Artículo 22.
La única forma de matar a la literatura, es dejando vivir a Romeo y Julieta,
haciendo crecer a Peter Pan, o devolviéndole la cordura a Don Quijote.
—Las almas de Brandon

P.o.v. Renzo

—¡Dejame!

—¿Por qué estás así?

—¿Asi cómo?—Dijo haciéndose la desentendida

—Tú...cambio tan repentino.

—Quiero decir que eres igual a los demás, están casados, tienes unos hermosos hijos, una esposa que confía en ustedes que esperan su llegar a y...y...jamás se conforman sólo con una...—Murmuró con nostalgia.

—Alto ahí.

—¡Eres un tonto!—Me golpea el pecho. Al menos estamos en un lugar un poco más alejado y la gente no nos mira.

—Puede que lo sea a veces, pero creo que tu pensamiento hacia mi es erróneo. Y es culpa mía, por no decírtelo antes.

—Dime: ¿Por qué le haces esto a...—La callé con un corto beso.

Tenía el impulso de hacerlo ahora pues no podía esperar más. El beso era suave y delicado. Ella me correspondió después y nos juntamos al compás.

—Es...to, está mal.—Dijo casi sin aliento al separarse de mi.—Tu estas casado...

—No lo estoy—Dije pegando mi frente hacia ella. Cerré mis ojos y abrí un poco esa vieja herida.

—No mientras, no a mí por favor.—Suplicó.

—Jamas te mentiría. Primero me hago una herida; después otra y otra en el mismo lugar que la anterior. Así recordaría que el mentir me dolería a mi también. Por que mi conciencia me haría recordar el daño que te hize, siempre. Mi cuerpo después lo pagaría.—Le dije en un susurro.—No soy capaz de mentirle a alguien por el cual mi corazón ha saltado de felicidad cada vez que te siente.

—Pero...

—Es mi hija, si. Pero la madre de ella me la dejó a mi para irse lejos de aquí a cumplir sueños. Éramos niños, así que, la dejé ir. Ella prometió que no volvería jamás a mi ni a Allison.

—Yo... Lo siento, no debí pensar mal de tí.

—No te disculpes, aquí fui yo quien empezó mal. Pero dejando un lado todo este rollo, ¿Ya decidiste cuando quieres que tenemos nuestra primera cita?—Pregunté.

—¡Dios! ¿Y que pasa si la gente ve mal todo esto?

—¡Al diablo los demás!, A mi lo único que me importa eres tú. Aparte no es mucha la diferencia.—Ella alza una ceja.

—Tengo 26 años. —Me dijo.

—Y yo 19. ¡Pero vamos! La edad no importa.

—Está bien. Pero seria un finde, de la otra semana. A la misma hora y en el mismo  lugar que nos encontramos por primera vez.

—¡Yeah!—Pegué un salto mal hecho y haciendo que me cayera de bruces hacia atrás.—Joder.

P.o.v. Noah

Recibo un mensaje y con tan solo el hecho de escuchar el sonido de la notificación hace que mi corazón se acelere ¿No les ha pasado? Que esperan tanto el mensaje de esa persona que pasas horas esperándolo y cuando lo escuchas sientes esa adrenalina por querer ver el mensaje y leerlo pero a la vez les aterra saber que no es lo que esperaban y la desilución llega, y me llegó. No era ella.

Rata blanca:

¡No puedo creer que estés aquí y no me hayas dicho!
√√

Yo:
¿Acaso eres parte del FBI?
¿Cómo sabías que acabo de llegar?
¿Eres bruja?
√√

Rata blanca:
Estoy cerca de ti.

Yo:
Lo sé, llevo siempre tu cadena.

Rata blanca:
Bonita chaqueta negra

—Sigues siendo el mismo, querido Capitán babosa.—Escuché su voz.

Mi corazón salta de felicidad antes de girar a verla. Llevaba un año que no la veía, que no sabía de ella.

—¿Debería haber cambiado?—Le pregunté mientras la abracé.

—Nop.—Me sonríe y hunde su nariz en mi cuello.—Te extrañé...—Una lágrima escapa de su ojo izquierdo.

Me separo un poco de ella y con mi pulgar suavemente limpio esa gotita de agua.

—Yo también te extrañé.—Confesé.

—¿Por qué te fuistes?

—Necesitaba irme.

—Nos rompiste el corazón a todos. Incluso a...Ella.

—Lo sé. Pero  cuando le explique, entenderá—Dije feliz.

En todo este tiempo que he conocido a Emma, ella siempre ha sido comprensiva y eso es lo que me gusta de ella. Espero que comprenda mi situación y me ayude a buscar a Emma.

—Y cuéntame, ¿Cómo están los chicos?—Caminaba a lado de ella mientras jugábamos por la calle.