Capítulo 10
—Malla. Alguien te solicita en la entrada.
Alzo la mano en señal que le escuché y los pasos se alejan. Es un trabajo de concentración, que requiere tiempo en soledad y paciencia. Pero, que al final los resultados valen la pena.
Lo que tengo ante mi es una belleza incrustada en una roca. Cientos de años tuvieron que pasar para que eso sucediera. Algún día viviré la emoción de encontrar algo así o mucho mejor. Dejo la lupa y la brocha a un lado y hago las notas respectivas antes de levantarme.
—Quien sea, debes irte ahora mismo —hablo decidida retirando los guantes y lentes.
Cruzo el largo pasillo decidida a alejar al intruso que ha osado interrumpir mi jornada laboral. Hago una mueca de disgusto al ver a la mujer observando una escultura. Alta rubia, de ojos y rostro hermoso, Aydey Müller es sin duda el prototipo de mujer ideal para todo hombre.
Cuando capta mi presencia se aleja de la escultura y sonríe al verme. Su esposo y Noah siguen molesto por lo que escucho durante la discusión.
—Vivimos en la misma casa, aun asi llevo una semana intentando hablar contigo y no ha sido posible.
Hay reproche en su voz, me siento como una chiquilla recibiendo una amonestación de un superior. Su mentón alto y desafiante, la ceja enarcada y ese aire aristocrático.
"—Ella parece una actriz de cine y ser la esposa de Ángelo su mejor actuación." Sonrió ante el recuerdo de las palabras de Noah, él la conoce mejor que yo.
—Noah está haciendo los arreglos en el apartamento. —comento en calma —Sacaremos todas nuestras cosas el fin de semana. —porque imagino que vino a eso.
Si bien aun vivimos en la isla, Noah y yo intentamos permanecer el menor tiempo en ella. Algunas veces llegamos a dormir, los fines de semana decidimos quedarnos en Atenas y suelo ayudarle con los arreglos de la casa.
—No he venido a eso— me aclara —no precisamente. —mira a todos lados antes de seguir —¿Podemos hablar en otro lado? Hay una excelente cafetería aquí ...
—No puedo salir en jornada laboral —le interrumpo limpiando mis manos con mi guardapolvo —si hay alguien directo es tu esposo e imagino algo de él has aprendido... —Sonríe y le imito con la certeza que ese buen humor no le va a durar mucho — ¡Escúpalo!
Tal como lo imaginé su sonrisa se esfuma y me cruzo de brazos. Tengo claro en mi cabeza todo cuando dijo aquel día, siendo la manera de expresarme de Noah lo que mas me enojó.
Por fortuna, el espacio en que la han dejado no es de tránsito público. Uno que otro personal suele pasar por allí y solo en horarios de descanso. Lo que solo ocurrirá en tres horas. Nuestros únicos testigos son varias esculturas de piedra o bronce. Es posible que el Moscóforo le importe tres pepinos la patética visita de Aydey y su aparente buena fe.
—Ambas podemos lograr que esos dos se vuelvan a hablar —empieza a decir con voz melosa y enarco una ceja —no dije nada que no sea cierto. El enojo de Noah fue por lo que dije de ti —calla y sigo esperando que diga lo que desea de mi —sé que me excedí, no debí decir todo eso de ti sin conocerte.
Seguro Angelo esta cabreado y teme una reacción radical. Estoy convencida que intentó poner en la balanza a ella y a Noah, resultando ganador mi estimado amigo.
¡Como no! si ambos se han salvado la vida de manera mutua y según Noah, eso importa más que cualquier cosa en su mundo.
No se puede ser tan hipócrita de juzgar a alguien por su forma de vida, cuando te estas lucrando de ella. Desconozco los detalles de cómo llegó a este mundo, él quizás no tuvo opción. Caso contrario es Ángelo, él tiene dinero, pero ¿Quién soy yo para juzgar?
—¡No me importa lo que pienses de mí! —le aclaro sonriente encogiéndome de hombros y me gano una mirada de sorpresa —estoy acostumbrada, la novedad es que esta vez no pude defenderme. Ya lo superaré —sigo y le señalo con enfado —lo que no le permitiré es que ofenda a Noah. No es un violador.
—¿Ofensa? —alza una ceja y yo sonrío. —ok —alza su mano de forma elegante y sonríe negando —tacharemos violador de la lista de defectos ¿Qué hay de las demás?
¿Se puede ser más hipócrita en esta vida?
—¿Las demás? —suspiro antes de seguir — si hubieras conocido a tu esposo en acción, de la misma manera que conocí yo a Noah ... lo vería con otros ojos.
—Conozco al detalle la vida de mi esposo —replica indignada —¿Cree usted que soy feliz sabiendo lo que es? ¿Estas contenta con lo que Noah es?
—¿Por qué no? si gracias a él y a su marido mi sobrino tiene un hogar —es mi turno de negar incrédula —seria hipócrita y egoísta de mi parte no apoyarle cuando resulté beneficiada por su labor. —la observo a antes de seguir y se ve sorprendida por mi respuesta—como se nota que no conoces lo que en verdad hace Angelo y Noah. De saberlo, lo apoyaría un poco más y querría conocer un poco de su mundo.
—¿Hablas de aprender a usar un arma? —se mofa mirándome con superioridad —lo que te enseña ¿Qué otra cosa podrías aprender de ese pobre diablo? ... ¿No es más fácil no acercarte a alguien como él? y para rematar tu locura te vas de la isla, quedando desprotegida.
—¿Qué hace viviendo con un hombre como Angelo si odia tanto lo que es? —le cuestiono y guarda silencio —Noah no quiere que esté en una urna de cristal, por que sabe no es mi deseo. Si alguna vez su vida corre peligro y estoy a su lado, no deseo ser una carga. —sonrío ante su gesto de horror —si es de morir que sea luchando y no bajo el manto de haberme convertido en una carga pesada.
Sus ojos adquieren un brillo extraño, quizás he tocado una fibra que no debí. Ella se lo buscó al llegar con ese comportamiento altivo en búsqueda de ayuda de esa manera.
—Solo te pido que hables con él y le hagas desistir de la idea de alejarse —esta vez el tono es más de suplica —no lo hagas por mí —sigue e intenta tocarme, pero me sacudo lo que la hace protestar —Eres nueva en esto...Malla —mira a todos lados y luego a mi —te aseguro que si le dan otro sitio no será cerca de ti.
Da media vuelta alejándose por la salida y cuando lo hace más de cinco hombres salen de diferentes lugares. Me quedo contemplando su figura alejarse hasta que se pierde en la distancia.
—¿Es usted Malla Makri? —doy media vuelta al escuchar mi nombre y miro al hombre que me sonríe. —soy Danko Moskal —se presenta estirando la mano hacia mi y la tomo con dudas — Es paleontóloga y Egiptóloga ¿Me equivoco?
Alto, aunque no como Noah, en traje blanco, sin corbata, sombrero y mocasines. Tiene una mirada misteriosa, dueño de unos ojos oscuros que causan escalofríos. Bastante bronceado si me dejo guiar por su cuello y parte de su pecho que trae al descubierto. Sonríe cuando nota mi escrutinio y siguiendo la enseñanza de Noah no le permito que me intimide su presencia.
—No se equivoca —Respondo al fin —¿En qué puedo servirle?
Y por qué sabe mi nombre...Uno que solo llevo dos meses usando y eso me hace achinar la piel. El desconocido se retira el sombrero con el que se da aires y sonríe. Una espesa capa de cabello castaño cae en su frente y otra en su cuello, ambos húmedos por el calor de la temporada. 1.80mt o un poco menos, delgado y con aspecto relajado.
Son sus ojos negros los que me inquietan. No ha dejado de sonreír en todo momento, pero es una sonrisa que no ha llegado a ellos.
—Vivo en Siwa ¿Sabe dónde es? —sonrío ante su descabellada pregunta.
Puede vivir en Siwa, pero no es de allí. El acento no es de un egipcio, su físico y comportamiento tampoco. Me las arreglo para verme relajada pese al pánico que me produce ese hombre y le respondo.
—En la frontera con Libia y en mitad del desierto egipcio. —afirma sonriente y de nuevo no llega a su rostro esa sonrisa falsa. —No sería egipciologa si lo desconociera. —finalizo.
—Llevo de visita dos meses en la ciudad y debo confesarle que la he espiado. He tenido la oportunidad de ver su hoja de vida y me resultó atractiva, necesito alguien como usted.
—No estoy en búsqueda de empleo señor Moskal...
Si es que es empleo lo que ofrece.
—Llámeme Danko —me interrumpe —y por favor no me rechace sin que antes sepa toda la propuesta. Le aseguro que pagaré bien por su servicio.
—Solo le estoy evitando pérdida de tiempo señor Moskal —recalco esto ultimo y a él parece divertirle mi testarudez por llamarle con su apellido. —tengo meses aquí y no planeo irme...
Me pasado por tantas tormentas, que la calma de esta ciudad es un maravilloso oasis. No soy de las que se lanzan a las aventuras, ni cree en personajes salvadores. Nadie que llegue de la nada y te brinde un empleo, debe tomarse enserio.
—Tengo una ...pequeña colección y me gustaría la opinión de una experta. —ingresa su mano a su saco de donde saca una tarjeta que me extiende.
La tomo sin leer y guardo en el bolsillo de mi pantalón escuchando los detalles de su "maravillosa" propuesta. Tiene varias piezas a las que necesita saber su autenticidad, es dueño de una colección privada, alguna de las cuales ya posee la certeza de su auténticidad. Las ultimas no las poseen y fueron encontrados en los alrededores de su ciudad.
—Es demasiado tarde ¿No le parece? —le interrogo alzando mis hombros —usted ya pagó por esas piezas.
—El vendedor es conocido y, de hecho, usted trabajaría con el —me señala —en caso de que acepte claro está.
—No quiero ser ruda...
—Si alguna vez está interesada en cambiar de ambiente —me interrumpe dando media vuelta — la persona anotada en esa tarjeta, le conducirá hasta mi humilde morada.
Se aleja por los pasillos por donde he visto perderse a Aydey minutos antes y niego. No puedo creer que alguien sea tan estúpido para creer en ese tipo de propuestas.
—¿Quién era ese? —pregunta una compañera al verle alejarse.
—Un coleccionista. —niega divertida y alzo una ceja interrogante.—que me tenía el empleo soñado.
—Acostumbran a acercarse con cualquier tipo de historia fantasiosa. Su única intención es intimar, en búsqueda de poder ingresar aquí y robar. —señala y juntas ingresamos de nuevo a las bodegas —cambiar piezas verdaderas por falsas.
—¿Ha pasado?
—No aquí, pero debes ser cuidadosa de con quien hablas...
Por fortuna, tengo un excelente profesor para eso, saco la tarjeta que me ha dado y leo rl nombre de quien está allí.
Egor Xaria.
Acompañan al nombre, un teléfono, dirección, ciudad, pagina Web y la forma de ganarse la vida "Guía turístico". Hago pedazos la tarjeta lanzándola a la cesta y mi compañera sonríe.
—Linda, tu tienes problemas de todo menos de hombre —me hace un guiño y sin darme nombres sé que refiere a Noah que insiste en recogerme todos los días —Dios te dio uno y ... ¡Que hombre! Si deseas más es porque eres Golosa.
Ambas reímos ingresando a nuestras labores y cada una toma su lugar. No puedo decir que me era indiferente o que soy inmune y odio a todos los hombres por mis dos malas experiencias.
Solo deseo darme un tiempo y ser más precavida, de momento Noah es un excelente amigo y compañía.
Solo eso.
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