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Capítulo 30 - Novios


Aquí os dejo el capítulo de ayer, y os recuerdo que queda sólo una parte más que subiré el lunes, y ya termina. 

Espero que os guste :P

Salimos del local entre risas, con las barrigas llenas, mientras Chuck y Nate seguían bromeando sobre el lugar al que debíamos ir. Tengo que admitir que estaba bastante chispada.

- Podríamos ir a tu casa – espeté, sin más, haciendo que todos rompiesen a reír, me había vuelto demasiado descarada, esa era la verdad – me apetece mucho.

- ¿Ah sí? – preguntó, con la chaqueta en una mano, agarrándola. El resto nos miraba con interés, excepto Hanna, que hablaba por teléfono con Sam.

- ¿Le digo a Sam que vamos a tu casa, entonces? – quiso saber, pero él estaba ocupado en aquel momento, ni siquiera le contestó

- Chuck – le llamó Nate, apoyando la mano en su hombro, para hacerle entender que no estábamos solos. Miró hacia él, y entonces asintió.

- Vamos a mi casa – y allí estábamos todos, de vuelta al bar a recoger el coche de Chuck, pensábamos apretarnos para entrar todos. Yo o podía dejar de reír ante las ocurrencias de Amara, sobre amarrarse a la vaca si no cabíamos dentro.

- Ya podrías cortarte un poco con Chuck – me dijo Lindsai, cuando Nate y su hermana se adelantaron, junto a los demás. La miré, sin comprender – Hanna me ha dicho que él ahora está con alguien, que tiene novia.

- Lo sé – contesté, despreocupada.

El camino fue de lo más divertido, él con la música a todo volumen, y los demás entre bromas y risas, mientras Lindsai me miraba de reojo, como si estuviese enfadada por mi comportamiento.

- Acomodaos, estáis en vuestra casa – aseguraba él – disculpad el desorden, estoy de limpieza y lo tengo todo un poco desordenado.

- Eso te iba a decir – se quejó Hanna – con lo ordenado que tú sueles ser.

- Podrías avisar a tu hermano – le animó Nate – dile que se venga a tomar algo, y así lo saludamos.

- Lo aviso – envió un mensaje con su teléfono y luego nos miró al resto – voy a cambiarme de camiseta, tengo esta sudada del trabajo.

James apareció con unas latas de cervezas en la mano, una gran sonrisa en el rostro, saludando a los presentes, sobre todo a Nate, al que le tenía gran cariño por haber cuidado de su hermano todo ese tiempo.

Salió de la habitación sin camiseta, mirándonos a todos, entre risas.

- Tengo todas las malditas camisetas sucias, he olvidado echar la lavadora con todo este follón – se quejó.

- ¿Quieres que te deje una mía? – bromeé, los demás no entendían esta. Rompió a reír.

- Puedo dejarte una mía – sugirió su hermano.

- Vale – agradeció.

- Pongamos un poco de música – sugirió Hanna, conectando el equipo, eligiendo un disco al azar, mientras Sam llegaba con más cervezas y botellas de ron. Sonreímos, agradecidos, agarré una de las botellas, y comencé a abrirla, mientras Chuck me la quitaba de las manos.

- No bebas más – me dijo, mientras algunos nos miraban, otros estaban en la cocina, en busca de vasos e hielos – al final vas a cometer una locura.

- Contigo quiero cometerlas todas – admití, colgándome de su cuello, ante la mirada atónita de Lindsai, Hanna y Amara. Sam sonreía, con intención de que su amigo consiguiese aquello que ansiaba, durante ya bastante tiempo.

- Ariz, nuestros amigos están... - pero ni siquiera pudo decir una palabra más, pues le besé entonces, mientras el resto nos observaba sorprendido, y él apoyaba sus manos en mi espalda, dejándose llevar por ello, porque nuestros besos siempre nos hacían desconectar del mundo. Me sentía bien con él a mi lado, sentía que podía ser cualquier cosa, sin miedo, sin normas que cumplir.

- Ariz – se quejó Lindsai, agarrándome de la mano, tirando de mí, obligándome a separarme de él, mientras él se relamía los labios, divertido, sin saber qué decir. Yo me mordí el labio, divertida. Creo que en el fondo él estaba más sorprendido que el resto de que yo estuviese siendo así, tan atrevida, y eso sólo le gustaba más - ¿te has vuelto loca? ¡Chuck tiene novia!

- Ya estoy – dijo James, llegando hasta nosotros, observando las caras largas de algunos - ¿pasa algo?

No volví a acercarme mucho a él, pero aquella situación me hacía mucha gracia. Terminamos con una borrachera importante, Chuck el primero, que terminó sin camiseta, con esta enredada en su cabeza, haciendo el indio un rato, bailando con Hanna, mientras yo lo hacía con Sam, y él no me quitaba ojo.

Me encantaba la canción que sonaba en aquel momento, me hacía sentir libre, y me movía muy bien, como Chuck pudo notar en seguida.

- Voy a por otra copa – aseguró Hanna, al terminar la suya - ¿te traigo una? – él asintió, pasándole la suya, caminando hacia mí, agarrando mi copa, bebiéndosela entera, provocándome con la mirada.

- ¿Qué está haciendo? – se quejaba Lindsai.

- El alcohol le estaba jugando una mala pasada – aseguraba Amara.

- Si juegas con fuego te vas a quemar – le dije, haciéndole sonreír. Me di varias vueltas, frente a él, mordiéndome el labio, mientras él me miraba, con atención, justo cuando Hanna salía de la cocina, y se fijaba en él.

- Quémame – pidió, echando a su amigo a un lado, agarrándome de la mano para atraerme hasta él, levanté las manos, quitándole la camiseta de la cabeza. Sonreí, dejándome llevar por aquello, sintiendo sus labios apoyándose en los míos.

- ¿cómo es que al final has terminado otra vez sin camiseta? – me quejé, lamiéndome los labios, evitando volver a lanzarme contra los suyos.

- Puede que intente provocarte – bromeó. Levanté las manos, colgándome de su cuello, me quedé allí, mientras él me sujetaba de mi espalda, quedándose allí, seduciéndome, y deleitándose con las sensaciones que ambos nos producíamos - ¿crees que hay alguna posibilidad de que lo consiga? – insistió, haciéndome reír, mientras nuestros amigos solo nos observaban.

- Ya lo creo – contesté, volviendo a dejarme llevar por sus labios, esos besos que me volvían loca – me encanta cuando nuestros labios encajan a la perfección – me atreví a decirle.

- Deberíamos pensar en irnos ¿no? – sugirió James – Dejarles un poco de intimidad, y eso ¿no?

- No entiendo nada – se quejaba Hanna – ¿no se supone que tiene novia en la ciudad?

- Y la tiene – aseguró Nate, haciendo que los demás mirasen hacia él - pero lo entendiste mal, seguro que te dijo que su novia era de ciudad – ella asintió – pues ahí lo tienes.

- Claro – añadía James – porque él está besando a su novia ahora mismo – el resto miró hacia nosotros, de nuevo, sin comprender y de nuevo hacia él – ellos están saliendo.

- ¿Qué? – preguntó Hanna, sin dar crédito a lo que acababa de escuchar

- Abejita – me llamó él, haciendo que las chicas se fijasen en él – me muero por ...

- Pero no es posible – se quejaba Lindsai- Chuck no es su tipo, ella le odia.

- Podríamos escaparnos – susurré – como aquella vez en la cafetería – él sonrió, divertido

- ¿Qué tienes en mente? – quiso saber él – porque no eres discreta para escabullirnos a la habitación – bromeó, rompí a reír.

- Vamos – proseguían ellos – vámonos, ellos acaban de reconciliarse, necesitan tiempo para estar a solas – tiró del brazo de Sam, para que le siguiese en aquello.

- ¿Desde hace cuánto que están juntos? – quiso saber Hanna.

- Ni idea – contestó su hermano – pero sé que él se fijó en ella al principio del todo, cuando ella llegó al pueblo.

- Vámonos de una vez – insistía Nate.

Me provocó con la boca, hasta volver a besarme, enfrascándose en ese beso que me volvía loca, mientras el resto nos dejaban a solas.

- Estoy muy borracho – aseguró, entre besos – podría... - otro muerdo - ... decir cualquier tontería...

- ¿Cómo qué? – pregunté volviendo a besarle.

- Como hablar ... - más muerdos – de sentimientos – me detuve y le miré - ¿Esto te asustaría?

- No – contesté, volviendo a besarle – porque yo ... -más muerdos, como si no pudiésemos estar mucho tiempo separados, me encantaban sus besos ¿os lo he dicho ya? - ... estoy perdida... - muerdos – y locamente... - besos – enamora de ti – sonrió, divertido.

- ¿Qué pasó con lo de tener miedo a hablar sobre ello? – se quejó, haciéndome reír, frente a él. Lo cierto es que tenía razón.

- Tu espantas todos esos miedos, Chuck – aseguré.

- Te quiero, abejita – me dijo, cogiéndome en brazos, llevándome a nuestra habitación, momento en el que ambos nos dimos cuenta de que estábamos completamente solos.

Me dejó caer sobre la cama, y se subió sobre mí, comenzando a desnudarme, con mucha calma, entre besos y las palabras "te quiero", que me hacían cada vez más feliz. En aquel momento no íbamos a follar, íbamos a hacer el amor, y estaba más que preparada.

FIN.


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