Capítulo 23
Hace años decidí borrar los últimos rastros de todo lo que no me hace bien. Algunos lo llamaron egoísmo, otros traición, para mí fue sentido común y amor propio. Me lo merecía, tal como se lo merece todo aquel que desee ser feliz sin dañar a nadie.
Al lado de Noah llevaba una vida tranquila, con pocos sobresaltos emocionales. Salvo en algunas oportunidades en que Noah se ausentaba o no sabía de él en días, como en este instante. La última vez que llamó estaba en aeropuerto de New York. Quedó a cargo ya que Ángelo tuvo que regresar a casa, al parecer, Aydey estaba enferma.
Antes de que todo esto pasara, habíamos decidido ir de vacaciones. Con ese inconveniente, no podría asegurar si podía cumplir. Mis planes de irnos juntos quedaron rotos. Me fue imposible ocultar mi descontento ¿Por qué siempre éramos nosotros los que debíamos sacrificarnos? Esa mujer no merecería el sacrificio que Noah hacía, ni el amor de su esposo.
Me pidió ir yo en caso de que no llegara. Las reservas estaban hechas y yo necesitaba despejar la mente. Yo quería hacerlo, pero a su lado y no sola. Aun así, consciente que no era su culpa, lo prometí.
De eso hace cuatro meses. Llevo seis días de vacaciones de los cuales me quedan diez. No abandono la idea de que me sorprenda en cualquier momento; aunque, empiezo a ser cada vez más negativa.
No es la primera vez que se ausenta por días, pero si la primera que con tantos meses sin saber de él. Noah busca un tiempo para llamarme, un par de minutos cuando no cuenta con mucha disponibilidad. Jamás se va tanto tiempo sin dar señales de vida.
El sentimiento de temor a perderlo no podía quitarse de mi pecho. Su trabajo es delicado, su vida corre peligro por cada viaje que haga. Algunos compañeros mueren en campo y muchos no regresan a casa.
No es el caso de Noah, Angelo jamás lo dejaria tirado, aunque no esté con él. Busco el contacto de Angelo y le marco, pero el móvil de va a buzón. Las malas noticias viajan rápido y si algo le ocurrió ya lo sabría. Con esa certeza abandono las ganas de llamarle.
No era divertido estar en un lugar en que se supone escogimos para estar acompañados. Estiro mi cuerpo y contemplo el lujosos lugar, maldiciendo a Aydey Vryzas por dañar siempre nuestros planes.
Por más que me resulte atractiva la cama debo salir. Estar encerrada es algo que hago siempre en casa y el sol que se cuela por la ventana me pide acariciarme. Recojo un par de cosas que lanzó a mi bolsa, me aseguro de que este el protector solar, llaves, móvil y salgo de la habitación del hotel.
El lugar escogido fue Amalfi, Italia sitio al que Noah visitó en alguna ocasión por cuestión de trabajo y prometió volver algún día. Recordar, que fue su sueño y quería compartirlo conmigo me hace buscar el móvil. Desde hace un par de días, me siento con la necesidad de escuchar su voz.
—No puedes llamarlo, lo pondrás en riesgo. —me reprendo guardando el móvil en mi bolsa.
Llamo al ascensor con el nudo creciendo en mis entrañas. Me quedo viendo los números descender y anhelo que de esa misma manera lo haga mi ansiedad. La estreches de la caja metálica aumenta mi agonía, mis manos sudan. De continuar por esa línea acabaré con un ataque de ansiedad. El sonido de llegada al primer piso es casi un cántico celestial.
Cruzo apresurada en lobby del hotel y solo me detengo al llegar a la playa. Cierro mis ojos e inspiro una enorme bocanada de aire.
"—Es solo el pánico por no saber de él, de ninguna manera es un sexto sentido." me repito.
Al abrir los ojos y mirar a mi alrededor mi corazón se detiene y la bilis sube por mi garganta, al ver a las dos mujeres en traje de baños diminutos a pocos pasos de mí. Doménica y Freda charlan animadas con dos hombres.
Sus cuerpos voluptuosos y bronceados brillan ante el reflejo del sol. Había olvidado lo hermosa que son y lo insignificante que soy al lado de ellas. ¿Por qué eso me importa ahora? Siempre estuve feliz de no parecerme en nada y ser la cuota inteligente dentro de todos.
Doy un paso atrás con la intención de huir. Haría las maletas y me largaria de ese lugar, lejos de ellas ¿Cuántas playas tiene el mundo? Miles, sin duda. Sin embargo, el cosmos quiso que las encontrara aquí. Doy media vuelta empezando a caminar despacio para no llamar su atención. No he dado ni dos pasos cuando soy pillada y bajo los hombros derrotada al escuchar mi nombre de boca de Doménica.
—¡Jazmín Kelly! —protesta.
—¿Nos estas evadiendo? —increpa Freda.
—¿Me juzgan por ello? —pregunto dando media vuelta y enfrentando las.
—No en realidad —Freda sonríe y eso le da atractivo. —es algo muy de ti.
Junto las cejas intrigada detallando la apariencia de ambas, los años que han pasado están allí. Solo que ellas saben llevarlo con gracia y elegancia, en lo que sea dediquen su tiempo hoy día, es bueno. No hay un cambio en su apariencia que me indiquen la están pasando mal.
—No es el comportamiento de una hermana que nos extraña...
—¿Perdón? —pregunto cuando he recuperado la voz. —desde Escocia, dejé claro que no las quiero en mi vida.
Ambas se miran divertidas, luego a mí como si estuviera a punto de salirme cuernos. Los dos hombres se han alejado de ellas y avanzan a otras dos mujeres. Creí que eran compañeros de ellas y solo era el ligue de turno. ¿Dirán que son casadas y que sus cónyuges están en prisión?
Lo dudo...
—Pagaste nuestra estadía Jaz... Hace dos días recibimos el mensaje a nuestro correo —dice Freda y Doménica afirma divertida.
—Vimos excéntrico y un poco frío ese gesto... Pero eres así para nada Kelly. —se encoje de hombros.
—Gracias —se que no lo dicen como halago, pero yo lo tomo como tal.
Lo que estoy escuchando me deja viendo a una y otra en espera que se rían. Convencida que se trata de una broma guardo silencio. Espero que se retracten, pero no lo hacen y en cambio, se cruzan de brazos.
Noah, su nombre me viene a la cabeza. ¿Me dejó? ¿Traer a mis hermanas al mismo sitio de vacaciones fue su manera de asegurarse que no estaría sola?
—¿No fuiste tú? —chilla Freda y niego.
—¿Hablas con papá? —replica Doménica asustada —suena algo que él haría —mira a Freda que se ve tan o más aterrada que ella.
—Recibía cartas suyas —empiezo — leí la primera por curiosidad. —sonrió con un poco de vergüenza por tenerlo como padre— me decía cuán decepcionado estaba de mí y sus deseos que estuviera muerta.
Era yo la que debería estar avergonzad de todos ellos, la que tendría que indignarme. Gracias a ellos tuve que estar en las sombras y con un cambio de nombre porque mi vida peligraba. Sí, mi vida corría peligro, por ser una Kelly, pero no por terceros. Mi propio padre me quería muerta, por dañar su mundo oscuro de fantasías.
—Debes aceptar que la hiciste linda —Freda muerte sus labios y me ve con rostro molesto —debiste irte lejos...
—¿Si saben que me jodió el trabajo en Sudáfrica? — niegan y tuerzo los ojos —no hablen de lo que no conocen.
Se que les pido imposibles, su carácter frívolo y poco cerebro no se le puede dar exigencias. Además, es imposible que funcionen de forma normal, poseen tres neuronas, todas ellas para verse lindas.
—¿Por qué papá sabe tu ubicación? Tu amante se lo dio
Ahogo una risa viendo a mi alrededor contrariada ¿Qué es más estúpido? Noah visitando a mi padre o ayudándole.
—Ni siquiera nosotras lo sabemos dónde estás. Edine es recia en dar la ubicación y sabemos que la conoce —Doménica me mira indignada antes de seguir —¿Confías más en ella que en nosotros?
—Confío en su sentido de supervivencia.
Y el miedo que le tiene a Angelo. Decirle dónde estaba y con quien vivía fue la mejor manera de que no se acercara a mí. Sin mencionar que el trabajo y los lujos que ostenta es gracias a Ángelo. La Promesa fue que lo conservaría si y solo si, se mantenía lejos de todos.
Con todos me refería a Thomas, su familia y a mí.
—Si papá no sabe dónde esta ¿Cómo recibes la correspondencia? —Doménica mira a Freda, ambas se notan pálidas.
—Las envía a la mansión Mackay y ellos me la hacían llegar. Pedí no hacerlo —me encojo te hombros, pero sigo preocupada — dejó de enviarlas cuando Thomas devolvió cinco consecutivas. ¿Ustedes lo visitan?
Niegan enérgicas, abandonaron el barco mucho antes de este hundirse. Regresaron cuando sus abogados le pidieron su presencia para limpiar su nombre. Años después con la muerte de Darién volvieron, pero se negó a verlas.
No saben de papá desde la misma época que yo. Algo en su comportamiento me impide creerles o es la experiencia vivida queme hace estar prevenida. Tengo la sensación que saben más de lo que dicen. Vigilo sus gestos, dudo de que no sepan lo que sucede.
—¿Crees que papá tenga que ver?
—No hay manera que sepa dónde estoy. Edine no lo dirá —les digo segura. —la única forma de que me encuentre es salir de mi lugar y eso solo es posible en este instante, con ustedes.
Freda pasa saliva, yo busco una explicación coherente que no involucre, a Noah. Doménica corre en búsqueda de las cosas que recoge de cualquier forma.
—Será mejor irnos —dice al regresar entregándole partes de las cosas a nuestra hermana, mira hacia mi antes de seguir—deberías hacer lo mismo, si crees que papá ya no tiene poder, estas equivocada.
—Doménica tiene razón, papá no señaló a sus cómplices y eso lo tiene en un lugar de privilegios.
Si mi situación no fuera tan delicada me reiría de la forma en que dan un paso atrás y se alejan. Me miran y se comporta como si yo tuviera lepra o alguna enfermedad contagiosa.
¡Son ellas las enfermas y no yo!
—Nos alegra que estes bien, pero lo mejor es mantenernos lejos de ti. —sigue Freda —Papá no deja de tenerte odio porque nos traicionaste.
Ingreso las manos en el bolsillo trasero de mi pantalón vigilando a cada una. ¿Por qué son tan estúpidas? ¿Es posible que sea adoptada? Por favor, que asi sea.
—Y te revuelcas con uno de los hombres que lo llevó a prisión. Sin dudas te querrá muerta. —Doménica sonríe —si no lo hace él, lo hará ese matón de medio pelo al que llamas novio.
—¿Sabían eso antes de venir? —afirman y tuerzo los labios —¿Por qué llegaron si es así? ¿Vacaciones gratis?
Sin esperar una respuesta doy media vuelta aumentando el ritmo de mis pasos cada que me alejo. No es Noah, él no expondría mi ubicación de esa manera. Sabe que mi vida está en riesgo y en lo Traicionera que son las Kelly. Es probable que estén mintiendo y sepan que fue papá las que las trajo aquí.
Con tal de ser perdonadas, harán lo que sea.
****
Abandoné el hotel, pero no la ciudad. Encuentre un modesto hospedaje, en medio de la ciudad a pocos pasos de una estación de policía. Pasé todo el día encerrada con el miedo latente a salir y ser atrapada por los amigos de mi padre.
No puedo ir al aeropuerto y tomar un vuelo a Atenas, ellos podrían estar esperando que lo aborde y saber así mi ubicación. Además, que el próximo vuelo sale en catorce horas. Al completar las veinte cuatro horas encerrada, mi estómago cruje terrible.
Hecho un vistazo por la ventana, en búsqueda de cualquier cosa fuera de lo común. Las calles empedradas, limpias y alumbradas no parecen esconder nada malo. Decidida busco mis cosas, a pocos pasos divisé un restaurante cuando venía en el taxi.
Abro la puerta y lanzo un grito al ver la figura en la semioscuridad. El terror de todo lo vivido, se materializa al ver la figura en traje negro amenazante. Intento cerrar la puerta y quien sea me lo impide. El forcejeo dura poco, el hombre me gana en fuerza y destreza. Caigo de trasero en el suelo, y de ninguna manera me siento rendida y saco el gas pimienta dispuesta a defenderme.
—Maldición Jazmín.
El tono áspero de Noah me hace bajar la mano. En mitad de la habitación, vestido de negro y cruzado de brazos me observa enojado.
—¿Planeabas detener el ataque con ese perfume? —se mofa y miro mis manos.
En efecto, era un perfume que suelto de mis manos derrotada. Recojo mis rodillas, me abrazo a ellas y sin importar que este allí suelto en llanto. La maldición que sigue de sus labios me hace llorar con más fuerza. De la nada soy alzada en brazos y conducida a la cama.
—¿Qué haces aquí? —me pregunta atrapando mi cuerpo entre sus brazos —me sorprendió saber que abandonaste el hotel y más ver el registro de tu tarjeta en este lugar. Me prometí que si me habías abandonado te lo haría pagar...
—Freda y Doménica están aquí...—empiezo.
—Lo sé, yo las traje.
—Aseguran que las invité...—guardo silencio y le miro a los ojos. —¿Qué dijiste?
—Yo las traje —repite acariciando mí mejilla —creí que necesitarías.
—¿Por qué no me lo dijiste? —pregunto enfadada —¿Tienes idea del peligro que es para ambos estar con un Kelly?
—Yo vivo con una y no pasa nada —se mofa y bufo fastidiada —y no dije nada, porque dañaría la sorpresa...
—Una pésima sorpresa —le interrumpo y alejando mi cuerpo del suyo.
—Pensé que lo era —sigue de buen humor y junto las cejas, apoyo mi cuerpo en la pared lejos de él — no confío en tus amigas y tus hermanas ya las conozco, puedo controlarlas. —Ingresa una mano en el bolsillo de su americana y saca una caja negra —necesitarías de ellas para planear nuestra boda.
—Noah...
Se sienta en el borde de la cama gira la caja con sus dedos en actitud de derrota. Mi corazón late con fuerza, un vacío se instala en mi estómago. En silencio y vigilante a sus emociones espero que siga. Me quedé solo en "Nuestra boda", incapaz de escuchar otra cosa.
—Crecí sin una familia, se lo la falta que hace tener una. Siempre estas sola y no quiero que te sientas mal por ello —hay derrota en sus ojos celestes cuando me mira y un poco de dolor que puede confundirse con ira. —lo vi como una buena idea tú, tus hermanas, nuestros hijos y yo... un hogar normal. Hice planes sin saber que el universo le gusta patearlos siempre.
Se sienta en la cama y abre una pequeña caja negra. Me lastima verlo lleno de tanta soledad y derrota oprime mi pecho en un tipo dolor que nunca he sentido. Le escucho decir que un cambio de planes puede tirar por tierra el deseo de convertirse en mi esposo.
Mi corazón deja de latir en espera de los motivos por los cuales esto no se llevaría a cabo. Era un sueño que nunca creí se materializaba, él no era muy sentimental y en su mundo era difícil una boda.
—Ángelo está negociando el retiro — suelta en tono de derrota y mi corazón retoma el ritmo normal... —hay gran posibilidad que se dé, estaremos por fuera bastante tiempo...
—¿Por qué no podemos casarnos? —mi pregunta sale apresurada —¿Cuál es el inconveniente?
—No es tan sencillo de explicar. —empieza a decirme —lo primero, deberás abandonar tu trabajo y Atenas. No podemos estar cerca de Angelo, sería un peligro para él.
—Tengo un par de ofertas en el correo —me encojo de hombros avanzando hacia él y sentándome en sus piernas.
—Nuestra relación cambiará...
—Sin dudas, yo tendré un anillo que me acredita como tu esposa y dueña absoluta de tu cuerpo —por un instante se queda en silencio contemplando mi rostro hasta que una sonrisa se asoma en sus labios carnosos.
De manera constante, compara nuestra relación con la de su compañero y amigo. Es su forma de ver que tan bien va nuestra relación. No somos Angelo y Aydey, nosotros no deseamos cambiar al otro.
Somos mejores que ellos y estoy dispuesta a hacer que lo entienda. Sonrió al recibir sus besos en mi cuello y mientras lo hace ingresa el anillo en mi dedo. No le temo a ser su esposa, contrario a él, yo estoy segura de lo que ambos sentimos.
—Te daré un mes para que te despidas de todas tus amantes —le digo alejándome o intentándolo, porque me atrapa a mitad de mi huida.
Me lanza de regreso a la cama y se sube a horcajadas sobre mí. Inmoviliza mis manos encima de mi cabeza y sonríe.
—No esperes que sea tan libre de pensamiento —amenaza —Te encuentro en brazos de otro y no vives para contar tu osadía...te haré pedazos Jaz.
—¿Me follaras antes? —pregunto divertida y aleja sus labios para verme a la cara.
Conozco ese brillo de sus ojos, fríos y cargados de peligro. Contrario a lo que muchos creen, no le temo y me divierte.
—No estoy bromeando...
¿Por qué tipo de estúpida me toma? Mi sonrisa maliciosa lo hace en tornar los ojos y a mi sonreír. Su mayor atractivo es que no tenga idea de él. Para muchas soy la más loca de todas las mujeres y si...
Estoy loca por este hombre, mi hombre.
—Creo que debo ser más precavida...
Mis palabras mueren contra sus labios, el beso que me brinda está lejos de ser tierno, pero era lo que buscaba.
Sacar su lado salvaje....
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro