varias ocasiones. Sergey suelta la pluma y apoya su cuerpo en la silla. Un trabajo imposible de realizar, encontrar dentro de los grupos al traidor.
—¿Cómo lo hacen? —el cuerpo de Vladimir tiembla con furia desmedida y sin poder entenderlo. —¿Por qué todo les sale bien?
Sergey cuenta con una vaga idea del éxito de esos infelices. La disciplina, unión y apoyo que instauró el griego en esos bastardos.
Eso, la idea absurda que son hermanos y una familia.
—¿No dirás nada? —arremete contra el y calla.
Cierra los ojos un instante antes de hallar una solución. Supo del trato entre el jefe y el desconocido gracias a Xen, ambos se burlaron de la misión impuesta. Cada grupo hizo su propia investigación en buscar a quien estaba dañando las elecciones. Ninguno había tenido éxito.
Hasta que llegó a manos de los cincuenta.
—¿Tienes idea de quien es? —pregunta abriendo los ojos y su hijo le ve inquieto —¿Vladimir? —insiste.
Niega tras un largo silencio y Sergey suelta el aire aliviado. Por un instante creyó que su hijo estaba detrás, pero no es tan imbécil para atacar a todos.
Por lo menos, eso espera.
—Se la nacionalidad de quien los contrató —mueve la muñeca que sostiene el arma de forma despreocupada —Un egipcio.
Su cerebro empieza a buscar a alguien con el poder y vínculos con el líder. Un egipcio es la nacionalidad de quien ha estado hurgando en el pasado de Vivenko. Es todo lo que sabe del hombre que le ha puesto en aprietos.
Es por su curiosidad, que hoy se ve en la necesidad de apoyar a Xen en desaparecer a los Vryzas Müller, desea recibir el mismo apoyo cuando haga lo mismo con Vivenko.
—Puedo encargarme en caso de que Xen falle —niega a su hijo sin hacer comentarios. —Tengo el cincuenta por ciento de la mesa dispuesto a votar por la persona que tu digas. No te he fallado nunca.
—No lo has hecho —lo confirma y su hijo se regodea feliz —pero acepta, que me has metido en problemas...
Ahora entiende a su padre cuando le dijo que lo mejor era hacerse a aun lado y que no era bueno para el cargo. Un padre sabe las virtudes y fallas de sus hijos, Vladimir lo vio en él, de la misma manera que hoy lo veía en su hijo.
—Merezco ese lugar papá, me lo he ganado —niega.
Su insistencia de ocupar el puesto de Boss le lleva a cometer errores. Ser el jefe para él, es sembrar terror e inspirar miedo, cuando es más de diplomacia que otra cosa. Todos sus problemas, son gracias a la impetuosidad, salvajismo y la forma de solucionar las cosas de Vladimir.
Si tan solo lograra convencer a Jedrek de regresar...
—¿Sabes que deseo? —se encuentra que es observado con desprecio —hallarlo y entregártelo en pedazos. Jedrek es un traidor y no te das cuenta de ello. Soy yo el que he estado aquí contigo todo el maldito tiempo, pero insistes en buscarlo a él. Tu maquina perfecta salió dañada ...
Cuando Dimitri aceptó que el mayor ajustara cuenta con su hijo Habib, lo vio como un acto cruel e inhumano. Hoy, entiende que una fruta podrida es capaz de dañar a toda una cosecha. Sigue siendo su hijo asi él no lo considere así y el acto de dar la orden, le resulta doloroso.
No puede dañarlo, solo por querer una vida normal. Es algo que ha entendido en todos estos años, pero abriga la esperanza que acepte regresar.
—Llamaré a Xen y le diré que hay que actuar antes de lo esperado.
Cambiar de conversación es la mejor solución para alejar a Vladimir de esa idea. Esta en su cabeza y conoce su carácter, cuando algo entra en ella no hay poder humano que lo haga cambiar de parecer.
Por desgracia, el que resultará mal es él. Vladimir odia cuando es comparado con su hermano mayor, pero no hay nadie mejor que Jedrek en todo su equipo.
Tanto asi que ninguno de sus hombres a logrado ubicarlo.
—Ya lo sabe —enarca una ceja y Vladimir resopla —me lo dijo junto con que se escogerá la fiesta de cumpleaños de Müller, allí estará la escocesa. —afirma escuchando atento a su hijo y este sonríe —le debemos un favor.
—Ocultar que ha desfalcado a los suyos es más que suficiente —le recuerda.
El delito es tan grave que su nombre seria borrado de los libros y de haber un heredero, también correría la misma suerte. Los de su clase son más estrictos en cumplir las reglas, por eso triunfan en todas las esferas.
La disciplina es la base fundamental de su éxito en los ellos.
—Déjame solo —le pide a su hijo.
El interés de Xen y un par más sobre liquidar a Hermes no es otro más que el miedo por su retiro. Los que han logrado salirse, han acabado por señalar las ubicaciones, nombres y diversos datos para obtener la legalidad total.
Siendo Hermes, Vryzas ha obtenido un gran número de información que comprometería a Xen y muchos más. Se sabe que es alguien leal, quieren estar seguro de que siga siéndolo. El de Sergey no se basa en Vryzas, con quien acepta tener buenas relaciones, es por su compañero.
Una vez la puerta se cierra y se asegura estar solo, ingresa al santuario de su padre. El sitio en que permanecen las fotos de la familia que le fue asesinada. Las fotografías adornan las cuatro paredes de la lujosa habitación.
Su temor no es que Vivenko sepa su pasado, es que Tarasov descubra que tiene descendientes y la manera en que su hija murió en realidad. No fue calcinada con su madre en retaliación por la enemistad que existía con el mayor.
No.
A pasos lentos llega hasta la caja fuerte, que abre y saca las fotos de los padres del hombre y el registro de nacimiento. Cuarenta años atrás, Irina Tarasov, era la única hija de Terek Y Anna Tarasov. El hombre era uno de los más de doscientos lideres de la mafia en Moscú. De los pocos con dineros lícitos y el único de buena familia. Entrar a este mundo fue solo un capricho de adolescente, que pagó con la vida de su esposa e hija.
Al igual que Vladimir Levenev, ocultó al mundo la existencia de Irina y Anna, quienes vivián en América bajo nombres protegidos. Secreto que fue descubierto por Habib, quien quedó impregnado de la belleza de la chica y quiso tenerla al precio que sea.
Estaba acostumbrado a tomar y desechar lo que quería, muchas mujeres fueron tomadas a la fuerza. Siendo su padre el encargado de cubrir siempre esos actos, hasta que tocó a quien no debía.
Sus hombres entraban a las casas, asesinaban a testigos y se llevaban a las víctimas que ocultaba al mundo. Permanecían drogadas y en condiciones extremas, la mayoría murieron drogadas en medio de sus eses.
Tres mujeres en particular marcaron la diferencia, de ellas solo dos tuvieron un buen fin. Amelia, por ser hija del mayor y Lucy, la ex esposa de Habib por llevar el apellido de un polaco amigo del mayor.
Irina Tarasov, no tuvo la misma suerte, por ser la hija de su peor enemigo. Terek Tarasov. El día que fue secuestrada su madre resultó herida de muerte y a su padre se le dijo que ambas habían muerto calcinadas. No fue así, solo la manera que el mayor quiso vengarse por que sabía que su colega quería destronarlo.
Vladimir pidió cazar y desaparecer a Habib, al enterarse que fue quien abusó dos veces de su hija. Habib estuvo oculto por mucho tiempo, hizo lo que quiso con la pequeña Irina. Hasta que fue encontrado y enviado de regreso a Moscú. En donde cumplió su sentencia de muerte.
La chica quedó a la deriva tras la muerte de su secuestrador y sus secuaces. Fue encontrada tiempo después famélica y en un estado de salud deplorable. Estaba en estado de gestación y fue enviada a un orfanato, lugar en que permaneció oculta hasta que dio a luz y murió durante el parto.
Se trató de la primera vez que entró en conflicto con una decisión de quien figuraba como su jefe, cuando la realidad era su padre. Su temor era que su caso le diera a Tarasov el impulso que necesitaba para quitarle el puesto que sabia quería.
El del mayor.
Tras la muerte de Habib, el mayor quiso muerto a todo aquel que había ayudado a su sobrino a abusar de su hija. Creó una extensa lista de personas, que le estregó a un grupo encabezado por el esposo de su hija y les exigió cumplir. Dimitri por su parte, dio un par de apuntes, uno de ellos era hallar a Lucy, la ex esposa de su hijo
El mayor le dio protección y envió a otro país para protegerla de Dimitri. Este la creyó muerta junto con su nieto e incluso asistió al sepelio de ambos. Antes de partir se le hizo firmar un documento en el que renunciaba a cualquier herencia que podía tener el pequeño. El pago por su libertad y la de su hijo, fue la herencia que dejó Dimitri.
Al día de hoy, nadie conoce la ubicación de esa mujer, su padre se lo llevó a la tumba.
En cuanto a Dimitri, fue asesinado ignorando que su Habib no dejó un hijo, como se creía, sino dos. Uno estaba en el exilio y protegido. Un segundo en un orfanato y custodiado para que nadie supiera de su existencia. Las mujeres que debieron asesinarlo al nacer se negaron a hacerlo y crearon un documento falso para proteger su identidad.
Una identidad que fue descubierta el día en que asesinó a ese sacerdote y su foto salió en la prensa. Quien conoció a Habib y a Dimitri, al ver a Vivenko lo asociaría. Buscó el rastro del chico desde que nació, hasta que llegó a Noah y Yokra.
Asi supo quien era y como lograron mantenerlo en las sombras. Hasta el supuesto sacerdote al que se le confió cuidarlo y resultó siendo un pedófilo.
En adelante, fue bastante fácil, convenció a la pareja de querer ayudarlo cuando lo que quería era tenerlo lejos de su abuelo. La edad adulta para el chico trajo consigo algunos gestos y virtudes que el viejo Noah había visto en Tarasov, su jefe.
El maldito hizo sus propias investigaciones, llegando a darse cuenta quien era en realidad el chico que protegía. Por fortuna, logró asesinarlo antes que le dijera a su exjefe que tenía un nieto.
Toma la fotografía y la lanza al fuego, solo sale del lugar cuando constata se a calcinado. Cruza la casa hasta llegar a los jardines y una vez allí decide rodear la casa. Un paseo al aire libre le viene bien para que las ideas se refresquen. Un hombre apoyado en el capó de un auto llama su atención, se fuma un cigarro, al tiempo que habla por móvil.
Esta distraído y sonríe. Su sonrisa le recuerda a su abuelo Dimitri, cuando tras insultarlo o golpearlo sonreía. Era poseedor de una sonrisa que paralizaba y una excelente puntería. Detiene su platica y fijas sus ojos en él, sin perderle de vista o sonreír sigue su platica. Hace una leve inclinación de cabeza y su sonrisa se amplía.
Lo que mas detesta en ese miserable, es que parece saber lo superior que es. Noah Vivenko o Mijaíl Levenev Tarasov, resultaría siendo el dueño no la fortuna que por años Sergey ha Triplicado, también la de su abuelo, que es tres veces más grande y limpia.
Su abuelo se encerró en vida tras la muerte de su esposa e hija, lo mismo debe servir para él y ese pensamiento lo pone de buen humor.
Jazmín
A un día del cumpleaños de Aydey, no había señales del grupo. Noah me llamó hace seis días, feliz por haber logrado lo impensable. Su euforia era tan grande que ambos nos olvidados de recordar el cumpleaños de la mujer.
Ahora, no sabía si llamarle y recordarle o de plano ambos lo sabían. Tomo mi bolsa, las llaves del auto y salgo de la casa, con la idea en mi cabeza que no han hecho nada.
Era mi día libre y seguía en mi cabeza ir a uno de los Vryzas y pedir algo especial. Con un poco de suerte me encontraría con Demitrius y le contaría la historia del cumpleaños. Mi móvil suena cuando estoy llegando a un centro comercial y suspiro aliviada al leer el nombre de mi amor en la pantalla.
—Makri —me saluda y sonrío buscando un lugar donde parquear en el sótano del lugar—¿Cómo estás?
—Preocupada —confieso —mañana es el cumpleaños de Aydey y estoy segura de que tu jefe no ha hecho nada.
—Tampoco lo creo —comenta en tono burlón —la alegría de salir victorioso a opacado cualquier cosa.
—Creo que ella estará feliz solo con saber lo tendrá en casa, lo que lamentara en unos días cuando tenga que verlo todo el tiempo junto con su mal humor. —salgo del vehículo escuchando la risa del otro lado.
—¿Piensa lo mismo con nosotros? —me cuestiona.
—Ella no domina tanto a Vryzas como yo a ti —la risa del otro lado eriza mi piel.
—Y todavía preguntas ¿Por qué te castigo? ...
Es mi turno de reír al recordar la forma que tiene de castigarme. No tengo idea como sea la relación entre Angelo y su esposa, de lo que si estoy segura es que ella no ama a su esposo, tanto como yo a Noah.
—No me digas eso o lo hago seguido...
—Esa es la idea —responde con voz ronca y mi entrepierna se humedece por el tono de voz que emplea —¿Te apetece mañana?
—¿A que hora? —pregunto.
Mi piel se enciende y mis mejillas arden al escuchar su sonrisa, por un instante no me responde lo que me hace creer algo llama su atención, que no sea yo me fastidia y baja mi calentura.
—En cualquier rincón de Persépolis —habla al fin —Espérame allí mañana.
—Si señor...
—En vestido...
—Y sin bragas —sigo por él lo que le hace reír una vez más —te quiero...
—Y yo a ti —cuelga antes que logre procesar lo que me acaba de decir.
Mareada y con el corazón a mil, busco apoyo en la pared. Poco a poco mi cuerpo empieza a reaccionar y empiezo a reír en voz alta. Mi risa llama la atención de quienes como yo se dirigen al lugar, siendo vista con sospecha y hasta miedo.
Controlo los impulsos de decirle que el hombre más frio que he conocido aceptó quererme. No lo dijo en palabras, pero esto es un paso enorme, hasta hace unos días era algo imposible. Guardo el móvil en mi bolsa y me dirijo a buscar un obsequio para Aydey.
Pensando en las posibles cosas que obsequiarle, me distraigo en los aparadores. De ser una amiga como Van o Dalí, le daría un paquete de esos juegos sexuales, ya saben, látigos, esposas y demás. La mujer ha cambiado su forma de ser con Noah y conmigo, pero no hasta ese grado de confianza.
****
Pasé casi todo el sábado buscando que comprarle, me rendí en algunas oportunidades. Luego de almorzar me decidí por alguna bisutería fina y algunas cuadras arriba vi una joyería. Animada y con el estómago lleno decido ir caminando, aun sonriente por lo que escuché.
Se que no era la gran cosa para muchas, pero si conocieran al protagonistas de ese "yo también" sabrían que es mucho más de lo que se espera. Detengo mis pasos al ver una figura conocida en la acera del frente.
El profesor de yiu-yitsu de Anker, estoy segura de que es él. Va vestido de la misma manera, pero no cojea o va encorvado. Este hombre da pasos seguros, mirada en alto, cuerpo atlético.
Mi curiosidad me impide dejarlo pasar, ese hombre ha fingido todo este tiempo y quiero saber por qué. La decisión es interrumpida por el sonido de mi móvil, descuelgo la llamada, sin ver quien es.
—¿Jaz? —la voz de Edine, es en medio del llanto y detengo mis pasos.
—¿Edine? ¿Qué sucede?
—Tengo cáncer ...
Lo siguiente es su llanto descontrolado y sus palabras de perdón. No puedo por más que lo desee ir con ella, necesito de ciertos permisos y de hablarlo con Noah.
—Necesito hablar con Noah... —me excuso —Lo siento mucho Edine, pero no puedo moverme sin que él lo sepa, es por seguridad.
—Lo entiendo—comenta en tono triste —si te dice que no, puedo entenderlo...
—No me dirá que no —le interrumpo sin poder controlar el enojo —no es monstruo que tú y las demás creen.
Cuelgo la llamada bastante molesta y al buscar al hombre me doy cuenta de que se ha esfumado.
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