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Capítulo 29 - Miradas cómplices.

Os subo el capítulo del jueves, espero que os guste ':D Sorry por la demora

Le besaba, apasionadamente, con mis manos enlazadas a su cuello, sin darle tregua, manchando todo el suelo del baño de agua, sin querer detenernos ni un poco.

- Ariz – se quejaba él entre besos – tengo que ... - más besos por partes de ambos, haciéndole sonreír - ... ir a trabajar.

- Yo iré al pueblo – contesté, echándome hacia atrás, aunque sin soltarle aún – he traído algunos regalos para Nate y los demás.

- Quedemos luego – me pidió – dónde tú quieras, no importa si... – volví a besarle, dejándole con la palabra en la boca.

- Seguro que acabamos en el bar – contesté – es un pueblo muy pequeño.

Los chicos estaban entusiasmados con los regalos que había traído de la ciudad. Nate no cabía en sí de felicidad con su agenda electrónica, Hanna flipaba con sus nuevas gafas de sol, Amara no paraba de andar por el local, observando como el número de sus pasos cambiaba, en su pulsera y Lindsi sonreía al oler el perfume que no se podía conseguir en el pueblo.

- ¿y cómo es que has vuelto? – quiso saber Hanna, mientras los demás dejaban de prestar atención a sus relojes y se fijaban en mí. Me encogí de hombros, mirando de reojo hacia Chuck que servía unas cervezas, en la barra.

- Este lugar me inspira – contesté al fin – y ahora que he vuelto a dibujar, necesito estar inspirada – Lindsi sonrió, sobre todo, agradecida de que no le guardase rencor.

- ¿No has traído regalo para Chuck? – quiso saber Lindsi, sonreí, divertida.

- También traje uno para él – le dije sin más, levantando luego mi jarra de cerveza, bebiéndome el resto, levantándome sin más, caminando hacia la barra.

- Hola, preciosa – me saludó él, sorprendiendo a varios clientes. Sonreí, estaba tan feliz de estar allí – te sirvo otra cerveza – me quitó la jarra de las manos, y me la llenó en seguida - ¿quieres algo más?

- Prepárame uno de tus cócteles, me apetece algo dulce – pedí. Sonrió, agarrando la coctelera, echando bebidas aquí y allá, moviéndolo después, sirviendo el mejunje en una copa, poniéndomelo al alcance. Volví a la mesa, ante la mirada de todos – están buenísimos – aseguré, para explicar la copa con el mejunje rojo – Chuck es bueno preparando cocteles – dije sin más, dando un sorbo a este – sé de lo que hablo, vengo de la ciudad.

Después de eso, todo el bar pidió lo mismo que yo, para cerciorarse de que mis palabras eran ciertas, en tan sólo un momento, todo el mundo le estaba dando la enhorabuena, incluso la camarera lo hizo.

- ¿Te quedas en la casa de los padres de Chuck? – quiso saber Lindsi, haciéndose notar entre el jaleo, cuando ya iba por mi tercera jarra. La dejé sobre la mesa y luego negué con la cabeza.

- James se queda allí – contesté, como si fuese la cosa más normal del mundo hablar sobre él.

- ¿Conoces al hermano de Chuck? – preguntó atónita. Me reí ante aquello, desorientándola incluso más.

- El mundo es un lugar más pequeño de lo que parece, parece que mi hermana y James están saliendo – les dije, dejándola patidifusa – así que se podría decir que es mi cuñado – aunque no era sólo por eso.

- ¿Dónde te quedas entonces?

- En casa de un amigo – añadí, sin querer dar más detalles, mirando hacia la barra, de nuevo, Chuck no daba abasto, a pesar de ser casi la hora de cerrar. Se hizo oír y les dijo a los presentes que era hora de cerrar, pero que al día siguiente les haría todos los cócteles que quisieran.

- Podríamos ir a cenar al Burger – sugirió Hanna, mirando hacia Chuck – vente y así nos cuentas qué es lo que te ha traído Ariz de la ciudad.

- Sí – la animé – vente – él sonrió, sin más – te ayudaremos a recoger para que no se haga muy tarde – todos me miraron, sorprendidos por mi atrevimiento. Pero esa era la nueva yo, y él tenía la culpa de todo, lo que me hacía sentir me volvía indescifrable.

Le ayudamos a recoger. Nate sacaba las copas del lavavajillas, Hanna limpiaba los baños, Amara recogía los vasos de las mesas, Lindsi las limpiaba, él hacía la caja, mientras yo pasaba la escoba.

- Tom va a matarme como se entere de esto – se quejó, cerrando la puerta, ya con la chupa de cuero puesta - ¿Vamos dando un paseo?

- Sí, hace una noche preciosa – emprendimos la marcha, mientras Hanna y él se quedaban detrás, no me importaba, en aquel momento de la historia confiaba plenamente en él.

- Deberías llamar a esa chica y decirle que venga, así nos la presentas – le decía, mientras él bajaba la mirada, avergonzado, rascándose la cabeza – yo llamaré a Sam para que se apunte luego a tomar una copa.

- Mejor otro día – contestó él, sin saber cómo salir del apuro.

- ¿En casa de qué amigo te quedas? – preguntó Lindsi, mientras su hermana ponía la oreja, era obvio que no iba a contarles nada - ¿Es Alex? El compañero de Nate ¿no?

- No, Alex no es mi tipo – contesté, antes de que hubiese dicho nada más.

- ¿Cómo no va a ser tu tipo? – se quejó Amara – Su padre es dueño de las fincas del otro lado de la ciudad, y él es abogado, ¿qué más quieres?

- Lo cierto es que he cambiado mi tipo de chico – les dije – ahora sólo quiero a alguien que me haga reír.

- De esos hay muchos por aquí – añadía Amara, mientras entrábamos en el local. El dueño estaba cerrando, pero en cuanto nos vio entrar, dijo que nos preparaba cualquier cosa. Era normal, Chuck siempre estaba ahí cuando lo necesitaba.

- ¿Qué vais a tomar? – quiso saber.

- Yo quiero una hamburguesa con bacon y extra de queso – contesté.


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