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6

A la mañana siguiente Kakashi sí se quedó a desayunar y para su sorpresa descubrió que era algo genial, tal y como había imaginado que debía ser. Todo era tan nuevo para él, estaba muy entusiasmado aunque le desmotivaba un poco ver que Iruka no estaba tan emocionado como él, ya que parecía adormilado y cansado mientras desayunaba con parsimonia; nada especial. Pero Kakashi lo atribuyó a que tenía que ir al trabajo. Pensó entonces en lo mucho que trabajaba Iruka; por las mañanas con los críos con lo irritables y agotadores que son, y muchas tardes en la academia rellenando informes, sentado en una aburrida oficina con la única distracción de... Entonces recordó algo y justo antes de que Iruka se fuera al trabajo Kakashi se adelantó y le pidió que cenaran juntos esa noche, ya que saldría de misión con el grupo 7  -una misión sencilla en una aldea cercana- y volverían a media tarde casi a la noche 

Sí, aún estaban en el desayuno y él ya hablaba de la cena pero así nadie se le adelantaría, sin embargo su sorpresa fue saber que ya llegaba tarde. 

«¿Esta noche? Viene Naruto a mi casa, como se va de misión le prepararé algo y que me cuente cómo os ha ido». Le había dicho Iruka.

“¿Es que no sabe cenar solo? Genma, Naruto ¿alguien más? No imaginaba que un maestro de escuela pudiera estar tan solicitado”.

«Pero ven con él ¿no vais juntos de misión? Pues llegaréis a la misma hora, venid los dos». Continuó hablando Iruka al ver la desilusi´n en la mirada de Kakashi.

Eso ya era otra cosa, ¡y tanto que se apuntaba! 

Así que nada más regresar de la misión se fue directo a casa de Iruka. En un primer momento intentó irse sin Naruto. Podía ser que el chico, con el ajetreo de la misión, hubiera olvidado la cena con Iruka, pero nada de eso. Se acordaba muy bien de que tenía una cita con Iruka por lo que muy a su pesar Kakashi no pudo deshacerse de él.

Iruka se alegró de recibirlos y los invitó a pasar al comedor. Cuando se saludaron una sonrisa tonta se dibujó en la cara de Iruka, la cual no pasó de inadvertido para Naruto, pero disimuló. Naruto entró primero descalzandose con prisa y sentándose; estaba cansado y hambriento. Sin embargo, Kakashi e Iruka se quedaron de pie en la entrada, mirándose unos segundos más. Kakashi -como Naruto- estaba recién duchado y el pelo estaba húmedo y le olía a jabón. Iruka por su parte llevaba un delantal puesto y una graciosa mancha de harina en la mejilla; precioso. Pero pronto, antes de decirse nada, Iruka desapareció hacia la cocina para terminar de apagar el fuego y servir la cena. 

Kakashi pasó al comedor y un agradable olor a comida casera recién hecha inundaba la casa, además la mesa ya estaba preparada para la cena. Todo parecía tan perfecto; la misión había salido bien, Naruto estaba contento como siempre, Iruka les esperaba alegre y encima les había preparado algo hecho por él mismo. Iruka se había esforzado mucho por ellos dos, pensaba Kakashi al ver lo bonito que estaba todo.

- Iruka-sensei ¿te ayudo con algo por ahí?- le preguntó lo bastante alto para que le escuchara desde la cocina.

- Ya está, tranquilo. Podéis sentaros. 

Kakashi sonrió de nuevo, lo hacía con cada palabra amable que Iruka le dedicaba ¿Había algo más reconfortante que regresar de una misión y tener algo así?

Obnubilado por la estampa tan hogareña de la que formaba parte tomó asiento junto a Naruto y se sentó embobado mirando lo bonita que estaba puesta la mesa, pero entonces una voz baja, un susurro agresivo le bajó de la nube.

- ¿¡Qué buscas!? -preguntó raudo Naruto, seguro de que Iruka no le podía escuchar.

- ¿Cómo? -le preguntó en tono normal, pero Naruto con un gesto le indicó que bajase la voz.

- Sí, ¿qué haces aquí, Kakashi-sensei?

- Nada Naruto, nada que no hagas tú.

- No soy idiota. Sé bien que Iruka es gay, me lo explicó él mismo y sé lo que un pervertido como tú puede querer hacerle y no te lo voy a permitir. Voy a vigilarte cerca -A Kakashi no le dio tiempo a contestar nada en parte por lo atónito que esa reacción le había dejado y sobretodo porque Iruka ya estaba de vuelta. 

«Muy cerca» le repitió Naruto moviendo los labios.

- Eso ya está ¿tenéis hambre chicos? -dijo agradable como siempre Iruka, ajeno a lo que acababan de hablar.

“¿Qué acaba de pasar aquí?”, se preguntaba patidifuso Kakashi. Por un momento pensó que había sido su imaginación porque de repente Naruto era el de siempre. ¿Le acababa de amenazar su alumno? ¿un criajo de doce años? ¿¡sabía que Iruka era gay!? Demasiadas preguntas.

Cenaron entre risas, no había ido tan mal. Iruka parecía feliz de poder tenerlos a los dos juntos o al menos a Kakashi le gustaba pensar eso. Cuando llegó la hora de marcharse Kakashi puso una horrible excusa para acompañar a Naruto y se fue charlando con él. Aunque se moría de ganas de quedarse a pasar la noche con Iruka- y era lo que el maestro también esperaba- eso que Naruto le había dicho no podía quedar así.

    Naruto estaba tranquilo, no le tenían ningún miedo a Kakashi y si le tenía que llamar la atención lo haría; haría todo por Iruka.

Las calles estaban vacías a esas horas y reinaba un inquietante silencio, como el que antecede a una tormenta.

- Lo que me has dicho antes…

- ¡Lo sostengo! -dijo lleno de coraje Naruto.

- Naruto, cálmate; no quiero discutir contigo. Creo que esto es ridículo porque eres un crío y no tendría ni que darte explicaciones pero también eres la única familia de Iruka así que quiero dejarlo claro -respiró hondo- No sé que has podido pensar, ni qué idea tienes de mí pero… Mis intenciones con Iruka son sinceras. No sé qué crees que busco pero no tengo malas intenciones sobre él -No tenía ni padres, ni suegros ni cuñados pero ahí estaba justificándose delante de él; pidiéndole la mano, por decirlo de una manera, al pariente más cercano del sensei. Por lo visto, de la familia política nadie se escapa.

Tanta sinceridad impresionó a Naruto, esperaba tener que discutir con él pero no; Kakashi estaba siendo amable ¿Amable? Algo debía de ser cierto de todo lo que había dicho.

- P-pero...¿entonces es verdad? ¿Estás interesado en él?

- Dudo mucho que tengas edad para hablar de esto pero ya he empezado… Y si, me gusta Iruka solo pienso en estar con él: le miraría todo el tiempo. Es tan dulce.

- Oh, qué sorpresa. Eso es muy bonit~

- Claro que también es muy caliente, cuando no le veo pienso mucho en hacérselo. Se lo haría durante horas, sin parar. Le tendrías que ver con la cara pegada contra la pared y los pantalones bajados hasta los~

- ¡Cállate! ¡Callate! ¡Qué asco! ...qué imagen mental. Creía que hablabas sinceramente- de nuevo le miraba mal.

- Y así es, Iruka me gusta mucho y creo que yo a él, así que me vendría muy bien saber si él te ha dicho algo de todo esto.

- ¿Algo de ti concretamente?

- Sí -¿de verdad le pedía ayuda a un niño de doce años? El amor es tan absurdo.

- Mm...no, la verdad que no. No ha dicho nada de nada- dijo negando la cabeza, como intentando recordar pero nada; ni una palabra.

- Pero ¿por qué? ¿no es un tema del que soléis hablar?

- No. Hablamos bastante de eso; nos contamos las cosas.

- ¿Y no me ha mencionado?

- No -Kakashi ignoró lo desgarrador que en el fondo era esa indiferencia para él y se aferró a lo único que podía intentar.

- ¿Y no podrías…? Solo serían algunas preguntas~

- ¡Kakashi-sensei! ¡No! Iruka es para mí como un hermano y jamás le sacaría información. Lo que tengáis que hablar habladlo. No me metas, no quiero saber nada de vuestras cosas.

- Venga, yo soy tu sensei -dijo sonriendo, intentando sonar amable, algo totalmente ajeno a él. Le quedaba espeluznante.

- Me da igual, y si es por eso Iruka lo fue por más tiempo que tú.

- Ah...pues si tanto prefieres a Iruka tal vez quieres que haga un informe sobre tu ineptitud como genin para que pases un tiempo en la academia otra vez.

- No puedes hacer eso. Ya he pasado los exámenes -protestó burlándose un poco de Kakashi.

- ¿Crees que no puedo? -dijo tan serio que incluso parecía verdad que él pudiera hacer algo como eso.

- Chantajista… pero no te prometo que averigüe nada. “Por un momento había pensado que era un humano con sentimientos, pero ya veo que no”.

Así que quedaron en que Naruto volvería el viernes de visita a casa de Iruka, aprovechando que Iruka no siempre trabajaba en la Torre y algunas tardes las tenía libre. Otra ventaja era que él no necesitaba excusas ni pretextos para pasarse a ver al sensei, así que no había problema con eso. 

Kakashi estaba nervioso y muy impaciente, ansiando saber qué le diría. Enfocaba sus pensamientos en lo que hablarían el viernes, para evitar preguntarse por qué no le había hablado de él ni a Naruto y qué significaba eso. 

Al salir del trabajo en la academia se fue directo a casa. Su calmada y tranquila casa vacía; quería descansar pues -como bien controlaban Kakashi y Naruto- esa tarde Iruka no trabajaba. Después de comer, a media tarde, se puso a corregir unos ejercicios de sus alumnos. Montones y montones de folios garabateados le esperaban.

 A Iruka le gustaba ser correcto con su trabajo pero a veces se le hacía pesado y mientras corregía se puso a pensar en cosas, en el trabajo, las clases, los compañeros, conocidos... y se le fue yendo a volar la imaginación hasta que notó calor en su entrepierna. Un descanso y un poco de amor propio le irían bien. Alzó la vista y la cortina estaba bien pasada, así que soltó el lápiz y metió la mano dentro de sus pantalones. Entonces empezó a tocarse suavemente. Cerró los ojos y olvidó la tarea. Empezó despacio a masturbarse pensando en ideas sueltas y sin motivo que se le venían, y poco a poco subió más el ritmo. Ya sabía que Kakashi no iba a ir a esas horas de la tarde a verle y no se le pasó pensar en nadie más cuando sonó la puerta. 

“Joder, ¿Quién puede ser?” -dijo aun sujetando su hombría, pensando que si no contestaba su visitante se iría y podría terminar aquello. Pero eso no iba a ser así.

- ¿¡Iruka, estás en casa!? Sé que estás en casa -oyó gritar a Naruto.

    “Qué oportuno”. Sacó la mano de su pantalón y se abotonó como pudo. Esperó unos segundo a que se le bajara aquello y le contestó.

-  Ahora te abro.

Minutos después Naruto merendaba distraído mientras Iruka sentado frente a él corregía lo que debía estar corrigiendo antes.

- ¿Sabes? me gusta una chica -dijo dando otro mordisco al bocadillo.

- Sí, Sakura ya me lo dijiste. ¿Va bien la cosa con ella?

 “Es verdad: cambio de plan” pensó Naruto.

- No. Es agua pasada, la veo como una compañera; esta es una chica nueva - Claro que le gustaba Sakura pero no le podía hablar de ella para el “plan”, así que cuando dijo lo de otra chica se le vino a la mente Kakashi con peluca. Escalofriante.

- Pero no sé…- prosiguió Naruto.

- ¿Qué no sabes?

- No sé si me conviene. No tengo muy claro qué tiene que tener una chica para ser buena novia -dijo sútil como una zarigüeya. 

- Pues depende mucho de ti. Aunque hay cosas básicas o al menos las entiendo así, digo; que sea buena, que te trate bien. ¿Ella te trata bien?

- Yo creo que sí “Sí, Kakashi trata bien a Iruka”.

- Bien -sonrió. “Cómo crece…”, pensó un poco nostálgico.

- ¿Qué más?- Insistió

- Pues...que te divierta y quiera estar contigo.

- Yo creo que sí. Oye y ¿tiene que ser guapa?

Iruka rió -¡Qué pregunta! Ni guapa ni fea, te tiene que gustar a ti.

- ¿Y cómo se si me gusta?

- ¡Pero si ya has dicho que te gusta! -Iruka se preguntaba si él era así de tonto con eso temas a su edad o es que Naruto era especial.

- Sí pero tú cómo sabes cuando te gusta alguien.

- ¿Yo? A mí hace mucho que no me gusta nadie... Pero no sé, es una buena sensación. Donde está esa persona es donde quieres estar y cuando no está solo piensas en verle. Piensas también que es la persona con la que te quedarás para siempre~

Naruto le miraba y le escuchaba hablar y pensaba que ojalá él pudiera algún día querer y ser querido de la forma en que se lo describía Iruka, con ese cariño y ese brillo en la mirada. Había sido afortunado de poder ser criado por alguien así.

- Y todas esas cosas, Naruto -terminó de hablar. Era difícil describir lo que Naruto le pedía.

- ¿Y si no me quiere besar?

- ¡Uy! ¿ya piensas en besos? “Qué rápido quiere ir…” ¿La has intentado besar? 

- Mm…- no supo qué contestar, ya empezaba a hacerse un lío. Debía pensar en lo que Kakashi le contó- A mí me gustaría besarla y a ella también pero no se puede. No si miramos los dos...

- ¿Qué? ¿De qué estás hablando?

- Eh...que... pues a ver, me gustaría ser su novio y...

- Naruto ¿cómo se llama esa niña? -ya tenía en la voz el tono de las broncas, eso iba mal. Iruka conocía a casi todos los críos de la villa y más si era shinobi, así que si le decía el nombre de la niña casi seguro que la conocía.

- Eh...eh…-duvitaba.

- ¿Naruto? ¿Qué está pasando aquí?- Nada que hacer. Era imposible mentirle: ese hombre le había criado.

- ¡Kakashi-me-pidió-que-viniera-para-averiguar-si-podéis-ser-novios! -dijo todo de corrida- Mira ya está, ya lo he dicho y ¡me debeis una cena cada uno! -Estaba rojo como un tomate porque había fracasado como ninja espía y porque de algún modo le ponía incómodo hablar de parejas con Iruka.

- Él…- Iruka se rió de la situación, pero Naruto prefirió irse.

“Él le ha dicho eso a Naruto…”. Terminó de discurrir cuando Naruto salió de allí. Resultaba que Kakashi era divertido, o más bien la situación había divertido a Iruka y había descubierto una faceta que no sabía que tenía. 

Después de aquel plan frustrado pasaron días hasta que volvió a saber de Naruto y más días aún para que Kakashi se dejase ver en su ventana. Días en los que pensó mucho en él.

Kakashi era un adulto en todo su físico pero tenía el corazón de un niño. En esa edad en la que solo saben querer de manera egoísta ya que aún no se ha aprendido. Era tierno a su manera y no podía negar que no sentía ternura a veces ¿E intentar eso? ¿Pedirle a otro que averigue si le gusta?  Kakashi no vivió sus doce años como debía y los estaba viviendo ahora ¿Qué sería lo siguiente? ¿Una nota para pedirle salir, con casillas de “Sí” y “No”? 

Era dulce, aunque descuadrado por la edad; era muy muy dulce. No había maldad en Kakashi. Aún no había querido ni le habían querido. Era un lienzo en el que podía dibujar muchas cosas y por todo lo que amaba que no lo iba a ensuciar. Lo iba a tratar como merecía. Porque, de otro lado, aunque la madurez emocional no la había alcanzado, en la sexual era un maestro. Le hacía sentir cosas tan contrarias; a veces se iba a dormir pensando en cómo le gustaría abrazarlo, besarlo, enseñarle a querer y confiar. Demostrarle que él también puede sentirse querido. Pero por otro lado, estaba el Kakashi que le agarraba y le empotraba contra la primera pared que tenían, duro y egoísta, y luego sin más ataduras se marchaba. Pero si quería a ese Kakashi tenía que aceptar al adulto de sentimientos confusos, celoso y con maneras de proceder infantiles. 

Necesitaba días para pensar lo que quería, y agradecía que Kakashi se los estuviera dando, aunque de momento había pasado más días pensando en él que a su lado.

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