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Capitulo 17


Addy


Cuando tuve cáncer todo cambio en mi vida, y nada para bien. Mi padre se separo de mi madre, mis amigos con el tiempo pasaron a dejar de existir a mi alrededor, tuve que dejar la escuela para comenzar a estudiar en casa. Semanas enteras que paso en el hospital donde ya me conozco cada rincón.

A lo largo de mi corta vida e conocido amigos, gente en la misma situación que yo. Lamentablemente, muchos de ellos fallecieron con el tiempo. Yo me curé, estuve curada un año, pero el cáncer volvió, recordándome que no puedo ser feliz para siempre.

Cumpliré trece años, y quisiera tener problemas tan banales como los de cualquier otra niña de mi edad. Preocuparme porque el chico que me gusta no me de atención, pelear con mi hermana porque le saco la ropa, discutir con mamá por tonterías, abrazarnos, reírnos, contar secretos. Quisiera ser mas unida a mis hermanos, quisiera que mi papá me amara mas.

Verlo con su nueva novia y su nueva hija fue un vuelco en mi estómago, apenas podía tragar el seco pollo de aquella cena, y verlos convivir con ellos me enfermaba aún más. Escuchar a su novia hablar de la medicina alternativa como si mi cáncer no fuera la gran cosa, escuchar a mi futura nueva hermana de mi misma edad pensar que solo llamo la atención. Pero lo que más me rompió mi corazón, fue cuando le pregunte el día de mi cumpleaños.

Y no se acordó.

Pero no todo fue malo en esa noche. Mi hermana y yo caminábamos en ese frio, cuando un auto se había estacionado frente a nosotras y Magnus Wilminton bajo del mismo invitándonos a hacer algo tan simple como comer hamburguesas.

Me gusta Magnus, ¿a quién en su sano juicio no le gusta?, oh si, a mi hermana.

Amo a mi hermana, pero a veces quiero darle un pequeño golpe. ¿Qué acaso no nota aquellos ojos celestes que la persiguen por toda la habitación?, el beso que se dieron afuera en el edificio no es un beso de una persona que no les gustaba. Me quede algo boba viéndolos, y me reí un poco, me gustaría que Zoe se permitiera amar a un chico como Magnus. Se que lo ama en el fondo, pero se que también tiene miedo. Le han roto el corazón un par de veces, jugaron con su corazón, se rieron. Pero no creo que Magnus fuera igual a ellos.

Creo que Zoe merece muchas cosas buenas, dejo muchas cosas para que yo estuviera bien. Fue la fuerza para mamá cuando papá se fue, se puso delante de todas las situaciones en las discusiones con Jared o cuando Lester se comporta como un tonto. Y la envidio.

Se que la envidia es mala, pero no puedo evitarlo. Cada vez que la veo, quiero ser como ella. Quiero tener esa fuerza de hacer las cosas, quiero tener las pestañas largas y los ojos oscuros que ella tiene, quiero salir con amigos, besar a un chico que me gusta, quiero maquillarme y sentirme bonita. La amo, pero no puedo evitar sentir celos. Quiero mejorarme por mi, para estar bien, para que Zoe deje de preocuparse al igual que mamá.

Luego de ese pequeño fin de semana, tuve que volver a la clínica, donde la rutina era la misma. Cuidados, quimios, revisiones, comer, dormir, hablar con enfermeras, tener ese dolor de cabeza o de cuerpo entero. Querer dormir por horas, desaparecer por otras.

Y los Lunes, tan odiados por muchos chicos. Pero tan esperados por mi, si estuviera bien, desearía que siempre fuera Lunes. Para hacer cosas diferentes a las que ahora hago.

Estaba jugando con el pequeño espejo de mano que mamá me había dado en alguna visita, la parte trasera era dorada con flores rosas. Estaba observándome en el espejito no tenía pelos en mis cejas ni en mi cabeza, sentía mi cara hinchada por los medicamentos mientras me observaba de todos los ángulos posibles. Dejo el espejo descansar entre mis manos mientras observo la pequeña caja rosa, la sostengo en mis manos, tenia algunas cosas guardadas, fotografías, un collar con piedras, y el labial violeta de mi hermana Zoe.

Sostengo el labial entre mis manos y me miro al espejo. Mis labios son un rosa demasiado pálidos, seguro que secos. Le saco la tapa al labial y lo paso por los míos observándome.

—¿Dónde estuviste? Te extrañe el fin de semana....wow.

Me volteo a ver a mi nuevo amigo. Ethan llevaba internado hace unos meses, lo conocí tras su primera quimio donde estuvo vomitando por horas, me había sentado junto a él dándole algo de consuelo, acariciando su espalda y haciéndolo reir.

Digno de toda historia romántica, lo ayude a vomitar.

No se porque me avergoncé que Ethan me viera con un labial. Él sonríe un poco acercándose.

—Pues mira, que bonita.

—Es ridículo.—murmure.

—No.—comenta estirando su mano y pasa el pulgar por la comisura de mis labios.—Solo necesitas practica, te saliste un poco, mi hermana es maquilladora profesional podría enseñarte...también puede enseñarte a hacerte heridas para disfraces de Halloween.

Ethan se sienta en la camilla, por lo general era él el que venía a mi habitación. Decía que le gustaba mas la vista, la suya daba a edificios vecinos. Yo tenía una vista que daba mas para la calle.

—¿Hoy no viene tu madre o tu hermana?

—Zoe esta trabajando, mamá dijo que en su consultorio tenia muchos clientes, siempre vuelve cansada asi que le dije que no me molestaría si un día no puede venir.—dije encogiéndome de hombros.—Ya no tengo ocho...¿los tuyos?

—Trabajando también, ocupados. No me molesta tampoco que no vengan, a veces prefiero que no lo hagan.—dice suspirando.—Ver esas caras como si me tuvieran lastima...perdona, no se que digo.

Pero lo entendía, a veces me pasaba. Fingía dormir algunas noches en las que mamá se quedaba, fingiendo no escucharla sollozar, fingiendo no notar las ojeras o los ojos hinchados. Tratando de no enojarme cuando Zoe me sonreía con los labios apretados en lugar de una autentica sonrisa de labios abiertos.

Cuando se esta enfermo, no solo es tu tristeza, es la de todos los que te aman. Y eso es lo que no me gusta.

—El violeta te favorece.—dice Ethan y reí.

—Favorece a mi hermana.

—A ti también, creeme.—dice levantándose.—¿Quieres pasear?

No es que hubiera muchos lugares donde ir, y tampoco es como que las enfermeras nos dejaran estar tan libres. Pero le sonreí mientras me levantaba sacándome las sabanas de la camilla, agarre su mano y echamos a andar de manera rápida antes de ser descubiertos.

Las manos de Ethan tenía cicatrices por la enfermedad, pero no me molestaba al tacto. Al igual que yo, no tenia cabello, y sus ojos eran de un color parecido a la miel. ¿Cómo seria si ambos nos hubiéramos conocido fuera del hospital?, ¿seriamos tan amigos como ahora?

Caminamos por los pasillos del hospital hasta que llegamos en donde estaban los bebes recién nacidos, todos en pequeñas incubadoras con mantas celestes y rosas. Sus pequeños pechos se movían mientras respiraban, tenían carteles con nombres y apellidos.

—¿Crees que todos sean saludables?—pregunta Ethan.

—Eso espero.—comente viendo a los bebes.—Zoe me contaba que era muy delicada cuando nací.

—Que dulce, mi hermana me decía que era una bola gorda.—comenta Ethan provocando que me ría. Seguimos caminando dejando atrás a los bebes recién nacidos hasta que salimos a la terraza del hospital con una hermosa vista exterior, nos quedamos parados observando el paisaje, hacía algo de frio aquella tarde, pero me gustaba sentir el frio.

—¿Qué seria lo primero que harías si te dicen que te curaste?—pregunte viéndolo, Ethan me mira y se guarda las manos en los bolsillos.

—Hum, me gustaría comer toda la comida chatarra y jugar en un parque de diversiones toda la noche.—dice.—¿Y tu?

—Ir a una escuela, hacer amigos.—dije jugando.—Tal vez salir con alguien.

—¿Salir con alguien?

—Nunca sali con alguien, o tuve un beso.—dije encogiéndome de hombros, siempre veo en la tele a los personajes besarse. O cuando vi a Zoe junto a Magnus hace unas noches besarse de una forma tan apasionada que, si mi hermana sigue negándose a sus sentimientos, necesitare algo para golpearla.

Nos quedamos callados un rato, hasta que me pregunto que tal mi fin de semana. Le hable de la cena con mi padre, incluso se la actué, largo una carcajada y puso los ojos en blanco cuando le hable de su novia y su nueva hija. Me sentí deprimida de nuevo al pensar en papá.

Volvimos adentro cuando nuestras narices se pusieron rosas por el frio y Ethan comenzó a toser.

Caminamos hasta nuestras habitaciones, la suya se encontraba en el pasillo siguiente de la mía.

—¿Te veo luego?—pregunte.

—Claro, te tengo una sorpresa antes que te vayas.—dice.—Cierra los ojos.

Le hice caso, solo pasaron unos segundos antes de sentir unos labios secos juntos a los mios. Fue un beso corto, podría catalogarlo como dulce, al separarnos, ambos nos miramos. Mi corazón palpito con fuerza, tartamudee algo sin sentido y corrí dentro de mi habitación donde me oculte.

Al día siguiente, no me levante de mi cama, me quede tapada hasta la cabeza un buen rato.

—¿Addison?, ¿estas bien cariño?—escuche a una de las enfermeras ingresar, por el trato dulce se que se trataba de Rebecca, mi enfermera favorita. Sus manos se van a la sabana destapándome.—¿Te duele algo?

—¿Te cuento un secreto?—susurre viéndola, ella me mira con sus ojos brillantes a la espera de algo emocionante.—Ethan me beso.

—¿Ethan?, ¿el chico lindo que siempre esta contigo?

—¿Crees que es lindo?

—¡Claro que es lindo!, ¿y que paso Addy? Yo no estaría asi después de un beso.

—Me puse nerviosa y corrí adentro.—murmure.—¿Crees que piense que no me gustó?

—No sabría decirte linda, ¿Por qué no vas a verlo? Podrían desayunar juntos.—dice dándome un guiño de ojo cómplice, sonreí y me ayudo a salir de mi camilla. Fui caminando con el corazón palpitando con fuerza en mi pecho hasta la habitación de Ethan.

¿Debería tocar?, según Rebecca, seguramente estaría despierto. Así que abrí la puerta. Toda mi emoción e ilusión fue tirada a la basura al verlo, Ethan estaba despierto, pero besándose a una linda chica de cabello rubio brillante. Ella tenía las manos en las mejillas de él, y él agarraba su cintura mientras se besaran. Trague mis lagrimas y me aparte con cuidado de la puerta antes de volver a mi habitación en donde me tire a la camilla, me abrace con fuerza a la almohada y cuando Rebecca volvió junto al desayuno preguntándome que paso, no le hable.

La pase con un humor de mierda durante el resto del día.

Ignore a mamá cuando vino de visita, fue peor cuando Zoe llego a la tarde, nos gritamos un buen rato. Eso pasa a veces con Zoe, a veces me trata como su hermana chiquita que esta enferma, otras me trata como si estuviera lo mas bien para gritarme.

Llore y Zoe suspiro mientras me abrazaba.

—Estoy cansada.—susurre abrazándola con fuerza. —Ya no quiero más, Zoe.

—Lo sé, está bien.—dice besando mi coronilla.

Se fueron, pero a los pocos minutos, Ethan aparece con una leve sonrisa.

—Ey, no te vi en toda la tarde, Becca me conto que andabas de mal humor.

Lo ignore mientras veía la televisión.

—Adivino, ¿los nuevos medicamentos? Me provocan migrañas también. —dice él acercándose a mi mientras toca mi mejilla, lo aparte de un manotazo mientras me mira frunciendo el ceño, aun en mis peores humores, nunca trate tan mal a Ethan.—Okey, ¿Qué pasa?

—Nada.—dije brusca.

—Algo te pasa, anda dime.

—¡Solo vete!, vete con tus amigos o hacer otras cosas. Deja de ser tan molesto, no quiero que estés aquí, no quiero que estés en mi habitación, ¡déjame ya sola Ethan, solo vete!—le grite molesta dándole la espalda, Ethan no dijo nada, escuche sus pasos alejarse y la puerta cerrarse tras irse. Y llore de nuevo al quedar sola.

Pasaron días sin ver a Ethan, no hable mas con él.

Hasta que llego aquella noche. 


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Ig: Julxswatt99 💛

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