Capítulo 40.
Capítulo 40.
"Look After You- The fray"
Alicia.
Las cosas habían cambiado en el colegio, Leticia y su séquito ya no me molestaban. Hasta habían dejado de seguir a Genaro en las redes sociales, lo cual me pareció algo inmaduro y estupido.
Pero ellas me habían dejado de molestar, al igual que el grupito de Leo. Parecía que se les hubiera borrado de la memoria que yo existía y me habían dejado de lado.
Para mi, eso había sido un alivio total.
Ya sentía que podía respirar en paz, el colegio había dejado de ser un lugar horrible.
Ahora no solo hablaba con Genaro, sino que tenía a Kai, Indi. Charlaba y hacía grupos con mis otros compañeros, obviando a los que antes me habían hecho bullying. Pero me había hecho más cercano al resto, bueno algunos solo querían saber el chisme de "los mejores amigos, que ahora son novios". Pero el resto, parecía realmente interesado en hablar y charlar de manera trivial.
Me di cuenta, de que no era que nadie se me acercara por ser "gorda", como había pensado durante tanto tiempo. La realidad era, que yo misma no permitía que nadie se acercara por miedo a ser rechazada. Ir a terapia me ayudó a reconocer todas las barreras que yo misma había creado.
Creaba problemas de situaciones que ni siquiera habían pasado. Como por ejemplo no juntarme a comer con los chicos, únicamente por miedo a que piensen que como mucho. Cuando la realidad es que a ellos no les importaba cuánto como, solo querían pasar tiempo conmigo.
Me había perdido de demasiadas cosas en mi adolescencia y mi niñez, por mis inseguridades. Momentos que jamás volvería a vivir. No voy a dejar que esto me siga sucediendo.
Ahora disfruto de cada cosa, por mas minima que sea.
¿Qué sentido tiene dejar pasar la vida por mis miedos? Vivir no es solo respirar, es enfrentarse a cada pequeño obstáculo que aparece y patearlo.
Bueno patearlo no, pero si enfrentarlos y aprender de cada experiencia. Y sobre todo, no lamentarme por el pasado.
Me considero afortunada por darme cuenta de ello ahora, y no dentro de veinte años cuando quizás no tenga la energía suficiente para cambiar este paradigma que tengo de la vida.
Pero ¿Importa acaso cuanto tarde una persona en darse cuenta de eso?
La respuesta me la dio Paula en una de nuestras sesiones, No. No importaba si era ahora, en 8 meses o 30 años.
Lo que importa es que saque la cabeza de adentro de mi caparazón, y comencé a ser parte del mundo en el que vivía.
Porque si algo aprendí, es que no vale la pena estar depresivo toda la vida, por cosas que podemos cambiar. Cuando hay tantas cosas que lo valen todo, como por ejemplo este momento.
Mientras miraba a mis amigos reírse, de algo que Rulo dijo.
Me tome un momento para absorber cada cosa.
El aroma de la carne asada, que Muela está cocinando.
La risa incontrolable de Vico.
Las malas palabras de Ruco.
La mano de Genaro sobre la mía, acariciando mi palma con delicadeza.
El viento fresco de esta hermosa noche de julio.
Pensé en ese plato que escribí en año nuevo, diciendo todo lo que quería dejar atrás.
Todo el dolor que quería borrar, todo el sufrimiento y la angustia.
Quizás mañana vuelva a tener mis inseguridades, no me sienta la mujer mas linda del mundo. Tal vez dentro de una semana, no me sienta tan optimista y feliz. Pero ahora, esta noche y por este momento.
Me sentia la persona mas feliz del mundo, porque habia salido de ese poso negro de depresion en el que me encontraba y estaba lista, para todo lo que se venia.
***
— ¿Ya te dije lo mucho que me gustan tus besos? — murmuró Genaro contra mis labios.
Bese de nuevo su boca. La mano de mi novio bajó por mi espalda, hasta posarse en mis nalgas. No apretó mi trasero, solo dejó su palma allí.
El calor de su mano, se extendió por todo mi cuerpo. Asentándose en una zona, demasiado íntima.
— No lo has dicho. — murmuré besando su boca, dejándolo de besar. — Pero creo que lo noto.
Dejó de besarme los labios, para besar mi nariz y luego mi frente. Puso su mentón sobre mi cabeza descansando. Podría decir que estaba aliviada, ya que necesitaba respirar.
Estábamos en una sesión de besuqueo en mi habitación, hace más de media hora.
Entrelazo una de mis manos con la suya, sintiendo su respiración agitada al igual que la mía.
— Te juro que odio mis pulmones, por pedirme aire.
— Los mios aman tus pulmones, porque ellos igual lo necesitan.
— Qué órganos tan molestos.
Suelto una pequeña risa. Levanto mi cabeza para dejar mis labios plantados en su mejilla. Con cuidado baja su cara hacia la mía, dejando un pico en mis labios.
— ¿Sabes por qué me gusta tanto besarte? — preguntó como si fuera un niño.
— No, ¿ Por qué?
— Porque pase tanto tiempo pensando que nunca iba a probar esa boquita tan rica, que ahora lo siento como un sueño. — me dio otro beso, esta vez duró mucho más que el anterior. — Pero ahora, no puedo parar de besarte. Sos mi adicción, sos mi todo cara de bolis.
— Eres demasiado teatral y dramático. — me burlo, Gena hace un puchero y no puedo evitar besarlo, haciendo que sonría como un bobo. — Pero te confieso, que yo me siento como en un sueño. Uno que jamás creí que sucedería, la verdad.
— Entonces ambos estamos viviendo un sueño.
— Eso suena lindo, un sueño hecho realidad. — lo mire a los ojos, juro que me duele la cara de tanto sonreír. — Sabes, Rapunzel tenía sus luces como el sueño ideal, pero yo siempre te he tenido a ti. Para mí, siempre serás mis luces flotantes.
Los ojos cafés de Genaro, se llenaron de lágrimas. Lágrimas que obviamente permanecieron en sus ojos. Unos ojos que expresaban tanto amor, dulzura y cariño que me derretía por completo.
Me estrechó en sus brazos, repitiendo cuánto me quería y cuán feliz estaba de poder decir que era mi novio.
Genaro.
Siempre he soñado con volar, con sentir esa emoción que revienta en el estómago cuando me elevo hacia el cielo, y la adrenalina que recorre mi cuerpo en cada descenso en picada. Quería experimentar ese nivel extremo de sensaciones, un estado en el que mi mente se vea desbordada por la felicidad y no pueda más que rendirse al placer absoluto del vuelo.
Pero me di cuenta de que no era necesario volar, para sentirlo. Había descubierto algo más que me llenaba de felicidad y me hacía perderme en ese tipo de sensaciones. Ese algo tiene nombre y apellido, Alicia Keller.
También conocida como cara de bolis o mejor amiga. Y ahora mi novia.
— Eres mi sueño, Alicia. — hable con la voz ronca. Sabía que quería llorar, sabía que si me lo permite podría ser vulnerable frente a ella.
Porque ella me conocía, porque con ella me siento seguro. Porque simplemente es ella y solo eso me basta para ser.
— Te amo mucho, aunque te lo digo siempre. — bese su mejilla. — Te amo mucho, y estoy demasiado feliz de estar contigo.
— Te amo mucho más.
Nos volvimos a besar, una y otra vez. Hasta que ya se me hizo incómodo tener que agacharme para besarla.
Así que la tome por la cintura y nos guíe hasta su cama. Me senté en el medio de la cama, y la atraje hacia mi. La ayudé a sentarse a horcajadas encima mío.
Segui besandola, podría perderme en ella y no me importaría en absoluto.
Alicia.
Días más tardes.
La mañana había comenzado algo atípica, sentía el ambiente pesado. Como si algo malo fuera a suceder.
Pero decidí no darle importancia en absoluto, y concentrarme en la clase de matemática. Estaban dándonos unos ejercicios nuevos.
— Esto es aburrido. — se quejó Indi a mi lado.
Hoy había faltado Genaro a clases, porque no se sentía muy bien del estómago.Así que ella aprovechó para cambiarse de asiento y sentarse a mi lado.
—Ya lo sé, pero una vez que lo entienda no lo será.
Ella levantó la cabeza y me miró con una cara que transmite todo menos diversión.
— ¿En serio? La matemática tiene números, porque carajos le agregaron letras. Que una i, x, m o b. — se quejó en voz alta, por suerte la profesora estaba con un grupito así que no la escucho. — Quiero volver a cuando nos enseñaban a dividir, pero por un número. No por dos, por que esa no me la sé.
Rodé los ojos divertida, no sabía que responder ante ese comentario.
Tocaron la puerta del aula, y de allí salió el preceptor, tenía una cara de preocupación evidente. Me hizo saltar el estómago, esa sensación de pesadez y de que algo estaba mal se asentó en mi pecho.
El preceptor se acercó a la maestra, cuchicheaban en secreto. Luego ambos miraron en una direccion, segui su mirada y me encontre con la mirada profunda de color verde, Leo miraba en mi direccion cuando gire la cabeza.
¿Por qué el preceptor y la profesora hablaban de Leo?
Él antes mencionado me miraba extrañado, pero no tuvo tiempo a decir nada. Porque el preceptor lo llamó, este se levantó y siguió al preceptor hacia afuera.
Indi, que era de todo, menos discreta levanto la mano en el aire.
— ¿Qué sucede señorita Gomez?
— ¿Por qué se llevaron a Leo? ¿Se metió en problemas?
— Oye, eso es de metiche. — gritó uno de sus amigos.
— Ya lo sé. Por eso pregunto.
— ¡Hagan silencio! — gritó la profesora. — Su compañero acaba de recibir una terrible noticia, su padre acaba de fallecer. Sean considerados con su compañero, y no lo dejen solo en este momento tan difícil.
No sabía por qué, pero esa noticia me cayó como un balde de agua fría. A todos en realidad, hasta Indi dejó sus comentarios sarcásticos de lado y se quedó en silencio. Escuché como el grupito de amigos hablaba entre ellos, todos lucían muy preocupados por su amigo.
Leo no es de mi agrado, no es alguien a quien le tenga simpatía. Pero esto es muy feo, no me imagino como se debe estar sintiendo. Esta mañana seguramente estaba desayunando con su papá y ahora, no lo verá en la hora de la cena.
No puedo evitar sentir empatía por él, nadie merece vivir algo así de doloroso.
La profesora nos dijo que debíamos seguir con los ejercicios, y que por favor seamos compasivos con nuestro compañero.
La verdad es que no sabía, si podría ser compasiva con él. Pero tiene a sus amigos, sean idiotas o no, son amigos y espero que estén para él.
***
Luego de pasar por la casa de Genaro, me asegure de que haya comido algo nutritivo y controlar su fiebre.
Decidí volver caminando hacia mi casa, amaba salir a caminar. Había empezado como parte de mi terapia y terminó convirtiéndose en algo, que amaba hacer casi todos los días. Los días que tenía pilates, me dejaban temblando y sin fuerzas.Así que esos días no salía a caminar.
Me puse los auriculares y comencé mi trayecto. Mi idea era no pensar en nada, pero no podía dejar de reflexionar sobre Leo y la noticia de su padre. Hoy cuando volví a casa, abracé a los míos con fuerza.
Ellos me ayudaron muchísimo en mis momentos difíciles, en vez de pensar que era una etapa de la adolescencia o creer que solo exageraba. Me escucharon, entendieron lo que sentía y buscaron soluciones. Les debo muchísimo.
Sinceramente, siempre los había dado por sentado, que estarían allí cuando volviera de clases, cuando los necesitara... Pero lo de hoy, me dejó algo shockeada. Así que nunca más volvería a dar por sentado a las personas que quiero, les repetiría siempre que las amo y lo importante que son para mi vida.
¿Genaro pensara que su mamá estará allí para siempre? Ellos no hablaban desde hace meses...
Aunque sacar el tema de su mamá, es complicado. Nunca quiere hablar de ella, lo había visto ignorar sus llamadas cuando estábamos juntos. Cuando preguntaba sobre el tema no me respondía o evadía mis preguntas con besos,.
Quizás debería buscar la forma de plantear esta situación. Pero ¿Cómo?
— Alicia. — alguien me llamó casi a los gritos, porque pude escucharlo a través de la música.
Antes de que siquiera pudiera girar me. Leo apareció delante mío. Se veía hecho mierda, los ojos llorosos e hinchados, el labio partido como si le hubiera mordido.
Todavía llevaba puesto el uniforme del colegio.
— Leo ¿De donde saliste? — preguntó mirándolo con extrañeza.
— Lo siento, solo te vi caminando y... Yo necesitaba irme de mi casa, solo pensé...
Quizás tengo un corazón de pollo, o soy muy boluda o simplemente quiero ser buena persona.
— Si quieres, puedes venir conmigo y caminar.
— Si, quiero ir.
Se puso a mi lado, tuve la decencia de quitarme los audífonos y guardarlos en mi mochila. Caminamos en silencio un par de minutos.
— Siento mucho lo de tu padre.
No sabía si decirlo era muy cliché, pero quería hacerlo.
— Me dijeron eso todo el día, y la verdad no sé qué mierda responder.
— No hace falta que lo hagas.
Seguimos caminando, hasta que vi un banco cerca de una plaza. Se lo señalé y le hice un gesto para que me siguiera. Nos sentamos, cada uno por su lado en un extraño silencio.
— No tienes... — se interrumpió a sí mismo. — Carajo... no deberías estar haciendo esto por mi...
— No hago nada.
— Si lo haces, para vos soy la peor mierda del mundo. Pero acá estás, sentada a mi lado, sin hacer preguntas estúpidas o diciendo cosas sin sentido. — su voz estaba cargada de amargura y dolor. Estuve tentada a ponerle una mano sobre el hombro. — Y no lo merezco, no merezco tu amabilidad.
— Eso es verdad, no la mereces. — me acerque un poco a él. Puse mi mano sobre su hombro. — Pero quiero darte un poco de consuelo, no sé cómo te debes estar sintiendo. Pero creo que es un dolor horrible, que nadie debería experimentar.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, y para mi sorpresa comenzó a llorar. Un llanto silencioso, pero constante.
Lo deje llorar y descargarse, era lo único que podía hacer.
— Yo te escuche. — balbuceo después de mucho tiempo en silencio.
— ¿Qué cosa?
— Ese día en el autobús , cuando volvíamos del campamento el año pasado. — hablo, secó las lágrimas y luego me miró fijamente. — Estaba sentado detrás de ti, ni siquiera te diste cuenta.
Trate de recordar, pero tenía razón nunca lo vi detrás mío.
— ¿Escuchaste lo que le dije a Genaro?
— Te escuche llorar, llorar por la mierda estúpida que te dije. — en sus ojos noté algo que nunca pensé que vería de él, vergüenza. — Yo me sentí la peor mierda del mundo.
— No puedo negar nada de lo que dijiste.
— Lo sé, siempre fui un imbécil. — tomó aire antes de continuar hablando. — Me gustas, me gustas de hace mucho tiempo. Pero siempre estás con él, como si fuera el único chico en el mundo. Yo sentía, siento, muchos celos. Y la única forma que tenía de demostrarte cuanto me gustabas era siendo molesto contigo.
Quizás mi cara refleja lo que pienso. Sorpresa, incredulidad, desagrado y confusión.
— ¿Creíste que la única forma de mostrarme que te gustaba era haciéndome bullying? — pregunte enojada. Saque mi mano de su hombro.
Lo vi seguir mi mano con decepción. ¿Qué esperaba un aplauso?
— Ahora entiendo que hice todo mal, lo entendí ese día cuando te escuché. Me di cuenta de que...
— De que me habías cagado la autoestima y que por tu culpa, tenía pensamientos horribles hacia mi misma. — termine por él, mi voz era venenosa. La verdad me estaba arrepintiendo mucho de haberlo hablado.
— Si eso, lo siento mucho. Creo que quizás pasaré toda la vida pidiéndote perdón. Y nunca lo voy a merecer.
— Yo no se si pueda perdonarte alguna vez, hay cosas que simplemente no se pueden perdonar.
No sabía que decirle, debería hablar de esto con Paula.
— Lo sé, pero solo quiero que sepas que estoy muy arrepentido.
— Está bien, pero cuando te vuelva a gustar alguien más. Solo díselo, sé bueno y no la intimides. Porque eso no es amor.
— La próxima... — murmuró. — Eso quiere decir que no hay una posibilidad...
— No, porque lo que me hiciste no se borra. Y aunque quizás algún día, cuando las vacas naden en el océano pacifico , yo te perdone. No podría salir contigo.
— Eso fue algo cruel, y lo merezco — agregó con una sonrisa agridulce. — Yo lo entiendo, solo quería...
— Sí entiendo, pero no.
— Está bien, yo solo quería decirlo. Lo tenía atorado en la garganta desde hace mucho, papá me dijo que te lo dijera.
— ¿Le dijiste a tu papa?
— Él tenía cáncer terminal, ya no había necesidad de guardarle secretos como estos. Él me dijo exactamente lo mismo que vos, que a las chicas se las conquista con flores y siendo amable. Y no con insultos.
— Es lo que algo que alguien normal te diría.
— Nunca tuve el valor de decírtelo, pero se sintió bien hacerlo ahora. Aunque no terminó como espere.
— No se muy bien, que responder a eso. — me encojo de hombros. — Pero me alegra que te sirva.
Leo soltó un suspiro lastimero. Nos quedamos en silencio durante mucho tiempo.
— Lamento haberte hecho pensar que no eras hermosa, porque siempre lo fuiste. — hablo, haciéndome girar la cabeza en su dirección. — Creo que debo volver. No quiero dejar sola a mi madre.
Se levantó, hice lo mismo. Leo se acerca a mí, y antes de que pueda evitarlo me abraza. Me quedo con los brazos colgados a los lados ¿Se supone que lo abrace?
— Lo siento. — volvió a decir.
— Esta bien.
Me soltó, y me miró a los ojos. Puedo notar la tristeza en su mirada, me da un poquito de pena.
— Gracias por esto, y de nuevo lo siento.
— Deja de disculparte, ya está. Es parte del pasado, no te odio. Ni nada por el estilo, pero basta de pedir perdón.
— ¿Eso quiere decir que me perdonas?
— No, eso quiere decir que estamos bien. Pero no quiero ser tu amiga, ni nada por el estilo.
Asiente algo confundido. Pero no insiste más. Luego se despide y se marcha, a lo que supongo debe ser su casa.
La verdad, no creo poder perdonarlo ahora. Pero no quiero seguir perdiendo el tiempo con estas cosas.
No vale la pena.
Holis, buen domingo.
Espero que le haya gustado este capitulo. Aqui solo quiero decir, que recuerden algo muy importante.
NO VALE LA PENA, estar deprimidas en la vida por cosas que no podemos cambiar. Todo tiene solución menos la muerte, y LO VALE TODO, el hecho de intentarlo y buscar motivos para seguir.
Un beso, Jazmin. Les deseo un hermoso domingo y un lunes lleno de motivación.
No se olviden de votar y dejar comentarios.
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