Capítulo 19
Para alivio de mi alma, Noah no volvió a tocar el tema de mi asalto. El día de mañana iniciaría labores y no me sentía aun en condiciones para enfrentar las preguntas. Existían cosas que dolían y que resultaban difíciles de olvidar, aun así, su compañía y apoyo hizo mi sanación posible.
La llegada a Atenas de Angelo, lo obligó a hacer presencia en Persépolis y a enfrentar mis demonios sola. Me había dejado encerrada bajo llave y al salir hizo el cambio de clave que luego envío por mensaje de texto. Una larga lista de prohibiciones que iban desde no salir sin decirle, hasta no recibir mensajería.
La paranoia de Noah estaba tocando terrenos extremos y lejos de enojarme me alegraba. En mi cabeza, no se si era verdad o fantasías de mi mente, eran los te amo que no lograba sacar a la luz.
Como era costumbre el aseo y limpieza de nuestro hogar, lograba alejarme de los recuerdos. Seguía teniendo mis cosas en mi habitación, aunque compartía en las noches la de Noah. La habitación era demasiado pequeña como para que entrara ambas pertenencias y él no me había invitado a pasar mis cosas.
Antes de diez de la mañana, había logrado limpiar toda la casa y solo me faltaba las cosas de Noah. No estaba segura si era buena idea entrar a su closet y organizarlo. Era tan celoso de su trabajo, que podría enojarse si yo llegara a leer algo indebido.
Con una taza de té en mis manos y un libro bajo el brazo decido leer. El mejor lugar es en la ventana de la sala de estar, su amplitud, baja estatura y vista la hacían perfecta. Noah le había adecuado un banco en madera que adornó con varios cojines.
Detalles como ese, sencillos y sin que lo pidiera han logrado calar en mi logrando que lo ame. Soy consciente que no es el hombre ideal, que tiene errores y defectos. Que no los oculta y se muestre tal como es o no haga alarde de su trabajo, hablan bien de él. Tampoco usa su pasado doloroso para ganar cariño y detesta que sientan lástima de él.
Acomodo mi cuerpo en la ventana, doblo mis rodillas y miro a través de ella. La vista desde la sala no es la más hermosa, pero la ubicación en zona alta hace que logre ver el Egeo al fondo.
No es Persépolis, pero se respira mejor y estoy casi segura de que el amor de este sitio es real. Estoy organizando cojines y ubicando el mejor sitio de luz cuando mis ojos captan al mensajero dejar la correspondencia.
Hago alarde de la rebeldía e insensatez que me caracterizan y salgo apresurada. Una carta de Christian es siempre bien recibida, una foto o detalle de sus progresos. Cualquier cosa que me hable de lo bien que le ha ido con su nueva mamá.
Es increíble que Gabriela Doyle, la niña rica mimada, que besó a mi cuñado y dañó a tantos con su inmadurez, fuera la persona que hiciera feliz a los Mackay.
No hay palabras que describan lo apenada que estoy por ser tan perra con ella. Viendo las cosas desde el lado de Gabriela, todas deberíamos seguir esa línea.
Ella se enamoró de Thomas, vio la posibilidad y luchó. En aquel tiempo la vi como una oportunista que se aprovechó de la vulnerabilidad de Thomas tras supuesta perdida de su hijo.
Hoy, entiendo que fue solo una mujer valiente que sabía lo que quería y fue por ello. Retiro el grupo de sobres y busco el de mi interés. La correspondencia de los Mackay suelen ser abultadas, por desgracia no todas las noticias son de ellos.
Alfonso o mi padre suelen también enviar cartas, la primera vez caí en el error de abrirlas. Las de mi padre estaban llenas de oído y despotricaban contra mí. Las de Alfonso de arrepentimiento y pedía verme.
Ingreso a la casa, digito al clave y me quedo allí escuchando el sonido de las alarmas accionarse. Apoyo todo mi cuerpo en la pared revisando los sobres y dejando en la esquinera las de mis tarjetas. Sonrío al ver la caligrafía de mi sobrino en el sobre y puedo imaginarlo escribiéndola.
Malla Makri Vryzas, Atenas, Grecia. Se lee perfectamente y me place ver que será un medico al que se le pueda entender su letra, al igual que su padre. Rasgando el sobre avanzo hacia la ventana, entro en ella observando la fotografía.
La graduación de su madre fue el día que escogió Thomas para pedirle matrimonio y renovar votos. Varios exámenes médicos y otros de escuelas, ambos con excelentes noticias. Es casi un adolescente y su parecido con su padre es innegable.
—Ojalá no sea solo físico —digo en voz alta pasando mis dedos por la instantánea.
Una carta de Alfonso que rompo en pedazos sin abrir y voy por la siguiente. La tomo en manos y estoy por rasgar en dos cuando leo el remitente. Rasgo el documento y leo la carta que me han enviado.
—¿Jaz?
—Aquí —le digo sin dejar de leer la carta enviada por la administración del penal.
Escucho los pasos acercarse, pero estoy absorta en la lectura. Al terminar, no hay reacción en mi cuerpo, ni buena, ni mala.
—Mi hermano, Darién —digo simplemente —murió.
Producto de un desangrado por una herida en su pecho que hicieron durante una riña. Alfonso y mi hermano fueron atacados por otros reclusos tras una disputa en el bloque en el que se encontraban.
Noah sé sienta a mi lado toma la carta y la lee en silencio, al terminar la dobla y se queda viéndo a mi alrededor. Sus ojos agudos notan los restos de la carta y toma un trozo al azar. La mandíbula se tensa y sus labios se pierden al apretarse cuando lee el remitente. Al alzar el rostro hacia mí, sus ojos parecen dos témpanos de hielo.
—¿Desde cuándo?
—El tiempo no importa—señalo los trozos antes de seguir —esto debería ser suficiente.
He sido leal con esta relación y lo único que puede acusarme es no dejar claro a los Mackay de no enviar cartas de Alfonso. Ellos desconocen que estoy en una relación, de saberlo, estoy convencida que no me lo enviarían.
—Ibas a casarte con él, hiciste planes de hijos y vivir en Brasil... si deseas ir a ver su estado —calla —por mí no hay problema...
—Olvidas decir, intentó llevarse a Gabriela, haría lo mismo con Cristian y yo sería asesinada por ordenes de mi padre —le interrumpo —¿A qué viene todo esto?
Me mira de reojo de forma cínica y niega molesto. Alza la carta como si con eso fuera suficiente, da media vuelta y lo observo entrar a mi habitación. Al regresar deja a mi lado todas las cartas sin abrir que me han enviado de Edimburgo.
—No recordaba tenerlas aún —me excuso y sonríe, pero todo su rostro esta desfigurado por la ira —están sin abrir Noah... olvidé tirarlas...
—También decir, que no las enviaran —acaricia su mandíbula antes de seguir —Lamento lo de tu hermano. Estarás más tranquila, tu vida no peligra y puedes usar tu verdadero nombre. Leer estas cartas que atesoras tanto y luego encontrarte con él...
—Me gusta mi nuevo nombre y mi vida aquí, no hay nada que desee recuperar de Jazmín —su cuerpo se tensa cada vez más y no logro entender que lo hace responder de esta forma a una carta que no leí—No se que estas pensando...
Sosteniendo los trozos de la carta de Alfonso se cruza de brazos y mira en dirección a la cocina. Todo él es fuego puro, hay cierto autocontrol en su cuerpo y ademanes cuando habla. Muy a pesar de su comportamiento, no me siento intimidada por su reacción, y si, me duele que desconfié de esta manera.
—Cuando estas en prisión deseas saberte importante para alguien—dice —lo sé porque estuve en prisión por asesinato. Se lo que Sousa siente. —vuelve sus ojos hacia mi y no hay rastros de su ternura habitual —Asesiné al hombre que dejó su semilla a la fuerza en la mujer que me trajo al mundo. Le quité la vida al que violó a mi madre y me trajo a este mundo de sufrimiento.
Cierro los ojos con fuerza escuchando su relato frio y sin emociones. Una parte de mí me alegraba de que estuviera muerto, la otra lamentaba que arrastrara a Noah a ese estado. Hay orgullo en él cuando dice que no se arrepiente de su muerte y si pudiera retroceder al pasado, lo volvería hacer.
—Esto es lo que soy —abre sus brazos soltando los trozos de la carta en el proceso y se señala —no hay manera de hacerme cambiar.
—Nunca he pretendido esto...
—Eso lo dices ahora, dentro de unos años pensaras distinto. Exigirás cosas, detalles que se, mereces y no podré darte —sigue y su voz es cada vez mas dura.
—Nunca me has mentido...
—Puedo construir un palacio y darte la protección, pero siempre querrás algo más... estarás cada vez más infeliz. Lejos de tu sobrino y tu familia, sin poder ver a Sousa ... —ignora mis intentos de hablar, tomo uno de sus brazos y se aleja como si el contacto le quemara.
— Siempre he sido consciente de lo que eres
—Aydey también lo sabía y ¿Qué hace hoy día?
—¡No soy Aydey! Y no me interesa Alfonso ¿Cómo carajos te lo hago saber? —le grito perdiendo el control y le señalo — tu estas lejos de ser Angelo...
—¿Por lo despreciable e insignificante que soy? —pregunta y niego confundida —¿Crees que no sé qué no te merezco? O que todo esto es solo un espejismo. En cualquier momento me será arrebatado...como cada maldita cosa en mi vida. —termina de decir de forma violenta apuntando al piso con los manos en un puño.
Las ultimas palabras las dice llena de dolor, retrocede con los manos empuñadas sacudiendo su cabeza. Siempre lo he visto como alguien fuerte, capaz de soportar casi que cualquier cosa. Di por echo que la perdida de nuestro hijo sería igual.
Estaba equivocada.
—¿Por qué te haces esto? —pregunto dándole espacio —nada ni nadie me ha dado tanta paz como tú en este sitio. No necesito de nada de mi vida pasada, y no sé porque una maldita carta sin leer es tan importante para ti.
Señalo el lugar y suelta el aire fastidiado, retrocede hasta perderse en el vestíbulo, lo siguiente que escucho es la puerta ser azotada. Voy por mi móvil y hago una llamada que no he realizado en mucho tiempo.
—¿Diga? —la inconfundible voz de mi excuñado y el padre de mi sobrino me hace apoyar en la ventana.
—¿Thomas? Soy Jaz. Acabo de recibir la correspondencia.
Se escucha a él pedir disculpas, una silla rodarse y me indica no colgar. Varios segundos que los siento como una eternidad, me habla.
—¿Cómo estás? Lamento lo de Darién —habla de forma atropellada —Me alegra saber de ti. Gabriela y yo hemos pensado en ir a visitarte, pero no sabemos que tan buena idea sea.
—Creo que podemos vernos en un territorio neutral —sugiero y me aclaro la voz antes de seguir —¿Sabes si alguien retiro el cuerpo o como fue su sepelio? —pregunto y siento su respiración pesada —se que no te concierne, pero ir a Edimburgo es mala idea...
—Zaira y Dara, ellas se encargaron —me interrumpe —fue cremado, creo que a pedido suyo.
—Irónico que no donara órganos —Thomas sonríe un instante y luego se queda en silencio —supongo que no vio con buenos ojos regalarlos...
—Todos lamentamos que tengas que vivir en el exilio, nuestra casa estará siempre para ti. Permíteme por favor ayudarte, tengo la necesidad de retribuir todo lo que hiciste...
—No estoy sola Thomas —suspiro cerrando los ojos —yo...tengo una relación con Noah.
—¿Noah? —guarda silencio un instante y luego sonríe —¿Por qué no me extraña?
—¿Qué intentas insinuar? —le digo con fingida indignación y viendo por la ventana que no se ha ido, está dentro del auto con la cabeza apoyada en el volante.
—Hizo muchas cosas por ti Jaz.
—Por todos —le corrijo —él y Angelo.
—Cristian nos confesó su amigo fue el de la idea de buscarte. Ese hombre le dijo a Sousa que te llamara, gracias él mi hijo tuvo a su tía —parece que nota mi mirada y alza su rostro, paso saliva apretando el móvil con fuerza y continuó escuchando a Thomas — Claid Duncan lo señala como el hombre que entró a su oficina y dejó todos tus datos. Limpió tu nombre.
Mis labios se resecan y los humedezco mientras men alejo de la ventana. Él apoya su cuerpo en la silla mientras cierra los ojos. Avanzo hacia la salida escuchando a un animado Thomas decirme, va en búsqueda de su hijo para que le salude.
—Estará emocionado al escucharlos —me dice y sonrío al avanzando al auto —espero él no viera las cartas de Sousa.
—¿Puedes devolverlas en adelante? —le digo entrando al auto —te vuelvo a llamar.
Cuelgo la llamada deleitándome de su vista de perfil, rostro apoyado en el sillón del auto y rígido como una roca.
—Christian quiere hablarnos —le digo y afirma sin intención de moverse —Lo que acabas de sentir tiene un nombre...
—Rabia y es muy común en mi —me interrumpe.
—Celos —le corrijo y abre los ojos, acto seguido los rueda negando indignado —Son celos...—insisto —muchos de tus sentimientos son nuevos.
—Estas mal...
—Y tu peor —sonrío apoyando mi rostro en su pecho, pero no hace pie por alejarse o salir del auto —lo que me hizo a amar a Alfonso o verlo con ojos distintos a un amigo... fue el esfuerzo por limpiar mi nombre y ayudar a que estuviera con Christian. Hoy me entero de que por años le di un crédito que no merecía.
—Quería follarte. —ruedo los ojos sonriendo. —es la verdad, aunque no te guste.
Marco de nuevo a Edimburgo viendo como en su rostro se asoma una sonrisa y es mi turno de rodar los ojos. Nada de lo que diga esa sucia boca lograra quitar la verdad. Noah me ama más de lo que está dispuesto a confesar.
—¿Hola? —dice una voz muy conocida y ambos reímos.
—Prints —le llama.
Los gritos eufóricos de mi sobrino al gritar a todos que es su amigo Noah son opacados por los latidos de mi corazón. Esa palabra en su idioma que escuché en su momento y no tenían un significado...
Príncipe.
Y eso era lo que Noah se era para mí...
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