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Capítulo 3.


Capítulo 3.

jealousy, jealousy- Olivia Rodrigo



Alicia.

Hace dos semanas que Genaro se fue de vacaciones con su familia. No habíamos dejado de hablar, sino eran mensajes o video llamadas. Nos mandábamos videos o Tik tok para ver.

Y yo comencé con mi propósito de año nuevo, cambiar un poco mi vida y dejar atrás lo malo.

Me ate los cordones de mis zapatillas, busque mis auriculares. Hoy iba a salir a caminar, llevo dos semanas saliendo a caminar, ya que empezar el gimnasio así de una era una locura porque nunca había hecho actividad física. Aparte me voy a sentir muy mirada en uno de esos lugares... Prefiero caminar yo solita.

— ¿Te vas a caminar? — pregunta mamá.

Agarro la botella de agua de la heladera.

—Sí.

— Esta bien, recuerda que a las siete tienes el turno con la psicóloga.

—Lo sé mamá, estaré aquí lista para que me lleven.

Ella me da una última sonrisa y salgo de casa.

Hoy sería mi segunda cita con la psicóloga. Ya que aunque cambie mi aspecto físico, sino me quiero a mi misma no va a servir de nada las caminatas o la nutricionista.

No era malo ir a terapia, me ayudo la primera sesión. Aunque termine llorando, me sentía un poco más libre.

Mientras las canciones de Taylor Swift se reproducen en mis auriculares, me imaginaba que estaba en algún video de ella, gracias a ello la caminata se me hizo rápida. Logre hacer cuatro kilómetros, dos de ida y dos de vuelta. Me sentía feliz, aunque mis piernas temblaban un poco no importaba.

Tenía exactamente veinte minutos para bañarme y cambiarme, si quería llegar a tiempo.

— Quince minutos — grito mamá cuando pase por su lado corriendo.

—Lo sé.

***

—Bien Alicia ¿Cómo has estado?

— Bien — le respondo. — ¿Vos Paula?

Paula es mi psicóloga, tiene veintiséis años. Es linda, tiene unos hermosos ojos verdes y cabello colorado que la hacen parecer más joven que lo que es.

— Yo también estoy bien — se acomoda mejor en su asiento. — ¿Cómo han ido las caminatas?

— Bien, hoy hice cuatro kilómetros.

— ¡Genial! ¿Y vas sola?

— Si, no me gusta que las personas me vean ejercitarme.

— ¿Por qué no? — pregunta.

Intente no rodar los ojos.

— Porque no, aparte me gusta ir escuchando música.

— Esta bien — anoto algo, eso me poner algo nerviosa —. ¿En qué piensas cuando caminas?

— En nada, solo escucho música.

— ¿Imaginas que estás viviendo esas canciones o te imaginas siendo la cantante?

Entrecierro los ojos.

Pregunta capciosa, capaz piensa que estás loca.

— Si, a veces.

Avecés sos demasiado honesta.

—Lo que haces es disociación, es un mecanismo adaptativo que "desconecta" nuestra mente de la realidad cuando nos encontramos ante una situación límite que sobrepasa nuestros recursos psicológicos de afrontamiento — me explico ella. — Esta bien hacerlo avecés, es decir todos tenemos esos momentos de nuestra vida en los que no queremos pensar. Pero siempre hay que evitar ir por lados malos.

— ¿Cómo cuáles? — pregunte confundida.

— Las sustancias ilícitas, drogas, alcohol.

—Entonces está bien que escuche música, como un método de disociación.

— Si, pero esa no es la solución.

— ¿Qué? ¿Cómo qué no? Yo me siento bien después de eso, vuelvo de caminar con mejor humor.

Ella me dio una sonrisa y volvió a anotar.

¿Qué tanto escribe?

No sé me pone nerviosa.

A mi igual, imagínate que descubres que hablas con tu conciencia.

— Eso es verdad, porque estas evitando tus problemas de esa forma. Y lo que necesitas hacer es afrontar tus problemas no evadirlos.

— Pero es difícil.

— ¿Qué cosa? — cuestiona ella.

— Afrontar estas situaciones, me cuesta empecé a caminar y juro que si voy sin auriculares voy a sentir las risas.

— ¿Qué risas? — esta vez me miro preocupada.

— De la gente, que seguramente me ve caminado y piensa "Que raro una gordita caminando" "O seguro va a comprar comida" y pienso tantos comentarios así que deben estar diciendo las personas que la verdad no quiero escuchar.

Ella dejo de lado su sonrisa, su cara era de seriedad total.

— Pero Alicia nadie habla o piensa esas cosas de ti. Deberías mirar a tu alrededor y te darás cuenta de que todos lo que caminan a tu lado están en sus mundos.

Siento mis ojos picar, quiero llorar.

— Pero es que...— las palabras no salían de mi garganta. Comencé a llorar, ella me dio unos pañuelos y dejo que me calmara.

— ¿Alguien alguna vez fue malo contigo? ¿Alguien te dijo alguno de esos comentarios?

Asentí, mientras me sonaba los mocos.

— Quiero que escribas en esta libreta— me da una libreta color rosa pastel con mi nombre escrito —. Quiero que escribas las cosas malas que te dijeron. Solo en la primer hoja.

— Esta bien.

Agarre la lapicera que me tendió, y comencé a escribir. La libreta es A4, es una hoja grande, y la verdad la llene en menos de lo que esperaba. Mientras escribía algunas lágrimas salían de mis mejillas y la hoja se llenaba cada vez más. En mi mente pasaban esos momentos como si fuera un tráiler de alguna película.

La vez que un chico en la primaria, me dijo "Las gordas no saltan" cuando jugaba a saltar la soga en el patio con mis amigas. Desde ese día no volví a saltar la soga. O cuando use short en el secundaria y mi compañero de banco me dijo "Que piernas tan gordas, mejor las cubres". Y de esos tengo tantos recuerdos que me duelen.

Saco otro pañuelo y me seco las lágrimas, doy vuelta la hoja y sigo escribiendo. No me importaba estar llorando, me sentía segura en este lugar y Paula me acariciaba el hombro, en un gesto que decía "Deja salir todo".

— Listo — digo.

—Ten — me tendió un vaso de agua fresca.

—Gracias.

— No voy a leer lo que escribiste. Pero ahora quiero que arranques esa hoja de la libreta — dice.

Dejo el vaso en la mesa y hago lo que me dice. Con cuidado la arranco, no quería romper la bonita libreta.

— Ahora quiero que lo leas en tu mente a lo que pusiste, y diga fuerte y claro "Yo no soy eso. Yo soy más que aquellas palabras hirientes que dijeron de mí. Soy valiente y no voy a dejar que esas palabras corten mis alas"

Me quede unos minutos pensando en esas palabras. Mientras leía la hoja.

"Gorda idiota" Yo no soy eso.

"Chanchito feo" Yo soy más que las palabras hirientes que dijeron de mí.

"No puedes ser princesa, las princesas son flacas y lindas. Puedes ser Úrsula ella es gorda como vos" Soy valiente y no voy a dejar que esas palabras corten mis alas.

— Yo no soy más eso. Yo soy más que las palabras hirientes que dijeron de mí. Soy valiente y no voy a dejar que estas palabras corten mis alas — dije con la voz temblorosa, pero convencida.

Paula me regaló una enorme sonrisa.

— Así Alicia, quiero que lo repitas cada vez que pienses o te digan comentarios así. No sos las cosas malas que los demás te dicen. Aparte de que gorda, no es un insulto.

— Pero lo usan como uno.

— Pero eso no quiere decir que lo sea, una persona puede ser gorda o flaca y no sentirse feliz consigo mismo y eso no tiene nada que ver con el cuerpo.

— No eh visto flacas llorando porque la ropa no les queda.

— Porque no has visto no significa que no exista — dice ella con media sonrisa. — Todos enfrentamos batallas con nuestro cuerpo es normal. Pero no tenemos que dejar que nuestra vida se derrumbe o se frene por ello.

***

Al terminar la sesión me sentía mucho más tranquila.

— Y recuerda, intenta por lo menos diez minutos de la caminata ir sin auriculares.

—Lo tendré en cuenta.

Salgo de su consultorio y como venía viendo mi libreta, no me doy cuenta y choco contra algo.

—Perdón, no te vi — digo mirando a quien choque.

Una chica, como de mi edad. Su cabello es castaño claro y largo, es delgada y tiene muchas pecas en su cara. Parece una muñeca.

— Esta bien — ella mira hacia abajo —. También te dio una libreta — afirma mirando mis manos en donde traigo la libreta que me regalo Paula.

— Yo también tengo una — ella saca de su mochila una libreta celeste en la tapa se lee "Vico"

— ¿Vico?

— Diminutivo de Victoria — dice mientras guarda la libreta en su mochila. — ¿Alicia no?

—Sí.

— Un gusto — dice extendiendo mi mano —. Vengo aquí por mi bulimia ¿Vos?

Me quede perpleja mirándola.

Ay no está si esta loquita.

Me encojo de hombros, todos estamos un poco locos.

— Yo por mi baja autoestima — estrecho su mano.

Ella me da una sonrisa de oreja a oreja.

— Sospecho que nos veremos mucho.

— Eso creo.

—Me agradas Alicia.

Solté una risa. Que forma rara de conocer gente.

— A mi igual Vico. Nos vemos.

—Nos vemos.




Hola, como andan? Yo recuperando me de una fuerte gripe, pero aquí estamos con un nuevo capitulo. Creo que es uno de los más personales que escribí, se que es algo corto. Pero no teman, el miércoles tendrán otro.

si les gusta la historia, no se olviden de comentar y votar. Eso me pone muy feliz, gracias por leer.

Nos leemos pronto.


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