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    Era domingo, así que Iruka dejó aquello de nuevo sobre la mesa y desayunó, porque no puedes ir a matar a nadie con el estómago vacío. También se dio una ducha porque si te detienen por homicidio no es elegante llevar legañas. Así que más tarde, a una hora más que razonable, duchado y desayunado se encaminó en busca de quien era, probablemente, el jounin más estúpido de todo el País del Fuego, pero sin agobiarse.

    Fue directo a su casa porque un domingo por la tarde no podía estar en otro sitio. Fundió el timbre y se dejó los nudillos en la puerta de tanto tocar pero allí no le contestaba nadie. Así que volteó la casa y se asomó por el muro del jardín trasero. Allí estaba Kakashi sentado en el porche leyendo tranquilamente, relajado. Rodeado de algunos de los niken que dormitaban junto a él; todos armonizaban demasiado bien, como una manada.

    - ¿No me oías? -gritó y despertó a algunos de los animales, que empezaron a rascarse perezosamente.

Kakashi levantó la vista del Icha.

    - Ah, eres tú, perdona, estaba distraído. ¿Qué haces aquí?

    - Quiero hablar contigo -dijo mirando de refilón a los perros; no iba a hablar delante de ellos.

    - Vale, vale. Ahora vengo chicos- se levantó y se metió para la casa, entonces Iruka rodeó de nuevo la vivienda para ir hasta la entrada, donde encontró la puerta abierta así que pasó.

    - Iruka, tienes que saber que no me gustan las visitas sorpresa los domingos, ni las visitas sorpresa ningún día, ni las visitas en general y que~

- ¿Tú dejaste esto en mi casa?- dijo directamente, pegando contra el pecho de Kakashi un sobre lleno de dinero. El sobre era cortesía de Iruka para ser más disimulado ya que Kakashi lo dejó tal cual sobre la mesa sin ningún decoro.

Kakashi tuvo que abrir el sobre para saber de qué le hablaba, después se lo devolvió a Iruka pero este no lo cogió.

- ¿Qué pasa? ¿Es poco? Esque como no hablamos de eso no sabía cuánto era suficiente.

- ¿¡Qué!? ¿Pero que te has creído que soy?

- No te pillo. ¿Es poco? -volvió a preguntar.

- ¡No! Kakashi no me acosté contigo por dinero ¿¡Eres imbecil o la pornografia te ha fundido el cerebro!?

- ¿Qué? ¿Tú no…? ¿Y cómo querías que imaginara eso?

- Pues porque no soy puto o lo que sea ¡No sé ni como llamarlo! Esto me insulta, Kakashi, me insulta mucho.

- Oye, es lo que me diste a imaginar. Solo hablabas de que disfrutas del sexo con hombres y que lo haces con desconocidos. Luego yo te dije...lo que te dije y te pareció estupendo. Entonces me llevas a tu casa y me metes la mano en la bragueta ¿¡qué querías que pensara!?

- ¡Nada! ¡No tenías que pensar nada! Era un polvo sin compromiso ¿esque no sabes nada del mundo?

- ¡El que no sabe nada eres tú! Las cosas no son así...si te comportas como un puto te trataran como tal. Yo de verdad que pensé eso, no lo hice para ofenderte.

- Oye, Kakashi, si tienes visita nos vamos a ir yendo ¿vale? -dijo Pakkun interrumpiendo la escena y acto seguido desapareció. Iruka pudo ver bochorno en el rostro perruno.

- ¡Oh! ¡Estupendo! ¡Ahora lo saben los malditos perros! -gritó histérico Iruka.

- Eso da igual.

- ¡Estas enfermo, Kakashi!- Y se fue de allí. No lo podía creer. Pagado, le había pagado. Aunque la verdad le había pagado bastante bien. Al menos sabía que Kakashi era generoso…¿¡pero qué diablos pensaba!? Le había pagado como a uno de esos chicos. “¿De verdad cree que lo hago por dinero? Por favor, tengo dos empleos y cero responsabilidades, seguramente tenga hasta más dinero que él. ¿¡Será posible!? Si se lo cuento a Anko no me creerá… ¡Oh! Mierda, no se lo puedo contar porque querrá detalles y no quiero contar eso de Kakashi...aunque ha sido un imbécil debería...debería...no. Me tengo que calmar, Kakashi es imbécil pero no malintencionado… Me tendría que haber quedado con el dinero. Por estúpido. Ahora se lo gastará en putos o en porno”.

Más tarde cuando regresó  a su casa, se puso a adelantar papeleo del trabajo y se relajó. Sentarse un par de horas a manejar informes le plancha las emociones a cualquiera. Entonces más templado comenzó a pensar en Kakashi. Era un hombre extraño y solitario al que la vida no le había dado mucho. Sí, tenía mucha fama y aunque no había tenido muchas oportunidades de verle en combate sabía que era habilidoso y muy fuerte, pero ser un buen soldado no es todo en la vida. Sabía de él lo que todos, que a una edad demasiado temprana su padre se había suicidado dejándole solo en el mundo. Sin un solo referente. Sin familia. Iruka sabía muy bien lo que era eso. Pensó en ese momento si la máscara tendría algo que ver con eso “Seguramente sí…”.

No quería sentir lástima por Kakashi, porque la lástima no trae nada bueno, pero le era imposible no empatizar con toda la soledad con la que Kakashi había lidiado durante toda la vida, y seguramente con la que seguía luchando. “Se debe sentir muy solo…”.

Al llegar el lunes a su casa, después de un largo día de trabajo ya no se acordaba de él. Tenía en mente la organización del calendario del próximo curso; un tema apasionante que cada año le hacía perder horas y horas. Entró en casa. Tiró los zapatos en la entrada; todo normal. Dejó su maletín sobre la mesa. Nada fuera de lugar. Entró en el comedor; un día como otro, pero entonces pasó a su habitación y, acechando, como un depredador, le esperaba una sombra en la ventana.

- ¡Joder! Casi me da un infarto.

- Deberías estar más alerta, eres un shinobi ¿no?- dijo Kakashi, sin atreverse a pasar.

- No, al parecer ahora me dedico a la prostitución -dijo algo indignado, buscando en su cajón un pijama con la misma naturalidad que lo haría aun si el ninja copia no estuviera de noche esperando como un gato en la cornisa de su ventana.

- De eso he venido a hablar.

- Más te vale venir solo a hablar, hoy ya he terminado el servicio y no me apetece chuparla más.

- Estas muy hostil- dijo Kakashi e Iruka levantó una ceja.

- Bueno, ¿qué quieres? -dijo sacándose la camiseta y poniéndose la del pijama; un par de noches atrás se lo habían montado en la sala de al lado, era absurdo ser recatado ahora.

- Me quiero disculpar. Al principio, te digo la verdad, no he entendido en absoluto cuál era tu problema. Pero entonces me he ido a ...a hablar con un amigo.

"Ha estado en el prostíbulo", pensó automáticamente Iruka.

- Y me ha hecho entender el porqué de tu enfado. No he querido confundirte de esa manera, es solo que tu actitud y todo lo que hablamos me hizo pensar...pues lo que pensé.

- Ya veo, no te preocupes más. Ya lo he olvidado.

- Y...hay algo más -dijo bajando la mirada - pero no te quiero molestar si vas a dormir.

- No importa, dime -le sonrió amablemente, si es que en el fondo Iruka era así: si veía un mínimo de buena fé en la gente lo daba todo.

-Bueno, si es verdad que no querías dinero a cambio ¿por qué lo hiciste?

Iruka dejó el pantalón del pijama sobre la cama y se acercó hasta la ventana. Kakashi se relajó y se sentó con las piernas para dentro de la habitación.

- Ya te lo dije, me gustas. Aunque ayer me cabreaste mucho.

- Pero yo no le gusto a nadie.

- Pues a mí sí.

- ¿Hablas en serio? -preguntó ilusionado, o eso le pareció a Iruka, por la mirada inquieta y confusa de Kakashi. Iruka suspiró, sabía que Kakashi necesitaba un manual para socializar y que no entendía las medias tintas así que para que todo no volviera a acabar en un malentendido fue directo.

- Kakashi me pareces atractivo, me da igual el porno, los rumores de la gente, que vayas de putos o que odies a los niños. Eres un poco egoísta en la cama pero no lo haces mal. Disfrute, Kakashi, no hay más.

Al oírlo Kakashi miró al suelo y sonrió, después un poco más serio alzó la mirada y se dirigió a Iruka.

- Sabes que yo nunca había follado con un chico que no fuera… eso ¿verdad?

- Si. Me lo repetiste muchas veces.

- A mí no me gusta ir a esos sitios. Yo también quisiera gustar a otros. Por eso me creí que tú... -sus palabras murieron lentamente y de repente pareció que Kakashi despertaba- Perdona, no estoy pensando la hora que es, te dejo ya- dijo volteando para irse.

- Espera -Kakashi era raro y egoísta pero no merecía esa soledad tan cruel- ¿quieres pasar? -preguntó Iruka y un brillo se encendió en la mirada de Kakashi- Pero no vamos a hacer nada. ¿Quieres pasar igualmente?

- Claro, Iruka -empezó a sospechar que lo que Kakashi necesitaba era cariño, pero solo era una sospecha. Kakashi saltó entusiasmado dentro de la habitación y se quitó los zapatos y el chaleco antes de meterse en la cama.

Y allí estaban, un lunes a las once de la noche metidos en la cama del apartamento de Iruka con los ojos abiertos como platos. Era un momento bastante absurdo en la vida de los dos ¿Qué se suponía que era eso? Había sonado divertido pero la verdad es que a los diez minutos a Kakashi le pareció que sentía que estaba incomodando a Iruka así que empezó a hablar, ya que sabía que el otro tampoco estaba durmiendo.

- A mí  no me gusta tener que pagar.

- Imagino, si pagas siempre lo que me pagaste a mi debes estar arruinado.

- No es por eso… -no le gustaba que bromeara con el tema- no me hace sentir bien. Nunca le he hablado de esto a nadie. Me hace sentir...mal -Se expresa con la misma elocuencia que un niño de cinco años. Además, hablaba con frialdad, mirando el techo pero era normal, estaba hablándole de sus sentimientos aun cuando apenas se conocían.

- ¿Y por qué me lo cuentas a mí?

- Eres bueno. Confio en ti.

- ¿Cómo puedes asegurar eso así?

- Te veo como tratas a los niños y como aceptaste a Naruto y todo lo que has hecho por él, ya sabes.

- Bueno, pero también soy muy amigo de Anko.

- Eso es verdad. Anko es imbécil.

Iruka río, ya sabía que no se llevaban bien pero Anko nunca le había dado un motivo específico, un por qué de todo ese odio. Lo que hubiera ocurrido entre ellos, si es que algo había ocurrido realmente, solo ellos dos lo sabían. Anko nunca le decía nada más qué “<<pues porque es odioso, imbécil, un cerdo, muy raro, etcétera, etcétera…>>”. Así que decidió hurgar, era ahora nunca.

- ¿Por qué no te cae bien?

- Ya te lo he dicho: es imbécil- el mismo tipo de respuesta que daba ella. Es que acaso se habían puesto de acuerdo, se preguntaba Iruka.

- Pero por algo lo dirás.

- Es estúpida y una golfa, y toda la vida se ha reído de mí. 

- No es mala chica -no había hecho bien en preguntar; no iba a sacar nada. En el fondo se parecía tanto a ella- Tiene un carácter especial, solo eso.

- Si. Supongo... Mañana salgo de misión. ¿Tú a qué hora te levantas? -le cambió el tema.

Bueno, pues ya se le había acabado averiguar sobre eso...¿De verdad se le había metido en la cama y le preguntaba esas cosas? Sí que tenía rarezas ese Hatake, pero ya no podía echarle.

- Muy temprano, vamos a dormir.

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