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Capítulo 13


Tres meses después...

El silencio nunca era bueno, en eso todos estábamos de acuerdo. En la selva anuncia la presencia de un depredador y allí, ni las cigarras se animan a cantar; en el hogar si hay niños te dice que algo están haciendo.

El de Vryzas nos alertó a todos, en el vuelo rumbo a Moscú revisaba unos documentos en solitario y sin entablar conversación con ninguno. Cuatro países, el mismo numero de casos y todos positivos. No había un motivo para estar enojado, hasta con su esposa todo funcionaba bien.

Lo siento sentarse a mi lado y dejarme en las piernas los documentos que estaba estudiando. Se trataba de nuestra próxima parada esta vez en Norteamérica.

—Necesito que lo hagas tu —comenta —revisa todo y decide cuantos hombres necesitas —deja un grupo de documentos más antes de seguir —estos pueden hacerlo ellos por separado, en grupo de cuatro.

Abro el primero a mi vista, leo que es transporte de mercancía, afirmo cerrando y voy por el segundo. La gran mayoría era el transporte de artículos de todo tipo, vivos o muertos.

—Iré a San Juan y se que no te gusta ir allí —guardo silencio mientras leo el resto de los documentos. —después de eso voy a Tokio...

—Debiste dejarme asesinarlo cuando te conté lo que le hacia a Alana. El tipo merecía morir entonces y ahora...

Kai Kanoe, era en aquel tiempo, el mejor amigo de Alana Parissi la novia de Axel Russo. Este último era el único amigo en la legalidad que poseía Angelo. Un hombre que le dio empleo en los cruceros de su familia y le permitió ampliar su conocimiento en la alta cocina.

Las depravaciones del japones eran extrañas y de toda índole. Era, al igual que Angelo capaz de llevar una doble vida, para su familia trabajaba en un banco como contador y para los Yakuza el encargado de manejar sus negocios. En teoría era una persona correcta, dentro y fuera de la ley.

En apariencias, pues la realidad fue otra.

Dañó a la esposa de Axel Russo, fue descubierto por mi y alerté a Hermes. Desde ese entonces se creo entre ambos una enemistad a muerte, el japones no pierde oportunidad para dañarnos, torpedear y causar atrasos en nuestro itinerario.

—¿Qué hay de Camorra? Se que quieres a Alana como una hermana, —aguardo un instante antes de seguir —yo también le tengo cariño, pero es un conflicto entre Axel y Kanoe. Pensé que esperarías al nuevo jefe...

Se ha intentado por todos los medios que Xen, su jefe lo mande a juicio dentro del grupo. Su conducta es desleal y peligrosa para los demás, pero ha sido imposible. Es posible que el nuevo jefe haga los honores y nos ayude a limpiar a ese malviviente del camino.

—Xen requiere mi presencia, es todo lo que se dé momento —estira sus piernas antes de seguir y sigo leyendo los casos que siguen.— Kanoe es un enemigo peligroso Noah y yo no tengo enemigos.

—¿Por qué será? —pregunto y en su rostro se asoma una media sonrisa —¿Qué le dirás a tu mujer?

No responde y tampoco lo hará, su esposa lo espera en Atenas a más tardar mañana. Aydey no se toma nada bien que el no le cumpla.

—Puedo llegar a un acuerdo con Xen, sé que tiene a un niño enfermo. —sonrío al ver que evade mi pregunta —Si deja de acosarme lo dejaré vivir...

Su sonrisa se esfuma de repente, abre la laptop frente a mi y se queda viendo el protector de pantalla. El rostro de Aydey y Anker sonrientes en medio de nieve, con gorros rojos ambos.

—Aydey quiere que Anker practique Yiu-yitsu— abre el folio ante él y lo cierra rápido —tiene algunos aspirantes, te dará esa lista y te encargas de verificar.

—Sueles hacerlo tu —le recuerdo —no creo que ella le guste verme meter mano, se trata de la educación de Anker.

—Eres más diestro y experto que yo, posees la habilidad de mezclarte y no llamas tanto la atención —se mira antes de seguir y se mofa de sí mismo —como yo —sonrío y el suelta el aire desesperado —hay varios de Norteaméricanos y te diriges allá... solo debes ver si es real lo que dicen.

No hago más comentarios, no serán escuchados y no es de mi interés. Aydey Müller, para Noah Vivenko es una mujer oportunista, que supo buscar el talón de Aquiles de Angelo y usarlo a su favor. Nadie me quitara de la cabeza que embarazarse fue parte de plan para librarse de su ex novio Murat Ozdemir.

Angelo no esta preparado para esa conversación y dudo que algún día lo esté. Su mujer aun posee la habilidad de mantener viva las mariposas en el estomago del griego.

—Si me das los nombres, podré hacerlo sin que ella lo sepa —sugiero y niega en silencio lo que me hace rodar los ojos —es una mentira buena...

Desde ya dudo que ella me entregue algo que tenga que ver con la seguridad de su hijo o con Persépolis. Su esposo asegura que habló con ella y no habrá problemas en adelante.

—Anker cumplirá cinco años en diez días, me ha pedido que te invite —sonrío y bufa—ella hará lo propio con Jaz. Necesito un cambio en los hombres...

—Sabes que no me querrá meter mano en Persépolis —interrumpo —dile a Elvis que te busque el historial, te dirá hasta cuantas veces han ido al baño.

El tipo es un peligro para la sociedad normal, pero de gran ayuda para nosotros en algunas ocasiones. Experto en tecnología e informática, escolta por mucho tiempo, pero tuvo que retirarse al perder una pierna en un asalto.

En este instante, él y su esposo Sebastián tienen el control de la empresa de seguridad que Angelo compró en Turquía.

—Son buenos hombres y no dudo de su experiencia... —suspira antes de entregarme el ultimo folio —El problema es que necesito de alguien que conozca los rincones más oscuros.

—Haré lo que pueda.

"Si tu esposa me lo permite", me gustaría poder decirle, pero decido una vez más guardar mis opiniones. Cuando abro el ultimo folio, admito que me sorprendió. Fue tal la sorpresa que me vi obligado a verlo a los ojos en búsqueda de algún rostro de broma.

Alessia Bondarenko, se leía en el nombre en la carpeta. La hija del peor y más grande enemigo de Sergey Levenev, ahora para sorpresa del destino era la esposa de Jedrek.

—Dejaré en tus manos esa decisión —comenta abrochándose el cinturón y cerrando los ojos —estoy seguro de que harías lo mismo.

La orden la da Sergey debe ser ejecutada una vez la chica acabe la misión en la que se encuentra. Inspiro fuerte retirando todo el aire de mis pulmones y sintiendo que estoy tocando el lado más oscuro de los Levenev.

—¿Dónde está en estos momentos?

—Solo Sergey lo sabe —comenta sin abrir los ojos — no te lo dirá. —abre uno de sus ojos antes de decir algo —esta embarazada cuando se fue, me lo dijo Iroshka.

Si algo he aprendido de Sergey en todo este tiempo que llevo trabajando de alguna u otra forma con él, es que no le gusta ser desobedecido y detesta que las cosas se le salgan de control. Ambas situaciones las ha tenido que vivir con Jedrek, su hijo mayor y se triplicó cuando este se hizo novio de la hija de su peor enemigo.

El tipo está muerto, fue asesinado por Hermes y por orden de Kurn Tomasevic, al ser señalado, acusado y sentenciado a muerte por traición.

Al mayor parece no importarle ese pequeño detalle.

****

—Yo esperaré a Angelo, la educación de Anker no debe ser discutida con empleados.

No me molestaba su posición, hasta entendía su punto y enojo. Todo lo de Anker debería ser discutido entre ella y su esposo.

—Debo ir a América y sé que hay un par de ellos que son de allí —explico. —pero puedo entender que desee esperar a Angelo.

Su rostro se suaviza junto con todo su cuerpo, aquel gesto lejos de relajarme me alerta. Me reprendo internamente, porque no debo estar prevenido todo el tiempo con ella.

Estaba sentada en un sillón, hablando por teléfono con quien imaginé eran sus madres cuando yo llegué. Al verme colgó el móvil y cerró los documentos que sostenía en sus manos.

—Es un trabajo que nos compete a Angelo y a mi —comenta —la única persona que debe mezclarse es Anker, no se abre fácil con desconocidos. Angelo sabrá escoger al mejor —sigue y le doy la razón, el niño es muy Vryzas en ese pequeño detalle de sospechar de todo mundo—de todas formas, las clases iniciaran cuando volvamos de Berlín —sus labios tiemblan antes de seguir —mi padre no esta bien... y dudo que mamá resista quedarse sola.

—Lo lamento. —No, no lo lamento y me importa muy poco si viven o mueren. Sin embargo, es lo que suele decirse y lo que ella espera. —¿Qué hay del cambio de la guardia? ¿También esperará a su esposo?

—No tengo quejas de ellos y Anker se ha acostumbrado —se excusa—aún se molesta cuando se acuerda que tu y Jaz se fueron.

—En ese caso, —abro los brazos indiferente —mi trabajo aquí ha acabado...

Doy media vuelta y avanzo a pasos rápidos hasta la lancha rápida que me llevara a Atenas. Si todo sale como lo planeo, llegaré justo a tiempo para recoger a Jaz del trabajo.

Jazmín

—¿Jaz, te quedas? —afirmo a Van y sonríe agitando las manos.

No tengo mayor cosa que hacer en casa más que lamentar mi soledad y mirar el móvil que ha dejado. Recojo mis cosas y decido dar una vuelta por el museo antes de salir. Hoy he decidido ir a casa caminando, comer por fuera y vagar tanto como mis pies lo soporten.

Mañana sábado necesito estar lo suficientemente cansada para no despertar y no recordar. Me uno a un grupo de turista y escucho los detalles de Deo, el guía quien me mira interrogante al verme allí.

—¿Alguna pregunta? —Deo, no deja de verme divertido y me encojo de hombros.

No es el primer viernes que me uno a su recorrido y algo me dice que no es el último. Un hombre pregunta a otro que si las esculturas son réplicas de las originales. Quien le responde es un asiático, no me molesto en escuchar la respuesta, muy concentrada con lo que Deo esta comentando. Mi concentración no parece indicar que he escuchado lo mismo todos los viernes, durante tres meses.

—¿Londres? — cuestiona el hombre a mi lado y le miro antes de responder.

Se trata del asiático que respondió hace unos minutos a su compañero, usa lentes de aumento, cabello largo a la altura de los hombros, ropa holgada una apariencia descuidada; aunque pulcra.

—Edimburgo —respondo tajante.

—No quise molestarla —comenta acomodando sus lentes de forma torpe —soy Dai Fuji.

—Un gusto, señor Dai —sigo en el mismo tono.

Lo cierto es que el tal Danko me dejó paranoica y no es que el hombre sea molesto. Su comportamiento es de alguien bastante torpe, no es el tipo de personas que verías dos veces.

—Supongo que quedó en usted la frase de "No hables con desconocidos" que solían decirnos de niños —sonríe y me quedo viendo su rostro.

Todo cambia con esa sonrisa, dando la impresión de que esta no compagina con su apariencia descuidada. Hay un brillo diferente en sus ojos cuando sonríe.

—Estamos predispuestas a los desconocidos —le confieso —cuando eres extranjera te toca.

Me mira con interés y afirma al escucharme decir aquellas palabras. Crea confianza al ver directo a tus ojos, deja un espacio prudente entre ambos y se cuida de no hacer movimientos de acercamiento.

—Dígamelo a mí. —vuelve a sonreír —Un estadunidense, hijo de padres japoneses, que estudió en New Hampshire, pero que ha decidido vivir en Atenas.

—Debe ser una travesía cada que muestra documentos —confieso —hasta aquí llega mi recorrido.

—¿Cómo? ¿Se va? —pregunta con fingida preocupación.

—Lo siento —me excuso al sentir la vibración de mi móvil y al ver la pantalla palidezco.

—¿Todo bien? —pregunta preocupado y afirmo dando media vuelta saliendo apresurada.

—¿Si? —digo con un nudo en las entrañas, voz temblorosa y con terror. —¿Noah? —sigo al ver que no se escucha nada del otro lado solo una respiración.

—Fui a casa, no estabas y nadie te ha visto salir —es lo primero que dice en tono desesperado —¿Tienes idea de todas las teorías que me he creado sobre tu paradero Jaz?

—Estoy segura de que ni la mitad de las mías cuando desperté y no había rastros de ti —cuelgo la llamada bastante molesta por su reclamo.

Cuando salgo a la calle lo encuentro apoyado en el auto, brazos cruzados y bastante cómodo. Ignoro que me ha abierto la puerta y sigo mi camino a pie, tal como pretendía hacerlo.

Suelto un grito de sorpresa al ser alzada en brazos, paso de la vista del atardecer de Atenas a su pecho fuerte. Maldigo mi mala suerte ¿Por qué no puede ser cojo, mueco o visco? ¿Cómo el asiático simpático del museo?

No, el tenía que ser fuerte decidido y... ¡Maldición!

—Es lo que soy Jaz —me dice acercando su rostro a mi cuello e intento zafarme, cosa imposible porque me tiene apresada en sus brazos. —Cada que me vaya será asi, no dejaré nada que pueda comprometerte o me llevaré algo que pueda dañarte. —sigue —vivo el aquí y el ahora, es nuestro lema... me encantaría poder llenar todas tus expectativas, pero no es asi.

—Creí que no volverías, te llevaste todo...—me quejo y puedo sentir su sonrisa en mi cuello.

—Dejé lo más valioso que tengo corazón —su voz suena dulce al decirlo y pierdo la batalla para verle a los ojos y me deja en el suelo con cuidado —mi móvil, todo lo que allí contiene es mi única fortuna.

Saca el móvil de su bolsillo y sin soltarme busca algo en su interior, sonríe a la pantalla mostrándomela. Perpleja y sin saber que decir tomo el objeto en mis manos. Soy yo abrazada a él desnuda, mis mejillas se acaloran ante el recuerdo.

—Hay mas —sigue diciendo y afirmo.

Con dedos temblorosos paso una a una las imágenes, sonrió alguna de ellas y me entristece otras. Somos Cristian y yo, en situaciones distintas, cuatro años en doce fotografías y alzo el rostro hacia él.

—No puedo definir lo que me haces sentir... no tiene un nombre, nunca lo he sentido. Es como estar drogado, aunque más fuerte y menos letal, un cosquilleo en mis entrañas —señala su pecho y niega. —deseo estar todo el tiempo a tu lado, verte o protegerte, saber lo que piensas tus temores.

Pasa una mano por su rostro desesperado antes de seguir y no hay nada más tierno que verlo intentar definir lo que siente por mí. El lado mas maravilloso de todo es que Noah describe lo mismo que siento yo por él en este instante. Y yo si se lo que es.

Me distraigo al ver al asiático salir y su comportamiento es de alguien que huye. Noah nota mi distracción y busca lo que ha llamado mi atención, pero el hombre ya se ha montado en un taxi.

—Se que soy egoísta, que mereces alguien mejor —empieza a decir al volver a verme —no tengo nada valioso o seguro que ofrecerte.

—Eres todo lo que necesito —hablo al fin cerrando la pantalla y guardando su móvil en el bolsillo de su americana. —Después le buscamos un nombre —sigo al ver que se ha quedado en silencio. —Te aseguro que lo que sientes es suficiente para mí...

¿Debo decirle el nombre de lo que siente o dejarlo que lo descubra? Pienso al ver como se inclina hacia. He esperado ese beso todo este tiempo, soñado y fantaseado con él.

No me sorprende que la realidad supere la ficción...en cuanto sus labios rozaron los míos, perdí la noción del tiempo y mi poco raciocinio se esfumó. Un beso apasionado, poderoso y dominante, como ingresar al mismo infierno y ser consumida por sus labios.

—Te extrañe —dice contra mis labios dejándome jadeante —por cinco años... —sonrío como estúpida al escuchar aquello, como si fuera la mejor declaración de amor.


Viniendo de alguien como él.... lo era.

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