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Capítulo 25.

La maratón comienza en el capitulo 23.


Capítulo 25.

Si no estas- iñigo quintero.

Alicia.

Llegue a mi casa muy preocupada. Intente llamarla a ella, pero no me respondía. Encima tampoco tengo el número de su mamá.

Estaba desesperada, no sabía cómo hablar con ella y como ver si estaba bien.

¿Y si voy a su casa? Tomo mi celular, eran las nueve de la noche.

No puedo ir a su casa a esta hora. Tendré que ir mañana temprano.

Me tiro a la cama, justo cuando el celular en mi mano comienza a vibrar. Sin mirar quien es atiendo.

— Vico ¿Sos vos? — pregunte alterada.

— No, soy Darío — respondió —. Quería saber si sabias algo de ella.

— No sé nada — me acuesto en la cama —, no le llegan los mensajes y hoy no fue a terapia. Tengo un mal presentimiento — dije angustiada.

— Yo igual, no hacia esto desde hace mucho...

Eso disparo todas mis alarmas.

— ¿Esto lo hacía antes? — el temor en mi voz, venia cargado de mucho miedo de que lo que pensaba sea verdad.

— Si cuando vomitaba — murmuro en voz baja —, tengo miedo de que haya recaído otra vez. Ella no lo hacía desde hace mucho, estaba bien... No sé qué le paso.

— Yo tampoco, estábamos bien el jueves y de pronto no respondió más. Pensé que era por colegio o porque estaba contigo.

— Yo creía lo mismo, la había visto rara y algo distante... Pensé que estaba con vos.

— ¿Y si vamos a verla? — pregunto.

— Vamos, así podremos saber que ocurrió o ver si está bien — se notaba la preocupación en su voz —, te paso a buscar en diez.

***

Estacionamos frente a la casa de Vico unos veinte minutos después de colgar la llamada. Darío manejo como si nos persiguiera el diablo, no quiero saber cuántas leyes de transito rompimos.

Tocamos dos veces la puerta, nos abrió la mamá de Vico.

— ¡Alicia! ¡Darío! Que sorpresa que estén aquí. Vico no me dijo que venían — dice ella extrañada.

— Es que es una visita sorpresa — comento.

Ella nos mira con duda, no quiero que se alarme. En caso de que no esté ocurriendo nada grave.

— Esta bien, pasen pase — comenta ella dejándonos entrar — Estoy por irme a trabajar al bar — me doy vuelta para mirarla.

No le había prestado mucha atención, tenía su uniforme puesto. Mara, trabajaba en un bar nocturno como camarera. Este era su otro trabajo, de día era maestra de danzas en una escuela del barrio.

— Esta bien Mara, nosotros la cuidamos — dice Darío con media sonrisa.

— Perfecto, y vean si quiere comer. Esta tarde no merendó e intente hacerla cenar. Pero ella no quiso salir de su cuarto.

— ¿No comió nada en todo el día? — pregunte preocupada.

— El almuerzo si, le corte la luz para que saliera de su cuarto — comenta Mara —, no quiso ir con Paula hoy. Creo que está enferma, pero no me habla. Así que ustedes son mis caballeros de brillante armadura. Mi numero está en la heladera, cualquier cosa me llaman no me importa tener que irme del trabajo.

— Te diremos cualquier cosa — dije.

— Si, nosotros hablaremos con ella — me apoyo Darío.

Mara nos saludó y nos dijo que estamos en nuestra casa.

Fuimos hasta la habitación de Vico, tocamos la puerta.

— Mamá ya te dije que no voy a comer — grito Vico.

— No soy tu mamá — grite.

Escuche como unos pasos se acercaron a la puerta, y se abrió de golpe. Una Vico ojerosa, con ojos rojos y brillosos apareció.

Ella se lanzó a mis brazos sollozando. La abrace con fuerza, escondió su cabeza en mi cuello y comenzó a llorar con fuerza.

Su dolor, me lastimaba el pecho. No sé qué paso, pero mi amiga está sufriendo muchísimo.

— Tranquila, tranquila — intente calmarla, las lágrimas salían de mis ojos.

— Alicia — balbuceo entre llantos.

— Tranquila Vico, estoy acá. Estoy contigo, no estás sola.

Eso pareció calmarla un poco, pero no dejo de llorar y tampoco de abrazarme.

Darío nos miraba preocupado, él no había hablado. Quizás esperaba que Vico me soltara para poder abrazarla. Le hice señas para saber si el quería remplazarme y tenerla en brazos hasta que dejara de llorar.

Pero el me hizo entender que lo prefería así, ya que al parecer mis mimos en su cabeza, estaban funcionado.

No sé cuánto minutos pasaron, pero cuando Vico dejo de abrazarme. Tenía los brazos entumecidos.

— ¿Qué haces aquí? — pregunto.

— Mejor dicho ¿Qué hacemos? — dije con media sonrisa, ella me mira extrañada. Le hago un gesto para que mire a la derecha.

Ahí estaba Darío, mirándola con... ¿Lastima?

— Da... Darío — balbuceo Vico.

Camino hacia él y lo abrazo con mucha fuerza. El no tardo en rodearla con sus brazos y atraerla a su pecho. Inclino su cabeza, para darle un beso en la cabeza.

— Mi pequeña, me tenías muy preocupado.

— Lo siento — su voz era quebradiza, parecía que en cualquier momento volvía a llorar —, no me sentía bien.

— ¿Qué paso Vico? — pregunte.

Ella se dio vuelta, seguía en los brazos de Darío, pero ahora me miraba a mí.

— Yo no quiero hablar de eso — murmura.

Se suelta de los brazos de Darío, camina hacia mí. Nos hace un gesto para que entremos a su habitación.

La seguimos y nos acostamos los tres en su cama.

— Te aseguro que te sentirías mejor, hablando de lo que paso. Sea lo que sea, nadie te va a juzgar y nadie va hacerte sentir mal. Estamos para ayudarte, porque te queremos y nos preocupas.

Intente sonar firme y confortante, pero por dentro me moría de miedo de que ella haya recaído.

— Pequeña, sea lo que sea estamos aquí.

— Yo solo quiero... — su voz se quebró —, quiero que el dolor se pare. Quiero no volver a sentirme así nunca más. Pero es difícil y luego ellas, ellas me hicieron algo...

— ¿Quién? — pregunte enojada.

Si alguien se atrevió a lastimar a Vico, voy a matar sea quien sea.

Verla en este estado me duele, no hay rastros de la pequeña amiga que conocí en verano.

—No importa — responde.

— Claro que importa Vico, si alguien te hizo algo...

— Yo solo quiero que me dejen en paz, me dijeron cosas horribles...Me — se largó a llorar de nuevo.

Intente consolarla, mientras mis lagrimabas inundaban mi visión. No sé quién fue o que le hicieron, pero ojala que se pudra en el infierno.

— ¿Volviste a...? — comenzó a preguntar Darío.

Lo mire con la peor de las caras.

— No tienes que responder...

— Si, tuve un atracón... Y luego vomite — esta vez su voz era fría, como si decirlo en voz alta lo hiciera real.

Mi corazón me dolió, me dolió mucho. Porque ella estaba bien, y esas personas vinieron y arruinaron todo.

¿Por qué la gente es mala? ¿Por qué son así de crueles? ¿Qué ganan con lastimar a alguien así?

Agarre su mano y entrelace sus dedos con los míos.

— No estás sola ¿Me escuchaste? — Le dije mirándola, ella estaba llorando, — No estás sola, nos tenés a nosotros y no te vamos a dejar. Un tropiezo no es caida, no es el fin del mundo.

Ella lloraba, mientras me miraba.

— No es caída, pero yo siento que estoy en un pozo profundo. No puedo más, estoy cansada de estar luchando.

Nunca creí que se pudiera sentir el dolor ajeno tan fuerte, que hasta puedo creer que es propio. Me duele ver el estado en él que se encuentra. Y no poder hacer nada por ella.

Darío se levantó de la cama, las dos lo miramos.

— Voy por agua, seguramente no has tomado nada.

— Gracias — murmura ella.

El sale de la habitación, mi amiga se acurruca a mi lado.

— Estoy cansada Alicia, yo estaba mejorando y estaba sintiéndome mejor. Pero basta un mal episodio y tire a la basura trabajo de meses, el dinero de mamá... ¿Sabes que tomo otro trabajo para pagarme las consultas? ¿Cómo podré mirarla a cara después de lo que sucedió?

— No es tu culpa — dije las mismas palabras que Paula uso conmigo —, tu mamá entenderá y como te dije un tropiezo no es caída.

Acaricie su cabeza, y luego seque una lágrima.

— Y si te sientes cansada, yo puedo seguir por vos. No estás sola Vico, nunca más vas a estar sola en esto. Respeto que no quieras decir quien fue, pero no quiero que te sigan lastimando.

— Ahora solo quiero que te quedes...

— Le diré a Darío...

— No le digas que se quede, te quiero a ti nomas. Vi la mirada de lastima y decepción en sus ojos, no quiero decepcionarlo más.

— Él te ama mucho...

— Si, pero no es la primera vez que me ve luego de una recaída. Si yo estoy cansada, el igual.

— Esta bien. Voy a hablar con él.

Salgo de la cama de mi amiga, y me dirijo a la cocina. Encuentro a Darío apoyado en la barra de la cocina.

— No puedo creer que volvió a recaer — murmuró —. Yo creí que estaba bien, que al fin ella podría estar bien.

— Pero no es culpa — hable con cautela.

Darío se dio vuelta, estaba llorando.

— Lo sé, carajo claro que lo sé— bramo —, no es la primera recaída que vivo. Pero me mata verla así.

Vico se equivocaba, Darío no estaba decepcionado esta triste.

Me acerco a él.

— A mi igual, pero tenemos que estar para ella.

— Siempre estoy para ella, yo creía que lo sabía. Pero veo que no — agarra un vaso con agua — Ten dale esto fíjate que tome agua, mucha agua.

— ¿Te vas?

— Si, escuche que ella te quiere a vos. Así que no tengo más nada que hacer y la verdad, estoy cansado igual. Mañana la veo, si tiene ganas de verme.

Me dio un beso en la mejilla, escuche como se despidió de Vico y salió.

Le lleve el agua Vico, mientras ella se hidrataba. Yo le avisaba a mis padres que me quedaría, al igual que le comentaba a Genaro que me quedaría con Vico. Su respuesta no tarda en llegar.

Gena: Bueno cara de bolis, pero algún día deberías hacerme una visita sorpresa... Sufro mucho.

Yo: ¿Qué te paso? ¿Por qué sufrís?

Gena: Porque no estás en mis brazos bb.

Me llevo la mano a la cara, que tipo idiota.

Yo: Sos un tarado, pensé que te había pasado algo.

Gena: No minimices mi dolor, malvada. Mándale saludos a Vico, y te quiero cara de bolis.

Yo: Te quiero más, bobo.

Gena: boba J

Miro a mi amiga, quien estaba acostada nuevamente. Me quite las zapatillas y me metí en su cama, por suerte vine con mi pijama puesto.

Me acurruque junto a ella, y la abrace con fuerza.

— Gracias por quedarte.

— No tienes por qué agradecer, somos amigas y las mejores.

La sentí reírse, interiormente grite "Diez puntos para Gryffindor". Me sentía feliz de hacerla reír.

Genaro.

— Quiero truco — hablo Pablo.

— Re truco — agrego Pancho.

— Quiero morirme — agrego Muela a mi lado.

Nos habíamos juntado todos a comer y jugar a las cartas, hoy era noche de chicos. Y por el mensaje de Alicia, ellas tienen su noche de chicas. Aunque no es una ocasión linda, la situación de Vico me tiene preocupado.

— ¿Qué te pasa? — le pregunto a mi amigo. Agarro una lata de cerveza para beber un sorbo.

— Es que ella no me responde — Muela me muestra su celular.

Veo el nombre "Victorina la reina de mi corazón". Lo miro y le hago una cara de "¿En serio?", Muela se encoje de hombros. Leo el chat, había muchos mensajes de él hacia ella y ella no había respondido. Pero tampoco le llegan los mensajes.

— Ella está mal, Alicia esta con ella ahora — le dije.

Mi comentario hizo eco en la habitación, de pronto tenia a seis monos mirándome y esperando que siguiera hablando.

— ¿Qué le paso a Vico? — preguntaron al mismo tiempo los trillizos. Que miedo...

— Es algo complicado de explicar y sobre todo, es muy personal.

— Pero, ¿Ella me ignora porque si?

— No te ignora, solo se siente mal y Alicia como es media bruja. Lo percibió y fue a verla, ahora están las dos juntas en casa de Vico — les dije, no quería comentarles la historia de Vico y Alicia. Eso solo lo podían hacer ellas.

Los seis asienten por la cabeza.

— No entiendo — comenta Pancho —, ¿Qué le pasa a Vico? Sino está ignorando a Muela, porque está desaparecida en los mensajes.

Bufo, me paso la mano por el pelo.

— Les voy a dar cierto contexto, pero no todo porque ellas tienen que decirles. No yo, no sería del todo ético.

— Ni siquiera estas estudiando abogacía, y ya estás hablando como uno — se burla Rulo.

— ¿Quieren que les cuente o no? — pregunto molesto.

—Haz silencio tarado — lo reprende Pablo, luego le da un golpe en la cabeza a su hermano.

— Bien, ellas se conocieron en terapia. Cada una trata un tema distinto, y bueno algo le paso a Vico. Algo que la puso muy mal, que Alicia fue con Darío hasta la casa de Vico una vez que se dio cuenta que ella no le respondía a nadie.

— ¿Darío esta con ellas? — pregunta Muela.

— No, Ali no me dijo bien la razón. Pero ahora están las dos solas, y ella la está consolando. No sé bien que sucedió, creo que ni Ali sabe.

— ¿Por qué van a terapia? — cuestiona Pipo — No me lo digas, ellas lo deben decir. Ahora entiendo el cambio tan radical de la pequeña rubia.

— Eso explica mucho — agrega Pancho.

— ¿Qué quieren decir?

— Pues Ali, nunca fue tan comunicativa con nosotros — comenta Pablo.

— No se quedaba a comer nosotros, tampoco se juntaba en los recreos — agrega Ruco.

— Y no tenía confianza en sí misma, siempre con la mirada abajo y seria — me explica Rulo. Todos asentimos, porque tenía razón — y es mucho más suelta con nosotros.

— Así que si eso se debe a la terapia, tengo que besar a su terapeuta. Esa mujer nos devolvió a la pequeña rubia — dice con una sonrisa Pipo.

— Oye, yo la quiero besar primero. Hizo que Alicia me abrazara — comenta feliz Pancho.

Me alegraba que mis amigos también notaran los cambios positivos en ella, y que ninguno la juzgara. Eso me mostraba que enserio la ven como una amiga y una hermana.

— Si ella está de a poco soltándose, dice que necesita tiempo para ser ella de nuevo. Pero no tienen que decirle que saber que les dije...

— ¿Por qué? No es algo malo — dice Muela, quien agarra su lata de cerveza y él bebe de un trago —. Yo iba terapia después del divorcio de mis papas.

— No lo sé, Alicia es algo reservada con eso. ¿Se acuerdan que nos peleamos porque ella me oculto algo? Era esto.

— Yo pensé que era, que se había besado con el rubio ese — se mofa Pablo.

Lo miro con cara de pocos amigos.

— Aparte.

— Ese día sentiste el verdadero terror, alguien se te había adelantado por tonto.

— Y lento.

— Y miedoso.

— Bueno, ya entendí casi pierdo al amor de mi vida, por ser un tonto, lento y miedoso — digo malhumorado.

— Es que sí, yo iba a esperar tres años más. Sino le pedía una cita — comenta Rulo, llevándose una mirada de reproche de sus hermanos y una de odio mía — ¿Qué? Es muy linda, inteligente y dulce. Pero a ti te gusta desde que la conoces, entonces no iba a hacer nada. Pero tenía mi límites.

— ¿Tres años? Wow, seguro ella ya estaba casada y con diez hijos — se burla Pipo.

— Idiota — suelto molesto.

— Es que tienen que ser como yo, — habla Muela — ahora que se, que ella no me ignora. Tengo algo de oportunidad.

— Si, tener un 0,000009 % de posibilidad, es lo mejor del mundo — comenta con sarcasmo Pablo.

— Yo diría que tiene un 3% de posibilidad — comento, tomando un sorbo de mi cerveza.

— ¿Qué? — preguntan todos al mismo tiempo.

Alicia tiene razón, soy un chismoso de lo peor.

— Es otro secreto, si lo cuentan los mato. — sino es que Ali me mata primero — a Vico, le gustas. Pero también quiere a su novio, esta confundida. Así que sobre analiza todo para ver que sería lo correcto.

— ¡Tengo posibilidad! — salto de la emoción mi mejor amigo.

— Que idiota — se burla Pipo.

— Vamos a hacer que ese 3% sea un 99% — comenta Muela. Se sienta de nuevo en la mesa, y hace que todos nos quedemos callados — tengo un plan. Escuchen, también te va a beneficiar a vos Gena.

Hicimos un círculo, para escuchar la gran idea de Muela. Y la verdad, para ser él. La idea estaba muy bien.


Holis, nos vemos mañana con los otros dos capitulos. Ya que mi compu no me deja seguir.

¿Que opinan? Quiero leer sus comentarios y lo que sintieron leyendo esto capitulos. Es muy importante para mi, saber si les gusto o si va todo bien.

las amo, graicas por leer.


foto del grupo siendo felices jejeje

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