Capítulo 25
El personal fue bastante diligente, estaban dispuestos a permitirnos ingresar a los archivos. Dado la época en que Noah llegó, se debía buscar en los manuales. La actualización de la base de datos en computador era lenta, debido a la falta de personal y tiempo.
Tengo claro que no es el lugar en que todo ocurrió, éste, es el sitio en que llegaron los registros. De alguna manera, saber que en un sitio así muchos niños sufrieron en manos de quienes debieran protegerlos eriza mi piel.
No era el lugar, pero las aberraciones cometidas pudieron repetirse. Aun hoy, es probable que muchos chiquillos sufran algo parecido o peor. Con ese pensamiento y Noah tomando mi mano seguimos a la mujer que nos indica el camino al sótano.
Un sitio húmedo y mal oliente, que no fue impedimento para ambos, la emoción de ayudarle a hallar el pasado me hizo olvidar el ambiente. Él no se mostraba afectado por lo que veía, aunque lo estaba a todos, no a mi.
Fueron horas y horas de extensa búsqueda, nuestra ropa acabó llena de polvo e impregnada del olor del lugar. Al caer la tarde y con ella la esperanza de hallar algo, decidimos abandonar la búsqueda.
La mujer que nos recibió nos sonríe al vernos subir las escaleras y su sonrisa se cae al notar mi rostro decepcionado. Para él era importante encontrar registros de su madre. Doy un paso atrás dándole privacidad a Noah con la mujer y me distraigo con las fotos adornadas. .
Estan adornadas con innumerables fotografías de diversas época. Conocedora del año en que vivió Noah en esos lugares camino a pasos rápidos leyendo los años. Cada uno de los mosaicos muestran los rostros sonrientes de chicos de entre 10 o 15 años, otros más pequeños.
Niños en un lado, chicas en otro, con un par de adultos. La felicidad en su rostro te hace olvidar por un instante su vida desdichada. Camisa blanca, una pañuelo atada a su cuello, falda gris para las chicas y pantalón del mismo tono para los chicos.
—No recuerdo que me tomaran alguna foto —me dice detrás de mí, en tono burlón y sé que desea decaíga en mis intentos de hallarlo. —no estoy allí Jaz.
—Has olvidado lo bueno de esa época...
—Una foto no es algo bueno —me pasa una mano por mi cintura, ese gesto me obliga disminuir el paso y seguir a su ritmo. —un festival o alguna visita de alguien importante sí.
—¿Por qué? —pregunto alzando su rostro hacia él y le encuentro mirando las fotos con intensidad.
—Se esmeraban en que pareciéramos humanos —su mandíbula se tensa contrayendo sus labios —ropa limpia, porciones de comida normales —se encoje de hombros.
—¿Recuerdas alguna en especial?
Las fotografías en blanco y negro, desteñida por el paso de los años parecen absorber toda su atención. Los pequeños rostros de niños sonrientes algunos, serios otros y un puñado de ellos con un gesto difícil de descifrar.
—No en realidad. —baja el rostro hacia mí al tiempo que señala una fotografía —mi interés era más en la comida.
—Glotón desde años inmemorables. —mi comentario lo hace sonreír y sigo la línea de su dedo.
En esa instantánea están mezclados, los hombres con el uniforme común, pero las mujeres el color es diferente. Un vestido oscuro con flores claras, el mismo paño de los chicos en el cuello. Bastante mayores 17 o 16 años.
La foto fue tomada en lo que parece ser una cancha de futbol, detrás de un arco o en medio de este. El dedo índice de la mano izquierda de Noah se detiene en un chico de cabello oscuro, rostro ovalado que esta sentado en primera fila.
—Carlo —comenta y el dedo viaja al de al lado un chico de cabello rubio —Nicolas —su dedo recae en un chico de rostro delgado y pecas — Vicenzo, Liliya, Viveka...
—Él... ¿Esta allí? —niega viendo la fotografía. Uno a uno va nombrando a los chicos de la instantánea.
—El subdirector —señala a un hombre en traje negro y una cómica boina —Andreev —recuerda y mira la leyenda debajo —Fradey Andreev.
Al acabar de mencionarlos a cada uno mi corazón se estruja al no escuchar el suyo. La única foto de sus compañeros, e visto rostro de chicos repetirse año tras año. Sin embargo, no hay más fotos de sus compañeros, por mas que buscamos no las hallamos.
—¿Seguro no te tomaron fotos? —insisto y sigue viendo el resto de las fotografías sin decir nada.
Las siguientes fotos son de una cancha cubierta de hielo y las locaciones del lugar. Pasillos, pradera, caminos, adultos y dormitorios. La foto de sus amigos era la última en aparecer huérfanos.
—Estarían aquí de ser asi. —habla cuando creo no va a hacerlo —no recuerdo mayores detalles, por eso quise venir....
—Lamento que no encuentres lo que buscas — digo observando su cejas rubias fruncirse al ver las demás fotos —¿Todo bien?
—No me hice ilusiones, se como suelen ser las cosas para mí —responde indiferente, o eso pretende parecer por que algo me dice que le afecta más de lo que está dispuesto a aceptar. —en el traslado debieron perderse muchas.
—Lo imagino —comento viendo la foto de la edificación de paredes amarillas. —¿Siempre has tenido el deseo de saberlo?
—Solo desde tu incidente —sus dedos en mi cintura se ciernen con fuerza antes de seguir —saber que pude ser padre, me hizo replantear todo lo que soy y quien fui. —me mira y lo siguiente lo hace sin despegar los ojos de los míos —quiero darte algo más sobre mi pasado...
—Por lo que sé, esta es solo la primera parada —comento animada y enarca una ceja logrando un toque salvaje a su ya enigmática presencia —quiero conocer cada rincón y detalle de tu niñez. —le doy el frente antes de seguir y sigue serio sin decir nada —no necesito de nada más que lo que eres.
—Mereces más... —niego divertida.
—Eres más de lo que crees —respondo —vales más de lo que te han hecho sentir ¿A dónde? —insisto tirando de su brazo, lo que no logra moverlo ni un ápice, pero sigo haciéndolo, logrando que sonría.
—Marca el rumbo y yo elevo las velas —me responde divertido —tu eres mi brújula...
Sonrío alzando las cejas una y otra vez, lo que ocasiona su sonrisa aumente y se vea genuina. No mentía al decir que quería conocer cada detalle, rincón o personaje de su pasado. Si para él era importante, también para mí.
****
En resumen, fue un viaje divertido y con grandes revelaciones. Debo confesar que imaginé rutas y anécdotas de aquellas que escuché en Carlo, Akim, Nikolái y Stan.
Descubrir que no conocía ni la mitad de todo el dolor del sufrimiento de Noah, me hizo permanecer callada en todo el vuelo de regreso a casa. Desconocí muchos detalles, no era dado a extenderse en ellos y lo agradecí.
Me mostró el sitio en que solía dormir, donde conoció a Misha y la manera en que se ganó su confianza. Le traía comida y ropa, lo hizo por varias semanas y le enseñaba todo lo que necesitaba de su Dios.
Me mostró el lugar en que lo rescató Noah Vivenko, de las garras de Gork. Un hombre de la calle como él, de cuarenta años, alcohólico y con cierta predilección por los niños.
Era la primera vez que vería un asesinato, el terror por lo vivido y el daño causado por el miserable le impidió sentir pena por su muerte. Desde ese entonces y en adelante, el hombre se convirtió en lo más parecido a un padre. Hasta que dejó de verlo y al buscarle en la panadería la descubrió cerrada.
Ese día se sintió desolado, triste y sin saber que camino tomar. Sentimientos que aprovechó el supuesto sacerdote para convencerlo de llevarlo al orfanato.
El abrazo de Noah me trae de vuelta y abro los ojos encontrándome con los suyos. Sonríe al verme y me indica estamos a punto de aterrizar. Acomoda mi cinturón y va por el suyo escuchando la voz del capitán.
El tomará un vuelo rumbo a ninguna parte y yo otro Atenas.
—¿Aquí nos separamos? —pregunto con un nudo creciendo en mi garganta cuando el avión empieza a tocar suelo firme.
—No debes temer —me calma—es por tu protección que temo.
—Estaré bien si tu lo estas —comento y afirma tomando un mechón de mi cabello que enreda en sus dedos.
—Eso espero —deja un beso fugaz en mis labios antes de seguir—Angelo nos invitó a un almuerzo con motivo del cumpleaños de Aydey. Confía en que le dará la sorpresa de que se queda en Atenas por tiempo indefinido—le divierte mi rostro asqueado y niega —no podemos negarnos, solo estaremos nosotros y ellos.
Me da la fecha y hora cuando los pasajeros empiezan a levantarse. Bromea al decirme que aparte un lugar de mi apretada agenda para el evento. Debido a que no puede dar esos detalles por teléfono decide hacerlo con anticipación. Planean estar de regreso un día antes o en la mañana de cumpleaños.
—¿Crees que deba ocuparme de los detalles de ese almuerzo? —pregunto—dudo que él tenga tiempo.
—Le preguntaré, solo recuerda que no debe saberlo Aydey y Angelo suele ser exigente con eso de la cocina...
—Contrataré los servicios de un Vryzas —respondo con suficiencia y ambos nos levantamos para empezar el descenso —dudo que se anime a criticar a su hermano—en ese punto ambos reímos imaginando el rostro de Angelo al ver que me metido mis narices en su evento de despedida — pediré estrictamente que Demitrius Vryzas haga todo...
—Luego te embarcas en el yate y reza porque no te encuentre —nos detenemos en mitad del aeropuerto y se queda viéndome por largo tiempo antes de decir algo —te extrañaré...
—Te quiero mucho —susurro y me es imposible que mi voz se rompa junto con algo dentro de mí.
Doy media vuelta sin detenerme o mirar en su dirección, sé que ha hecho lo mismo porque ambos odiamos las despedidas. Solo espero que Aydey sea merecedora de tanto sacrificio, de parte no solo de su esposo, también de todo el grupo.
Noah a
No puedo estar enojado con Angelo al querer un mundo mejor para su hijo. Ha confesado que es por Anker y mejorar su entorno, el que lo hizo tomar esa decisión. En las últimas vacaciones se divirtió tanto que aseguró su deseo en su cumpleaños seria vacaciones eternas.
De esa manera definía su hijo los días con él y su madre. El deseo de complacer a su esposa e hijo era el mismo que mío con Jaz, pero desde diferentes ángulos. Su hijo estaba en una etapa de crecimiento en que era necesario el roce social y su mujer vivía aislada.
Lo entendí y quise contribuir a que su sueño se materializara. Eso no quitaba las incógnitas que dejó mi visita a ese orfanato. Se esmeraron tanto en cubrir mi estadía o el rostro de ese miserable, que lejos de rendirme ( lo que imagino buscaban) lo que quiero es buscar con más fuerza.
—Vivenko —grita Nikolái con una botella en sus manos que alza hacia mi —por los amigos que el universo quiso se convirtieran en hermanos —grita —¡Salud!
—Salud —respondo alzando mi cerveza.
La gran mayoría de los cincuenta desconocía la fecha de cumpleaños o edad exacta. Cuando iniciamos este viaje Angelo, insistió en festejarlo. Siendo escogido el día que se conformó el grupo para ese fin y en todos, él hacía las veces de anfitrión, chef, payazo, etc.
Solíamos festejarlos todos en innominado (la isla). En esta ocasión es imposible, el grupo está incompleto, estamos cansados y no hay ánimos. Hablo por mí, ya que el resto disfruta en la playa sentados alrededor de una fogata y comparten chistes o experiencias graciosas.
Los observo desde porche de una de las cabañas con una lata de cerveza en mis manos. Acaba de hablar con Jaz, hasta que se quedó dormida y no hay mucho por hacer. Salvo sentirme miserable por no darle algo más estable.
—¿No participas hoy? —niego al griego quien extiende un plato de su creación. —estas actuando raro desde tu regreso a vacaciones. Si necesitas un poco más de tiempo...se que tienes tu propio hogar.
—No hallé nada—le interrumpo dejando el plato con la lata en la baranda de la cabaña —no pasé por ese orfanato o ningún otro —sigo —no hay registro, ni fotos y la única que existe... fui borrado de ella. —finalizo.
Apoya todo su cuerpo en la baranda y se cruza de brazos para observarme con atención. Le narró todo cuanto vi ese día y me escucha en silencio. Me encuentro frente a una enorme puerta blindaba que deseo destruir al precio que sea. Poco y nada me interesa lo que hay detrás, si es bueno o malo.
—Solo deseo saber que ocultan y por qué —confieso y sonríe lo que me hace verlo con interés. —¿Hablaste a casa? —pregunto al imaginar que eso es el motivo de su buen humor, afirma sin decir nada —¿Todo bien? —insisto.
—Aydey estaba bastante feliz —comenta pensativo —he podido notar que a Anker le afecta el estado emocional de su madre.
Recojo la cerveza viéndolo a el tomar una, la destapa y se retrae por largo tiempo. Si mi comportamiento es extraño, el suyo lo es aún mas ¿Se arrepiente de esta decisión?
—¿Por eso haces todo esto?
Si su madre está feliz, Anker también. Hay que dejar claro que todas las decisiones que el griego tomó con Aydey, fue gracias a ese niño.
—En parte —le doy un último trago a mi cerveza que luego arrojo a la cesta y voy por la comida viéndolo ver el mar —no deseo este mundo para él, para mí no hay vuelta atrás —se lleva la bebida a los labios antes de seguir —mi hijo esta empezando a vivir y en eso, Aydey tiene razón.
La mujer posee una lista larga de defectos, por lo menos para mí, a los demás a logrado convencerlos de ser una buena mujer. Es posible que lo sea y yo solo actúe con ella de manera beligerante, por lo que dijo de Jaz.
Lo que nunca será es una mala madre. Aydey, adora a su hijo y al igual que Angelo está dispuesta a todo por él.
—¿Dije que este era mi último caso? —pregunta más para sí —mentí —arroja la lata de cerveza vacía, yendo por otras dos, deja una en mis manos y se queda con otra —será el tuyo, —dice con solemnidad —veremos que esconden sobre el pequeño Noah...—comenta destapando la cerveza que se lleva a los labios mientras sonríe al grupo. —Esto inició siendo solo tu y yo, de esa misma forma acabará...
—No tienes que hacerlo...
—Si que lo es —me interrumpe sonriente —será mi regalo de bodas...
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