Capítulo 15
El sábado en la mañana y a horas de la reunión con las compañeras del museo, decidí hacer las compras de mi despensa. Mi salida no tenia otro objetivo más que comprar todo lo que se requería para el refri y alacena.
A último minuto, no se si para bien o mal, decidí ir en búsqueda de un outfit para mi salida. Con las compras en el baúl del auto caminé al centro comercial. Miraba el móvil de vez en cuando esperando una llamada de Noah que no me había prometido, pero que confiaba en que lo haría.
Me distraje observando el objeto, al alzar la cabeza me he pasado la tienda y estoy en la zona de restaurantes. Doy un paso atrás y estoy por girar sobre mis pies cuando la veo. La mujer está acompañada de un oriental que he visto en algún lugar.
—Aydey —susurra mi mente al verla llorar.
El individuo toca sus manos a manera de consuelo, acto seguido se las lleva a sus labios y las besa, al tiempo que limpia sus lagrimas con el dorso de su mano. Le dice algo y ella niega sin dejar de llorar. Busco a sus alrededores y no hay rastros de ninguno de los chicos.
Estoy segura de que escuché a Noah decir que Nikolái era el encargado de eso. Perpleja y sin saber que hacer me cruzo de brazos contemplándolos hablar. El rostro del hombre es de desconsuelo y se nota que su llanto le afecta.
No parecen de ninguna manera amigos, aunque de ser amantes o cualquier cosa parecida, no buscarían un sitio público para una cita. Sigo retrocediendo hasta llegar a un lugar en donde no soy vista, saco el móvil y hago varias fotos.
Prometiendo contarle a Noah lo que vi lo guardo de nuevo en la parte trasera de mi vaquero. Mi presencia hubiera pasado desapercibida, si el hombre no alza el rostro y recuerdo donde lo he visto; aunque no su nombre.
Le dice algo a Aydey que mira por encima de su hombro y se levanta. Al ver que se levanta, cruza el restaurante y camina a la salida, me doy cuenta de que no deseo una excusa o saber a profundidad lo que sea es el hombre de ella.
Jesucristo, no deseo esto...
Mi mente aun no se recupera de Thomas y todo lo que sufrió con mi hermana. Aydey sostiene en sus manos un pañuelo que aprieta con fuerza. No ha acabado de llegar cuando se lanza a mis brazos y empieza a llorar.
—Mi padre...—solloza en mis brazos. —papá murió.
Apoyo mis manos de forma mecánica en su hombros, pero mi mirada se cruza con el hombre que se ha quedado en la mesa. Indescifrable y en una calma especial la sostiene. Su mano derecha esta apoyada en el vaso de café que gira de manera rítmica sobre la mesa.
Sus largos y finos dedos no parecen ir con su aquella personalidad nula; aunque si con la sonrisa que me brindó en el museo. Lo recordé como el hombre que quiso entablar una conversación amigable y luego vi huyendo del museo.
—¿Angelo lo sabe?
La muerte de tu padre y que te reúnes con desconocidos cuando él no está.
—Si, viene en camino. —responde con voz entrecortada alejándose de mi abrazo—Dai es el nuevo profesor de Yiu-yitsu de Anker. Recibí la noticia hablando con él sobre los horarios. —se excusa notar que veo al hombre con curiosidad.
Lo recuerdo, escuché una conversación entre Noah y Stan sobre el pedido de su jefe a investigar a los aspirantes. Aydey se negó a que lo hiciera alegando que eso le correspondía a ella y su esposo.
—Lamento lo de tu padre.
Desvío la mirada del profesor y me centro en ella, hombros caídos, cabello recogido en un descuidado moño a la altura de su cuello y mirada lastimera.
—Espero que al señora Müller encuentre consuelo...
Mi padre lo encontró al día siguiente y de sus ojos no hubo una sola lagrima para mamá.
—Eso es lo peor —hipea y toma mis manos caminando hacia el interior del lugar.
El hombre se ha ido y no hay rastros de él, sacudo mi cabeza alejando cualquier desconfianza, ya que no es el momento. Aydey pide un café, yo un té. Una bebida a la que te acostumbras si eres o has vivido bajo los gélidos inviernos escoceses. Si, no estoy en país, pero hay costumbres que no se pueden quitarse.
—Mamá tiene problemas del corazón y ver morir a mi padre ...
—Lo entiendo.
Y no quiero estar en tus zapatos.
Su móvil suena en el instante en que nos traen el café, ella guarda silencio por tanto tiempo que empiezo a preocuparme.
—Estoy con Jaz —dice de repente —solo quería despejar la mente cariño...si lo sé fui inconsciente. —solloza —lo siento mucho —más llanto.
Le da la ubicación y en menos de cinco minutos los chicos están allí. Nikolái asiente enviándome una media sonrisa y un guiño, que correspondo dándole un sorbo a mi te.
Dile que acabo de llegar...
Pero no lo hace y su llanto aumenta, puedo escuchar la voz de Angelo calmarla. Siento pena por él y sus nulos intentos de controlar a su esposa. Alzo la mirada hacia el grupo y descubro tienen los ojos fijos en mí sonrientes.
—¿Todo bien? —me pregunta Stan y afirmo —¿Segura? —insiste y vuelvo asentir esta vez alzando mi dedo pulgar.
De repente recuerdo mis compras y que muchos de ellos necesitan refrigeración. Me incorporo avanzando hacia Stan, el que parece preocupado por mí sin saber el porqué.
—Debo irme —me excuso —tengo mis compras en el baúl del auto.
Salí del restaurante antes que alguno de ellos me dijera algo, miro la hora y es demasiado tarde. Decepcionada regreso a casa y en los siguientes horas las dedico a ordenar mi apartamento.
Mi espalda esta doblada haciendo el lazo cuando el ruido del teléfono de la casa interrumpe el silencio de la noche. La sorpresa que el objeto sonara me hizo alzar la cabeza y verlo extraña. Sorprendida pues nunca se ha usado y con la curiosidad a mi descuelgo la llamada.
—¿Si? —pregunto dudosa.
—Pensé que irías de fiesta —me siento de golpe al escuchar la voz de Noah.
—Y yo que llamarías a mi móvil, pero imagino querías saber si estaba en casa. —la risa que sigue a mi comentario eriza mi piel y evoco las veces que lo ha hecho con su rostro en mi entrepierna.
—Lamento decepcionarte —pero no lo lamenta, puedo sentir su sonrisa al decirlo —es menos rastreable.
—¿teléfono público?
—¡Chica lista! —es mi turno de sonreír y cruzar mis piernas como colegiala.
—Asi que tengo... ¿Minutos, segundos? —me animo a preguntar.
—Te deseo ...—su voz ronca al decirlo es inevitable no humedecerme con solo esas dos palabras —una buena velada —sigue diciendo luego de una larga pausa bastante larga.
—Eres cruel —protesto enfadada a lo que responde con una carcajada.
—Hazme un favor...
—Soy toda oídos.
—¡Cuídate! —su respiración del otro lado me dice que no ha colgado y estoy por hablar cuando sigue —llegaré en tres días, te quiero... en vestido y sin bragas. —sin esperar respuestas cuelga...
Me quedo viendo la bocina, por no sé por cuanto tiempo con una sonrisa estúpida, hasta que el claxon del auto de Yoly me hace aterrizar. Apresurada cuando suena una tercera vez, corro a la salida tomando las llaves en el proceso.
Cierro la puerta y en un acto totalmente mecánico, reclino todo mi cuerpo sobre ella, una, dos y tres veces, mientras escucho el sonido del claxon por tercera vez. Puedo imaginarla con sus ojos en blanco y viéndome con fastidio hacer las mismas cosas siempre.
—Me aseguro de que esté bien cerrada —hablo. No, grito a la histérica mujer que suena por séptima vez su claxon. —Escuche a la primera.
El rostro de Yoly es un poema cuando nota mi apariencia, ingreso al auto con ella revisando mi outfit sin disimular el fastidio.
—¿Por qué te tardas tanto si sales igual? —se queja al verme entrar en el auto y revisa mi a paraciencia con cara de ... ¿Asco? —sigo sin entender como lograste atrapar a ese hombre tan rico y delicioso...
Muerde sus labios y se relame sin disimular la lujuria en su voz. Ella incluso hasta abre sus piernas al hacer aquellos gestos. ¡Abre sus piernas! Enarco una ceja y esta vez soy yo la del rostro fastidiado.
—Exijo me aclares lo de "rico y delicioso" —me aseguro de resaltar cada palabra viéndola sonreír encendiendo el auto —de otra manera, nuestra amistad estaría colapsando.
Se encoje de hombros y aclara que se basa en el físico, Noah no le da ni los buenos días. Muy a pesar de que ha intentado entablar una conversación, solo recibe monosílabos o miradas indiferentes.
—Eso lo hace solo más atractivo y deseable —pasa a primera con seguridad demostrando lo hábil que es al volante.
—Deberías saber que hay personas vainillas. Huelen bien, físicamente son fenomenales, si las mezclas con otras son estupendas —sonrió al verla entornar sus ojos y me encojo de hombros —pero sabe horrible por si sola...no es el caso de Noah —me apresuro a decir al notar esta por hablar —solo quiero resaltar...
—El mal uso a las apariencias lo se —me interrumpe — me lo dices a menudo, cada que me ves chateando con alguien en redes que no conozco.
—Te juro que no lo hago a propósito —sacudo la cabeza y ella sonríe de manera tierna empezando a buscar algo donde parquear.
—¿Cuánto tiempo llevan conociéndose?
—Siete años, juntos dos y como pareja seis meses —describo.
Sus rostro se ilumina al escucharme decir aquello y no entiendo la razón, la duda pierde importancia al notar a las tres chicas frente a nosotros. Sonríen golpeando el capo del auto, Dalí abre el asiento del chofer y Janice la del copiloto. En segundos somos sacadas y nos llevan a empujones hasta la disco.
****
Cuando las vi a cada una con su ligue, entendí que era un error seguir acudiendo a esos sitios. Estaba en lo más parecido a un compromiso, aunque lo nuestro aún no se tornaba serio. El solo hecho de estar con alguien y vivir con él, era suficiente para respetarle.
Todas están concentradas en la conquista de turno, yo estaba sola en la mesa, la única que tomaba soda. Hasta hace unas horas en que Yoly me brindó un trago. Instantes después empecé a sentir calor en mi cuerpo, mis poros parecían exhalar lava.
— Iré al tocador —muevo mi remera ante la sensación de sofoco, pero a ninguna me presta atención.
Esto acabará con cada una en algún hotel con un turista y el lunes intercambiaran datos. Al levantarme todo a mi alrededor da vueltas y la sensación térmica en mi cuerpo aumentó a un 200%. Parpadeo varias veces cuando todo parece bailar a mi alrededor.
—¿Dónde está el tocador?
Una pregunta que no va a dirigida a nadie en particular y solo lo hago en voz alta para ordenar mis ideas. Cada paso que doy tambaleante me cuesta, de la misma manera el sentimiento de haber sido drogada. Tropiezo con un pecho e intento dar una excusa, descubriendo horrorizada que no puedo unir dos palabras coherentes.
—¡Fíjese por donde va! —volteo a ver al dueño de esa voz, por mas que me esfuerzo me es imposible —¿Se encuentra bien? —habla en un tono más suave.
—No... —balbuceo —necesito llamar a Noah.
Saco de mi bolsillo el móvil y alguien me lo retira de mis manos.
—Soy su novia... dígale... dígale —en segundos todo se torna oscuro y me desvanezco...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro