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Capítulo 14


Antes de hacer cualquier tipo de trabajo para Sergey Levenev, se debe tener cuenta que no le gusta perder. Nunca se permitirá posar su confianza en una sola persona a la hora de ejecutar un plan. Y, en caso de que ese acto tan peculiar sea posible, se convertirá en tu peor pesadilla o tu sombra. Ambos casos son lo mismo. Sergey o, El mayor, querrá cerciorarse que su orden sea ejecutada.

Resumen, tendrá siempre un plan alternativo.

En la pequeña sala del apartamento Stan y yo revisamos los detalles del caso Alessia-Jedrek. Nikolái, Carlo y Akim, se han quedado en Persépolis, los tres son los encargados de escoger el personal que se quedará en adelante.

Stan se le encomendó el trabajo de entregarme los próximos viajes y a quien desea William en cada uno de ellos. Los antiguos están casi a punto de culminar y por un momento creí que podía pensar en la posibilidad de irme con Jaz a un fin de semana lejos de todo.

—Está perdida —Comenta Stan viendo la foto de Alessia —no hay mucho por hacer con ella, el mayor le puso una lápida en el instante en que decidió esto. —sigue y afirmo —¿Aun no se sabe dónde esta?

—Jedrek la está buscando.

—¿Sabe de esto? —con esto se refiere a que su padre adoptivo la quiere muerta y niego.

—El tipo es listo, imagino que lo deduce. El mayor le dice a ella que acepta el matrimonio si hace un par de cosas para él... nadie sabe de ella desde entonces.

No es la primera mujer que Sergey le quita del camino a Jedrek o a cualquiera de sus hijos y sin dudas no será la última. En nada tiene que ver que Alessia sea hija de Jonás Bondarenko o Chernóbil. Detrás de la decisión de que sus hijos no tengan pareja, ni familia debe existir algo poderoso.

Que solo él sabe.

—No debe ser casualidad que esta también este embarazada —Stan parece leer mis pensamientos.

—Eso pudo contribuir a su mal humor —confirmo —aunque también, que se revelara y se fuera América o su amistad con el viejo Frederick.

—Que esta amistad siga después que Ind. Frederick rompiera todo vinculo con el mayor y su hijo no se esfuerce en ocultarlo, empeora todo.

—El tipo lo considera un hijo —Stan niega divertido —no debe ser fácil educar a un bastardo y que al final ame a otro más que a ti.

Guardo silencio. Si bien, Jedrek no es mi personaje favorito. Hay que admitir tuvo motivos en alejarse, que fuera sacado de las fuerzas especiales por imposición suya y diera por hecho ocuparía su puesto, fue la principal. Aunque, existieron otras. La extraña forma en que murieron sus verdaderos padres, ambos policías americanos y le exigiera tomar el control de una empresa criminal. Lo dejó creer que le permitiría ser legal e incluso fue uno de los mejores, para luego quitárselo. Es como si hoy día alguien me exigiera ser policía.

Se como se siente, solo de pensar en esa posibilidad para mí.

Incluso, su amistad con el magnate del petróleo puede entenderse. El cariño que le tuve a Noah y a Yokra, que aun conservo fue gracias a su trato para conmigo. Lo mismo pudo pasar allí.

La orden dada era desaparecer a Alessia Baker Bondarenko, la esposa de su hijo Jedrek. Sin embargo, antes de tomar cualquier decisión hice mis propias investigaciones. Sergey podía ser quien nos ayudó a formarnos, pero este era un caso más.

De ninguna manera fingimos ser un grupo de justicia social, pero intentamos que quienes pasen por nuestras balas sean culpables como se les señala. Asi las cosas lo encontrado es bastante atipico.

Jedrek rompió contacto con su padre hace varios años, radicándose en Norteamérica. Obtuvo un trabajo nada malo (con los Frederick), con prometida y llegó a tocar las mieles de ser un hombre normal. Hasta que su padre lo quiso de vuelta y se valió de Vladimir para lograrlo. Años después, el resultado, fue su novia embaraza muerta en extrañas circunstancias y él de regreso a Moscú.

Allí conoció el resto de la verdad sobre la muerte de su prometida y a Alessia. La nueva relación y el recuerdo de como finalizó la anterior lo hizo estar prevenido y más rebelde. Jedrek se quitó el Levenev y adoptó el de sus verdaderos padres y se casó a escondidas con Alessia, con ayuda de Jason Frederick.

Sí, el billonario dueños de Ind. Frederick. Con quien tuvo una estrecha relación que no se rompió pese a que el hijo de puta estuvo a punto de asesinar a sus nietas.

—¿Qué piensas hacer? —cuestiona Stan al verme revisar todo lo que he encontrado.

—No es nuestro estilo, asesinar a personas por caprichos de otras—cuestiono y Stan sonríe.

—No somos moralista... solíamos ser asesinos y no refutábamos una orden —me mira antes de seguir con una sonrisa cínica —¿Qué nos pasó?

Los cincuenta, eso nos pasó.

—No podemos actuar como vulgares matones Stan. Con esa descripción hay muchos en el mercado. —Stan sigue negando incrédulo y yo estoy lejos de haber acabado —eso nos hace especiales.

Este negocio depende de nuestra relación con la gente, si nos tiene miedo no podremos hacer trato. Hay códigos estrictos que cumplir y no solo dentro de este mundo, los cincuenta tienen la suya propia.

Jamás asesinar inocentes es una de muchas, menos alguien de los nuestros.

—Lo tengo presente —comenta entre dientes y vigilando que Jaz no nos esté escuchando —¿Cómo se supone desobedecerás una orden que debes acatar si o si?

—Aun no lo sé.

Pero planeo hacer algo...

—Ella va a morir de todas formas, si no lo hacemos nosotros alguien lo hará. No es necesario decirte lo que implica no acatarla.

Desobedecer al mayor no es algo que alguien desee, si quieres conservar tu vida.

Jaz sale de la cocina hacia la calle y Stan se queda viéndola. Descalza en pantalones cortos y una remera mía lo sufrientemente larga para dar la impresión no lleva nada debajo.

—¿Te casarás? —me pregunta sin perderla de vista. —me gusta como cuñada, el lista, divertida y audaz.

—Sigamos —señalo las hojas frente a nosotros y mi compañero sonríe divertido.

Jaz entra con la correspondencia en sus manos, sin dejar de sonreír, ese detalle llama la atención de Stan, no tanto como a mí. La mansión Duncan sigue siendo el lugar de su correspondencia privada. Thomas y Gabriela Mackay le envían de vez en cuando todo lo que ha llegado junto con las fotos de su sobrino. Jaz saca unas fotografías que me muestra cuando va rumbo a mi habitación.

—Christian ya camina, con bastón, pero ya lo hace —sonríe besando la instantánea

—¡Que bien! le envías mis saludos —sin dejar de sonreír asiente perdiéndose de nuestra vista.

Del resto de su familia no suele hablar, desconozco si le envían mensajes. Su comportamiento alegre cada que mira la correspondencia me hace creer que no, aunque hay algunos sobres que guarda sin abrir.

—¿Sabe que vas a irte? —guardo silencio viendo los registros de los próximos trabajos.

—Le he dicho lo que necesita saber —explico —¿Quién irá a Londres?

—Akim y yo.

Lo bueno de Stan es que la curiosidad suele durarle poco y regresa en segundos a nuestra platica. Angelo sigue por fuera, mientras regresa tengo la difícil tarea de controlar, manejar y distribuir a 47 hombres en 20 trabajos distintos alrededor del mundo.

—Nikolái y Carlo, irán a Tanzania. Vlad y Agus a Andorra, Mijaíl y Jos a Berlín...

Los siguientes diez minutos recibo el registro de quienes irán a que lugar y los motivos. Stan no hace anotaciones de ningún tipo, memoriza todo lo que se le ordene de una manera increíble. Asegura que lo escrito es peligroso y puede caer en malas manos.

Los detalles los recibió de Angelo, quien se comunicó a casa pidiendo hablar conmigo. Hasta ese día me creía a cargo de su casa, pero su mujer me dejó claro que me quiere dentro de Persépolis solo cuando Angelo se encuentre.

Sabrá Dios por que soporta a Stan y los demás.

Es posible que conozca el comportamiento sádico de los cuatro y la poca tolerancia a las estupideces femeninas. Sobre su regreso, Angelo aseguró estar a días de regresar a casa, pues había obtenido lo que buscaba. Sin dar detalles de a que se refería.

—Creo que tendrá que interrumpir el viaje. —al alzar la vista encuentro su mirada fija en la mia —su suegro esta muriendo y ella está organizando el viaje a Berlín.

—Sin importar lo que veas u escuches...a no ser que puedas comprobarlo —empiezo a aconsejar —lo mejor es guardar silencio.

—En realidad, no he visto nada raro —explica y me alivia saberlo —salvo el odio que no disimula cuando su hijo se acerca.

Quince minutos después Jaz sale de mi habitación y entra a la suya con el móvil en sus manos. Charla animada con alguien con quien se pone de acuerdo para Salir el fin de semana. Ese que no estaré porque debo viajar a Moscú. Sergey me dará los detalles de lo que desea que haga.

—Debo irme —Stan se levanta y alarga la mano hacia el su arma.

Apoyo una mano sobre ella antes que le retire de la mesa, nuestras miradas se cruzan en silencio y miro a Jaz. Mi compañero sigue el rumbo de mis ojos y afirma silencioso.

—De más esta que lo digas — dice y retiro la mano.

Es todo lo que necesito saber.

****

Media hora en su compañía y el mayor, no ha dejado de restregarme lo miserable y poca cosa que su juicio soy. Ha comparado a sus cuatro inútiles hijos conmigo, asegurando que, hasta Joselyn, su hija de quince años es más inteligente que yo.

Al parecer, le molesta que no haya encontrado a Alessia y cumpliera sus órdenes, cuando se suponía me daría el sitio en que se encuentra.

Zermatt, Suiza es su lugar de residencia en este instante. Promedia el quinto mes de embarazo y es el principal motivo por el que no ha dado la cara en Moscú. No tengo claro la ubicación exacta, pero lo más importante ya lo sé. La hallé primero que el mayor y su gente, inclusive antes que su esposo, al que ni la ayuda de Tomasevic le ha servido.

—Si me da detalles de cual fue última misión, seria todo más fácil.

—Si lo supiera ¿No crees que enviaría a alguien mejor? —retira sus lentes dejándolos en el escritorio antes de seguir —se supone que eres el mejor... eso aseguró tu jefe. ¿NO será que me ocultas algo?

—El que oculta cosas es usted señor —me animo a responder y en su rostro se evidencia la colera —estoy dispuesto a cumplir su voluntad, contradiciendo todo que somos y pese a que no hay nada en contra de Alessia.

—No te he pedido pensar o que juzgues mis ordenes —se esfuerza en no perder la compostura, pero es notorio que mi presencia le fastidia —solo que obedezca, no se te paga para pensar. Lo que sea Hermes te ha hecho creer... ¡Olvídalo! No eres nadie dentro de este mundo, solo un vulgar y simple soldado... mi perra las malditas veces que yo lo desee.

Sonriente y sin perder el juicio afirmo, lo que parece fastidiarle aun más. Cuando les pide a sus perros me saquen de su vista y a mí me ordena ejecutar la orden en menos de veinticuatro horas, tengo claro lo que debo hacer.

Salgo a las afueras de su bloque y cruzo todo el jardín a pie, evito mirar a cualquier otra dirección que no sea la salida. Me prometo a mi mismo nunca cruzar a esta parte, tengo prohibido volver a hacerlo. Despliego el móvil al ver que es mi jefe y antes que pueda decir algo soy yo el que habla.

—Libérame de esta mierda —rugo hastiado —no me importa donde mierda...

—Kanoe está muerto —me interrumpe —mi suegro decidió seguir sus pasos y su esposa igual —suspira antes de seguir —se que te estoy forzando, pero es necesario que me cubras un par de días...

Cuelgo la llamada sin que acabe la frase, las rejas de la fortaleza se abren antes de haber llegado a ella. Hago el camino al hotel a pie, intentando bajar con eso mi mal humor, para poder llamar a Jaz sin que note mi estado.

No extrañe las frías calles de Moscú o aquel ambiente tenso que suele rodear el sitio en que esta el fuerte. Sus calles solitarias y el frio invierno me trasportan a las tantas veces que pasé en ellas, cubriéndome solo con un trozo de cartón.

—La última vez que alguien la vio fue en Edimburgo... —dice una voz muy conocida detrás de mi —no te detengas —sigue diciendo —gira a tu izquierda.

—Bésame el trasero Jedrek...

Las pocas ganas de obedecer, la defeque en el fuerte, por lo que lo hago a la derecha y el hombre detrás sonríe. Debió imaginar que no haría lo que me pide, ni siquiera con la PSS que me imagino apunta justo a mi corazón.

—¿Qué quieres? —pregunto en calma —no se donde esta y no puedo dar detalles de lo que pidió tu padre...

—No es mi padre —corrige con furia —Se lo que quiere, pero conozco los límites de los 50. Alessia no hacia más que hablar de ello.

—Nadie desobedece al mayor.

Una mujer avanza en sentido contrario por la misma acera nuestra. Al llegar a pocos pasos y ver detrás de mí, cruza la calle sin importar el tráfico. Varios autos hacen sonar sus bocinas, otros lanzan maldiciones y ofensas.

No estaba errado después de todo y si esta armado.

—Maissa Tomasevic, hoy Doyle fue la ultima persona en verla con vida —sigue diciendo y su voz se ha calmado. —me dejó un mensaje con ella, que creo puedes ayudarme a descifrar...

—Besar mi trasero es mi mejor oferta —comento deteniéndome frente al hotel —auto negro, motocicletas, tres y cuatro...

—Ya las vi —me interrumpe —no pueden reconocerme... "Dile a Jedrek cuando vaya por ti, porque irá por ti... que los Alpes se visitan en abril. Que lo estaré esperando y que no tarde." Ese fue el mensaje.

—¿Qué te hace pensar que se el sitio exacto? —el ruido del seguro retirarse no me alertan. —no le temo a morir Jedrek...

—Te debería un favor, está embarazada Vivenko, sola y creyendo que la abandoné —su voz es casi un ruego y por un instante logra convencerme —¿Cómo te sentirías si supieras que Jazmín Kelly lleva un niño tuvo y te cree lo suficientemente hijo de puta para dejarla sola?

—Ella debe morir, sabes que no hay otra posibilidad...

—Se que tienes un plan Vivenko, lo odias tanto como yo. Lo deseas muerto al igual que yo... —sonrío ante su audacia, pero sigo teniendo dudas—yo estoy dispuesto a seguir tus planes y los de Hermes ...

—Entonces...hazte a un lado y espera mis ordenes —sin esperar su respuesta ingreso las manos en mi abrigo y cruzo la calle.

Cuando piso suelo de hotel y doy media vuelta no espero encontrarlo allí. Un hombre anciano en ropa hecha harapos, sucio, gorro y guantes en igual de condiciones me observa. Cuando mi móvil suena una vez más, lo levanto al estar convencido que es él. No tiene un móvil en la mano, pero trae oculta sus orejas dentro del gorro y lo observo hablar solo. Muchos lo evitan una vez más y sonrío, ante el recuerdo de la mujer que por poco se mata evadiéndolo.

Al parecer ser pobre es más peligroso que un arma.

—Cuando esto acabe Vivenko, tu habrás ganado no solo un amigo... también conocerás quien eres en verdad...

—Yo sé quién soy Baker...


—Lo dudo...—cuelga la llamada perdiéndose entre la multitud que lo evade.

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