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Capítulo 18


Luego de pisar suelo ruso recibo un mensaje de El mayor que me pide suspender mi trabajo y regresar a Atenas. Los planes cambiaron y decidió esperar que Alessia tuviera a su nieto. Si esperaba que la furia de su hijo adoptivo sería menor con ese gesto, no lo conocía.

Le dejé creer que su plan era magnifico, y prometí replicar la buena nueva a su hijo. El que, para ese instante ya debía estar con su esposa.

Me alertó además del incidente de Jaz, fue él quien dio los detalles que Stan no quiso proporcionar por temor a mi reacción. "No sé si lo sepas o si te han dado detalles, tu mujer fue drogada y perdió al bebé."

Finalizó el mensaje con una orden:

"Busca quien entró a mis dominios y haz lo que sabes hacer. Cuentas con el mejor de los incentivos. Joder a quien te jode, siempre es grato en nuestro mundo".

Al mayor le importaba más saber quién había osado entrar a sus terrenos, que cualquier otra cosa. El peso que tenía el dinero para él era más grande que desquitarse de Alessia por dañar sus planes. Poco a poco, la imagen que me había formado de él, no sólo se distorsionaba, también me mostraba los alcances de su poder y tentáculos.

Supo del suceso de Jaz casi al mismo tiempo que yo. Uno de sus soldados en Atenas notificó, un grupo sin identificar se había llevado a varias extranjeras de diferentes discotecas y sólo una de ellas no lograron llevarse. Hasta ese instante desconocía de la existencia de grupos rusos en Atenas y dudo que Angelo lo sepa.

Jazmín Kelly, estaba dentro de los registros nuestros. Gracias a William y a Angelo quienes le dieron el cambio de nombre, siendo además mi pareja.

Me inquietaba que fuera solo ella, dentro del grupo que resultó dañada. Una bebida que sirvió Yoly a pedido de uno de los hombres (que se presentó como Bruno) le aconsejó le diera a su la amiga porque "Se ve aburrida, un trago le hace entrar en ambiente".

Los otros dos (Francis y Robert), hablaban con Dalí y Janice. Sobre ellos, aseguraron ser americanos y según Jaz, tenían acento del sur, Florida o Texas. Abogados los tres y con oficinas en D.C. Jaz confesó que no supo mucho de ellos, los escuchó hablar con las chicas, pero eran conversaciones frívolas en donde el pronombre "Yo" era muy común ellos.

Aquello me dejo claro que buscaban solo a Jaz, es posible que algo en ella llamara su atención. Su corta estatura, su comportamiento silencioso que lo asociaron con docilidad o por mí. Esto último tuvo más fuerza que cualquier cosa. Jaz perdió a nuestro hijo por causa de una venganza en mi contra.

Nunca me había topado con la idea de tener hijos, de nuevo la vida me daba la oportunidad de alcanzar la felicidad, arrebatándomela como era costumbre.

Solo que en esta ocasión se sintió diferente. No fui inmune a la desesperanza, al fracaso y a los planes que trajeron en mi cabeza los molestos "¿Qué hubiera pasado si?" La opresión en mi pecho y sentirme miserable aumentaba al no obtener respuestas.

Conocí tras la perdida de ese niño y el dolor de Jaz, una manera de resultar herido. Mas letal, mortífera y la que no pude vencer, por más que lo intenté.

Llevo días con la sensación de tener una espada en mis entrañas y que parece removerse cada que veo a una mujer en embarazo, a un padre con su bebé en brazos o a un niño. Tres cosas que hace un mes no tenían importancia para mí, hoy era diferente.

¡Y los veía en todos lados! era como si me dijera "—Te lo quité, mira que bien se siente." Mi deseo es creer que fue de fuentes alternas y no alguien dentro del grupo. La lealtad en nuestras filas me impide señalar al mayor. La condena por un hecho de esta naturaleza, sin importar el rango del lesionado o el quien lesiona, es la muerte.

Con Ángelo y su familia en Berlín, yo enviando al grupo con los demás trabajos, el museo adelanta su investigación. Jaz y yo hacemos la nuestra. Jazmín con veinte días de incapacidad y todo el pelotón por fuera, tengo tiempo y espacio para lograr resultados.

En este instante cabecea sobre mis hombros mientras yo reviso las cámaras de seguridad. de los locales alrededor de la disco. Las del interior del sitio no tuve detalles claros. Estatura, vestimenta, color de piel, cosas que podía hallar en el 80% de los turistas en Atenas.

Los tres hombres no fueron captados en cámaras, aún si esto hubiera ocurrido, la poca iluminación jugaba a su favor. Los rasgos físicos los conozco por Jaz y sus amigas. Todas habían dado su mayor esfuerzo, siendo la última en aparecer, Yoly. La vergüenza por lo sucedido le impedía darnos la cara. Fue al hospital, pero se mantuvo lejos por Stan, desde que la tomó en brazos la vio como sospechosa de lo sucedido.

Ni ella, ni yo la culpamos. Todo la señalaba como cómplice. Jaz abre los ojos y se queda viendo la pantalla, suelta un suspiro desesperado antes de hablar.

—No hay nada allí...

—Dudo que llegaran a esa disco por teletransportación Jaz —se ríe y beso su mejilla —esto lleva horas cariño, te lo advertí.

—NO me gusta tu interés —se queja y la miro a los ojos.

En estos días con ella me doy cuenta de lo vulnerable que es a mi lado, también de la fuerza espiritual que posee. Es loable sus esfuerzos por no parecer débil, pero la he visto llorar en silencio en la madrugada cuando me cree dormido.

—No puedo quedarme de brazos cruzados sin saber quién o por qué —le digo acariciando su mejilla —no me pidas que lo olvide Jaz, cuando sabes es imposible.

Afirma regresando su rostro a la pantalla, muerde su labio inferior, mientras rosa sus dedos unos con otros. Con frecuencia me cuestiono sobre su estado psicológico. ¿Qué persona normal se fija en alguien como yo? o lo que es peor ¿Quién es capaz de amar a alguien sin futuro y tan lleno de miseria? Ella puede que necesite de ayuda o, en realidad me ama.

¿Soy capaz de despertar ese amor?

—¿Qué sucede?

—¿Por qué número vas? —evade mi pregunta y al quedarla viendo logra sostener mi mirada.

—Faltan esas tres. Son los más largos e implican más tiempo, por ello tuve que dejarlos de último. —señaló a nuestra derecha sin ver a otra cosa que no sea ella —¿Qué sucede linda?

—Ya sé que sabes cuidarte, que puedes buscarlos hasta con ojos cerrados ... —dice alejando su vista de mí y la abrazo contra mi —¿Y si es lo que buscan? Que llegues a ellos y hacerte daño.

—Primero lo hallamos —sus ojos se nublan al verme de nuevo y suspiro —prometo no ir solo y decirte todo...

—¿Y regresar?

—Siempre —afirma asomando a su rostro la primera sonrisa en quince días.

—Te ayudo...

Cuando el último minuto de esa se acaba, se aleja de mí pecho hace el cambio de CD del restaurante. Era el más largo, pero me habían dicho que contaba con excelente registro e iluminación. Suelta un suspiro regresando a mi pecho y aguarda un instante.

—¡Quince horas! —alza el rostro hacia mí, sus ojos lucen opacos y sin ese brillo que le caracteriza.

Algo de ella ha muerto junto con nuestro bebé, lo percibo desde el primer instante en que la tomé en brazos. Sin embargo, no sé cómo ayudarla, siento que no soy la persona adecuada para ello.

—¿Quieres una cerveza? —pregunta de repente y señala la cámara —Estaremos aquí horas y faltan esas ¿Algo de comer? —insiste.

—Pediré algo más tarde, para los dos —respondo atrayéndola a mi —si necesito algo iré por ella... Descansa.

La tomo en brazos y acaba por hacerse un ovillo en mi regazo abrazándome fuerte. Le explico lo que hay que fijarnos. Hombres solos o en compañía de otros dos. Es posible que vayan vestido de otra manera. Se deshicieron de su atuendo para no ser reconocidos antes o después de entrar.

—Cubrirán su rostro con gorra, sombrero, lentes oscuros. —detallo sin dejar de ver la pantalla —tendremos que recurrir a los detalles distintos a su ropa y centrarnos en lo demás...

—¿Es decir?

—Estatura, andar, tatuaje, corte de cabello o algo que llamara tu atención...

—No llevaban tatuajes —parece recordar de pronto— los tres iban en americanas en cuero, marrón, negra y gris. Se las quitaron al llegar a la mesa... En los brazos no llevaban nada.

—Lo que no quiere decir que no tengan. —le aclaro y afirma —los de Nikolái, Stan y míos están ocultos a la vista. Los de Akim y Ángelo expuestos. Es posible que no tengan ninguno, es la mejor forma de no delatar a nadie cuando los encuentren...

Porque los voy a encontrar...

Afirma en silencio concentrada en su labor. La opresión en mi pecho regresa al ver como sus ojos se humedecen, pero los limpia rápido y vuelve a concentrarse. Cada que cree ver a alguien parecido se aleja de mis brazos, para volver a mis brazos decepcionada segundos después.

—¡Allí! —salta de mis piernas y golpea la pantalla señalando a un hombre de remera gris y gorra de béisbol en el mismo color

—¿Estas segura? —pregunto centrando mi atención en los rasgos y descubriendo no es conocido.

Ella sigue viendo la pantalla controlando las lágrimas, pero sin dejar de afirmar una y otra vez.

—Estaba con Yoly ...

El de la idea de ese trago. Sonrío viendo la imagen y frotando mis dedos unos con otros. "—El último en cazar." Camina en solitario, por pocos minutos, se detiene justo frente a la puerta del restaurante de donde salen tres hombres más.

—Francis y Robert —señala y mira al tercero que hasta el momento esta de espalda a la cámara.

Avanzan hacia una Audi A8 que esta parqueado frente a la local. Solo dos de ellos entran, el tercero casa un móvil dentro del bolsillo de su pantalón y habla con alguien.

¿Qué se dice con normalidad?

Tengo el objetivo o ¿Dónde quieres la mercancía? Sin dejar de sonreír contemplo el auto divertido.

—¿Por qué sonríes? —regreso la mirada a ella, acerco mi rostro al suyo y beso sus labios.

—Ese auto es Blindado nena —le señalo el vehículo y me ve con rostro confundido —¿Qué deseas hacer? Estoy disponible...

Enarca una ceja intrigada y se cruza de brazos, no deja de ver mi rostro sonriente. Yo he visto ese auto en un lugar...

—¿No buscaras en las demás? —insiste en saber bastante curiosa y niego divertido, lo que hace abra los ojos sorprendida.

—Después —insisto y su ceja se alza más. —¿Qué quieres comer? ¿Haggis o fish & chips?

—Escogeré solo si me dices el motivo de tu felicidad...

No tengo ni puta idea de que Boss cruzó la maldita línea imaginaria. De momento, sé que tengo como llegar al imbécil que daño a mi chica.

****

Las sirenas de la policía me siguieron por varios kilómetros, antes de detener el auto ya tenía idea a donde se dirigían. El vehículo era llamativo y no escapó a nuestra vista en las veces que pasamos por el sitio y lo divisamos.

Cuando le mostré a los chicos el auto todos se rieron al igual que yo. El vehículo era propiedad de uno de los soldados de Jamin, un israelí con vínculos con mafia en Latinoamérica. Cuyos gastos excéntricos los puso en el ojo de la DEA.

Los cincuenta, ni Moscú, América, Italia, Japón, etc., tenían vínculos con Jamin y era, de momento, enemigo de gran parte de la organización. Darle el nombre al mayor de quienes efectuaron el tráfico de chicas en esta zona, trajo consigo que diera su teoría.

Se trataba de una provocación y Jaz solo fue un daño colateral, fue tomada al azar dentro de la lista de protectores a su cargo. Bien pudo ser, la esposa de Angelo, Doyle, Tomasevic, D'angelo o cualquiera.

Había dejado a Jaz dormida, Akim y Nikolái se quedaron vigilando sus sueños. La noche prometía ser larga, pero ambos insistieron en tener buenas excusas que darle.

—¿Por qué no me extraña? —comenta Stan al ver el grupo de patrullas rodear la fina edificación. —parece que alguien no quiso esperarnos viejo...

Ambos reímos al ver los tres cuerpos siendo sacados de la mansión. El ruido de mi móvil sonar me hace buscarle y me encuentro un mensaje en el buzón acompañado de una imagen.

"Creo que Jamin perdió el norte y, aunque ustedes saben darles, buenas brújulas a tipos como él. No pude evitar darles una mano."

—¿Qué sucede? —sin responder deslizo la pantalla hasta llegar a la imagen y me quedo viendo la imagen por largo tiempo. —Cuando quieras y dentro de las siguientes horas puedes decirme lo que ocurre...

Alzo la pantalla del móvil. Stan no reconocerá a nadie dentro del recorte de la pantalla, pero se hará una idea de lo que significa. Un recorte de periódico en donde registra la muerte de Misha Vovk y los detalles escabrosos que se destapó tras su asesinato. Acompañaba la imagen la foto de los huérfanos de Pravda, Tishkovo, óblast. El sitio en que el miserable de Misha me llevó.

—¿Qué dice el mensaje? —me pregunta.

Leo el texto en voz alta y lo repito un par de veces más en mi cabeza, intentándole dar sentido. Retira de mis manos el móvil viendo a los niños, destruidos, piel transparente, barrigas escuálidas y roscos casi cadavéricos.

—¿Volviste a ver alguno de ellos? —niego en silencio recogiendo el móvil. —¿Tenias un amigo allí verdad? —insiste ante mi silencio.

—Carlo...

"No Carlos, Carlo" me parece escuchar su voz el día en que lo conocí. Era seis años menor, pero con mentalidad de viejo, siempre tenía una solución a cada conflicto y nunca dejaba de sonreír.

En los primeros meses en prisión quise saber de ellos y su destino. Conforme pasó el tiempo, descubrí, mi meta era un imposible. El escándalo y sus rostros lograron que varios de ellos fueran adoptados y eso me calmó.

He querido creer que todos lograron su objetivo. Muchas personas no adoptaban a niños mayores, pero su desventura debería ser recompensada.

Por años dejé de pensar en ellos hasta que conocí a nuestro compañero y su nombre me trajo nostalgia. Intenté saber de nuevo del paradero de algunos, pero el orfanato al que fueron trasladado había sido cerrado luego de un incendio. Asi que fueron traslados por enésima vez. Después de eso perdí toda esperanza y seguí con mi vida.

Si es que eso puede llamarse vida.

—¿Todo bien? —me pregunta Stan.

Sonrío alzando la mirada hacia él y me recibe su sonrisa burlona. No es bueno volver a atrás o recordar una época tan cruel y cruda. No, cuando mi presente es Jaz y todo es tan perfecto.

— Me gustaría que esto quede entre los dos —pido alzando el móvil. —no es necesario dar problemas.

No es la primera vez que se recibe un obsequio anónimo. La rareza es que estos suelen llegar a Angelo...

—No hay problema. —responde viendo el despliegue policial y los paquetes que sacan — Cometí el error de mencionar que fuiste a prisión... pensé que lo sabía.

—Hablaré con ella.

—¿No te da curiosidad saber si tienes hermanos u otra familia? —me pregunta y suspiro fuerte.

—Desde que supe de su embarazo...

—Me pasa igual, tú tienes más esperanzas de hallar algo que yo.


No sé si sea buena idea descubrir un pasado que solo me trajo dolor y sufrimiento...

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