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Capítulo 11: Camino a casa.
—¿Estás seguro que no quieres subir? —preguntó desde su vehículo—. ¿Dónde está tu amiga y tu novio?
—No es de tu incumbencia y no, no quiero subir a tu carcacha —le respondió Jeongin sin dejar de avanzar.
Jeongin recordó el porque estaba caminando solo a las nueve de la noche rumbo a su departamento enumerando sus problemas.
En primer lugar, Hyunjin, su amable y guapo novio que siempre lo llevaba, se encontraba en casa, enfermo.
En segundo lugar, Kiko, su amiga, compañera del alma y traidora recientemente se había ido a un bar con un chico guapo al que había conocido apenas unas horas antes.
Y tres, había olvidado su cartera en el trabajo y su jefe ya había cerrado para cuando regreso por ella.
Jeongin caminó rápido sabiendo que tardaría alrededor de dos horas para poder llegar a casa.
—Hey, mínimo toma esto —Chan le aventó una bolsa, aun iba en su coche a mínima velocidad para ir al ritmo de Jeongin, el omega la atrapó rápido entre sus manos para ver su contenido aun con algo de desconfianza.
No, no era comida como esperaba, pero aun así no pudo evitar preguntarse cómo es que Chan se había acordado de su ciclo de celo, los supresores estaban ahí y eran de buena calidad. Tenía para varios meses. Sin embargo, lo que le sorprendió era que ni siquiera él lo había notado.
—¿Huelo demasiado? —preguntó cohibido tratando de olerse así mismo.
—Algo así, no mucho, yo recordaría tu olor aún lejos de ti por varios metros —le dijo con palabras bastante seguras—. Pero no tienes que preocuparte, iré detrás de ti hasta que llegues a casa.
—No es necesario, con lo supresores es suficiente —Jeongin le dijo creyendo que Chan podría ser más peligroso que cualquier otro alfa.
—Aun así, el cielo está muy bonito y quiero observarlo.
Jeongin rodó los ojos.
—No puedes verlo dentro de tu coche así que inventa otro pretexto.
—Jeongin, ¿recuerdas aquella vez que fuimos a la playa?
—Uhm, no —le dijo mientras seguía caminando. Mintiendo de forma obvia.
—Hicimos una fogata con Changbin —empezó a contar el alfa—. El cielo se miraba como éste, negro azulado con pocas estrellas, comimos bombones y devoramos un montón de comida chatarra.
—Changbin hyung cazó un pescado —Jeongin le siguió—, e intentamos cocinarlo —sonrió.
—Fue un desastre no es así —Chan también sonrió recordando los buenos tiempos—. ¿Recuerdas a Félix?
—No lo he visto desde hace mucho —respondió—. En realidad, perdí relación con la mayoría después de que te fuiste.
—Yo tampoco he visto a Félix, pero me envió una postal cuando estaba en Alemania.
Jeongin se detuvo empezando a hartarse de sí mismo, porque no podía dejarse llevar por Chan de nuevo, porque el alfa ya le había hecho mucho daño y no quería volver a sufrir por él.
—¿Por qué regresaste Chan? —preguntó—. ¿Qué haces aquí? No ibas a casarte.
—No funcionó —le dijo como si fuera lo obvio—. Yo no amaba a esa mujer, lo sabes, Jeongin. Lo nuestro fue lo más especial en mi vida, jamás dejé de pensarte, soñarte e imaginar que estabas a mi lado, recargando tu cabeza en mi hombro como lo hacías antes, besándome o acariciando mi cabello, cosas pequeñas y triviales que a mí me hacían muy feliz por lo que... le dije a mi padre que se metiera un palo por el culo y hui, ahora vivo con Changbin.
Jeongin no dijo nada y siguió su camino, no debió escuchar eso porque su corazón se había emocionado por un Bang Chan que no valía la pena ni su tiempo, jamás iba a olvidar que por su culpa su padre le había obligado a hacer algo que jamás podría perdonarse.
—Que yo recuerde tu casa estaba del otro lado, ¿se mudaron? —preguntó esta vez Chan, no queriendo perder la conversación.
—Hui de casa, literalmente hablando —le respondió el omega sin querer hablar más del tema.
—Entonces ya somos dos, Jeongin. Te cansarás, sube de una vez al coche.
—Me gusta caminar —le dijo—. Me relaja y es bueno para hacer ejercicio, pero gracias por acompañarme.
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