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Capítulo 16



Recibir un mensaje de Jedrek con una dirección, hora, fecha y un nombre resultaba atípico. Que la hora fuera en la madrugada, que fuera en Odesa, una zona lejana, un suicidio. Sin embargo, decidí acudir, pues según su teoría el hombre me daría todo lo que necesitaba para ubicar a su esposa.

Sobre le porque no iba él y no yo, podía entenderle. Si iba él el mayor seguiría persiguiéndole y nada cambiaría, de ser yo, Alessia moriría y su supuesto padre se calmaría.

—Estoy seguro de haber visto ese rostro en algún lugar —comenta el anciano por enésima vez. —sé que sí.

Desde que me vio, me saludó de forma efusiva como si me conociera de un lugar antes. Su mente desvariaba, iba y venía haciéndome con eso preguntar si era seguro confiar en alguien asi.

—Te pareces a tu padre. Levenev era un tipo rudo y despiadado. Mi esposa y dos hijos conocieron de su poder de destrucción —dice y no puedo evitar el cinismo al sonreír —espero que seas igual, realmente lo espero. —esto último lo dice en lo que aparenta ser un estado de lucidez.

Por un momento creí que reconocía mis facciones de alguien de su pasado tal como lo ha dicho. Él solo me está confundiendo como hijo de Sergey. Su casa era antigua, largos pasillos, oscura y olor a moho por todos lados.

Las paredes de hormigón, extrañas lámparas colgantes con figuras de animales que se reflejan en las paredes por la proyección de la luz. Caminé hasta el estudio casi cuarenta metros y no había ni una sola fotografía. Dentro de su estudio la situación era parecida, salvo por la imagen en el escritorio de una mujer de cabello rubio en mitad de este.

—Era hermosa —parpadeo varias veces al descubrir me he quedado viendo la imagen de la mujer por varias ocasiones —¿Sabes quién soy muchacho?

Sus ojos se enternecen al notar mi confusión, no recuerdo la última vez que me sentí asi solo con ver a alguien. La imagen de la mujer del escritorio me atraía de una forma tan rara que me costó no estirar mis manos y tomarla. Algo que el hombre frente a mí si hace, desliza sus dedos sobre la instantánea y sonríe.

—¿No tienes idea verdad? —alzo el rostro de sus dedos en la imagen y niego —Alguna vez fui alguien importante en tu mundo, ellos me quitaron las ganas de seguir y me enterraron en vida. Difícilmente sabrás lo que se siente —sonríe dejando la foto en el escritorio y apoya sus manos en él segundos después. —eres muy joven ¿Treinta, treinta y dos?

—Treinta y tres —corrijo y afirma con rostro superior —pero se equivoca, se lo que siente.

Se incorpora con ademanes lento y avanza hacia el bar, único sitio de la casa que esta actualizado. Hace muchos años este lugar debió desbordar lujo, era más lujosa, amplia y segura que el bloque. Sus manos tiemblan al servir el primer trago y alejo la vista de ese gesto.

No deseo que caiga en vergüenza, alguna vez fue como yo o quizás mejor. El peso de los años hoy lo hacen débil, sitio en el que yo estaré si llego a vivir tanto como él.

Setenta y un poco más...

—¿Quiénes eran? —me pregunta —quizás los conocí.

—Rivalidades de zona. —empiezo a decir sin verle — Noah y Yokra Vivenko, —pronunciar sus nombres era traer de vuelta el horror de su muerte.

La única que no he podido superar.

Alza el rostro hacia la nada y los cierra un instante, como si ese gesto lo hiciera recordar un poco más. Era todo lo que me aseguraron debía saber sobre su muerte. Alguien los quitó del medio para obtener el beneficio de la zona en que los Vivenko trabajaban.

—Era mi mejor soldado —dice ubicando frente a mí el vaso de vodka que tomo sin saber que responder,

Según registros fue Sergey quien vengó su muerte al quitar del camino a sus asesinos. Dejando el legado que eso ocurriría a quienes le traicionaran. Seguro que era solo un desvarío de la mente del anciano decido seguirle el juego.

Seguía sin ganas de hacerle quedar en vergüenza.

—Creí que era del mayor —comento y sonríe divertido afirmando.

—Lo era...—sonríe sentándose en la silla en cuero tan antigua como él y todo el lugar. —Fui ... ¿Cómo te lo explico? —lo piensa un poco antes de seguir, se lleva el vaso a los labios y chasquea la lengua al pasarlo por su garganta. —¿Sabes cuantos grupos son?

—Trescientos ocho ... —guardo silencio viendo la bebida y sonriendo—¿Es correcto decir legales?

—Supongo —se encoje de hombros y corresponde mi risa —en aquel tiempo eran 210, siendo yo el líder de uno de ellos. Vlad empezó a crear problemas... corrió el rumor que tenía hija, que vivía con él en el fuerte.

—Era ilegal tener familia en ese entonces, imagino —le doy un sorbo a mi bebida y la disfruto en mi paladar antes de pasarla por la garganta.

—En aquel tiempo era una ley impuesta, que era vista como traición. Hoy, es más por sentido común —calla dando una buchada a su bebida dejando el copa vacío en su escritorio. —no se si me entiendes...

—Lo hago.

—Bien. Todos se enteraron de que tenía esa hija y a Sergey. —vuelve a reír esta vez más fuerte y cuando alza el rostro hacia mi sus ojos están cristalizados por las lágrimas a punto de salir —él, que por años persiguió, cazó y destruyó a todos los que soñábamos con un hogar. ¿Cómo se le llamaba?

Desocupo el vaso por completo al entenderle, pero sigo sin saber porque Jedrek me trajo a este lugar. Aseguró que allí me darían detalles de Alessia e imagino el tipo esperaba a Jedrek y por eso me creyó Levenev.

Me veo escuchando una historia que no es de mi interés, ni tiene relevancia con encontrar a Alessia y menos será fructífera para planes futuros. Aun asi, decido guardar silencio, él anciano parece necesitar desahogarse y yo acabaré por olvidar la historia dentro de unas semanas.

Al saber todos aquellos que Vladimir tenía debilidades, todos quisieron vengarse de la misma manera. Le encargaron la tarea a Dimitri, su mano derecha en aquel tiempo y a quien le había asesinado un hijo.

—Habit —comenta y afirmo.

—El que abusó de la chica que vivía con él —recuerdo y mi mente se ilumina lo que hace al hombre sonreír.

—Habit no hizo nada que Vladimir no hubiera hecho en el pasado y había formas de demostrarlos. Solo que se encargó de destruirlas a todas, en una jugada un tanto audaz...

Tiempo después Dimitri desapareció y se creó el rumor que fue ajusticiado por traición. El caso de Vlad fue llevado a la junta en pleno y se decidió de forma unánime que debería entregar el puesto.

—Terek Tarasov sería su reemplazo —se señala y niega —logré tocar ese puesto por un año tras su muerte. Logré cambiar algunas leyes, no era prohibido tener esposas o hijas —sonríe —pero, de tenerlas, debían ser capaces de aceptar las consecuencias de tener un talón de Aquiles.

—¿Qué sucedió? —toma al fotografía y la extiende en mi dirección.

—Fue la última misión que le encomendó a su hijo en su lecho de muerte —esta vez no se molesta en disimular las lágrimas —destruir cada Tarasov vivo y sepultarme en estas cuatro paredes. Usurpó, mancilló y humilló mi apellido, enlodó con estiércol cada rama TArasov y me obligó al retiro deshonroso.

Abre un cajón sacando un sobre que desliza en mi dirección. Entiende que Sergey cumplió una promesa a su padre, el que quería complacer a como diera lugar.

—Él pudo hacer lo mismo, contaba con más popularidad que yo —niega con pesar —yo solo poseía más dinero y legal... pero él... la habilidad de ser obedecido. Me prometí vivir para el día de ver al último de los de su estirpe destruido, de la misma forma que vi a los míos. —señala el sobre antes de seguir —encontraras las llaves de la casa y todo lo que necesitas para hacer creíble su muerte...

—¿Qué quiere a cambio? — niega con una sonrisa.

—Ya obtuve mi pago —su sonrisa se ensancha —ver a uno de ellos ser la daga que los atraviese ...

El ruido de mi móvil me hace sacarlo del bolsillo y descubro es una llamada de Stan. Levanto la llamada incorporándome de la silla mientras estiro mi mano al anciano como despedida.

—Espera un momento —le digo a Stan y miro al hombre —Debo irme.

Alza el sobre y deja en mis manos antes de tomar mi ante brazo. Me quedo viendo su mano arrugada por largo tiempo antes y le doy un último vistazo a su mujer. Era bastante joven en la foto, pero aun asi se notaba lo hermosa que sería de adulta.

—Mujeres, nunca las hagas esperar o enojar —sonrío dejándome conducir a la salida.

—Jazmín fue drogada —habla Stan y me detengo en mitad del pasillo.

—¿Dónde está? ¿Quién mierdas fue?

—Está en casa, no tengo idea de quien fue —detalla —solo tomó soda que ella misma compró y no soltó nunca, una compañera le dio un trago del que todos tomaron por allí no fue.

El anciano sigue a mi lado a la expectativa, lleva sus manos al rostro y niega susurrando algo que no alcanzo a entender. Stan debe tomar un avión a Berlín mañana a primera hora, hace parte del esquema de seguridad de Angelo. Yo estaré allí en dos días y en ese tiempo quien sea le dio la droga puede ir por ella.

—Tu viaje a Berlín...

—Ya comuniqué que no iré —me interrumpe —Ella está bien, la crisis ya pasó. Solo quería que lo supieras...

—No sé cómo agradecértelo...

—No tienes que pagarme nada hermano —sigo avanzando y me quedo en la puerta sin salir del todo —harías lo mismo de ser yo.

Cuelgo la llamada prometiendo llamar a Jaz en unas horas cuando este consciente. El anciano me observa con rostro indescifrable antes de hablar.

—¿Tu chica? —afirmo y aprieta los labios. —ponle protección —aconseja —si vas a desobedecer a un Levenev, debes tomar medidas.

—Lo tendré en cuenta —ingresa su mano al bolsillo sacando una tarjeta que deja en mis manos.

—Cuándo acabes con él... házmelo saber.

—No pienso asesinarlo —sonríe divertido sacudiendo la cabeza.

Abre la puerta haciendo una reverencia al tiempo que dice su casa siempre estará abierta para mí y los míos. Doy un paso a fuera y luego otro, al girar hacia él para despedirme no encuentro rastro alguno del hombre decrepito y senil.

—Hay cosas que no son inevitables... —lo dice con tanta lucidez que me deja pensando.


¿Fingió todo este tiempo?

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